sábado, 12 de enero de 2013

Tiene que ser ya.










Cuando encontró a su amigo (de sangha) después de mucho tiempo, le abrazó. Feliz año, dijo,
que éste sea el... definitivo.
Él hizo un gesto de humildad y exclamó: Sí, el definitivo!...
Por qué no?, dijo ella. Alguno tendrá que ser. Por qué no éste?

Ella lo había deseado muchas veces en silencio, en los saludos de la época, en los encuentros.
Feliz año, decía su voz; que éste sea el definitivo, le deseaba para sus adentros.
Al abrazar a D. había sonado, lo había dicho explícitamente.
Y eso había hecho que rebotara, que su deseo para él (que éste sea el año en el que despiertes, definitivamente) volviera como un boomerang.
Que éste año, hoy, ahora, en este instante
sea el definitivo
y despierte
definitivamente.
Yo también.
Por qué no?
En algún momento va a ser (eso sin duda, había respondido él), por qué no éste.

Y desde entonces no se le había ido el pensamiento de la mente:
Que éste sea el definitivo. Es posible.
Si ha de ser, puede ser en cualquier momento
y ya está aquí.
Realmente.
Tan real como que no está.


Qué perdidit@s estamos!...








Luego recibió una carta de otro amigo de sangha. El corazón abierto mostrando las dudas, los dolores, las dificultades de esta vida. ¿Estaré equivocado? ¿Habré equivocado el camino? Todo nos va tan mal...
Ella se rió y le abrazó, virtualmente: qué perdidito estás...

"Da igual lo que pase, tú tira p' alante.
Yo veo esta vida como un juego, como uno de esos concursos en los que aparece una prueba detrás de otra. La pasas, mejor o peor, y ya.
P' alante.
Más bonito, si quieres: yo veo esta vida como una de esas aventuras en busca del Santo Grial, afrontando una prueba detrás de otra, en las que siempre parece que te va la vida, pero nunca es así.
Y al final del camino descubres que el Santo Grial estaba en tu corazón. Así que siempre había estado contigo.
¿Ahora toca una prueba dura? Ya pasará.
Y tú p' alante, con tu sonrisa y tus brazos abiertos, cuidando a los demás. Con dolor o sin dolor; con dinero o sin dinero -todo eso forma parte de la prueba virtual.
Pero nada va a derrotar nuestro deseo de tirar p' alante y seguir cuidando a los demás, verdad?".












Luego se fue al cine. Una de esas cosas que aún hacía en pareja, cuando hay que hacer algo juntos.
Y apareció otra de esas películas de terror. "Rosa". Polonia hoy.
La vida de la postguerra puede ser tan dura como la vida en la guerra, o más. 
La misma vida 
en guerra. 
El mismo infierno.
Cómo los seres humanos pueden llegar a hacerse tanto daño unos a otros?
Qué impresión kármica arrastran los hombres en lo más profundo de su adn kármico para llegar a producir tanto dolor en quienes son más débiles, como auténticos psicópatas sin sensibilidad para percibir el sufrimiento ajeno?
Elegir producir tanto sufrimiento. Tanto.
Cuando podrían elegir producir amor
y cuidados
y alegría...



J. tenía razón: estaban pasando tantas cosas duras, tanto sufrimiento.
A. en su silla de ruedas, soportando nuevos brotes de su esclerosis múltiple, afrontando la elección entre este tratamiento que no funciona o un nuevo tratamiento experimental que podría llevarle la vida (una entre mil), la vista, el hígado, qué sé yo...
C, en estos mismísimos momentos, dormido en la anestesia total, durante una larga operación quirúrgica de prótesis complicada.
Dolores físicos y emocionales, no importa donde pongas la mirada.

No hay salida -pensó ella.
Tiene que ser éste el año
que despierte.
Tiene que ser ya.
Que aparezca ya, ya mismo, 
el instante en que abro los ojos y descubro que todos los seres sintientes, absolutamente todos,
están libres de sufrimiento.
Que sólo era un mal sueño.

Tiene que ser ya...



















PD: Mientras tanto, le escribió una nota a su amigo, a la mañana siguiente, después de
después del cine:
Menos mal que luego te tuve a ti, como un bálsamo, un sueño bonito de despertar...
Como un ensayo de una muerte amable.

(Una de esas cosas que aún hacían juntos).


viernes, 11 de enero de 2013

Que lo urgente forme parte de lo importante.









