viernes, 27 de julio de 2018

Sobre el amor.





"Sí, por detrás de las gentes
te busco.
No en tu nombre, si lo dicen,
no en tu imagen, si la pintan.
Detrás, detrás, más allá.
Por detrás de ti te busco.
No en tu espejo, no en tu letra,
ni en tu alma.
Detrás, más allá.

También detrás, más atrás
de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.
No eres
lo que me está palpitando
con sangre mía en las venas,
sin ser yo.
Detrás, más allá te busco.

Por encontrarte, dejar
de vivir en ti y en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado de todo
-por encontrarte-,
como si fuese morir."


Encontró un libro gastado, de hojas amarillas y sueltas,
despegadas, descosidas,
de Pedro Salinas.
¿Ya subrayaba eso a los 16 años?
¿Ya conocía esa forma de amar?
Mucho antes de estudiar las 8 estrofas de Langri Tangpa
(la manera budista de amar),
o de leer a Thich Nhat Hanh,
Anthony de Mello
o Consuelo Martín.

"El amor rompe todas las ilusiones -dice Consuelo Martín-,
las deshace hasta el extremo de no quedar ni siquiera
la persona ilusionada.
No sólo rompe las ilusiones
sino incluso el sujeto que mantiene esas ilusiones
desaparece.
Y entonces reina exclusivamente el amor".






sábado, 21 de julio de 2018

Lluvia de verano.








Una lluvia de bendiciones refrescó el ambiente y limpió el aire
y los terrados
y las calles.
Daba miedo, mientras duró.
Los golpes en las ventanas, portazos,
el agua colándose por las ventanas abiertas de verano,
o por las rendijas cuando se cerraban.
Bajó las persianas y se hizo la oscuridad en la casa,
como en el exterior.
Podía dar miedo, y sin embargo,
no era más que una lluvia de bendiciones,
barriendo y limpiando el escenario.
Purificándolo.



Sufrimos tanto, aun cuando no hace falta.
Los miedos arraigados,
al dolor, al cambio, a las pérdidas,
al riesgo, a salir de la zona de confort.

Tanto sufrimiento añadido a la simple aventura de vivir.

Aun cuando la vida nos coge en sus brazos para acunarnos,
puede llegar a doler tanto
el vértigo.





Ha refrescado, y las gaviotas también han salido,
a navegar el aire,
ahora vacío de agua.

La ropa tendida en los terrados sacude las nubes dentro de sí
pero eso ya no será posible,
no absolutamente.
Las nubes ya forman parte de los toldos en las terrazas,
las plantas,
los árboles del Montjuic y Collserola.

El mar en el que te bañaste
ya está en la nube,
la nube en el árbol,
el aire africano en mis pulmones
y en la sangre que circula por mis venas.
El aire que la última indígena aché respiró,
la energía transcendente de la meditación de una monja,
la entrega de la oración de una madre desesperada,
el dolor de un recién nacido.
Todo
en el aire que respiro.

El interser.

En un día de lluvia de verano.







viernes, 20 de julio de 2018

El segundo simio y las bananas.






"Había un simio que quería bananas más que otra cosa.
Cuando finalmente consiguió una,
su sabor colmó sus más altas expectativas.
La próxima vez que se le ofreció una, sin embargo, no pareció tener un buen sabor en absoluto.
De hecho, su experiencia original de comer banana había estado compuesta por nueve décimas de expectativa
y un décimo de banana.
Por eso, cuando una segunda vez probó la banana, la escupió diciendo:
"Esto no es lo que yo llamo una banana.
¡Evidentemente, alguien está intentando engañarme!"

Pasó casi el resto de su vida tratando de encontrar el tipo justo de banana.
Por último, decidió que su primera banana había sido única,
y entonces abandonó la búsqueda".



Si en la fábula anterior, después de su profunda experiencia de transcendencia y plenitud,
el simio cae en una "noche oscura del alma",
siente la orfandad definitiva,
el abandono,
y cae en la amargura y la violencia
hasta morir,
la fábula del segundo simio habla de la figura del buscador.
La persona que insiste en buscar por todos los caminos posibles
hasta encontrar la banana perfecta,
exactamente igual a la primera.
La misma.

