jueves, 25 de diciembre de 2014

La luz de la tarde.




La luz de la tarde.
Le gusta despedir el día, tan largo siempre.
Le gusta la luz
de la tarde.
Desvaneciéndose lenta, imperceptiblemente.
Que ilumine
cuando se va el día.
Sueña irse ella, también, en medio de una gran luz.
No me refiero a una luz literal.
De hecho, ella prefiere las gamas grises y suaves pasteles,
que no la cieguen,
que le permitan la serenidad.
El descanso cómodo en el camino medio,
sin frío ni calor,
sin el sol deslumbrante ni la oscuridad claustrofóbica.
Le gusta sentir esa experiencia en su corazón aun cuando las circunstancias externas se disparan.




Así que sueña irse como la tarde,
con la luz apacible, suavizándose fotograma a fotograma,
el silencio del recogimiento.
Quizás las voces de paso de las niñas a la salida del colegio.
La vida continúa en algún lugar pero ella suelta
y se dispone a descansar.
Y no desea estar en ningún otro sitio o que las cosas sean de otra manera.




Sueña con irse como la tarde, como la luz de la tarde,
con la luz del amor y la confianza, sin miedo.
Sin deseos de estar aquí o allá.
Satisfecha
de haber dejado en orden sus cosas.
Como si estuviera en sus manos poner orden en los corazones de quienes se quedan.
Poner paz.




Seguirán juzgándola cuando se haya ido?
Aun entonces, será tan difícil perdonar?
Por el bien de las personas que ama tanto, espera que no.
Por su paz interior.
Para que puedan poner fin a este karma de amargura en el linaje.
Es cuestión de vida o muerte.

Aprender a perdonar, definitivamente, el perdón radical,
es cuestión de vida
o muerte.







miércoles, 24 de diciembre de 2014

Navidad del 2014




La embriaguez del aroma del café recién molido.

Embriaguez de navidad.

(La embriaguez se manifiesta en nuestra percepción de todas las situaciones y de todas los objetos y todos los seres, inundándolos;
como el amor lo inunda todo,
porque ya se sabe que "el amor ama amar;
no es nada personal"  :)


Embriaguez de navidad, de aproximación a la familia (el mayor reto), a todos los seres.
Embriaguez de generosidad. De buenos propósitos de vida nueva.
Cada instante nace una nueva oportunidad. Una nueva vida.





Ella ha aprendido a amar los ritos (navidad, año nuevo, aniversarios, el día de la madre o del padre, de la mujer...), porque mantienen viva la memoria, sí, pero también porque a veces llegan como una explosión de semillas que se estaban gestando, como brotes tímidos que iban apareciendo últimamente, casi sin identificar. Y de repente está ahí el ritual, en el calendario, y todo aparece con claridad. Vida nueva. Toca materializar los buenos propósitos.





La embriaguez que te hace fuerte
y capaz,
y lo sabes.
Lo recuerdas. Que eres capaz.
De sacar tu mejor yo
("Ése que tú no ves y yo veo, nadador por tu fondo, preciosísimo").

Era navidad, 16 años, en un pueblo del sur, como una cárcel, como una condena, pero no perpetua. Había una salida. Indefinida, pero allí estaba. Lo sabía por los versos de Pablo Neruda y las confidencias de Henry Miller. Y aquel libro, "Suecia, infierno y paraíso". Hay otros mundos en este mundo. Y tú también los descubrirás.
Lo sabía por el viento, que escuchaba desde su cuarto, con la ventana cerrada, la voz del viento cargada de promesas, anunciando la llegada de algo, como un príncipe rescatador.
(Más tarde descubriría que el príncipe que soñaba era ella misma).
Entonces llegó él, materializado ahora su propio proyecto de futuro, en la forma de un él, y le dijo:
"Perdona el dolor; es que quiero sacar de ti tu mejor tú, ése que tú no ves y yo veo, nadador por tu fondo, preciosísimo" (Pedro Salinas).
Era navidad y tenía 16 años.





El aroma del café aún ocupa la casa.
Sólo toma un café al día pero la ocasión está siempre cargada de un profundo ritual.
El poeta de su barrio invitaba a no dosificar los placeres, "si puedes, derróchalos", pero ella era más de derrochar el placer de la austeridad. Disfrutar lo pequeño, lo que a menudo no se ve, lo que aparece, y lo que no aparece. A veces disfrutaba el ayuno. El placer de irse a la cama con el estómago vacío. Esa experiencia de fortaleza.
Cuando Sidharta quiso volver al mundo y le preguntaban qué sabía hacer, él decía: meditar, esperar y ayunar.
A los oídos de los empresarios no sonaba muy productivo pero él sabía que no había nada que diera más frutos.