Él dijo:
Es importante organizarse.
Y yo creo que ayuda mucho hacer una lista de prioridades. En realidad dos: una lista de lo urgente y otra de lo importante.
El problema es que a veces
ambas listas se contradicen.

Ella dijo:
Y por qué tiene que haber contradicción.
Haces una lista de lo importante, y a partir de ahí creas una lista de lo urgente.
Una está al servicio de la otra, y no hay contradicción.
Por ejemplo -siguió explicando ella:
Haces una lista, en realidad tres, de lo importante. A corto plazo, a medio y a largo plazo.
A largo plazo, digamos: Vivir una vida con sentido, alcanzar la iluminación, liberarse para siempre del sufrimiento, adiestrar la mente para mantener una experiencia apacible y feliz en cualquier circunstancia. Morir feliz. Vivir feliz, soñar feliz.
A medio plazo: Vivir una vida con sentido, alcanzar la iluminación, liberarse para siempre del sufrimiento, adiestrar la mente para mantener una experiencia apacible y feliz en cualquier circunstancia. Morir, vivir, soñar feliz. Y, quizás, conseguir un trabajo que te realice, el entorno y las condiciones que deseas...
A corto plazo: Vivir una vida con sentido, alcanzar la iluminación, liberarse para siempre del sufrimiento, adiestrar la mente para mantener una experiencia apacible y feliz en cualquier circunstancia. Morir, vivir, soñar feliz...  Acabar los estudios o mejorar tus condiciones de trabajo o familiares... Cada cual concreta en los apuntes de su propia película.

Lo urgente es ponerse en acción. Hacer la lista de las prioridades para iniciar el camino.

Dónde está la contradicción? -preguntó ella.




Cuando existe contradiccíón es que algo falla,
que las listas no se complementan.





Y las contradicciones
siempre hay que
resolverlas, ya sabes.


Entre lo urgente y lo importante
nunca debería haber contradicción.
Y si la hay
es que algo falla.

Revisa lo importante
y que lo urgente
forme parte del camino.



















lunes, 7 de enero de 2013

Que éste sea un año apacible y significativo.









Querida amiga:

Dices que, desbordada por esta inmersión en los asuntos mundanos (familiares y demás), aún no has tenido tiempo de sentarte (nunca mejor dicho)
a clarificar tus resoluciones de año nuevo. Pero no es del todo así.
En la vorágine de las actividades familiares y sociales, dices cuánto y cuántas veces
has podido contemplar cómo se manifestaban tus viejas tendencias -las inseguridades, competitividad e impulsos de control, entre otras, del "yo primero".
Las has visto, las has subrayado, has tomado nota y has decidido una vez más que ya no los quieres en tu vida.
Y eso, de alguna manera, yo lo consideraría parte de la lista de propósitos de año nuevo.
Son objetivos muy personales que me cuentas en confidencia y no quiero detallar aquí.
Son propósitos/correcciones del personaje que se manifiesta, importantes pero anecdóticos, como síntomas (como un dolor de cabeza o una mala digestión) de algo más profundo.
Por detrás de esos comportamientos concretos, decides:
Tengo que cuidar más a la gente.

¿Y no te parece ése un magnífico propósito de "vida nueva"?




















Cuidarles significa verles, contemplarles, mimarles, amarles.
Y todo saldrá bien.
Tus feas actitudes (tal como las denominas) se disolverán por sí solas.

También dices que la aceleración te mata. No la quieres llamar estrés sino "afán resolutivo" o algo así.
La prisa por llegar a tiempo (a dónde crees que vas?), por llenar este paquete
que es tu vida
de disfrutes y servicios varios. Pero a dónde crees que vas, si todo está aquí?
Dices que deseas parar, recuperar la experiencia de vivir el instante-eterno, aquí y ahora,
contemplar los tres tiempos, aquí y ahora.
















Dejar de ir corriendo todo el día detrás de una alucinación.
Relajarte, relajarte, relajarte.
Hacer y decir menos. Y amar más.
¿Y no te parece ése un magnífico propósito de "vida nueva"?

Amar más. Y todo saldrá bien.

Yo creo que, en el fondo, ya tienes perfilados, en cierta medida, tus propósitos de año nuevo.
Y aún quieres sentarte. Eso está bien.

Dices que estos fragmentos, tal y como están, tan perezosamente hilvanados, no resultan suficientemente ambiciosos.

Y decides sentarte, como un ritual especial.
Analizar y profundizar en tus objetivos en meditación de emplazamiento.

















Propósitos para el 2013.