El problema es que no es consciente de la trampa de su propia búsqueda.
Porque la misma ya nunca va a ser posible.
Tú, la situación, las condiciones, la banana,
todo ello será otra cosa, diferente.
Y el recuerdo idealizado y sublimado no dejará aparecer nuevas bananas
y, si aparecen, probablemente no las reconocerás.
Ninguna puede compararse con el recuerdo sublimado.





Se trata, por ejemplo, de aquellas personas que tienden a contarte una vez tras otra
aquella época en la que se sentían en unidad con todo
y no eran otra cosa más que amor, etc. etc.
Aquella época perdida.
O el maestro que te cuenta su intensa realización en medio del desierto,
hace 40 años.
O aquel despertar bajo la lluvia, hace 30.
Ese enganche con una banana en particular;
ese apego que impide soltar
para dar cabida a la experiencia de nuevas bananas.






En las experiencias amorosas,
podrían ser aquellas personas enganchadas a una relación intensa de profundos altibajos.
El doloroso sufrimiento de la pérdida y el abandono;
por ejemplo, los celos, el duelo,
hasta que la otra persona vuelve con unas migajas
y te parece haber alcanzado el séptimo cielo.
Consciente de su fragilidad.
Y de nuevo el conflicto.
Y así una vez tras otra.

La intensidad (del ego) que crea adicción.
Y cuando por fin se acaba esa banana,
la adicción a esa intensidad (o el recuerdo de esa intensidad)
es tan fuerte que difícilmente otra banana podría comparársele.
Excepto si repetimos pauta con otra banana de intensidad similar.

Porque ya no puedes reconocer el sabor de una banana no tóxica.

También puede ocurrir tras la pérdida de una relación dulce y serena.
El problema, en cualquier caso,
es el recuerdo sublimador que impide reconocer
las bananas que aparecen
en este bosque lleno de plataneros.





El problema, tanto en el caso del primer simio como el segundo,
es su escasa capacidad para soltar el pasado
y abrirse con ojos vírgenes y nuevos
a la oportunidad del instante, aquí y ahora.

Los recuerdos están bien como referentes,
o mejor, como inspiración,
como demostración y prueba palpable de nuestro potencial interior.
Nutrientes para la confianza.

Los recuerdos nunca deberían ser cárceles.
Para una condena perpetua.








martes, 17 de julio de 2018

El simio y las bananas.







"Había una vez un mono que descubrió en una conversación que existía algo llamado bananas.
Esta información estimuló su afinidad innata por las bananas.
Durante años soñó con el día en que podría comer una.

Con el correr del tiempo, un racimo de plátanos se cruzó en su camino.
Comerlos fue una experiencia sublime,
tan maravillosa como había imaginado que sería.

Pero desde ese día en adelante fue infeliz:
Decidió que nunca más tendría la oportunidad de semejante estímulo,
expectativa
y plenitud
como las que habían quedado atrás.

Debido a esta creencia, vivir con el simio se volvió imposible.
Finalmente se recostó, y murió".





A veces has oído hablar de algo que parece ser sublime, que podría cambiarte la vida.
Como el amor.
O la iluminación.
Esta información estimula nuestra tendencia innata por el amor o la iluminación,
porque ya somos eso, aun sin saberlo.

Quizás te entregas a investigar en el Dharma o cualquier otra propuesta espiritual,
porque intuyes que el único sentido de esta experiencia humana consiste en despertar
y liberarte para siempre de la ignorancia que te mantiene a merced del miedo y el sufrimiento.
Te entregas a ello en cuerpo y alma, con una profunda fe y confianza.

Aunque nunca hayas visto una banana,
o experimentado esta plenitud de la liberación,
sabes que existen.
Y dedicas tu vida a su búsqueda.

Esa convicción te da una enorme energía.
Vas creando las condiciones si siquiera darte cuenta,
vas siguiendo las pistas.
Y un día aparece.
La banana.





Tu pequeño mundo conocido se cae en pedazos
y descubres que no hay vértigo, ni caída, ni muerte.
El escenario de cartón piedra (que tú creías tan real)
se pone patas arriba creando imágenes desternillantes
y estallas en una sonora carcajada.

Tanta ansiedad sin motivo.

Nunca antes habías sentido una experiencia similar de gozo y liberación
como ésta,
de no-miedo,
de amor profundo.
Y, efectivamente, te cambia la vida,
en este instante eterno.