Una vez apareció una familia espiritual, una sangha.
Como el primer amor. Fue como entrar en una nave de viaje al nirvana.
Allí nadó por su fondo, su propio fondo, preciosísimo, y conoció a su mejor yo mientras el otro se iba diluyendo.
En cada risa, el antiguo yo se hacía más y más pequeño; cada carcajada reducía más y más aquel viejo ego, tan conocido.
De repente, sentía los estirones de crecimiento a través de la risa, y no del dolor, como le habían contado.
Ni un sólo golpe de la vida dolía; cuando aparecía alguna dificultad, un ataque personal o a sus supuestos intereses. Incluso cuando perdía a alguien muy querido (una navidad), ella lloraba el dolor del duelo pero también se partía el pecho con Shariputra, "Samsara me hace reír".
Algun@s compañer@s de camino a veces pensaban que no se tomaba el viaje en serio.
No sufría tanto como se suponía que debía sufrir (1ª NV: La vida es sufrimiento).
¿Acaso no era consciente del profundo sufrimiento de los infiernos de las innumerables vidas futuras?
Pero ella, en lo más profundo de su corazón sabía que el amor destruye todos los maras y disuelve todos los infiernos.
Lo sabía porque cada vez que aparecía un espíritu maligno o un infierno en su vida, ella lo veía disolverse a golpes de risa, como un cubo de agua bendita, apagando el fuego.



No son los Budas ahí fuera quienes proyectan las bendiciones que nos protegen de los peligros del samsara, es el amor aquí dentro.

Y no te equivoques y pierdas el tiempo buscando el amor fuera (que me amen) porque lo único que te protege es tu propia experiencia interna. Es el amor que generas.
Las experiencias de los demás son cosa suya.





Así que su primera familia espiritual se hizo un hueco en su corazón para siempre, como el primer amor (y el segundo, y el tercero; en realidad son el mismo, una manifestación de diferentes aspectos del mismo amor).
Pero tuvo que seguir adelante.
Se quedaba atrás, con la navidad, y empezaba un año nuevo, una vida nueva.
No lo decidió ella (tan feliz en su zona de confort, en su refugio tan "cozy", como le decía su amigo espiritual, nadador por su fondo, preciosísimo).
No lo decidió ella, cómodamente instalada; lo decidió la vida, una vez más.
La vida, la gran aliada.
Mientras vivimos la hipnosis de la separación y la soledad, la vida (el karma, el Tao, Buda, Dios, llámalo como quieras), como una madre paciente, sigue ahí, cuidándonos y tomando las mejores decisiones. Aun cuando duela.




Pero después de un primer amor que tienes que dejar para seguir adelante, llega otro.
Y antes de que te des cuenta es tan profundo como el primero; quizás un poco más sabio y más libre.
En realidad son el mismo, una manifestación de diferentes aspectos del mismo amor.
Y es que el amor ama amar, como dice Mooji.
No es nada personal.





lunes, 22 de diciembre de 2014

Los 14 entrenamientos del maestro zen Thich Nhat Hanh.





No existe el ser
sino el interser.
Todo existe en interdependencia
de lo demás.
Nada existe inherentemente, separado de lo demás,
sino que son manifestaciones de un interser colectivo.







Los 14 entrenamientos de la Plena Consciencia de la Orden del Interser.


Estas propuestas para la vida diaria están planteadas para ser como la antorcha que guía nuestros pasos, la barca que nos transporta en este viaje humano, el maestro que nos guía.
Nos permiten entrar en contacto con la naturaleza de "interser" de todo lo que se manifiesta y comprobar que la felicidad propia no está separada de la de los demás seres.
El interser no es un concepto, es una realidad que puede ser experimentada  de forma directa en cualquier momento.
Los 14 entrenamientos de la Plena Consciencia nos ayudan a cultivar la concentración y la visión profunda que nos liberan del miedo y de la ilusión de separación del resto de los seres.

Puedes tomártelo, si quieres, como una propuesta (o 14 :) para los propósitos de año nuevo.





Primer Entrenamiento: Apertura vs dogmatismo adoctrinador.

Conscientes del sufrimiento creado por el fanatismo y la intolerancia, tomamos la determinación de no ser idólatras (no caer en la adoración de imágenes, del tipo que sean) ni aferrarnos a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluidas las budistas. Las enseñanzas budistas son medios que nos guían para ayudarnos a observar profundamente y a desarrollar nuestra comprensión y compasión. No son doctrinas por las que debamos luchar, matar o morir.
Entendemos que el fanatismo, en sus diversas manifestaciones, es el resultado de una percepción discriminatoria y dualista de la realidad.
Nos entrenamos para mirar lo que aparece ante nosotr@s con apertura y la visión del interser, de forma que no caigamos en el dogmatismo y podamos transformar la violencia en nosotr@s mism@s y en el mundo.


Segundo Entrenamiento: No-apego a puntos de vista.

Conscientes del sufrimiento creado por el apego a nuestros puntos de vista y percepciones erróneas, tomamos la determinación de evitar ser intolerantes y aferrarnos a nuestros puntos de vista actuales. Aprenderemos  y practicaremos el no-apego a nuestros puntos de vista para poder abrirnos a las experiencias (incluidas las experiencias que viven los animales utilizados como productos de consumo) y a las comprensiones y puntos de vista de otras personas. Somos conscientes de que el conocimiento que poseemos actualmente no es inmutable ni verdad absoluta. La verdad se encuentra en la vida, y observaremos la vida, dentro y alrededor de nosotros, en cada momento, preparad@s para aprender lo que nos tiene que enseñar.


