domingo, 29 de diciembre de 2013

New Year, New Me.








En la última meditación del año,
la facilitadora repartió una copia de una de las caligrafías de Thay:
"New Year, New Me".
Luego propuso dedicar unos minutos a meditar en silencio sobre algunos propósitos de año nuevo, para el nuevo yo. Propósitos muy concretos para aplicar en la vida cotidiana.
Y que cada persona los apuntara en un papel que repartió junto con la caligrafía.
En Plum Village el ritual suele completarse con la meditación en torno a una gran hoguera, donde finalmente se arrojan los deseos espirituales para el año nuevo, la vida que continúa.
En esta sala de meditación no había hoguera, así que cada cual se quedó su pequeña lista junto a la caligrafía de T.N.H.
Y ahí está ahora, sobre la mesa del estudio, un folio doblado (New Year, New Me)
que encierra una lista de propósitos que ya están en marcha.





En el espacio para compartir alguien contó que estaba leyendo un libro sobre la vida de Teresa de Calcuta y su correspondencia epistolar. De Teresa de Calcuta ella conocía su faceta más pragmática -explicó-, de servicio a los seres más débiles, pobres y enfermos. Su actividad externa.



Pero ahora estaba descubriendo su actividad interna, a la mística enamorada, la alegría explosiva que sabía conservar en medio de los infiernos. ("Cuando veo a alguien triste, siento que se está perdiendo algo", escribe; la conciencia plena -de la presencia del amor y el amado en tu vida- es incompatible con la tristeza).
Y supo también de la "noche oscura", cuando la monja dejó de sentir la presencia de su amado iluminando su vida, y sin embargo eso no afectaba ni un ápice a su actividad externa y ella seguía entregada a su misión. Día y noche. Haz lo que debas. Que tu estado de ánimo personal no afecte a tu misión en esta vida.
Así lo había hecho la monja de Calcuta y no había sido la primera. Ni sería la última.



A veces hay noches
y a veces son oscuras.
Cuando te pierdes "algo".
No sabes por qué pero la luz interior se apaga y tu amor languidece.
(Ella cree que es lo mismo; la luz y el amor languidecen juntos porque quizás son lo mismo).
Hay quien le llama "bendiciones" (que llegan y dejan de llegar), karma o conciencia plena. El hecho es que se debilita, como si la conciencia dejara de ser plena y se redujera, haciéndose menor, más limitada y difusa, menos clara.
Y ella pidió, también, esforzarse por recuperar la alegría, plena, esa mirada de amor que hace que estallen risas explosivas a la menor ocasión.





Todo eso le explicaba la amiga, después de la meditación, mientras tomaban algo en la cafetería de al lado, como alargando la sobremesa contemplativa.


Me siento como si hubiera perdido el control de mi mente -decía la amiga-, como eso que llaman
"los paraísos perdidos".
Yo le llamo el "acontecer kármico", dijo ella.
Las viejas tendencias, la inercia de los viejos hábitos.
Esa sensación, ¿es nueva o ya la habías sentido antes, alguna vez?
Claro que la sentía antes -respondió la amiga-, pero yo pensaba que ya no volvería más.
Pues aquí está otra vez. Una vieja experiencia reaparece, madura de nuevo.
Porque aún permanece como una semilla dentro.
La diferencia es que antes, cuando aparecía esa experiencia te la creías (eso soy yo,
ese pensamiento, esa sensación de tristeza, frustración, insatisfacción, desamor...)
y ahora la ves y simplemente la reconoces: ya está aquí otra vez esa vieja experiencia. Como una flor que madura (por familiaridad, por inercia) y acabará marchitándose.
Es sólo una experiencia kármica, no soy yo.


La diferencia está en que antes te identificabas con esa experiencia 
y ahora la ves como una apariencia,
una experiencia kármica en proceso de disolución.

Ha perdido credibilidad y eso la hace cada vez más débil.


Seguramente volverá a aparecer de nuevo más adelante, debilitada por la falta de credibilidad.
Cada vez más débil.

Deja que pase la noche oscura, no te aferes a ella ni pierdas la perspectiva.
Porque a la noche siempre le sigue un amanecer.






domingo, 22 de diciembre de 2013

La luna llena.







