viernes, 14 de noviembre de 2014
La ilusión de ir y venir.
La mañana.
Gris apacible. Ni un soplo de viento. Inmóviles las copas de los árboles. El mar como un espejo plateado, del color del cielo, la arena, el aire. De repente, minúsculas gotas empiezan a caer sobre el cuaderno. Ella busca el techo de una sombrilla y cambia de mesa.
La tarde.
Las luces del cielo se apagan.
Aún quedan formas reconocibles, como sombras sin cuerpo. Como sombras de nadie.
Los sonidos de la tarde también se acallan.
Este ir y venir de luces y sombras, de sonidos y silencios, de aromas.
Día y noche, en una sucesión de estaciones.
En una ilusión de principio y fin, de nacimiento y muerte.
Pero cuando buscas el instante en que tiene lugar el principio, o el final,
nunca lo encuentras.
Esta ilusión de ir y venir.
Cuando enfermó, mucha gente tenía miedo de perder a su maestro.
Entonces él dijo:
No necesitáis tener tanta ansiedad;
si queréis hacer algo por mí, cuidaos a vosotr@s mism@s.
Como si deseara que le dejaran tranquilo.
Su cuerpo ya sabía lo que tenía que hacer, y su mente también.
Irse o quedarse (esa ilusión) no era tan relevante.
Él ya había dejado su presencia aquí, si alguien quería usarla.
Sus réplicas, sus semillas, su energía, sus quarks
estaban por todas partes.
Cuida tu cuerpo y cuida tu mente y disfruta de la experiencia de la vida que posees.
No hay ninguna otra cosa que puedas hacer.
Y si pierdes la oportunidad de vivir la vida que posees, es como si no la tuvieras.
Lo había dicho tantas veces
el maestro.
Y ahora, que parecía que se iba, por qué todo el mundo lo olvidaba?
Ella respiraba y sentía ese cuerpo como una planta viva.
Ayer, en la maceta de su amiga, entre las hojas verdes brotó una flor
y se abrió como un estallido de colores y de perfume.
Entonces, la amiga la cortó y la puso en el altar, al pie de la foto del maestro.
Pero la foto del maestro no necesitaba la flor.
Y el maestro tampoco.
Y cuando él dijo "cuidaos", también se refería a la flor.
La mañana.
El suelo se ha mojado ligeramente. El aire permanece húmedo y limpio después de la suave lluvia. Sus pies están fríos. Una chica pasa corriendo en manga corta. El río fluye. O no. El río siempre sigue su curso, a veces a trompicones, si opones resistencia; a veces bajo el sol cálido, o abrasador, o bajo la tormenta. Siempre pasa. El día tras la noche tras el día, una estación tras otra, imparables.
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¡Qué inspirador, Marié! Llevo una tarde de no-casualidades. Un beso muy grande.
ResponderEliminarY otro para ti, Emi?
ResponderEliminarHablamos pronto?