Tercer Entrenamiento: Libertad de pensamiento.

Conscientes del sufrimiento producido al imponer nuestros puntos de vista a otros seres, tomamos la determinación de no forzar a l@s demás, ni siquiera a nuestr@s hij@s, por ningún medio, (ya sea por autoridad, amenaza, dinero, propaganda o adoctrinación) a adoptar nuestros puntos de vista. Respetaremos el derecho de l@s demás a ser diferentes y a elegir qué creer y cómo decidir. Sin embargo, nos prestaremos a ayudarles a renunciar al fanatismo y a la intolerancia a través de un diálogo compasivo.


Cuarto Entrenamiento: Consciencia del sufrimiento.

Conscientes de que la observación profunda de la naturaleza del sufrimiento puede ayudarnos a desarrollar compasión y a encontrar salidas al sufrimiento, tomamos la determinación de no cerrar nuestros ojos ante el dolor. Nos comprometemos a encontrar formas, incluyendo el contacto personal, imágenes y sonidos, para estar en contacto con aquéllos que sufren, para así poder comprender su situación en profundidad y ayudarles a transformar su sufrimiento en compasión, paz y alegría.


Quinto Entrenamiento: Vida simple y sana.

Conscientes de que la auténtica felicidad esta arraigada en la paz, la solidez, la libertad y la compasión, y no en la riqueza o la fama, tomamos la determinación de no centrar nuestra vida en la fama, el beneficio, la riqueza o el placer sensual, y en no caer en la tentación de acumular propiedades mientras que millones pasan hambre y mueren. Nos comprometemos a vivir con sencillez, compartiendo nuestro tiempo, energía y recursos materiales con aquéllos que están en necesidad. Practicaremos un consumo consciente y responsable, no haciendo uso de intoxicantes, drogas o cualquier otro producto que aporte toxinas a nuestro cuerpo y consciencia, o al cuerpo y la consciencia colectivos.


Sexto Entrenamiento: Manejando la cólera.

Conscientes de que la ira bloquea la comunicación y crea sufrimiento, tomamos la determinación de cuidar de la energía de la ira cuando surja en nosotros y de reconocer y transformar las semillas de ira que duermen en lo profundo de nuestra consciencia. Cuando surja la ira en nosotr@s, optaremos por no hacer o decir nada. Practicaremos la respiración consciente y el caminar consciente, reconociendo, transformando, abrazando y observando profundamente nuestra ira. Y aprenderemos a contemplar con la mirada de la compasión a aquéllos que creemos que son la causa de nuestra ira.


Séptimo Entrenamiento: Viviendo en el momento presente.

Conscientes de que la vida está disponible únicamente en el momento presente y de que sólo es posible vivir felizmente en el aquí y el ahora, nos comprometemos a entrenarnos para vivir en profundidad cada momento de nuestra vida diaria. Intentaremos no perdernos en la dispersión o dejarnos llevar por preocupaciones sobre el pasado o el futuro, ni por el ansia, la cólera y los celos en el presente. Practicaremos la respiración consciente para volver a lo que ocurre en el momento presente. Tomamos la determinación de aprender el arte de vivir con atención plena, contactando con los elementos maravillosos, refrescantes y curativos que están en nuestro interior y a nuestro alrededor. Alimentando las semillas de alegría, paz, amor y comprensión en nosotr@s mism@s, facilitando así el trabajo de transformación y la sanación  en nuestra consciencia.


Octavo Entrenamiento: Comunidad y comunicación.

Conscientes de que la falta de comunicación siempre conlleva separación y sufrimiento, nos comprometemos a entrenarnos en la práctica de la escucha compasiva y del habla amable. Aprenderemos a escuchar profundamente, sin juzgar ni reaccionar, y nos abstendremos de pronunciar palabras que puedan crear discordia o causar una ruptura en la comunidad. Haremos todo lo posible por mantener la comunicación abierta y reconciliar cualquier conflicto por pequeño que sea.


Noveno Entrenamiento: Habla veraz y amable.

Conscientes de que las palabras pueden causar felicidad o sufrimiento, nos comprometemos a aprender a hablar constructiva y sinceramente, utilizando sólo palabras que inspiren esperanza y confianza.
Tomamos la determinación de no mentir por interés personal o para impresionar a la gente, y tampoco pronunciaremos palabras que puedan causar división u odio. No difundiremos noticias de las que no sepamos su certeza, ni criticaremos o condenaremos cosas de las que no tenemos seguridad.
Haremos todo lo posible para denunciar cualquier situación de injusticia, incluso cuando al hacerlo pongamos en peligro nuestra propia seguridad.


Décimo Entrenamiento: Protegiendo a la Sangha.