El maestro decía
que a veces el budismo se vive como "devoción".
Y está bien. Pero
el budismo no puede reducirse a la devoción, dijo.
El budismo es la experiencia de la compasión y la sabiduría.
Es la experiencia de la sabiduría, de la mirada despierta, la consciencia plena.
Pero a veces te crees que esa experiencia está fuera de tu alcance y, al menos, dices, voy a dedicarme a la devoción, a los rituales. A realizar actividades que llamamos "virtuosas", como poner ofrendas a los seres sagrados (que vemos en las estatuas, cuadros y postales) y admirar y adorar a unos cuantos maestros y maestras en los que ponemos la etiqueta de "Buda".




Pero a veces la devoción te deja en tu zona de confort indefinidamente. Te atasca.
Es uno de los grandes peligros del camino espiritual.
Sería más útil darles tus ofrendas a los seres que las necesitan (Buda no necesita ningún regalo), a los que te rodean. Porque no existe iluminación fuera de la vida cotidiana.
No la vas a encontrar en otro lugar que en el presente y en el escenario que pisas.



Buda se iluminó en el momento presente; todos los seres iluminados se despertaron al comprenderlo todo en el momento presente, cuando tomaron consciencia plena.

Pero incluso Buda es sólo el dedo que señala la luna,
para ti.
Buda no es la luna.


La luna es tu experiencia personal, consciente, aquí y ahora, que lo comprende todo,
que contempla la naturaleza de los fenómenos (impermanente y vacía de existencia, vacía de "yo").


No te quedes en la devoción. Deja de adorar a todos los dedos que señalan a la luna, como si fueras miope.
Suelta todos los ídolos. Abandona la religión de la idolatría (aunque la llames budismo, cristianismo, islamismo, hinduismo, judaísmo o como quieras llamarla).
Porque la miopía de la idolatría no te dejará experimentar la luna que eres.






Eso dijo el maestro.

Dijo: Yo sólo soy el dedo, no me muestres veneración, échame a un lado y concéntrate en la luna iluminada
que es tu propia experiencia personal. Quizás aún no la veas llena y creas que estás en camino. Pero el camino es otro espejismo porque la luna siempre está llena, siempre está completa.
Aun cuando no la veas.



lunes, 16 de diciembre de 2013

Que no me distraiga la abundancia.







Parada.
Parar el cuerpo.
Sin miedo a dejar de generar energía (el frío interior tan temido).
Parar el cuerpo. Parar la mente. Contemplar.
Contemplar lo que perciben los ojos abiertos,
el oído,
el olfato,
el gusto,
la piel.
Tomar consciencia.
Despertar.
Por un instante.
Contemplar el sueño
lúcido.
Contemplar el movimiento de las nubes de paso,
lo que aparece
y su significado.
Verlo pasar.






Abandonó su mesa de trabajo y se acercó a la ventana.
La luz del sol caía sobre los tejados, al fondo.
El manto de luz se hacía más y más pequeño hasta desaparecer.
Pero aún quedaba la luz de la tarde iluminando la ciudad.
Y conforme el velo de luz se debilitaba las estrellas se encendían, por encima y por debajo de la silueta de la montaña.
Y sin saber cómo ni por qué, pensó en las hojas semisecas de albahaca que dejaba caer sobre la ensalada, una lluvia de hojas, un derroche. Y luego el aceite de oliva, un derroche.
Pensó en el derroche.
La indiferencia ante la abundancia, como el agua entre los dedos.
Qué desperdicio, pensó.
Y decidió reducir el consumo (material y de todo tipo)
y fundirse en la degustación.
Disolverse
en la degustación
del instante presente.
Hola a hoja
de albahaca,
disolviéndose en el paladar.
Gota a gota.

Que no me distraiga la abundancia.





domingo, 15 de diciembre de 2013

Qué es para ti la sangha?








El facilitador comenzó la sesión de meditación con el simplificado y significativo ritual de siempre y las habituales palabras de saludo: Queridísima sangha, muchas gracias por estar aquí...

