lunes, 30 de noviembre de 2020

Ser es interser.



El sol en su piel,
en la ropa oscura, que le invoca,
como ella le invoca.
El abrazo del sol atraviesa los espacios entre espacios de su piel
y impregna cada milímetro cúbico de su cuerpo.
El sol y ella, no hay diferencia.
El sol y el aire que respira, lo mismo.
El aire abanicando su cabello 
y las páginas de su libreta.
La libreta y los trazos de tinta, el bolígrafo, los dedos,
la vida que los mueve, el aire,
las emociones vertidas en el papel,
la experiencia de habitar ahora, aquí.
Lo mismo.

La monja, en su charla de la mañana, dijo:
"Es como nadar en un océano de "yo".
Quién soy yo?
Yo soy tu respiración en mis pulmones, en mi organismo,
cuando inspiro.
Yo soy la energía que proyectas, como el sol que me calienta.
Soy el campo en mi plato,
el trabajo de la hermana que lo cocinó
y la hermana que lo sembró,
la tierra que lo nutrió, la lluvia y el aire
y el sol.
El campo que degusto, en la mesa o en el paseo,
cuando pasa a formar parte de este cuerpo".




Cuando escuchaba las charlas de las monjas de Plum Village,
a veces se preguntaba
"qué hago yo aquí,
en vez de ser una de ellas,
la inmersión cotidiana
en la visión clara".

Y entonces se daba cuenta de que ya era una de ellas.
También era una de ellas.



miércoles, 25 de noviembre de 2020

La salud es contagiosa.

 


Apareció en su pantalla un reportaje sobre la pesca del salmón.
El submarinista le contaba a la periodista la importancia de "matar bien",
"que no se estrese el animal", decía.
"Si se asusta, su carne cambia de color, de textura, de sabor,
y ya no se puede vender a Japón;
es una carne de poca calidad que tenemos que vender más barata a EEUU,
España u otros países menos exigentes."

No es mi intención producir debates morales, aunque el contexto pueda dar pie a varios de ellos.
Me centraré ahora solo en lo que atañe al equilibrio y la salud.

Y es que parece que eso mismo les ocurre al resto de los peces
y otros animales de tierra, o de aire:
Si se estresan, su carne se toxifica en alguna forma,
pierde calidad, pierde salud.
Y lo mismo respecto a las plantas.
Unas plantas maltratadas son plantas enfermas;
no digamos ya si han sido agredidas con productos químicos.

El ser humano no es diferente, en este sentido:
Si se estresa (miedo, preocupación, ansiedad, etc.)
su organismo se ve afectado
y desequilibrado,
tanto como su mente y sus emociones.
Y de la misma manera, mi estrés desestabilizador
puede afectar a otras personas que me rodean,
no sólo emocionalmente sino también físicamente.

Mi estrés puede afectar al color de la carne, la textura, el olor
y la composición en general de mi propio cuerpo
y del cuerpo que tengo a mi lado
o en mi entorno.
Puede debilitar a las personas que me rodean
y enfermarlas,
al tiempo que sucede en mi propio organismo.

Las personas que han hecho de la pesca del salmón su fuente de ingresos
lo saben bien.
Un animal feliz y relajado
significa un cuerpo más saludable
y apreciado (si de ello depende tu economía).

Lo mismo vale para mí
y para ti.




jueves, 19 de noviembre de 2020

Dónde pones la atención?

 


Cuando subió al terrado a tender el edredón, que se ventilara unas horas,
se encontró a la vecina desayunando tranquilamente,
como ajena al ruido ensordecedor de las obras de la fachada.
¿No te molesta el ruido del taladro?, le preguntó.
Pongo la atención en los momentos de descanso entre ráfagas,
respondió sonriente, como si compartiera una broma.
Ella sabía que no lo era.

Pues sí, pensó.
A veces el silencio se oculta bajo la fuerza de un ruido,
pero es cuestión de tiempo,
el ruido siempre acaba y el silencio sigue ahí, estable.
Si pones la atención en los segundos, o minutos, de ruido,
"hay" ruido, "todo" es ruido.
Pero lo único que es estable es el silencio.
Como el cielo claro siempre reaparece
después de las nubes de paso.



Este cuerpo-mente desaparecerá pero la fuente de donde emana permanece.

El sol en mi piel, la brisa del mar en los pulmones y en el riego sanguíneo,
el abrazo del agua o el canto de las gaviotas
aparecen para recordarme la fuente,
para conectarme con el instante eterno,
cuando retorno a los orígenes.

Y entonces todo revela su sentido, cada apariencia:
el viento en las copas de los árboles y en la ropa tendida,
la conversación a unos metros de distancia,
las piedras del camino.
Cada apariencia revela su significado.
En ese instante eterno en que estás en contacto con la fuente.

Y es que (ya lo dijo Milarepa)
la vida
es un libro de dharma.




domingo, 15 de noviembre de 2020

La felicidad era esto.