Conscientes de que la esencia y el propósito de una Sangha es la práctica de la comprensión y la compasión, tomamos la determinación de no usar la comunidad budista para nuestro propio beneficio ni transformarla en un instrumento político.
Una comunidad espiritual deberá, sin embargo, tomar una posición clara en contra de la opresión y la injusticia y se esforzará por cambiar la situación sin involucrarse en conflictos partidistas.


Decimoprimer Entrenamiento: Modo de vida correcto.

Conscientes de que nuestro planeta y nuestras sociedades han sido objeto de gran violencia e injusticia, nos comprometemos a no vivir con una vocación que perjudique a los humanos, a los demás seres o a la Tierra. Haremos todo lo que este en nuestras manos para elegir una forma de trabajo remunerado que nos ayude a hacer realidad nuestro ideal de comprensión y compasión.
Conscientes de las realidades sociales, económicas y políticas globales, actuaremos responsablemente como consumidores y ciudadan@s, no invirtiendo o consumiendo productos de compañías que priven a otros seres de la posibilidad de vivir dignamente.


Decimosegundo Entrenamiento: Reverencia a la Vida.

Conscientes del sufrimiento causado por la guerra y los conflictos, tomamos la determinación de cultivar la no-violencia, la comprensión  y la compasión en nuestra vida diaria. Promoviendo una educación por la paz, la mediación y la reconciliación en familias, comunidades, naciones, y en el mundo. Tomamos la determinación de no matar y no permitir que otros maten. Practicaremos diligentemente la observación profunda de la realidad con nuestra Sangha para descubrir la mejor manera de proteger la vida y prevenir la guerra.


Decimotercer Entrenamiento: Generosidad.

Conscientes del sufrimiento causado por la explotación, la injusticia social, el robo y la opresión, nos comprometemos a cultivar la bondad y a aprender formas de trabajar para el bienestar de personas, animales, plantas y minerales. Practicaremos la generosidad compartiendo nuestro tiempo, energía y recursos materiales con aquéllos que estén en situación de necesidad. Tomamos la determinación de no robar ni poseer nada que pertenezca a otros. Respetaremos la propiedad de los demás, pero intentaremos, sin embargo, prevenir que los demás se aprovechen del sufrimiento humano o del sufrimiento de otros seres.


Decimocuarto Entrenamiento: Conducta correcta.

Conscientes de que las relaciones sexuales motivadas por un deseo compulsivo no pueden disipar el sentimiento de soledad, sino por el contrario crear más sufrimiento, frustación y aislamiento, tomamos la determinación de no involucrarnos en relaciones sexuales sin mutua comprensión, amor y un compromiso a largo plazo. En las relaciones sexuales, debemos ser conscientes del sufrimiento futuro que pueda ser causado, en un@ mis@ o en otras personas. Sabemos que para preservar nuestra felicidad y la de las demás debemos respetar los derechos y los compromisos tanto propios como ajenos. Haremos absolutamente todo lo posible para proteger a la infancia de abusos sexuales y prevenir que parejas y familias se rompan por una conducta sexual inapropiada o desconsiderada. Trataremos nuestro cuerpo con respeto y preservaremos nuestras energías (sexual, aliento y espirítu) para la realización de nuestro ideal Bodhisatva. Tomaremos consciencia de la responsabilidad de traer nuevas vidas al mundo, y meditaremos sobre el mundo al cual estamos trayendo nuevos seres.



(Extraídos de 
la página de 
la sangha de Thay 
en Valencia).





















lunes, 15 de diciembre de 2014

Un sólo instante de presencia bastaría.





Lluvia.
Como un retiro.
Como esa vida de clausura que soñaba de pequeña;
ella, que también soñaba bambas y tejanos y mochila ligera a la espalda y el mundo bajo los pies.
Mañana parará de llover y tocará el sueño del mundo bajo los pies.
Hoy toca recogimiento y retiro.
La cortina de agua, la lluvia de nubes, cuando las nubes se disuelven en néctar y ambrosía.
Entre sus montañas de libros apilados apareció Nagaryuna.
"Una gota de ambrosía para todos".
Eso fue ayer. Y hoy llueve nubes de gotas de ambrosía. Bendita lluvia.




Se despierta lentamente, con el sonido de la lluvia.
Hoy no hay que correr camino de la bici, antes de que se acabe el último cruasán de almendras de la cafetería de la playa.
Se levanta lentamente.
Lava sus manos, sus ojos, su boca; se limpia por fuera y por dentro.
Se vacía de los sueños de la noche y del día, de ayer, de antes.
Para ofrecer una presencia limpia y ligera al nuevo día que ya se despliega.




El vaso de agua con limón, despertando los órganos internos, desperezando el hígado,
mientras prepara la mesa sin prisa.
El café, las tostadas tiernas, el aceite de linaza y el azúcar oscuro.
Pan, aceite y azúcar, café y agua. No necesita más.