Ya nada es igual.
Y así sigue siendo conforme van cayendo las hojas del calendario oficial de papel.
Como si ya se hubiera estabilizado para siempre.
Este despertar ya no tiene marcha atrás.

O sí.





Un día, de repente,
parece que has empezado a olvidar el sabor de la banana.
Y da igual cuántas bananas encuentres
(en la meditación, en rituales sagrados, en situaciones propicias),
empiezas a pensar que ya nunca será igual,
que la primera banana era única.
Que nunca más se va a repetir.
Pierdes la confianza.
Pierdes la fe.
Algunas personas lo llaman "la noche oscura".


Pero ya no te interesa otra clase de vida, si no es aquélla.





He oído sobre algunas maestras y maestros espirituales
que, después de perder la "gracia",
se han sumido en el alcoholismo, o en las drogas, etc.
Buscando la banana.
A veces hasta morir,
de indiferencia, tristeza y desesperación,
como el simio de la fábula.

Pero la mayoría, por lo que sé, acaban entregándose a lo que es
y aceptando humildemente lo que aparece.
En muchos casos,
el infierno de "la noche oscura" les conduce a superar la dualidad
de gozo/sufriminto,
iluminación/ignorancia, etc.

Y quizás, esta vez sí,
esta vez descubren que el sabor de la banana está en todas parte,
porque está dentro de sí.






Puedes cambiar el nombre y aplicar la fábula a la experiencia del amor
o a cualquier otra vivencia intensa, de plenitud.
Cuando después de paladearla por primera vez, esa catarsis,
decides que ya nunca será igual.
Y la falta de confianza te conduce a la amargura,
hasta morir.

Como el simio de la fábula.







sábado, 14 de julio de 2018

Reflexiones del sufi Idries Shah.







"Las soluciones llegan a través del conocimiento.
Tanto es así que donde hay verdadero conocimiento
no hay un verdadero problema."




"En el Medio Oriente, una de las más grandes bendiciones (que es también una maldición)
puede ser hallada en los comentarios de las enseñanzas de los maestros espirituales.
Son bendiciones para aquellas personas que las recibieron en el momento apropiado,
y maldiciones para aquéllas que desde entonces han luchado con ellas
después de que se volvieron anacrónicas.
Poca gente comería un pedazo de carne podrida
o un vegetal que se ha vuelto un fósil.
Pero casi nadie se plantea el problema equivalente
en el tradicionalismo y la literatura espiritual."






"El esfuerzo hace famosas a algunas grandes personas.
Un esfuerzo aún mayor les permite a otras grandes personas
permanecer desconocidas".



"Si de vez en cuando abandonas la expectativa,
serás capaz de percibir qué es lo que estás recibiendo".



"Si sientes la tentación es porque todavía no tienes la verdadera comprensión.
Cómo podría una persona ser tentada por algo que en sí mismo no es apetitoso,
si ella mism@ ya no es codiciosa?"



"Por favor, no empieces otra vez con qué estudiaste,
cuánto tiempo le dedicaste,
cuántos libros leíste o escribiste,
qué pensó la gente de ti (el éxito, la fama y todo eso) ...
sino ¿qué aprendiste?"





"El diablo le dijo al erudito:
¿Por qué no te haces maestro de un campo completo de estudio,
para que la gente pueda ser guiada por ti desde la ignorancia total
hacia un conocimiento relativo?"



"Mientras uses pensamientos que te atraen o te repugnan
con el solo propósito de estimularte,
apenas estás despiert@ a medias.
Tú también estás cooperando en mantenerte bien entrenad@
para ser condicionada por otras personas."



"No siempre se trata de si el emperador no lleva ropa puesta.
A veces la cuestión es:
¿Es eso realmente un emperador?"







jueves, 12 de julio de 2018

El venerable libro que descubrió que podía ser un buen tope de puerta.






"¡Pensar que nunca me di cuenta de qué buen tope de puerta sería!,
se dijo el pesado libro a sí mismo,
asentándose relajadamente".

Del libro "Reflexiones", de Idries Shah,
de la tradición sufi.



La primera cita, creo que podría decir que es mi favorita.
Y no precisa más comentarios.


Más abajo, algunas de las reflexiones del autor sufi, compartidas en el libro.



"Gran parte de la vida y el pensamiento humano requieren el uso inteligente de las generalizaciones; lo que incluye utilizarlas, modificarlas, reemplazarlas."

