lunes, 30 de septiembre de 2019

La atención plena.







Tulku Lama Lobsang dijo:
"Las personas budistas por fuera parecemos personas normales
pero por dentro estamos locas".
Y sonrió con esa mirada cómplice
Ella sabe de eso
y sabe de sus riesgos.

Hay que estar muy identificada con el yo divino para que el yo humano no te arrastre.


Es habitual cruzarse con las personas y escuchar sus historias, sus penas y sus glorias,
sus objetivos y sus frustraciones,
sus expectativas y su falta de ellas,
sus orgullos y sus culpas, sus éxitos y sus fracasos.
Y lo bueno de escuchar es que te quedas sin historia propia.
Tu propio relato silenciado.
Y de repente, alguien pregunta:
"¿Y tú qué? Cómo te va?"
Y caes en la cuenta de que has desaparecido.
Nada que contar.
Nadie que contar.

Y a veces no es así.
A veces, una frase o una situación te resulta inspiradora y te cuelas,
te llenas de confianza y cuentas lo que te importa,
y alguien se altera.
Y parece que has pisado alguna de esas minas antipersona.
Y desistes.





Es más seguro escuchar.
Todas esas historias, traumas y victorias.
El culto al dolor, tan arraigado.
Acompañar en silencio.
Desde el silencio.

Pero si al ser humano solo se puede llegar desde el ser humano,
cuidado con instalarte en esa zona de confort.
Porque solo desde Dios puedes llegar a Dios.
Y a lo mejor tienes que elegir.
O desarrollas el don de la versatilidad
o quédate donde más te convenga.

Y la locura (eso que llaman "locura")
no es lo peor que te puede pasar.







miércoles, 18 de septiembre de 2019

Buda y los maras.







A veces, la vida es como Buda meditando bajo el árbol,
intentando el silencio y la plenitud,
y proyectando un ejército de maras,
en forma de apariciones externas
o internas.

Una nube de pensamientos
proyectando una nube de amenazas.
Frases hechas de autocondena, comparaciones, competividad,
dudas, relatos de culpabilidad y menosprecio.
Una sucesión de maras actuando para su causa,
para la hipnosis y el control.
Pero tú sabes que ellos mismos son fantasmas
y alucinaciones proyectadas por tu propio karma
(tus propias tendencias, tanto tiempo practicadas y fortalecidas)
y que no basta con protegerse,
negarlas o rechazarlas.
Que tienen una función y están llenas de significado.

Por ejemplo, todas esas condenas, culpas y menosprecio
se dirigen a un yo
y no hay mejor momento para investigarlo, buscarlo,
y decidir si es eso con lo que te vas a identificar.
O no.
Dónde está ese yo tan incapaz,
pequeño e insuficiente.
Si hay algo ahí por lo que merezca la pena seguir sufriendo.







Esta confianza en el sentido de las cosas
(de las situaciones, las apariencias, incluidos los maras)
es lo que la hace deleitarse en la aventura,
incluso cuando toca padecer.

Y así, entendía tan bien a Teresa de Ahumada cuando escribía:
"¡Oh, que no puede faltar en el padecer
deleite!"






Es cuesta arriba y duelen las piernas.
Y las pocas apoyaturas en las que te sostenías se están resquebrajando por el camino.
Pero todo eso, esa desnudez progresiva,
te está acercando un poco más a la esencia.

Sólo tienes que mirar con más atención la película que vives,
para comprenderla.

Todo está aquí.
No necesitas viajar a las montañas sagradas para encontrar a Manjusri.
O a Tara.







domingo, 8 de septiembre de 2019

Solo desde Dios puedes llegar a Dios.







"Desde lo limitado no puedes llegar a lo ilimitado, infinito y eterno.
Desde la separación no puedes llegar a la Unidad.
Desde lo humano no puedes llegar a Dios".

Cuando sonaron esas palabras, ella buscó a su amigo con una mirada de complicidad.
Así lo vivía ella.
Durante algún tiempo como un secreto muy bien guardado.

Una vez, en una entrevista, Tulku Lama Lobsang le había dicho:
"Las personas budistas por fuera actuamos como gente normal
pero por dentro estamos locas".
Lo dijo riéndose, extremadamente reconciliado con su maravillosa locura.
Ella también sonrió.






Durante un tiempo era su secreto.
Hasta que una vez, en Plum Village, escuchó a la hermana Annabel cuestionar ciertas interpretaciones de los textos budistas.
Atónita ella, maravillada ante la osada irreverencia de la monja.
"¿Por qué iba a decir Buda que la vida es sufrimiento?".

Valientemente y sin pudor, la maestra reflexionaba, como para sí misma, en una investigación personal,
que ese sufrimiento del que hablamos sólo puede ser experimentado desde la separación, desde la dualidad.
Un ser despierto sabe que la vida, en última instancia, simplemente es.
Sólo el ego separado lo convierte en dolor de rechazo
o de apego.

Y algunos años más tarde, en otro retiro, Thay Doji había dicho:
"Las cuatro Nobles verdades son igualmente válidas si cambias el orden.
El orden no altera el resultado, en este contexto".

Así lo vivía ella.

1. La vida es Nirvana (plena, infinita, perfecta, la 3ªNV).
2. Y puedes estabilizar esta vivencia con el Noble Óctuple Sendero, la 4ª NV
(o, simplemente, en palabras de San Agustín: Ama y haz lo que quieras).
3. Pero si caes en el engaño de la separación (2ªNV).
4. Entonces, la vida es sufrimiento (1ªNV)






Ahora, la maestra decía:
"Desde lo limitado
no puedes llegar a lo infinito.
Desde la separación
no puedes llegar a la Unidad.
Desde la persona
no puedes llegar a Dios".