Aun en los retiros, cuando ella era la encargada de preparar aquellos desayunos copiosos (panes, frutas, cereales, leche de quinoa, de avena, de arroz, de alpiste, tahini, quesos, aceites y tomates, sal del Himalaya y azúcar de caña, mermeladas, mieles variadas, café, té, infusiones de especias...), aun entonces, desplegado el primer ágape del día para la sangha, ella se sentaba con su café y pan, aceite y azúcar. Como en la infancia, como en su vida universitaria, cuando no había más.
Aún ahora le parece suficiente.


Disfruta de lo suficiente, embriagada por el sabor amargo del café solo y las semillas disueltas en su campo de trigo endulzado por la caña de azúcar oscura.
Con la banda sonora de la lluvia y el tictac del reloj.
Esta abundancia.





Hace tiempo, por Sant Jordi, la sangha había preparado en la calle una mesa de libros a la venta, todos del mismo autor y guía espiritual.
Ella miraba el inspirador muestrario de portadas coloridas, como cofres llenos de tesoros.
Pensó en voz alta: Cuántos viajes, en cada ejemplar.
Entonces alguien a su lado dijo:
Sí, pero uno solo bastaría, si lo leyéramos de verdad.

Uno solo bastaría, recuerda ella a menudo.
Siente que un sólo instante bastaría.

Lava los cacharros del desayuno con el agua justa, la temperatura justa.
Extiende el edredón sobre el futón y distribuye los cojines.
Dobla la ropa de anoche, el jersey de lana con olor a "amber musk jamid", que guarda entre la ropa, en el armario.
Cada aroma en sí mismo (un sólo aroma) es como el libro más profundo revelado por el mismísimo Buda.




Un libro basta para despertar, si lo leyera de verdad, con entrega y atención.
No necesita leer todos los libros del mundo.
Mientras se mantiene entretenida con todas las lecturas del mundo pierde la presencia definitiva de un sólo verso.

Un sólo aroma basta para abrir la puerta, los ojos, el corazón.
Un sólo sonido basta para despertar.
Con el clic de una gota sobre el cristal basta para despertar.
Con un sólo sabor plenamente degustado basta.
Uno, en este instante.

Siempre es uno en este instante.
Excepto si lo pierdes.
Con la experiencia de la toalla caliente en las manos, o el agua fría en el rostro.
Con estar presente en un sólo instante bastaría para comprender, para darse cuenta,
para despertar.
En este preciso instante.

No se necesita más.






domingo, 7 de diciembre de 2014

Cuál es tu linaje?





A veces le preguntan cuál es su tradición, el linaje que sigue y practica, y quién es su maestr@.
Y ella piensa,
cuál es mi tradición?
Y ve una línea que se pierde en el sin-principio de los tiempos, mucho antes del Big Bang, como una línea vertical en el tiempo.
Cuál es su linaje?
Piensa, y ve una conexión que le une a todos los seres, a todos los objetos que aparecen en este preciso instante, los que ve y los que no ve, los que se manifiestan y los que están potencialmente, como una línea horizontal en el espacio.
Si tiempo y espacio existieran.
Y no puede mencionar ninguna tradición, ningún linaje separado, porque sería sólo una parte de su linaje.




Y quién es su maestro?
Piensa
y aparece un nombre, pero también otro, y otro, personas sabias y compasivas que se han cruzado en su camino.
Pero luego recuerda a alguien que no parecía un maestro o una maestra, presunt@s adversari@s de los que tanto aprendió, tan claves en su vida.
Y aparecen objetos y situaciones, a veces radiantes, inspiradoras, y a veces hostiles.
Y reconoce que su maestr@ está en todas partes, en cada objeto y situación, en cada apariencia.
Porque no está separada. Tampoco.




Como cuando el discípulo devoto invitó al maestro a una cena abundante en su casa, y en la espera llamó a la puerta una mendiga con hambre, y un viajero cansado, y un perro con frío. Y al día siguiente le preguntó al maestro por qué no había acudido a la cita. Y él le respondió que se había presentado tres veces.



Como cuando Asanga permaneció 12 años encerrado en una cueva en meditación solitaria, esperando ver a Buda Maitreya. hasta que se cansó, decepcionado, y abandonó la cueva y se encontró con una perra moribunda cubierta de gusanos sobre las heridas, y la compasión le llevó a retirar los gusanos de su cuerpo, uno a uno, con la lengua, para no causar dolor en las heridas ni dañar a los gusanos. Y la perra se convirtió en Maitreya. Dónde has estado todo este tiempo?, le preguntó Asanga, he pasado 12 años esperándote. Y el Buda le respondió: Siempre he estado a tu lado, pero tú no me veías.



Y es que, quizás, a veces, son los seres, los objetos, las situaciones, las que nos ayudan a ver a Maitreya. Cuando en soledad no tenemos la capacidad de encontrarle.
Porque, quizás, Maitreya está en todas partes, en todos los seres, los objetos, las situaciones, y en los no-seres, los no-objetos y las no-situaciones.
Y cada cual lo ve donde puede.
En soledad.
O en compañía.


sábado, 6 de diciembre de 2014

El dojo está en todas partes.






