domingo, 31 de julio de 2022

Sobre la vida y la muerte.

 


La muerte es todo un tema -dijo C, en el grupo de estudio.
A veces me hace sentir un miedo profundo.
A qué?
Al momento preciso,
a lo que hay después,
o peor, a si no hay nada.
A desaparecer, sin más.

Alguien habló de la energía que permanece, del alma,
del pacto de almas.
Alguien habló de la necesidad de un guru que te guíe en el proceso,
de la confianza, la fe,
el abandono, la entrega.
Y a ella le parecía contemplar las múltiples tentativas del ego para sobrevivir.
En el paraíso o en el infierno, donde sea, pero permanecer,
en una vida eterna.
O en la reencarnación, una vida tras otra,
aunque sea sin memoria,
pero sobrevivir.
Y el "pacto de almas" que nos conecta a los seres queridos
(y a los odiados)
una vida tras otra.

Un hermoso cuento, unas metáforas perfectas para comprender
la sucesión de vidas que tienen lugar en esta vida humana.
La reencarnación, el karma, el pacto de almas
en esta sucesión de vidas
en esta vida humana.

¿Y al final de este camino?

Ella se siente como una ola
en un inmenso océano.
Una ola larga quizás,
atravesando aventuras en el viaje
de retorno al vientre de mar,
el mismo de donde salió.
Y una vez de regreso, como agua vertida en agua,
qué queda de la ola?

En la disolución,
¿queda algo de la ola de antaño?




sábado, 30 de julio de 2022

La vida como un río.

 


Para mí la vida es como una navegación -le decía la amiga.
No en vano se utiliza la metáfora del río.
Navegas este río y a la vez eres el río mismo.

Naces en las fuentes, como una explosión de vida, un big bang de agua,
y comienzas a transcurrir entre piedras, peces y plantas desconocidas.
Todo es nuevo y excitante.
Y el ritmo vertiginoso.
Así es la infancia.
Y así sigue siendo la mayor parte de la juventud.
A veces recorres llanos apacibles de sonido sereno,
a veces, caídas inesperadas,
lluvias y tormentas eléctricas.
Atravesando paisajes diferentes, siempre nuevos.

Aunque a veces te parece que los reconoces,
que ya sabes cómo son los elementos del cauce por donde pasas,
no es verdad.
Son otras piedras y tierra
y peces, aves y plantas.

En la madurez parece que el ritmo se aplaca.
Y más adelante aún más.
En la placidez, en algún momento puedes llegar a creer
que ya conoces todos los paisajes.

El movimiento se hace más lento y sereno
en extensos valles y llanuras.
Se diría que tienes más tiempo para observar, para contemplar,
para comprender los avatares pasados
y los presentes.
Y desde esa comprensión, el silencio,
la contemplación.

Tan vacía a veces, con una apertura tal,
que todo aparece fresco y nuevo,
tal como es,
sin interpretaciones conceptuales
ni reconocimiento previo.

Nada que comprender,
como si nada de lo aprendido
nunca sirviera
para nada,
ante las situaciones nuevas.
Simplemente, la contemplación.

Hasta llegar al mar,
cuando te disuelves
y desapareces
como agua vertida en agua.

Y, una vez océano,
¿queda algo del río de antaño?





martes, 19 de julio de 2022

Sobre la mente y el cuerpo.

 


Ayuda a vivir
conocer cómo funciona la mente, la propia.
Ver venir las preocupaciones, los miedos, las amenazas.
Contemplar cómo construimos fantasmas de poder
y verlos materializarse.
Eso que llaman la ley de la atracción podría ser, en realidad,
la ley de la creación.
Ayuda a vivir verlo aparecer, por una fuerza de inercia kármica,
por familiaridad, como una vieja compañera de viaje.
Observarla llegar, reconocerla como lo que es (pura ilusión)
y verla disolverse.
Y, a veces, verla crecer,
contemplar cómo nos secuestra,
contemplar el sueño como una pesadilla descontrolada.
Hasta que se debilita en sí misma.
Todo lo que tiene un principio tiene un final.


Ayuda a vivir contemplar cómo funciona la propia mente. Y el cuerpo también.
Moléculas de emoción.
La misma energía, más densa o más sutil, pero la misma.
Observar cómo el miedo se agazapa en la garganta, quizás,
en la forma de un nudo tenso.
O en el vientre.
Cómo algunas situaciones que el pequeño yo rechaza
las rechaza el sistema digestivo,
produciendo indigestiones y desequilibrios.
Contemplar cómo la mente se hace cuerpo.
A veces vivimos tan inconscientes de los procesos de la mente (o del alma),
que se materializan en el cuerpo
como un toque de atención más sonoro.
Así comprendes que en realidad el cuerpo es el inconsciente
del pequeño yo, y del grande,
donde aparecen las voces que no quieres oír,
de las que no quieres ser consciente.


