viernes, 2 de octubre de 2020

Metta y la autoindagación.

 



¿Soy más la higuera que el pino?
El olor de la higuera se hace yo y yo me convierto en el olor de la higuera.
¿Soy más una mariposa que una mosca?
¿Soy más el aire que abanica las copas de los árboles que los rayos hirientes del sol?
¿Soy más las nubes blancas que el cielo claro?

Y aquí está todo.
El zumbido del vuelo rápido de la mosca
y el del abejorro,
y el vuelo delicado de la mariposa, que no me necesita.
El aire en la piel
y el sol alimentando el bosque, la tierra, la hierba,
después de la lluvia.
El mismo sabor.

"Que Metta llegue a todos los seres", dice el sutra.
"Recordemos que el universo entero es nuestra mente.
Cuando metta colma nuestra mente,
los conceptos se desvanecen y solo queda la experiencia de metta".



El lama en su corazón le preguntó cómo llevaba la práctica de la autoindagación.
Por un milisegundo su expresión fue de desconcierto
(¿la práctica de qué?).
Luego ató cabos.
Tú propones y la Vida dispone, pensó.
El lama físico le había preguntado al llegar cuál iba a ser su práctica estos días de retiro
y ella había respondido que la búsqueda del yo.
Pero no era así como era.

Aún seguía en Metta.
Todo era el cuerpo de Dios.
Ningún yo para indagar sobre ningún yo, ni sobre nada.
Todo era Metta.
Nada sobre lo que autoindagar.




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