martes, 3 de septiembre de 2019

La Verdad y el ego espiritual.






Él dijo:
"Nada de lo que ocurra en esta conversación va a influirme lo más mínimo".
Y ella le vio como un niño enfurruñado, con los brazos fuertemente cruzados por delante del cuerpo, protegiendo... qué?
Suele ser un yo.
Y a ella le pareció que era eso que llaman el "ego espiritual".

Pero se equivocaría si pensara que es ella quien se abre a lo que ocurra en esta conversación,
o en este viaje, o en un paseo, o en un silencio, o en una contemplación.
Tanto como si pensara que no, que no se abre.
Como si fuera evitable.
Como si dependiera de ti
o de mí.

Da igual si te cierras con los brazos cruzados, protegiendo tus creencias,
que denominas "Luz" (o Verdad, o bendiciones),
o parece que te entregas a "investigar", a comprender,
sin barreras o limitaciones.
Da igual tu posición o la mía, esta actitud o la otra.
En este interser, en este organismo más grande que tú y yo,
las cosas se mueven en parte por influencia del movimiento vecino,
movido a su vez.
Es difícil que algo no se moje bajo la lluvia en este paisaje abierto
e interconectado.






Él cuestionaba la "bazofia" budista, "argumentos tóxicos", como la devoción por las tres joyas.
En especial la sangha, ese club cerrado que te aleja del resto de "la obra de Dios".

Ella comentaba que hay una primera interpretación de las cosas y que ésta va cambiando según la profundidad de la comprensión. Y en cada momento tienes la que necesitas.

Buda, por ejemplo, puede que empiece siendo un ser externo a ti, inspirador, quizás un personaje histórico.
Y en un momento dado ya es algo dentro de ti, y dentro de todo lo que te rodea.
Y en otro momento ya no hay separación
porque es la Unidad que lo conforma todo.

La Sangha puede ser tu grupo privado de amigas y amigos espirituales, un núcleo en el que nutrirte y crecer.
Para pasar a sentir que la sangha es toda la humanidad.
O, como dice Thich Nhat Hanh:
"La sangha no es solo toda la humanidad.
Son también los árboles, las montañas y los ríos.
Y cada especie animal, o vegetal.
Y cada una de las piedras y minerales".

Y el Dharma puede empezar siendo las enseñanzas orales y los libros sagrados,
para pasar a sentir que es cada realización integrada
y que la vida es un libro de Dharma.

Al final, Buda, el Dharma y la Sangha
son lo mismo.
Como cuando tu maestra te habla de la Santísima Trinidad.

Él dijo que nunca había leído eso y que ella se lo estaba inventando
y que, en cualquier caso, cuando alguien escucha la "primera" interpretación
se está imbuyendo de pensamiento tóxico, separado.
El error fundamental.






Él dijo:
"Nada de lo que ocurra en esta conversación va a influirme".
Porque estaba bajo el efecto de la luz de su maestra, dijo.
Ese persona que no es una persona sino "Luz".

Ella consideró que eso se parecía mucho al "yoga del guru" que él tanto menosprecia.
Y pensó, pero no lo dijo, porque no era el momento:
Cuidado con ubicar la "Luz" en un lugar exclusivo y separado
(eso que llamas "el error fundamental"),
porque puede no dejarte ver la luz que brilla en cualquier parte,
la Luz que conforma cualquier manifestación.

Pero no lo dijo.





Él se quedó pensando que la sangha separa
y por eso es un pensamiento tóxico.
No era el caso de la luz separada de su maestra.
A eso lo llamaba "Verdad".
Y decidió que no habría nada en aquella conversación que pudiera influir en su verdad.
Que él llamaba "la Verdad".

Y ella sintió que probablemente era la verdad que él necesitaba en ese momento.
Como ella con la suya propia.

La única verdad que cuenta.

Cada cual estaba donde tenía que estar.
Con sus propias influencias.







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