 



Le tocó el testigo para compartir.
Desde el silencio donde solía instalarse y la escucha activa
(el interés por las historias que se narraban),
se dio cuenta de que se quedaba sin relato personal.
Ningún yo, ninguna vivencia que compartir.
Así que se mantuvo en silencio, esperando a que brotara algo,
si tenía que brotar.
No tenía ningún interés en compartir actividades o conflictos
o pesares cotidianos.
Qué podía compartir?
Apareció la imagen del agua cristalina y un fondo de piedras marinas,
y peces,
el baño de la mañana, la inmersión.
Desaparecer en el agua,
como agua vertida en agua.

En un contexto de relatos de dolor, pérdidas, situaciones difíciles,
miedo
y cierta ansiedad,
no podía permitirse compartir tal frivolidad.
Aunque para ella significara una intensa experiencia de transcendencia
y disolución.

Y entonces se oyó decir:
"¿Y si la felicidad fuera esto?"

Al principio, se dio permiso para evocar la tristeza, el cansancio quizás,
la acumulación de días y días de restricciones
aparentemente limitadoras
de libertad.
Esa tristeza.
Por la tristeza quizás podría conectar
con tanto sufrimiento narrado.



A veces,
cuando aparece la tristeza, o la soledad,
o la pesadez de la experiencia mundana,
de repente aparece esta pregunta:
¿Y si la felicidad fuera esto?
Y en ese instante, aquí y ahora, 
automáticamente
se hace visible la abundancia,
la lluvia de regalos que esta vida me otorga;
ninguno de ellos garantizados para mañana o el día después
pero aquí están,
aquí y ahora.
El cielo claro, las nubes como gigantes copos de algodón
y estos ojos para percibirlas.
El vuelo de las gaviotas, las alas desplegadas,
de paso sobre mi cabeza.
El canto de la tórtola, la voz del viento suave.
Y estos oídos para captar su presencia.
El calor del sol cargando mi organismo de energía,
y un organismo receptor.
Y esta piel para entregarse.
El tiempo detenido, el instante eterno.
La tristeza como un peso pesado en el pecho,
la entrega de la humildad,
la humildad de la entrega.

¿Y si la felicidad fuera esto?

Y lo mismo ocurre con un dolor físico
o emocional,
la ansiedad,
el cansancio,
la preocupación,
el miedo,
la herida.

Aparece la pregunta: ¿Y si la felicidad fuera esto?

Y, asombro! Qué grata sorpresa!
Resulta que sí, que lo es.
El duelo, la pérdida, la soledad
o el rechazo.
Ninguna diferencia.
La felicidad era esto, también.

El mismo sabor.




jueves, 12 de noviembre de 2020

¿Y si la felicidad fuera esto?



¿Y si la felicidad fuera esto?
Era el título de algo, una novela quizás.
¿O lo había escrito ella misma, tiempo atrás?
El caso es que se quedó como un mantra recurrente.

¿Y si fuera esto?
El sol de otoño en la piel, su calor
reconfortante.
El viento en la ropa tendida y limpia.
Las nubes como copos de algodón sobre un cielo azul claro.
Estos ojos,
capaces de ver un paisaje de hojas caídas en un hayedo,
la salida del sol en el mar
y el cielo de colores en la hora violeta.
Estos ojos que contactan con un haiku
y estalla el milagro,
ese estado de alteración de la conciencia.

¿Y si la felicidad fuera esto?
Esta tristeza, como un mar sereno,
como la quietud de un lago.
Este silencio tan habitado.
Esta presencia, cuando todo está aquí.
Esta noche oscura,
esa luz tan mágica
de la oscuridad.




En las reuniones on line, puede apreciar cómo la imagen de su pantalla personal
va oscureciéndose conforme cae la tarde.
Alguien de la sangha le pide que encienda la luz, que no se la ve,
que está demasiado oscuro.
Pero a ella le gusta la luz natural del día
y la luz natural de la noche.
Quién ha dicho que en la noche no hay luz?
En la noche hay la luz de la noche.

Como una gata, ha adaptado sus ojos a ver en la noche
y a apreciar la luz de la noche. Tal como es.
La luz de la luna,
la luz de las estrellas
o la luz que desprenden las nubes.
El cielo, el aire,
están impregnados de luz,
también en la noche.

Le gusta estar receptiva a la luz natural. Tal cual es.
Tal como son las cosas.




domingo, 8 de noviembre de 2020

La impermanencia también es una ilusión.

 


Querido amigo:

Parece que tengo tendencia a quedarme con los ecos del final,
en cada uno de nuestros encuentros.
En este caso, que tengo una fuerte inclinación a la estabilidad (aún suponiendo que eso no existe).
A quedarme donde estoy y explorar un poco más.
Al asombro de descubrir cada día lo que ya es estable ("estable") en mi vida.
Para compensar, 
aparecen en mi escenario cercano un buen número de personas vata,
el reto de la impermanencia y el cambio.
La prueba del algodón del desapego.

Pero en lo personal, no suelo sentir que ya conozco lo cercano y necesito cambiar,
de ahí esa tendencia a la lealtad (como tu la llamas).
Parece que aún no he llegado a conocer el aburrimiento de lo conocido. 

No sé si me expreso con claridad.