Esto es válido también para las leyes, normativas, acuerdos, promesas...
No puedes esperar que quien te hizo una promesa,
o el acuerdo que fuera que acordasteis, hace algún tiempo
siga manteniéndolo con el paso de los años, meses o días.
La persona que hace una promesa ya no es la misma el instante siguiente.
Y tú tampoco.
Ni las condiciones que se daban en aquel preciso instante.
Todo está en movimiento.
Habría que ser muy cuidadosa con las promesas que se hacen.
O incluso no hacer promesas.







"Un cuerpo de seres celestiales que querían desarrollar su influencia sobre la gente de la Tierra, comisionó a un investigador independiente y con experiencia para que les proveyera de un informe de factibilidad.
Cuando volvió, dijo:
He aquí un completo análisis de la situación.
Para llegarle a la humanidad, deben prometerles felicidad a aquellas personas que estén tristes,
y amenazarlas con la angustia a aquéllas que estén felices.
Todas tendrán que ser expuestas a la tensión, ansiedad, alegría y repetición.
Se las debe inducir a creer, cuando sean hipócritas, que son honestas y sencillas.
Además, ustedes deberían santificar la autoindulgencia,
haciendo que la gente disfrute del sufrimiento,
y luego les dirán que si no son felices es porque están sufriendo un castigo.

¡Pero esto es atroz!, exclamaron los celestiales.
Nunca podríamos hacer eso.
Transformar a la gente en autómatas, manipularla...

El experto les respondió:
Deben recordar que por miles de años sus competidores se les han adelantado.
Están bien establecidos allí y tienen éxito.
La humanidad ya es así casi al cien por cien.
De hecho, hay apenas unas pocas, insignificantes, excepciones".





"Quiero que te cuides
porque la próxima vez que te vea quiero hablarte a ti,
no sobre ti.
Y cuando ya no tenga que hablarte a ti,
quiero poder hablar sobre ti,
para la edificación de otras personas".


A veces, es tan cansado el relato...
El tuyo o el mío, da igual.
Cuando nos encontremos, le hablaré al tú que yo veo. Tan perfecto.
Nada me gustaría más que ser el espejo del ser despierto
que ya eres.

Y si tú haces lo mismo por mí...







"La existencia de una verdad relativa
no prueba la inexistencia de una verdad universal".

Y yo diría que una verdad relativa no prueba ni siquiera
la no-veracidad de su contraria.







lunes, 9 de julio de 2018

Las Valquirias.








Una larga travesía por delante.
Sopor.
Lo bueno del sopor es que puede mantenerte fácilmente en una mente sutil,
si no pierdes la atención.
Parece ser una larga travesía de mar en calma,
Pero ella está preparada para cualquier sorpresa.

Comía con su amigo en un agradable restaurante, en una mesa estratégicamente situada, como un mirador. Y él le dijo de repente:
Eres una Valquiria!
Ella le miró sin entender.
¿No has leído Las Valquirias, de Coelho?
Ella no recordaba.
Te dejaré el libro, dijo él.





El sopor de las mañanas de verano,
ese estado sutil de la mente, atenta a lo impreciso,
casi tocando otro mundo, onírico.

En el último ágape
(los encuentros de la vieja sangha, para compartir mesa y experiencias),
algunas personas reivindicaban el amor de pareja,
diferente de cualquier otra clase de amor.
Exclusivo, comprometido, condicional, etc.

Ella recordó cómo se habían emocionado junt@s, conmocionado incluso,
tiempo atrás, cuando estudiaban los 8 pasos hacia la felicidad de Langri Tangpa,
la manera budista de amar.
Igualarse, cambiarse,
ofrecer la victoria y aceptar la derrota,
tomar y dar,
libre de concepciones erróneas.

Cómo se habían estremecido con el amor que desea la felicidad y la libertad de la otra persona.

No apto para parejas, coincidían ahora algun@s participantes.

El amor-amor puede ser válido en cualquier aspecto de tu vida
(con las amistades, la familia, las hijas e hijos, el trabajo o el ocio)
pero no en lo que respecta a la pareja
aseguraban una buena parte de l@s comensales, pasado el tiempo.

Ella pensó que de una relación de pareja esperaba lo mismo que de cualquier otra interacción en su vida:
valentía para el autoconocimiento sincero
y, en esencia, la oportunidad de aprender a amar
y despertar.