Pero esta vez, en vez de presentar la meditación guiada que había seleccionado para la ocasión, nos preguntó por qué estábamos aquí, qué esperábamos de nuestras reuniones con la sangha y qué es para nosotr@s la sangha.
Qué es la sangha?

- Para mí, es el alimento del que me nutro una vez a la semana para mantener la actitud apacible y feliz en mi vida cotidiana.
- Es una comunidad en armonía para vivir en consciencia plena.
- Ya que sale el tema, quiero compartir aquí que en el último retiro en P. V. estuve muy cerca de dos personas que resultaron ser de Barcelona y me chocó que nunca las hubiera visto por aquí y me dijeron que no se sentían muy identificadas con esta sangha. Lo dejo ahí. Quizás podríamos hacer algo diferente para que las personas se sientan más implicadas.
- Yo vengo a aprender a percibir la vida de otra manera.
- La sangha no es un club social, es un encuentro para practicar y meditar y compartir nuestras experiencias espirituales en meditación formal y en la vida cotidiana. Es la fuente que nos nutre para cambiar nuestra percepción en la vida cotidiana, de acuerdo a las enseñanzas de Buda -el dharma.
- Yo tengo que decir que cada vez más encuentro la sangha en todas partes -en el vestuario del gimnasio, en la cola del supermercado, en el metro... Porque todo el mundo busca lo mismo: resolver sus conflictos, sufrir menos, vivir de una manera apacible y feliz. Amar más. Dicho esto, yo también creo que estaría muy bien reforzar los vínculos de esta sangha, con iniciativas que ya están en proceso como la creación de un grupo de estudio, encuentros de fines de semana para la conciencia plena, etc.






Alguien contó que acababa de volver de un retiro, un encuentro en pequeñas dimensiones, ya que no se trataba de un festival nacional o internacional, una estancia de una semana en un pequeño monasterio, silencio, meditación y trabajos comunitarios. Y una vez más se había ratificado su decisión de vivir de esta manera, que éste es su camino, da igual si toca aislarse en un retiro en la naturaleza o realizar sus funciones en la ciudad.





Otra persona recordó antiguas experiencias, cuando volvía de un retiro, el efecto casi depresivo, la tristeza por volver a las "cuestiones mundanas". Afortunadamente, hace mucho tiempo que ya no me pasa eso, dijo, porque allí (en el retiro) o aquí (con la familia, en el trabajo, en la vida diaria urbana), al final es el mismo lugar, diferentes formas de lo mismo.
Diferentes manifestaciones del mismo espejismo.
La tierra pura no está vallada.
Y la sangha está en todas partes.




La sangha no son sólo los seres humanos -dice Thich Nhat Hanh-. Ni todos los seres sintientes. La sangha son todos los seres humanos y los animales domésticos y los que viven en libertad. Y las montañas, los árboles, los ríos y el mar. También son la sangha.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

Niños maltratados y niños ignorados.







A veces siente como un desmayo. Una aproximación al desmayo, como a punto de entrar por la puerta, pero sin entrar. Como soltar el cuerpo y la mente. Como
a punto de ser "el cuerpo y la mente abandonados" que quiere despertar. Pero vuelve. La imagen tambaleante que la envuelve se enfoca y el cuerpo recupera su equilibrio, y ella retoma sus referentes -su familia, sus deseos, sus amig@s, su casa, sus espacios cotidianos...
Sabe que algún día podrá abandonar el cuerpo y mente sin desmayos.



Pasó el fin de semana cubriendo un taller sobre la meditación integrativa y el diálogo de voces (el Big Mind de Genpo Roshi) para contarlo en un reportaje.
En una versión libre y personal, ella me explica que cuando buscas el yo sólo encuentras un paquete de conceptos y pensamientos con los que te identificas y asumes como propios, como "yo". El yo madre, el yo amiga, el yo hermana, pareja, profesional... Resumiendo, un paquete de yos que se pueden clasificar, a su vez, en tres subpaquetes:
1. Los yos que aceptas y presentas abiertamente al mundo.
2. Los yos en la sombra -que no te gustan, reprimes y escondes: el yo egoísta, enfadado, víctima o juez..., cada cual con los suyos.
3. Los yos transcendentes: el yo compasivo, la Gran Mente, el Gran Corazón, el cuerpo y mente abandonados, la No-Mente, el yo iluminado...