Es como si tuviera una intuición de la permanencia,
una llamada muy fuerte a (o desde)
la estabilidad. 
Es algo diferente a la "ilusión" de la permanencia,
es más bien como la certeza de la permanencia. 
Como si hubiera cosas (las únicas que me importan, realmente)
que nunca podrán cambiar, que son eternas. 

En una entrevista a Olga Manzano,
me dijo algo que resonaba con esta tendencia mía
que no sé acabar de explicar. 
En sus palabras, decía que a esta experiencia humana llegamos
con un montón de nudos por resolver, y éstos van cambiando.
Pero los "lazos de amor" son indisolubles, decía.
No se pueden romper, por muchas aventuras vitales (muchas vidas) que transites. 
Eso que decía se parecía mucho a esa llamada que siento de "eso" estable. 
El amor (el de verdad, esa experiencia) no cambia,
no puede ceder al desamor o a "las leyes de la impermanencia". 

Cómo se vive esto desde lo cotidiano? 
Por ejemplo, que si te enamoras de lo que pasa por tu vida, ya es eterno.
No hay impermanencia que valga.
No puede cambiar.
Ya está aquí para siempre.

 Así que este tema de la impermanencia es otro de los dogmas budistas que me ha costado aceptar.
Y confrontar. 
La ley de la impermanencia sólo es válida para aplicarla a lo ilusorio.
Como la primera Noble Verdad (la vida es sufrimiento)
sólo es válida en nuestra experiencia de seres dormidos. 
Cuando despertamos (aunque sea solo una milésima de segundo)
sabemos que no es real.
Ya no vale.

La impermanencia también es una ilusión. 😍







viernes, 6 de noviembre de 2020

Cambia el orden de las 4 Nobles Verdades.

 


¡Dios, qué peligro, los relatos!
Los que nos cuentan
y los que nos contamos.

Amaneció soleado y ahí estaba, entre sol y sombra en el terrado,
desapareciendo en la ofrenda del desayuno.
Siempre desaparecemos en cualquier relación de amor.
Te entregas a que el mundo entre en ti
y en el regalo aceptado, desapareces.
Inspiras y aceptas la ofrenda de la vida,
espiras y te ofreces,
y en el interser
ya no hay partes.

Entonces le llegó ese chivatazo sobre la charla en directo de la hermana Annabel, desde Plum Village.

La hermana Annabel es esa monja a quien escuchó expresar, ahí fuera, su íntimo secreto
(como una transgresión inconfesable),
compartido a voces.
Le habían encargado la tarea de hablar sobre las 4 Nobles Verdades.
A ella, que no conocía a la hermana Annabel
y ya estaba un poco saturada de las vueltas a las 4NV,
le parecía que prometía aburrimiento.
Entonces la oyó decir, sobre la 1ªNV:
"¿Por qué iba a decir Buda, un ser iluminado, 
que la vida es sufrimiento?"

Ella alució por un instante.
¿Esta monja cuestionando el dogma budista?
Dando voz a sus propios cuestionamientos.

Luego se lo escuchó también a Thay Doji en uno de sus retiros:
"Sobre las 4NV, puedes alterar el orden de los factores
y no cambia el resultado".

Lo dijo como en tono de broma pero a ella ya no le sorprendió,
como la primera vez que se lo escuchó a la hermana Annabel.

Prueba a cambiar el orden de las 4NV:

1ªNV: La vida es nirvana.
2ªNV: Y el óctuple sendero es la forma de vivir/ser.
3ªNV: Pero si caes en la ignorancia
(la ilusión del ego separado, que da lugar a los deseos y aversiones
que producen tanto miedo y dolor)
4ªNV: (Desde esa ignorancia), la vida es sufrimiento.

Parece lo mismo pero no es igual.



En plena pandemia (el miedo, el confinamiento),
la hermana Annabel hablaba del mundo que creamos,
de las maravillas del mundo que creamos en nuestra mente,
a pesar del sufrimiento que nos infligimos,
y los retos, tan duros a veces.
Y habló de la depresión, ese dolor profundo,
y, ante esa experiencia, cómo buscaba ella los pensamientos
y las tendencias
que nutren ese dolor (la depresión),
o cualquier otro.

Identifica y reconoce
los pensamientos y tendencias
que nutren la experiencia que vives.
Sea la que sea.



Da igual la pesadilla más horrorosa que parece que estás creando,
también estás creando oasis de paz para un respiro:
Quizás tienes ojos para ver,
y piernas para caminar,
y piel sensible a la caricia del aire y el sol,
capacidad de respirar para experimentar el interser
que somos.
Quizás tienes salud y comida
y una casa como refugio.
Quizás tienes alguien a quien amar
(aunque sea la gaviota al vuelo o el canto de la tórtola sobre la chimenea,
o los árboles de tu calle, que absorben el dióxido de carbono y te regalan el oxígeno
que necesitas).
No lo dejes pasar.
Porque "es de malnacidas ser desagradecidas",
como solía decir una amiga de la infancia.

Yo no sé tú, pero para mí
hoy es un día para la celebración.
Y mañana también.