Por qué iba a buscar en una pareja una situación cotidiana para nutrir sus semillas egoístas de miedo, control, exigencias, expectativas, etc?

Que el amor que desea la felicidad y la libertad de la otra persona
mueva mi vida en todos los frentes, rezó,
sin excepciones.






Más tarde, en una de sus reuniones de verano con la sangha, en petit comité,
un compañero leyó un texto de Pema Chodron, sobre el tonglen.
¿Lo habéis puesto en práctica alguna vez?, propuso, para el debate, el facilitador.

En su vieja tradición era una práctica fundamental.
Al principio puedes creer que no va a ser posible,
especialmente en cuanto a imaginar que tomas el sufrimiento de otros seres:
Ya tengo bastante con mi propio sufrimiento, reconoces sinceramente,
no puedo aceptar más.
Hasta que el ego resistente se rompe
y experimentas una fortaleza y una liberación tremendamente gozosas
que no sospechabas poseer.
Ese profundo gozo liberador.

Por ejemplo?, alguien preguntó,
solicitando una ilustración.





Por ejemplo, imagina la experiencia del dolor corrosivo de los celos,
devorándote por dentro,
el estómago, el corazón, el hígado, los intestinos...
Cuando comprendes que tu profundo deseo no va a ser satisfecho
y que el objeto de apego está haciendo inmersión en otras aguas que no son las tuyas.
Ese terrible dolor del apego y los celos.

Y de repente comprendes:
Ah, era esto!
En el pasado, cuando otras personas me hablaban de abandono, o rechazo,
esa tristeza, ese dolor, era esto!

Y empiezas a recordar a todas las personas que habías visto sufrir en situaciones similares
y por fin comprendes el profundo dolor que las rompía por dentro.
Era esto!

Y te haces consciente de los millones de personas en el mundo que en estos instantes están sintiendo este profundo dolor.
Y las lágrimas te desbordan. Dulces.
Porque ya no es un dolor amargo, agrio, de alguien aislado,
abandonado, rechazado, miserable.
Aquel dolor ácido corrosivo se ha transformado en un dolor dulce,
compasivo.

Ahora que comprendes,
y ya que sientes la experiencia de este dolor,
quisieras tomarlo todo,
absorber el sufrimiento de abandono y rechazo esparcido por todo el Cosmos.
Tomarlo todo.
Liberar a todos los seres de este profundo sufrimiento.
Que ya no duele.
O duele diferente,
tan dulce.
Como un ungüento reparador.





Tomar el sufrimiento (esa práctica de meditación)
te ayuda a comprender que el dolor y el placer no son tan diferentes,
y que están formados de la misma materia,
de la misma energía.
Es sólo mi resistencia la que lo hace insoportable.


Aprender a amar-amar, ese tipo de amor que desea la felicidad y la libertad de la otra persona,
es primordial en cualquier interacción, también en la de pareja.
Y contentarse con menos,
o construir acuerdos que nos mantengan en el dolor y el miedo egoístas,
no se le antoja una opción inteligente.






viernes, 6 de julio de 2018

El retiro.






Primero llegó al grupo virtual la foto de un texto enmarcado, del Sutra del Corazón,
conocido, pero a ella le sonó como si lo leyera por primera vez:

"Escucha, Sariputra.
La forma es vacío
y el vacío es forma.
La forma no es otra cosa que el vacío
y el vacío no es otra cosa que la forma.
Lo mismo es cierto respecto a las sensaciones,
percepciones, formaciones mentales
y la conciencia".

¿Estáis estudiando la vacuidad?, le preguntó a la amiga,
de retiro en Plum Village.

La amiga dijo que no exclusivamente.
Pero últimamente no iba a todas las enseñanzas, demasiada gente, viajes, ruido...
Necesito paz, dijo, menos actividades y más práctica personal.
A veces se me hace duro, confesó.

Ayer, la hermana Jina habló sobre la Visión Profunda, le contó.
Sobre la realidad absoluta y la realidad histórica o relativa.
La hermana Annabel, que tanto te gusta, también está.

La hermana Annabel, da igual de lo que hable, siempre tiene presente y estable su mirada desde la realidad absoluta, como en un sueño lúcido.

Tan sólo el mero hecho de escuchar los nombres de la hermana Annabel, o Jina,
desplegaba en ella una conocida experiencia de ligereza y liberación.