Querida amiga:

Hoy tienes un reto precioso delante de ti. Y yo también.  :)
Un día de lluvia y frío, pero nos pondremos nuestros abrigos y guantes y bufandas (el "impermeable") y al final del día nos felicitaremos por nuestra fortaleza.
Ya sabes cómo soy yo, así que, también, encontraré el momento para dejar caer los abrigos y guantes y bufandas y todo lo demás, para entregarme al aire frío y a los brazos fríos del mar -"abriendo pecho", ya sabes.
En cada instante de afrontar vientos y tempestades, da igual cómo, viviremos la alegría porque sí, porque el viento nos hace fuertes.


Cuentan de Guichin Funakoshi (considerado el fundador del kárate) que cuando era un niño en Okinawa, isla de fuertes vientos, cuando soplaban los fuertes temporales solía subirse en lo alto de su tejado y dicen que desafiaba al viento.
Él no lo cuenta como un desafío ("Karate-do: My way of life") sino como una alianza con el viento; cuando el viento aparecía, él entrenaba su equilibrio y su kimé. El viento y él, compañeros de entreno, aliados en la vida.








Cuando ella estaba embarazada de 7 meses dejó su ciudad y sus clases de kárate. En su nuevo hogar, el gimnasio cercano le ofrecía yoga y natación pero no artes marciales en su avanzado estado de gestación.
Le escribió a su amiga:
Echo de menos nuestro entreno pero ahora anticipo el momento del parto como una clase intensiva, de recuperación de todas las clases perdidas, donde tendré la oportunidad de descubrir el auténtico color de mi cinturón.



El dojo está en todas partes.
El dojo (el lugar donde se aprende, donde un@ se entrena y experimenta) está en todas partes.
Como el Buda, el Dharma y la Sangha están en todas partes.


Su maestro de kárate solía decir: El arte marcial se manifiesta en todo lo que haces. El artista marcial manifiesta su arte en todo lo que hace, dice y piensa, en cómo se mueve, cómo mira...
Tal como Funakoshi lo expresó en el título de su libro autobiográfico, Kárate: Mi forma de vida.

Y su maestro del dharma le decía que la práctica de la atención plena estaba en la mesa, a la hora de comer, en el caminar, en el respirar... en todas partes.
En ese instante en el que consigues estar plenamente presente (aquí y ahora), ahí está la iluminación, el despertar.
No es necesario buscar en otro lugar, viajes espirituales, iniciaciones, rituales, ofrendas, postraciones, oraciones, sacrificios... Especialmente si todo eso no es más que una manera de mantenerse ocupad@s (lo llaman "pereza activa") para no estar donde estás y ser quien eres, donde ya está todo.




Su maestro de kárate y su maestro del dharma le decían lo mismo.
Y es que quizás no hay maestros separados, ni dharmas separados.
Porque cada cosa que encuentras en la vida te está diciendo cómo son las cosas,
si lo quieres oír.





jueves, 4 de diciembre de 2014

Noche de lluvia.






El sonido de la lluvia sobre el balcón,
el motor de la calefacción de alguna casa vecina.
Las ruedas de un coche sobre el suelo mojado.
Diciembre.
Esta tarde no cogerá la bicicleta camino del dojo, camino de la playa.
Anoche mismo miraba la espuma blanca en la orilla,
como volantes del vestido de mar, cuando el océano se encuentra con la tierra y las olas van a morir en la orilla, como un orgasmo explosivo.
De pie, desnuda, dejaba que las olas la alcanzaran.
Sólo veía la espuma blanca al romper junto a sus pies, como un ave fénix, como festivos fuegos artificiales, como morir para encontrar la vida, en un instante en disolución.
Desnuda ante la espuma que rompía en sus pies, sus piernas, su vientre, sus senos.
Más allá de la espuma blanca, la oscuridad como un pozo sin fondo.
Eran las olas altas o bajas, fuertes o suaves?
Sólo oscuridad.
Y se quedó de pie ante la espuma de luz, sin entregarse a sus brazos de agua, a su cuerpo de océano.
Luego se dio la vuelta, cogió el anorak sobre la arena y cubrió su cuerpo camino de la piscina y allí sí, se sumergió bajo los ojos abiertos de las estrellas, que un día fueron.




Hoy escucha el juego de la lluvia repiqueteando en el suelo de su balcón, sentada en el futón, entre cojines y el edredón, mientras lee la historia del monje de Plum Village.

Dat Phan le regaló su historia escrita, en señal de gratitud por el hospedaje.
Contemplations & Confessions. As Is.

Y esta noche ella camina de la mano del ex-monje,
recorriendo la trayectoria de un buscador,
hasta que dejó de buscar para empezar a vivir
esta vida humana sagrada.
Aquí y ahora.
As it is.


domingo, 23 de noviembre de 2014

Libros reliquias.