1. Controlar la mente. 

Adiestrar la mente, aprender a usarla
para el propio beneficio
y el de los demás.


2. Concentración.
Vivir el instante, aquí y ahora. Meditar. Desarrollar concentración. 

Sentarse a contemplar los 3 tiempos.

3. Sabiduría.
Vivir el sueño lúcido. Con lucidez. Consciente. Con compasión. Con ternura. Con a
mor. Con alegría.

En resumen: que éste sea un año (una vida) apacible y significativo. Y a ser posible definitivo.




¿Te parece suficientemente ambicioso, hermana?

jueves, 3 de enero de 2013

Cuidado con lo que deseas porque puede cumplirse.


(Otra de repasos)














Los ritos son tan valiosos, si aprovechamos la oportunidad.

Como todo, ya sé;
en el sueño
(ya sea onírico o de la vigilia) cualquier aparición, por pequeña que sea, cualquier circunstancia
tiene su oportunidad y su significado.
Pero los ritos de paso aparecen para recordártelo
porque es fácil olvidar en la inmersión, cuando la proyección en la pantalla te arrastra y te hace sentir parte del espectáculo.

Por suerte, periódicamente, aparece fin de año, como una convencional parada en el camino
-haz balance, ajusta cuentas, revisa acciones y prioridades,
continúa en esta dirección o corrige y reconduce el camino.
Y aparecen los propósitos de año nuevo, como aliados, a veces fuertes, a veces débiles,
a veces ya nacen muriendo.




Objetivos cumplidos.
Y qué?...

Generalmente, los propósitos de año nuevo tienen que ver con objetivos personales.
Lo que quiero conseguir en esta nueva etapa de mi vida, cuál será el próximo paso, hacia dónde voy.
A veces, miras atrás y te felicitas:
hecho,
objetivos cumplidos.


Ten cuidado con lo que deseas porque puede cumplirse.

Es entonces el momento de contemplar qué le han aportado a nuestra vida y a la de los demás (a la vida)
toda la energía, tiempo, dinero, esfuerzo, lucha, emociones
que hemos invertido en realizar nuestros deseos,
demostrando, una vez más, que somos capaces,
que podemos conseguir lo que deseamos.

Qué cambios han supuesto en mi vida y en la de los demás?
Esos cambios, ¿los puedo considerar mejoras
o no?
Esas mejoras, ¿han sido puntuales
o tienen transcendencia a medio
y largo plazo?

¿Somos más felices? Más fuertes? ¿Nuestra sabiduría es mayor?
¿Tenemos más empatía, compasión, amor?
¿Nuestras relaciones son más fáciles y gratificantes?
¿Nuestros resentimientos se han reducido o desaparecido?
¿Tengo la impresión de que mi vida es más ligera y llena de significado?

¿Sufro por menos cosas
y ese sufrimiento me dura menos
y es menos intenso?
¿Tengo más motivos para ser feliz?

¿Me siento más conectada a todos los seres?

¿Me siento más útil y con muchas más habilidades
para servirme a mí misma
y a los demás?





Servir para algo
o no.

Rabjor dice: nos gusta poco la palabra "servicio",
como si nos hiciera pertenecer a una clase social inferior.
"Ser una criada" suena a insulto y
"que se aprovechen de mí", una desgracia,
señal de poca inteligencia.
Y sin embargo, cuando se dice de un objeto que "sirve para algo"
significa que tiene un sentido;
cuando se dice de algo o de alguien que "no sirve para nada", es como si careciera de razón de ser.

Quizás podríamos reconsiderar
y redimensionar
el significado de la palabra "servicio"
y toda su familia semántica.
Porque "servir" significa que aún estamos viv@s, que aún tenemos una función
o varias
-porque es inherente a la mera condición de estar vivo.
Y cuanto más "sirvamos", sin duda,
más sentido tendrá nuestra vida.


A dónde me conducen mis deseos.

Y así, reviso mis propósitos de año nuevo y me pregunto:
A qué o quién o quiénes sirven y para qué?
Cómo sirven o servirán al mundo,
en qué amplitud,
con qué transcendencia?
Qué quedará de ellos dentro de 10 años,
al final de mi vida,
cuando ni personaje ya no camine por aquí?
A qué cambios darán lugar y en qué dirección
hoy
y en el futuro?

Contempla abiertamente tu corazón
(sin miedo a lo que puedas encontrar en él,
con la misma compasión que dedicarías a tu mejor amiga)
y recuerda el dicho:
ten cuidado con lo que deseas
porque puede cumplirse.