El segundo paquete suele estar reprimido, oculto en el sótano; el tercero muchas veces son yos dormidos, de los que quizás ni somos conscientes, ignorantes de que existen, que tú ya eres eso. Simplemente está dormido.




Dicen que resulta sanador darles voz a los yos reprimidos y escondidos en el sótano, escucharles para comprenderles, para que dejen de actuar como niños maltratados, resentidos y peligrosos.
Escuchar a los yos reprimidos, comprenderlos, abrazarles, sanarlos.




Y qué pasa con los yos transcendentes dormidos, que ni siquiera sabemos que existen, que no sabemos que somos?
A ésos también hay que escucharles, despertarles, reconocerlos. Cómo?  Simplemente actúa, dales voz. "Fíngelo hasta que sea".
Hay que despertarles, una y otra vez, inyectarles vitaminas hasta que se activen y tengan fuerza para caminar a tu lado. Eres tú, forman parte de tu "yo". Por qué tratarlos como niños ignorados?





Así que ella se ha propuesto despertar, sin demora, a sus yos transcendentes. Y a los despiertos, despertarles aún más, activarlos aún más. Darles más y más fuerza, más y más presencia.
Y seguir contemplando a sus yos en la sombra, cuando aparecen (sus viejas experiencias kármicas de miedo, control, frustración, egoísmo, que aparecen periódicamente como olas que pasan), escuchar sus razones y verlas disolverse. A las razones y a los viejos yos reprimidos.

Y empezar a actuar y sentir como el ser maduro integrado que ya es.





http://crecejoven.com/lo-hemos-probado--big-mind-alejandro-villar


jueves, 28 de noviembre de 2013

Como una cocina mágica.








Nubes como humo al caer
la noche.
El motor del radiador
sustituye el fuego interno que la ha abandonado.


Ella dijo: Tengo frío. Algo está pasando en este cuerpo.
Y él: Será que ha llegado el invierno.
Pero ella sabía que era otra cosa.



Con la luz de la lámpara encendida, el cielo parece oscuro y las nubes sin color,
al caer el crepúsculo.
Apaga la luz y descubre un telón de fondo claro y grandes nubes sonrosadas, grises y blancas sobre un horizonte de luces en la cima de la montaña.
Si enfocas el mandala de dentro te pierdes el mandala de fuera. Y viceversa.






No sabes cómo, pero el milagro sucede.

Jorge Lomar dice:
No sabes cómo, tú no lo sabes, tú no conduces ningún tren, aunque te lo creas.
Pero la vida sabe. Sólo tienes que entregarte.
Dice eso más o menos. O quizás lo dice ella.
Da igual. Ella sabe que no sabe. Por eso se entrega. Y siempre ocurre el milagro.
Y se apacigua el viento, y las olas, y el sol de dentro empieza a calentar.





Ayer ella tenía frío.
Y esta mañana se despierta con
los mismos problemas por resolver.
Pero siente calor dentro. Y sonríe.
Se levanta y abre la ventana de
su cuarto y la del estudio contiguo,
para que se aireen. Sin miedo al frío.



Tiene que resolver algo con su compañero de piso y sabe que es
de pronto fácil.
Le oye estornudar.
Yo me preocupo por el gasto de energía y él quizás está enfermo, piensa.
Así que le pregunta,
¿estás bien?
Sí.
¿No has cogido un catarro?
No.
Y entonces sí, dice lo que tiene que decir y su compañero no se enfada. Y ella se siente aliviada y agradecida.

Ella tiene la suerte de no sentir frío interno (al menos hoy) y desde esa fortaleza puede resolver los problemas pendientes, con la empatía y la compasión hacia quienes, hoy, sienten frío.




A veces ocurre el milagro
y el mismo sol te calienta más que ayer.
Pero sabes lo que es sentir frío, la incomodidad, la inquietud que te hace impaciente con las quejas y las demandas ajenas, "bastante tengo con mis propios problemas".

Siempre acaba ocurriendo el milagro y no sabes cómo.