Ayuda a vivir comprender cómo funciona la mente. Y el cuerpo.
Observarles con respeto.
Prestarles atención y cuidarles, como a criaturas que son.
Cómplices.
Compañeras en este viaje.





sábado, 9 de julio de 2022

El asombro ante lo cotidiano.

 


El amigo dijo:
Entiendo la teoría.
Entiendo la importancia del amor
y cómo cambia la experiencia de la vida.
Pero a veces simplemente no está, como un grifo seco.
Por más que lo abras no brota el agua.
Y hasta el grifo mismo acaba secándose, 
como si estuviera a punto de descomponerse en pedazos.
Y sientes que no puedes hacer nada por evitarlo.
La pregunta es:
Cómo enamorarme de lo que aparece en mi vida, con amor radiante, explosivo?
Cómo parar este relato de desinterés
y aburrimiento
por "este mundo"?

Ella pensó que quizás la pregunta estaba mal planteada.
Prueba de esta manera:

Cómo no apreciar este día fresco,
la lluvia suave a ratos,
el piar de las golondrinas y el silbido de los vencejos.
El trayecto por el puerto al mar en bicicleta,
la calle fácilmente transitable, sin muchedumbres de paso.
Tu sonrisa al hablarle a G, para compensar esa tensión que sientes.
La  victoria del amor.
Las nubes viajeras, grises
y blancas de luz al otro lado.
El sonido de la lluvia que de repente estalla, otra vez.
Los vencejos no se acobardan y continúan su vuelo.
El aire un poquito más fresco.
El olor de la tierra mojada.
Los estiramientos en la terraza, frente al mar,
cuidando este cuerpo, tan aliado, tan cómplice.
Cómo no agradecerle a este cuerpo su servicio, 
a tu paso por esta vida.
Entrar en el mar bajo la lluvia fina, 
desplazarte en la piscina, ligera, sin prisa.
Limpiar el cuerpo y la mente bajo una ducha cálida, abundante
y reparadora.

Cómo no darle gracias a la vida por este "no-dolor de muelas",
por estas piernas para caminar montañas,
por estos ojos para ver atardeceres,
la salida y la puesta de la luna.
Por ese cuarto,
por esa cama desde donde se te regala la trayectoria de la luna en la noche,
desde la almohada, sin esfuerzo.
Por este olfato con el que hacer el amor con la lluvia y la tierra,
cuando se funden,
con el cuerpo invisible del romero y la mimosa
y las algas de mar.
El olfato para hacer el amor, para absorber
el cuerpo sutil de otros cuerpos.
El olfato es un órgano aún más poderoso que la piel
que te permite el contacto con el mundo.
La piel te permite el contacto superficial, la caricia, 
el abrazo.
El olfato hace posible la fusión,
la integración,
tú en mí, yo en ti.
Ya sin barreras.


Prueba a contemplar lo que aparece de verdad,
como si fuera la primera vez
(que lo es, la única
e irrepetible),
desde el corazón,
con el asombro original.

Prueba.
Y a ver qué pasa.




sábado, 2 de julio de 2022

La soledad y el amor.

 


La soledad también encierra una oportunidad muy valiosa.
La misma que cualquier otro tipo de relación, o de interacción.
Aprender a amar.

Por un momento, podemos pensar que para eso necesitamos a los demás seres,
y ésa es, de hecho, una puerta.
Pero en la soledad también te relacionas con alguien
y quizás es la relación más complicada de todas,
el reto más difícil.
Aprender a estar en tu propia compañía,
a sentirte suficiente,
aún más, en plenitud,
con ese yo-misma.
Reconocer las luces y sombras sin juicio ni castigos.
Comprender, conocer.
Llegar, a través de esa relación, a la no-relación.
Llegar a Dios.
Al reconocimiento de ser Dios mismo.




Como en cualquier otra relación
(con tu madre, con tu hijo, con tu amiga, con tus parejas),
la soledad te ofrece la oportunidad
de aprender a amar.
Y, después de todo, eres la persona con la que, sin duda,
vas a pasar el resto de esta vida.
Más te vale aprender a conocerla, comprenderla,
ver cómo se disuelven los juicios, rechazos y culpas.
Reírte con ella, con ternura y compasión.

Si todas las demás puertas se cierran, 
siempre tienes una oportunidad para aprender a amar.
La más difícil de todas, el mayor reto.
Así que no tienes excusa.

Y, en cualquier caso, por muchas relaciones que establezcas,
siempre aparecerá el momento en que te tocará estar contigo misma,
al final del día o al principio,
o en el transcurso, en cualquier instante
-a menudo te coge por sorpresa.
El ensayo preciso para el instante final,
tal como llegaste a este mundo.


La soledad es
la prueba del algodón de si el amor del que hablas,
el que dices sentir hacia fuera,
es realmente amor
o requiere otro nombre.
Porque cuando se trata de amor, éste se proyecta en todas direcciones.
No queda ni un solo rincón, 
por oculto que parezca,
al que no pueda llegar.

Y esto te incluye también a ti misma.