Se acercó a ella mientras meditaba, sentada en la orilla con la  mirada perdida en la espuma a ratos, a ratos en el horizonte y a ratos en las pequeñas olas, tan impermanentes.
Él se acercó en silencio, se sentó a su lado y dijo:
¿Quieres saber los tres libros más importantes que he leído en mi vida?
Ella le miró, con escaso interés.
Uno, porque se sentaba en la orilla a fundirse con el silencio.
Y dos, porque ya hacía casi 30 años que se cruzaba con él por el mismo polideportivo; al principio, durante largos años, le veía jugando con las velas de cualquier juguete de mar, o sin velas, con cualquier juguete de mar, o sin juguete, con el mar. En los últimos años, sin embargo, solía encontrarlo más a menudo tumbado en una hamaca del solarium de la piscina, leyendo algún libro. A veces ella se cruzaba con él, de paso al mar, y le decía: Ah, mi lector favorito!...
Solía ver en sus manos portadas de novela negra, ensayos políticos, históricos o económicos.
Así que cuando él le dijo ¿Quieres saber los tres libros más importantes que he leído en mi vida?, ella le miró sin curiosidad y sin invitarle a continuar. Pero aún así, él continuó:
El primero, "Los ojos del hermano eterno", de Stephan Zweig; el segundo, Narciso y Goldmundo, de Herman Hesse, y el tercero...


Cuál dijo que era el tercero? Ella había dejado enganchada su atención en el primer título.
Como si le leyera el pensamiento, él empezó a contarle de qué iba el argumento de "Los ojos del hermano eterno", y ella pensó ¿No era ese libro del que hablaba JM ayer, en el compartir de la sangha? La lectura del libro en el tren, que le había hecho llegar tarde a la meditación. Su invitación a que no dejáramos de leerlo si se diera la ocasión.
Si quieres, te lo traigo -dijo el amigo. Y ella dijo vale.
Y al día siguiente lo trajo, y ella lo leyó de un tirón; no, de dos tirones.
Y al día siguiente se lo devolvió. Si quieres, puedes traerme el segundo.
Estaba fascinada con el descubrimiento de su viejo amigo, conocido de casi 30 años.
Porque nunca habría podido imaginar que un libro como ése estuviera en la lista de "las lecturas importantes de su vida" (en el primer lugar de la lista). Y al final era él quien le estaba descubriendo joyas como ésa a ella, la experta, la que recibía en casa cada día las últimas novedades de las editoriales.
Pero también, y sobre todo, porque aquellos libros eran otra cosa.




El primero era un librito pequeño, de hojas amarillentas y tapas de tela, viejo, gastado.
Cuántos años había guardado ese libro en casa?
El segundo estaba aún más viejo, las hojas sueltas, el papel en los bordes como a punto de descomponerse con sólo tocarlo.
Ella, que leía los libros y luego los regalaba como si nadie los hubiera abierto antes. Y ahora se encontraba leyendo unos libros como si fueran auténticas reliquias. Por el contenido, sí, pero también por el objeto en sí.
Como si fueran objetos sagrados impregnados de "bendiciones". Cuántas personas habían tenido en sus manos estos libros mientras sus mentes viajaban junto a Goldmundo o Siddharta? Cuántos viajes espirituales habían proyectado estos viejos libros, tan vividos?




Puedes traerme otro, el que quieras -le dijo cuando le devolvió el segundo.
Y le trajo "Siddharta".
Editorial Bruguera.
60 pesetas.




"El que realmente quiere encontrar, y por ello busca, no puede aceptar ninguna doctrina. Pero el que ha encontrado ya puede aceptar cualquier doctrina, cualquier camino u objetivo; a éste ya no le separa nada de los miles restantes seres que viven en lo eterno, que respiran lo divino".

"¿Quieres darme un consejo, venerable? -preguntó Govinda.
Siddharta declaró: Qué podría decirte, venerable? Quizás, que has buscado demasiado. Que, de tanto buscar, no tienes ocasión para encontrar".

(Tu insistencia en seguir la doctrina, en venerarla...) "acaso sea lo que te impide encontrar la paz; quizás sean tantas palabras".

"Purificación y virtud, samsara y nirvana, son sólo palabras".

"La sabiduría no es comunicable. La sabiduría que un erudito intenta comunicar siempre suena a simpleza".



Y así fue como su viejo amigo del polideportivo, conocido, desconocido en realidad, había pasado a convertirse en su proveedor de lecturas. Ella, que tenía las salas y los pasillos de casa inundados de libros que ya ni leía, meras "distracciones". Ella, que hacía tanto tiempo que apenas leía libros, de nuevo volvía a sumergirse en la lectura con devoción.




viernes, 14 de noviembre de 2014

La ilusión de ir y venir.







La mañana.
Gris apacible. Ni un soplo de viento. Inmóviles las copas de los árboles. El mar como un espejo plateado, del color del cielo, la arena, el aire. De repente, minúsculas gotas empiezan a caer sobre el cuaderno. Ella busca el techo de una sombrilla y cambia de mesa.