Sólo sabe que ayer se sentó a meditar, a contemplar. Se sentó sobre el zafu, sobre el futón, y se cubrió con el edredón encima de los hombros, frente a la ventana, la mirada en la ciudad bajo el crepúsculo, en el cielo encendido que se apaga conforme la montaña apagada se enciende.
Sentarse así solía encender su fuego interno, recuerda;
la concentración como una hoguera interior.

Hoy aún siente el calor de anoche y no le teme a los problemas por resolver.


























PD: Miguel Ruiz habla de la cocina mágica que cocina amor del bueno, todo el tiempo.
Con tanto amor para dar y regalar, cómo te vas a vender por unas migajas de afecto con trampa?
Como una cocina mágica, el fuego interior que te nutre a ti y a todas tus percepciones.
























miércoles, 20 de noviembre de 2013

Sol y nubes.







Llega a la terraza de la playa y esta vez la encuentra vacía. El día ha amanecido frío. Hoy la gente se refugia en el interior de la cafetería. Ambiente cálido, música suave de jazz. Una persona, sentada a una mesa del fondo, trabaja en su ordenador; otra lee el diario mientras desayuna; otra, en un taburete y una mesa alta junto a las cristaleras, mira el paisaje exterior. Ella coge su bandeja y se dirige a la terraza frente al mar. Hoy las olas se han apaciguado y la dejarán entrar en casa, quizás. Se sienta a la mesa y sale el sol. Su calor permite que el café y la focaccina no se enfríen tan rápidamente. Su cuerpo se entrega a su abrazo cálido, y su mente también. Lo malo del sol es que te deslumbra, te ciega, no puedes ver con claridad. Pero entonces se interpone una nube y es bienvenida. Una vez has hecho acopio de calor, la nube te permite recuperar la visión.
La perfecta combinación de sol y nubes. Tenía que ser así.





martes, 19 de noviembre de 2013

Gustos y disgustos.








Y llega el invierno.
Aunque el verano se alarga con unas temperaturas cálidas y el aire fresco y perfumado, el invierno acaba por llegar.
Llega al mar y las olas gigantes la dejan fuera; hoy es el turno de l@s surfistas.
A veces llueve tanto que no coge la bicicleta y pierde su desayuno en la terraza de la playa y su clase nocturna de kárate.
Su amiga la llama y esta vez toca dolor, el mismo dolor de siempre, la obsesión por
que se cumplan sus deseos.
Parece que el mundo llora lágrimas de lluvia, y no para de llover.
Hace frío. Al entrar al gimnasio las puertas se abren automáticamente y allí está sentada C, la recepcionista, detrás del mostrador. "Ha llegado el frío", dice ella, empática, sintiendo el frío de C. cada vez que se abre la puerta de la calle. "A mí me gusta", dice C. Y para ella es un alivio (un motivo menos de sufrimiento) y la mira agradecida e inquisitiva a la vez. "Me gustan los días de lluvia, me gustan los días fríos", dice C. Y ella sonríe:
Y los otros también.
Mira a C. como una emanación sagrada: A mí me gusta.







En su última cena con su amigo espiritual hablaban de eso: sospecho que la trampa está en tantos gustos y disgustos.
Tanto tiempo meditando en la renuncia, insistiendo en que se trata de renunciar al sufrimiento, pero yo sospecho que también conviene renunciar a la dicha, a la felicidad. Al gran gozo de la vacuidad, incluso, a la iluminación. Todas esas trampas que suponen los deseos de futuro que nos impiden conectar con el instante presente. Y no ver que todo lo que buscamos ya está aquí, de tanto buscar más allá.

El deseo implica insatisfacción, y eso incluye el deseo de la iluminación o de ayudar a todos los seres.
A veces no puedes ayudar y duele. A quién le duele?
Al yo que no está satisfecho si todo no está "bien", a su gusto.
Pero las cosas que aparecen son como aparecen. Y cuanta más energía pones en ellas (más te aferras, les das importancia y te las crees), más son como aparecen. Más sólidas se hacen.