Da igual todas las prácticas y métodos
a los que te dediques en esta vida o en una sucesión de vidas,
desde la persona separada no puedes llegar a Dios, la Unidad.
Da igual cuantas vidas virtuosas o cuantos cursos de crecimiento personal,
oraciones y cultos devocionales.
La persona-sueño crece, quizás, vive una vida más amable y pacífica
y hasta puede embellecer su película, su mundo personal.
Pero el personaje no es Dios
ni puede llegar a Dios.
Porque es otra cosa.





Una vez, en una de aquellas clases de meditación que su maestro le había encomendado,
un asistente le preguntó a la maestra: ¿Tú estás iluminada?
Ella pensó: Claro, y tú también.
Pero no lo dijo.
No era el momento.
En lugar de eso, respondió:
¿Y eso de qué te sirve a ti?

Ella sabía que el joven buscaba alguien con quien practicar el yoga del guru,
la reverencia, la devoción.
La separación.
Pero ella ya no se dedicaba a eso.


Quizás por eso, tiempo atrás, se había sentido tan cómoda en el mundo del Alto Yoga Tantra
y la práctica de los once yogas cotidianos de la etapa de generación.
Soltar al personaje para identificarte con el ser despierto que eres.
Vivir cada día, cada instante, desde el ser despierto que ya eres.

Porque desde el ser separado no puedes llegar a Dios.
Sólo desde Dios puedes llegar a Dios.


Ahora ya no inventaba mundos nuevos
ni se generaba como un personaje nuevo.
Con lo que aparecía por sí solo (kármicamente) tenía suficiente.
Porque todo estaba hecho de la misma sustancia de Dios, la misma emanación de Buda.
Cualquier sueño kármico también.

Y lo que llaman "maya" no es más que otra cara de Dios.

La Vida adoptando la forma que tenga que adoptar
para que la vida comprenda.






martes, 3 de septiembre de 2019

La Verdad y el ego espiritual.






Él dijo:
"Nada de lo que ocurra en esta conversación va a influirme lo más mínimo".
Y ella le vio como un niño enfurruñado, con los brazos fuertemente cruzados por delante del cuerpo, protegiendo... qué?
Suele ser un yo.
Y a ella le pareció que era eso que llaman el "ego espiritual".

Pero se equivocaría si pensara que es ella quien se abre a lo que ocurra en esta conversación,
o en este viaje, o en un paseo, o en un silencio, o en una contemplación.
Tanto como si pensara que no, que no se abre.
Como si fuera evitable.
Como si dependiera de ti
o de mí.

Da igual si te cierras con los brazos cruzados, protegiendo tus creencias,
que denominas "Luz" (o Verdad, o bendiciones),
o parece que te entregas a "investigar", a comprender,
sin barreras o limitaciones.
Da igual tu posición o la mía, esta actitud o la otra.
En este interser, en este organismo más grande que tú y yo,
las cosas se mueven en parte por influencia del movimiento vecino,
movido a su vez.
Es difícil que algo no se moje bajo la lluvia en este paisaje abierto
e interconectado.






Él cuestionaba la "bazofia" budista, "argumentos tóxicos", como la devoción por las tres joyas.
En especial la sangha, ese club cerrado que te aleja del resto de "la obra de Dios".

Ella comentaba que hay una primera interpretación de las cosas y que ésta va cambiando según la profundidad de la comprensión. Y en cada momento tienes la que necesitas.

Buda, por ejemplo, puede que empiece siendo un ser externo a ti, inspirador, quizás un personaje histórico.
Y en un momento dado ya es algo dentro de ti, y dentro de todo lo que te rodea.
Y en otro momento ya no hay separación
porque es la Unidad que lo conforma todo.

La Sangha puede ser tu grupo privado de amigas y amigos espirituales, un núcleo en el que nutrirte y crecer.
Para pasar a sentir que la sangha es toda la humanidad.
O, como dice Thich Nhat Hanh:
"La sangha no es solo toda la humanidad.
Son también los árboles, las montañas y los ríos.
Y cada especie animal, o vegetal.
Y cada una de las piedras y minerales".

Y el Dharma puede empezar siendo las enseñanzas orales y los libros sagrados,
para pasar a sentir que es cada realización integrada
y que la vida es un libro de Dharma.

Al final, Buda, el Dharma y la Sangha
son lo mismo.
Como cuando tu maestra te habla de la Santísima Trinidad.

Él dijo que nunca había leído eso y que ella se lo estaba inventando
y que, en cualquier caso, cuando alguien escucha la "primera" interpretación
se está imbuyendo de pensamiento tóxico, separado.
El error fundamental.






Él dijo:
"Nada de lo que ocurra en esta conversación va a influirme".
Porque estaba bajo el efecto de la luz de su maestra, dijo.
Ese persona que no es una persona sino "Luz".

Ella consideró que eso se parecía mucho al "yoga del guru" que él tanto menosprecia.
Y pensó, pero no lo dijo, porque no era el momento:
Cuidado con ubicar la "Luz" en un lugar exclusivo y separado
(eso que llamas "el error fundamental"),
porque puede no dejarte ver la luz que brilla en cualquier parte,
la Luz que conforma cualquier manifestación.

Pero no lo dijo.





Él se quedó pensando que la sangha separa
y por eso es un pensamiento tóxico.
No era el caso de la luz separada de su maestra.
A eso lo llamaba "Verdad".
Y decidió que no habría nada en aquella conversación que pudiera influir en su verdad.
Que él llamaba "la Verdad".

Y ella sintió que probablemente era la verdad que él necesitaba en ese momento.
Como ella con la suya propia.

La única verdad que cuenta.

Cada cual estaba donde tenía que estar.
Con sus propias influencias.