La tarde.
Las luces del cielo se apagan.
Aún quedan formas reconocibles, como sombras sin cuerpo. Como sombras de nadie.
Los sonidos de la tarde también se acallan.
Este ir y venir de luces y sombras, de sonidos y silencios, de aromas.
Día y noche, en una sucesión de estaciones.
En una ilusión de principio y fin, de nacimiento y muerte.
Pero cuando buscas el instante en que tiene lugar el principio, o el final,
nunca lo encuentras.
Esta ilusión de ir y venir.




Cuando enfermó, mucha gente tenía miedo de perder a su maestro.
Entonces él dijo:
No necesitáis tener tanta ansiedad;
si queréis hacer algo por mí, cuidaos a vosotr@s mism@s.
Como si deseara que le dejaran tranquilo.
Su cuerpo ya sabía lo que tenía que hacer, y su mente también.
Irse o quedarse (esa ilusión) no era tan relevante.
Él ya había dejado su presencia aquí, si alguien quería usarla.
Sus réplicas, sus semillas, su energía, sus quarks
estaban por todas partes.




Cuida tu cuerpo y cuida tu mente y disfruta de la experiencia de la vida que posees.
No hay ninguna otra cosa que puedas hacer.
Y si pierdes la oportunidad de vivir la vida que posees, es como si no la tuvieras.
Lo había dicho tantas veces
el maestro.
Y ahora, que parecía que se iba, por qué todo el mundo lo olvidaba?




Ella respiraba y sentía ese cuerpo como una planta viva.




Ayer, en la maceta de su amiga, entre las hojas verdes brotó una flor
y se abrió como un estallido de colores y de perfume.
Entonces, la amiga la cortó y la puso en el altar, al pie de la foto del maestro.
Pero la foto del maestro no necesitaba la flor.
Y el maestro tampoco.
Y cuando él dijo "cuidaos", también se refería a la flor.









La mañana.
El suelo se ha mojado ligeramente. El aire permanece húmedo y limpio después de la suave lluvia. Sus pies están fríos. Una chica pasa corriendo en manga corta. El río fluye. O no. El río siempre sigue su curso, a veces a trompicones, si opones resistencia; a veces bajo el sol cálido, o abrasador, o bajo la tormenta. Siempre pasa. El día tras la noche tras el día, una estación tras otra, imparables.






viernes, 7 de noviembre de 2014

Divina locura.






Como si la vida tuviera su propio guión, su propia inteligencia.
Parece que alguien toma decisiones por ti pero ese alguien también es una marioneta, como tú mism@. Como una red entretejida, como las múltiples implicaciones universales del aleteo de una mariposa.





Entonces, su maestro le dijo: me han pedido un blog budista en español y he pensado en ti. Y ella asintió.
Escuchó a su yo decir: qué sabes tú para hacer un blog, negada en informática y en las redes sociales y en las nuevas tecnologías. No digamos sobre el budismo.
Observó el conocido miedo al compromiso y al fracaso del yo pero pudo más el no-yo de la obediencia y oyó al otro como quien oye llover.
Cuando llegó a casa se sentó ante el ordenador, siguió ciertas instrucciones que aparecían en la pantalla y se puso a escribir. Y ahí estaba.
Lo vas a supervisar?, le preguntó al maestro.
No, dijo él.
Y qué sabía ella de esta tradición?, oyó otra vez al yo. Ella no era una erudita, sólo una practicante. Ni eso (no era una "practicante pura", tal como dictan los cánones, al menos los cánones de esa tradición), pongamos que una simple estudiante. Así no se arriesgaba a confundir a nadie. Quizás no una practicante pura (tan irreverente) pero sí una practicante sincera, solían decirle.

En cualquier caso, ella nunca  tuvo vocación de maestra (ni aún cuando le pedían impartir clases y cursos y conferencias y meditaciones, y obedecía). Ni mucho menos de bloguera.
Observaba la silenciosa resistencia orgullosa de su yo, pero la ignoraba y obedecía.
Nadie la vio titubear, simplemente obedecía.
Y para su sorpresa, "salía solo".
Y, para su sorpresa, las mismas actividades que realizaba por simple obediencia
con el tiempo se convertirían en las causas de su liberación (del maestro, de la obediencia, de la tradición), cuando ella sola quizás nunca habría tomado la decisión de liberarse.
A menudo parece que alguien toma decisiones por ti pero ese alguien es otra simple marioneta de la vida, como tú mism@.





El blog nunca llegó a ser el portavoz oficial de ninguna tradición sino un simple compartir de la práctica cotidiana, como un diario sin días.
Pasaron los años y ahí estaba, compartiendo desde detrás de la pantalla experiencias personales difícilmente confesables.



Como le dijera una vez, en el transcurso de una entrevista, el Lama Lobsang, con su mirada pilluela y su sonrisa cómplice:
"Los budistas por fuera somos gente normal pero por dentro estamos locos".
Bendita locura.



Este blog no nació por vocación ni por iniciativa personal
sino por dictado de la vida. Como casi todo lo demás.
Una vez vivo, empezó a mantenerse por amor,
y ahí sigue,
hasta que le toque desvanecerse.
Como todo lo demás.