A veces aparece invierno y a veces verano y si te gusta o te disgusta no mejora las cosas. Las empeora. Para el yo que desea.
Para el yo que no desea, el invierno y el verano son la misma apariencia con diferentes formas
en transformación.
Y se mueve por ellas,
en constante cambio,
se adapta, las surfea;
a veces las cabalga y
a veces las penetra.





Dicen que el yo que no desea ni rechaza transciende estados de felicidad, dicha o gran gozo, porque no los necesita una vez que ha llegado a la satisfacción plena de la ecuanimidad, donde todo es perfecto tal como es.





viernes, 15 de noviembre de 2013

La entrega.








A veces te secuestran las gestiones diarias.
No abres los ojos por la mañana
con el yoga del despertar sino
por una llamada telefónica:
está llegando el técnico del seguro del gas y la visita acaba con el presupuesto para un gasto inesperado.
Trámites en el banco, compras pendientes.
Contemplas cómo te desplazas por el día (aparentemente) resolviendo gestiones.
Pero, cuidado, dice una voz, porque las faenas mundanas no se acaban nunca.
Como una autómata resolviendo gestiones -observas-,
dónde has dejado la dicha de la contemplación?



"Lo interesante es que tod@s llevamos esa paz en nuestro interior. Todo el mundo la tiene. Sin embargo, siempre se están produciendo guerras: guerras en nuestro interior, en nuestras familias, en el trabajo, entre países... Aun así, esa paz reside en nosotr@s todo el tiempo, sólo tenemos que concentrarnos para encontrarla.



Es insólito que tan pocas personas se den cuenta de esto.
Incluso cuando meditamos, raramente aparece en nuestra meditación.
Sin embargo, experimentar nuestra paz interior, y aprender a regresar a ella una y otra vez, es suficiente para cambiar por completo la calidad de nuestras vidas..."

(Ayya Khema: ¿Quién es mi yo?")









Siempre ha estado dentro, esa dicha, sólo hay que dejarla surgir y aprender a volver
a ella una y otra vez, familiarizarnos con el camino para que cada vez resulte más fácil.

Si está aquí dentro la dicha profunda, por qué perder el tiempo en otras experiencias (que también están, ya lo sé), en otras distracciones?





Hoy han bajado las temperaturas y está bien, no hay motivo para contraerse o inquietarse.
El aire es más frío, y está bien como es.
El viento empuja su pelo y lo enreda, sentada en esa terraza de la playa, mientras toma el café de la mañana,
y entrar en el agua del mar hoy será como agujas de cristal virtuales en la piel.
Todo es perfecto como es.
Quienes se alejan y quienes se acercan, esa ilusión.
El trabajo del fin de semana y el broche de oro de cada noche con los ágapes concertados.
Buena comida, buen vino, buena conversación, buen amor.
Todo es perfecto como es.




Y cuando se le olvida, aparecen los pequeños achaques físicos para recordárselo, que ha perdido el camino.

Solía decir: este cuerpo no funciona como me lo han contado.
Como si fuera de goma, como una nube de energía a prueba de bombas.
Pero últimamente se ha convertido en su aliado más sutil y la avisa cada vez que empieza a perder el camino.
No al final, cuando ya lleva tiempo perdida y el cuerpo la avisa: atención.
Ahora la avisa al principìo.

Todo es perfecto como es, achaques incluidos.

Todo es perfecto como es. Por eso se entrega tanto.

Y no quiere dejar de hacerlo.





jueves, 14 de noviembre de 2013

Meditar sin deseos.








La ausencia
de deseo
también purifica las emociones.

El  corazón está tranquilo, se tiene una sensación de ecuanimidad,
de estar conectado con todo lo que nos rodea,
de no preocuparse por algo que pueda faltar.
Porque en realidad no falta nada; ya tenemos todo lo que necesitamos
(todo está provisto), aunque nuestras ideas y conceptos nos impidan verlo.
Si soltáramos esas ideas, la meditación sería mucho más fácil.

Una de estas ideas es creer que podemos llegar a estar calmados gracias a alguna causa externa. Pero, al contrario, la calma está en nosotr@s, y accedemos a ella dejando estar todas las circunstancias externas (las que nos gustan y las que no), que sólo están presentes a través de nuestros pensamientos.