Por favor, no dudes en compartir cualquier cosa que te resulte útil y nutritiva, le pidió.
Me siento un poco débil últimamente y creo que me ayudaría mucho la energía de la sangha.

Y la amiga no dudó.







Le envió una foto de la frase del día:
"No existe el ir, ni el venir".

Y ella sintió que estaba donde tenía que estar.
Y despertó un poquito más para paladear mejor el sueño.

Más tarde le llegó un texto enmarcado:

"Si tienes la visión profunda del no-yo,
si tienes la visión profunda de la impermanencia,
has de mantener la concentración en esa visión profunda, estable,
de forma que se mantenga viva y despierta todo el día.
De esta manera, lo que digas, lo que pienses y lo que hagas
estará en concordancia con la luz de esta sabiduría
y evitarás cometer errores y crear sufrimiento".

Y el ser con el que se identificaba se convirtió en el interser perfecto que ya era.


Entonces entró otro texto, la frase del día en la hoja de las actividades programadas.
"Impuro o puro.
Creciente o menguante.
Estos conceptos sólo existen en nuestra mente.
La realidad del interser es innegable".


Una caligrafía de Thay apareció en la pequeña pantalla de su móvil:
"Sólo porque estás viva, cualquier cosa puede ser posible".

Y luego otra:
"El pan en tus manos es el cuerpo del Cosmos".






¿Te molesta pasarlo mal? ¿Te da miedo sufrir?
"El final del samsara aparece cuando transformamos el sufrimiento,
porque el sufrimiento es la sustancia que constituye la felicidad.
No te preocupes demasiado, amig@ mí@,
incluso el sufrimiento es necesario en este mundo".

Y ella comprendió que el sufrimiento y la felicidad están hechos de la misma materia.
Aparece una experiencia intensa en tu vida y te entregas a ella,
la exploras, le abres los brazos y el corazón.
El nombre (dolor o placer) nos distrae de lo importante.
Al fin y al cabo, no hay tanta diferencia.





Sonó suavemente el sonido de la campana, anunciando un nuevo mensaje:

"A través de mi amor por ti, quiero expresar mi amor por todo el Cosmos,
el total de la humanidad y todos los seres.
En mi convivencia contigo, quiero aprender a amar a todos los seres.
Si consigo amarte, podré amar a todas las personas y a todas las especies en la Tierra.
Éste es el auténtico mensaje del amor".

Sintió que se expandía.
Éste es el único amor que me interesa, recordó.
Recordó cuando el amor por alguien, o algo, no es más que la inspiración,
la mecha que enciende la hoguera del amor universal,
que se proyecta en todas direcciones.





Cuando le llegó el enlace de los textos completos
de las enseñanzas y conferencias del retiro de 21 días, verano del 2018,
comenzó de nuevo su retiro personal.
En medio de una convincente película de aventuras y naufragios,
ella paladeaba cada imagen, cada vivencia
de este intenso retiro personal,
de 21 días.
Plum Village.
Verano de 2018.
En Almería.








miércoles, 4 de julio de 2018

El hogar.







Cualquier lugar puede ser el hogar.
Las palmeras de Retamar, las playas cristalinas.
El desayuno en la terraza de Puerto Toyo.
Las piedras ariscas balo el agua transparente de Cala Higuera.
La cerveza fresca en la terraza del mirador, solitario, de difícil acceso.
El monasterio de Panillo o la casita individual para el retiro de silencio.
Los huertos y árboles frutales de Plum Village.
El hogar.

Pero, para ella, su hogar muy especial es el regreso a casa,
su cuerpo expandido, como parte del yo que aparece
en este sueño.
La sombra del terrado, el silencio.
Los más valientes al calor del mediodía, los gorriones
planeando a pleno sol del verano.
Las gaviotas y tórtolas entonces a resguardo,
al atardecer serán compañeras de su cena.





De vuelta a casa, encuentra semidormida esta parte de su cuerpo.
Es cuestión de horas ir despertándola
y reconociéndose.

La lavadora la ayuda a recuperar olores familiares y limpios.
El incienso.
Las ventanas abiertas.
Las viejas, o nuevas, rutinas de acuerdo a la estación.
Ella y su cotidianeidad se van moviendo como la tierra,
en rotación y traslación.
Como los colores de los bosques de Colleserola
o los árboles del Montjuic.
Ella igual.

