domingo, 8 de septiembre de 2019

Solo desde Dios puedes llegar a Dios.







"Desde lo limitado no puedes llegar a lo ilimitado, infinito y eterno.
Desde la separación no puedes llegar a la Unidad.
Desde lo humano no puedes llegar a Dios".

Cuando sonaron esas palabras, ella buscó a su amigo con una mirada de complicidad.
Así lo vivía ella.
Durante algún tiempo como un secreto muy bien guardado.

Una vez, en una entrevista, Tulku Lama Lobsang le había dicho:
"Las personas budistas por fuera actuamos como gente normal
pero por dentro estamos locas".
Lo dijo riéndose, extremadamente reconciliado con su maravillosa locura.
Ella también sonrió.






Durante un tiempo era su secreto.
Hasta que una vez, en Plum Village, escuchó a la hermana Annabel cuestionar ciertas interpretaciones de los textos budistas.
Atónita ella, maravillada ante la osada irreverencia de la monja.
"¿Por qué iba a decir Buda que la vida es sufrimiento?".

Valientemente y sin pudor, la maestra reflexionaba, como para sí misma, en una investigación personal,
que ese sufrimiento del que hablamos sólo puede ser experimentado desde la separación, desde la dualidad.
Un ser despierto sabe que la vida, en última instancia, simplemente es.
Sólo el ego separado lo convierte en dolor de rechazo
o de apego.

Y algunos años más tarde, en otro retiro, Thay Doji había dicho:
"Las cuatro Nobles verdades son igualmente válidas si cambias el orden.
El orden no altera el resultado, en este contexto".

Así lo vivía ella.

1. La vida es Nirvana (plena, infinita, perfecta, la 3ªNV).
2. Y puedes estabilizar esta vivencia con el Noble Óctuple Sendero, la 4ª NV
(o, simplemente, en palabras de San Agustín: Ama y haz lo que quieras).
3. Pero si caes en el engaño de la separación (2ªNV).
4. Entonces, la vida es sufrimiento (1ªNV)






Ahora, la maestra decía:
"Desde lo limitado
no puedes llegar a lo infinito.
Desde la separación
no puedes llegar a la Unidad.
Desde la persona
no puedes llegar a Dios".

Da igual todas las prácticas y métodos
a los que te dediques en esta vida o en una sucesión de vidas,
desde la persona separada no puedes llegar a Dios, la Unidad.
Da igual cuantas vidas virtuosas o cuantos cursos de crecimiento personal,
oraciones y cultos devocionales.
La persona-sueño crece, quizás, vive una vida más amable y pacífica
y hasta puede embellecer su película, su mundo personal.
Pero el personaje no es Dios
ni puede llegar a Dios.
Porque es otra cosa.





Una vez, en una de aquellas clases de meditación que su maestro le había encomendado,
un asistente le preguntó a la maestra: ¿Tú estás iluminada?
Ella pensó: Claro, y tú también.
Pero no lo dijo.
No era el momento.
En lugar de eso, respondió:
¿Y eso de qué te sirve a ti?

Ella sabía que el joven buscaba alguien con quien practicar el yoga del guru,
la reverencia, la devoción.
La separación.
Pero ella ya no se dedicaba a eso.


Quizás por eso, tiempo atrás, se había sentido tan cómoda en el mundo del Alto Yoga Tantra
y la práctica de los once yogas cotidianos de la etapa de generación.
Soltar al personaje para identificarte con el ser despierto que eres.
Vivir cada día, cada instante, desde el ser despierto que ya eres.

Porque desde el ser separado no puedes llegar a Dios.
Sólo desde Dios puedes llegar a Dios.


Ahora ya no inventaba mundos nuevos
ni se generaba como un personaje nuevo.
Con lo que aparecía por sí solo (kármicamente) tenía suficiente.
Porque todo estaba hecho de la misma sustancia de Dios, la misma emanación de Buda.
Cualquier sueño kármico también.

Y lo que llaman "maya" no es más que otra cara de Dios.

La Vida adoptando la forma que tenga que adoptar
para que la vida comprenda.






2 comentarios:

  1. Y cuándo lo que aparece es una enfermedad mental grave crónica como la depresión?

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  2. Las pesadillas pueden llegar a ser muy muy dolorosas.
    Y, como decía una vieja amiga, duelen como si existieran.
    Una depresión, un cáncer, una guerra, el terror en casa, los abusos familiares, las personas migrantes que no encuentran refugio en ninguna parte, las mujeres, niños y niñas violadas en una huida hacia ninguna parte...
    Las pesadillas pueden llegar a doler hasta la locura.
    Y a veces hasta despertar.

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