La intranquilidad y la preocupación siempre están conectadas con el deseo, y cuando nos damos cuenta de esto y abandonamos el deseo, el corazón se purifica y la mente se calma.








La preocupación suele estar relacionada con el futuro y el deseo de que sea como hemos planeado.
Obviamente ésta es una forma absurda de vivir puesto que, al centrarnos tanto en lo que puede suceder más adelante, hacemos que el presente desaparezca. Pero el momento presente es lo único que tenemos, lo único que cuenta.
La intranquilidad, por otra parte, está relacionada con la búsqueda de satisfacción en el mundo exterior.
Cuando comprendemos que todo lo que queremos ya se encuentra en nosotr@s, nos resulta más fácil soltar nuestra inquietud constante.

El Buda comparó la intranquilidad y la preocupación con la condición de esclavitud.
Estas emociones nos arrastran de un lado para otro y permitimos que sean nuestro amo.

(Ayya Khema: "¿Quién es mi yo?")





martes, 5 de noviembre de 2013

El sueño lúcido, o cómo vivir el sueño de la vigilia de una manera consciente.








Mi amigo J. me envió un enlace con un mensaje: ¿Este es tu alter ego?
Aunque tengo que confesar que no soy muy dada a abrir enlaces y perderme por este mundo virtual (ya sé que es mucho lo que me pierdo, ya lo sé), J. siempre sabe lo que dice, así que seguí el hilo y esto fue lo que encontré:







Vacuidad iluminadora.


Si por la mañana te despiertas y te abres a la dicha del amanecer, disfrutando del sonido de la lluvia, del sol que tímidamente se asoma a tu ventana o incluso al ruido del tráfico de la ciudad...

Si el olor del zumo de naranja recién exprimido te inunda los sentidos cuando lo estás haciendo y los cereales crepitan sabrosamente en tu boca cuando los masticas sin necesidad de nada más...

Si al salir a la calle sientes la tierra bajo tus pies y te invade un amor infinito por todo lo que te rodea...

Si reconoces que dar es mejor que recibir...

Si cada día es para ti un regalo inconmensurable por descubrir...

Si cada arruga o cana la ves como una medalla de la vida por haber vivido hasta hoy...

Si aceptas tus errores pasados y te conduces por caminos éticos...

Si aceptas la unidad en la diversidad humana con tolerancia desprejuiciada...

Si sufres cuando alguien sufre sin revolcarte en el sufrimiento propio o ajeno...






Si en un país extranjero no te sientes extranjer@...

Si no ves como extranjero
a un ciudadano de otro país o cultura...




Si ayudas a todos los seres sintientes "porque sí" en lugar de justificarte "porque no"...




Si tratas de ser la mejor cajera del supermercado, el más amable conductor de autobús, el más empático de los profesionales sanitarios, el más sonriente del vecindario...

Si luchas contra las injusticias con voz clara pero exenta de odio...

Si das tu mano al que se ha caído a pesar de no estar de acuerdo con él...

Si en tu vejez simplemente miras todo lo que ves, sin anhelos vanos ni deseos pasados o futuros...

Si rezas en tu iglesia inundad@ de amor infinito más allá de una cruz de madera...

Si amas a Cristo para entregarte en cuerpo y alma a los hombres y mujeres...

Si Buda es un chispazo que te abre al desapego y no un símbolo que te ata a vanos rituales anclados en rutinarias conductas...

Si Alá es para ti la liberación de tus miedos y abres la puerta de su paraíso a todos...






Si te conviertes en Cristo o Buda y no simplemente les rezas...

Si por encima de tankas, estupas, cruces, imágenes y símbolos, cargas en ti mismo el sufrimiento ajeno...

Si sientas a tu mesa a los pobres, mancos y ciegos...

Si renuncias incluso a desear
no desear nada...

Si cada respiración que realizas pronuncia por si misma "Gra...cias"...

Si a pesar del dolor y el sufrimiento que te rodea vives el presente para llenarlo de compasión...

Si pierda o gane tu equipo disfrutas con la alegría ajena...






Si perdonar no te posiciona por encima sino por debajo del perdonado...