Siempre le ha gustado el regreso a casa
(en cualquier versión, también la literal).
Al silencio y sus rituales más privados.

La hermana Estrella, en Sigena, le dijo que se había hecho monja de clausura
para oír mejor la voz de Dios.
Tan parlanchina ella, dijo,
que necesitó casarse con el silencio para mantener las conversaciones más profundas
con Dios.

Ella también lo necesita como respirar,
la apacible compañía silenciosa (o atronadora)
de Dios.

Presente en todas partes, ya lo sabe.
Pero en su hogar, en su santuario privado,
es tan fácil reconocerlo...






lunes, 2 de julio de 2018

De viaje.








Los viajes de la vida a menudo nos cogen por sorpresa.
Compras unos billetes para unas cortas vacaciones de retiro en quietud y silencio
y pueden convertirse en una vorágine burocrática y emocional
reveladora, de larga duración.
Eso es lo que ha pasado, C.

C me escribe en privado para saludarme, dado el prolongado silencio en este compartir.
Y es que estaba entretenida en uno de esos viajes (literal y metafóricamente),
una de esas películas de derribos
y lazos gastados por cortar.
Uno de esos "pilgrimages" que tanto le gustan.





Al principio (del viaje que programaba ser un retiro apacible, de quietud y silencio)
aparecieron señales inquietantes.
Como la cría de un pájaro arrancada de su nido por el viento, moribunda.
Alguien la trajo a casa y con el paso de las horas parecía reanimarse y hasta dar saltitos y hacer amagos de volar.
El perro de la familia era una amenaza de rápidos reflejos, que a menudo a ella le sobresaltaba el corazón y el estómago.
Cuando el pequeño gorrión parecía ganarle la partida a todas las adversidades,
dejó de respirar.
Ella no entendía por qué le resultaba tan doloroso este duelo en silencio.

Por esas fechas, había tenido un sueño muy vívido
en el que había sido condenada a muerte.
Ella no sabía por qué.
Sabía que iban a quitarle la vida y se preguntaba cómo sería.
Ahorcamiento, le dijeron.
Bueno, pensó, será solo un pequeño rato de dolor.
Entonces se despertaba en la cama y respiraba con alivio,
y algo de sorpresa
porque en el sueño no experimentaba ninguna ansiedad.
Pero cuando de nuevo caía dormida retornaba al mismo sueño, tan vívido,
condenada a muerte sin saber el motivo del castigo.
Si buscas, siempre puedes encontrar un motivo, pensaba.
Confortada con el pensamiento de que sólo sería un corto momento de dolor.





Al principio, aparecían señales de inquietud,
la primera, su propia inquietud interna.
Y luego apareció la tempestad externa.
Y ella observaba la vorágine de la película, su mundo patas arriba.
El móvil también había dejado de funcionar y, lejos de casa, la reparación era complicada,
así que se compró otro en el que había que organizar un nuevo mundo,
con un montón de piezas esparcidas, en desorden,
puertas cerradas, contratiempos, no entiendo nada...
Lo observaba, ahora ya sin inquietud.
El mundo virtual del móvil como su mundo de vigilia,
patas arriba.

Sabía que su única responsabilidad era la toma de decisiones, cuando aparecían, en cadena.
Decidir, soltar, y parar.
Preparada para la próxima prueba.
Contemplando la tempestad en movimiento, amenazadora en apariencia.






Pensó en su amiga de la sangha, de retiro en Plum Village.
Háblame sobre las enseñanzas, le pidió.
Me siento un poco débil y creo que necesito la energía de la sangha.

Su amiga le envió una foto de una caligrafía de Thay, inspiradora,
y luego un texto,
y la frase del día,
y luego más
y más.

Y cada envío de la amiga era como un manjar para alimentar su meditación.
Un objeto de meditación profundo y sanador.
Como un preciado salvavidas mágico.

Primero se sintió calmada en la tempestad,
sin miedo ni impaciencia,
sin buscar techo ni paraguas.
La atravesó feliz,
consciente de la lluvia fresca
y los aromas que se desprendían a su paso.
Atravesó la tempestad,
y luego la tempestad se debilitó
hasta desaparecer.
Y apareció el sol
y nubes protectoras
y frescas.
Y una luna luminosa y creciente.

La luz poderosa de la luna llena la acompañó en su largo viaje por carretera
de regreso
al hogar.