Si ya no necesitas perdonar porque el amor te permite comprender...

Si cuando gritas solo clamas justicia y en tu silencio posterior resuena el amor...

Si al cerrar los ojos deseas envolver en tu abrazo a todos los seres que sufren...
sin importar despertarte... o si te despiertas... o no...

Entonces, es posible que estés iluminad@ sin saberlo. Sin planteártelo siquiera.

Pero, cuidado! No hay nada a lo que elevarse espiritualmente ni nada de lo que vanagloriarse.
Porque el maestro no se reconoce a sí mismo como maestro sino como un servidor perpetuo y feliz de la humanidad.






Texto encontrado en
http://lluviadestellos.blogspot.com.es/2012/04/vacuidad-iluminadora.html?showComment=1383666718598#c5423164924781983450

De Xaro La.

Reproducido de un post de budismo tibetano,
"¿Y si ya estás iluminad@ y no lo sabes?"
http://tantrayana.blogspot.com.es/2012_04_01_archive.html



viernes, 1 de noviembre de 2013

Celebrar.





Su vida se llena de rituales de una forma involuntaria y no premeditada; sin proponérselo, ahí ha aparecido uno más. Ella sospecha que tiene que ver con su tendencia a las celebraciones. Sale el sol cálido en otoño, y es un acontecimiento para celebrar. Amanece gris, apacible, sereno, y lo celebra. Llueve mientras nada en la piscina, y lo celebra con su rostro entregado al agua que el cielo le regala. Habita una ciudad con mar, y lo celebra cada día sumergiéndose en su vientre de agua. Y una vez en la inmersión, abre los ojos para que el agua de mar los limpie y los sane; abre los labios para que el océano purifique su boca y luego emerge a la superficie y la suelta como una ballena (otro mamífero marino sin branquias). Una parte del agua salada desciende por su esófago al estómago y siente cómo limpia el intestino delgado y el intestino grueso. Y lo celebra.



Ahora, en su camino diario a la playa, ha descubierto esa terraza frente al mar, el mejor santuario para la primera ofrenda de la mañana (o la segunda, o la tercera, ya ha perdido la cuenta). Toma asiento en esa terraza como un altar y suelta la mirada
(le suelta la correa, como un perro retenido en la corta distancia)
suelta la mirada por un horizonte de agua y el mosaico humano y urbano en la plaza que la acoge. Es tiempo para la ofrenda, la celebración, la contemplación, la meditación, la lectura inspiradora y escribir, compartir.



La dimensión histórica versus la dimensión última.

En esta ocasión, Thich Nhat Hanh le hablaba sobre la dimensión histórica y la dimensión última en la vida humana.

"La dimensión histórica es la dimensión del llegar y del partir, del nacimiento y la muerte. Cuando empezamos a percibir la dimensión histórica solemos tener miedo. Y tenemos miedo porque aún no hemos comprendido que el nacimiento y la muerte no son reales. (Si los contemplamos con la mirada de la dimensión última).




El miedo siempre está
en nuestro interior:
el miedo a enfermar, a envejecer, a morir,
el miedo a ser abandonados por el ser amado. Tener miedo y preocuparse por él es algo muy humano.
Pero cada vez que invitas a tu miedo a aflorar a la conciencia, cada vez que le reconoces y le sonríes y le das la mano al miedo,
tu miedo pierde fuerza."






Llegad@s a este punto, TNH nos propone una meditación en la muerte -la enfermedad,
la vejez y los sufrimientos humanos.
Abro los brazos a todo cuanto me tenga que llegar, sin oponer resistencia, y decido emplear el tiempo que me queda (esa hipnosis de tiempo lineal) en contemplar el momento presente y celebrarlo hasta fundirme con él; amar a aquéllos que me rodean
(el universo en su conjunto, todos los universos) y aliviar su sufrimiento, como si cada ser formara parte de mi cuerpo, de un sólo cuerpo, liberada de la hipnosis de separación.

Y esta entrega del personaje que me creo, en mi dimensión histórica, esta entrega
es la que me acerca
al ser que soy
en la dimensión última.
Donde ya no existe el miedo
ni la enfermedad,
ni la vejez
ni la muerte.