miércoles, 30 de noviembre de 2011

Despertar.

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Querido maestro:

Ayer, antes de empezar a guiar la meditación de la tarde en el centro,
y dado que quería leer algunos de los beneficios de la meditación, que señala Gueshe-la en el cd "Meditación para la relajación", pregunté a las personas que habían acudido:
¿y tú, por qué has venido?
¿qué esperas de la meditación?
¿de esta meditación, ahora?
Y P. dijo: despertar.
Otras personas respondieron: parar el planeta por unos minutos, relajarme, etc.
Pero P, muy seria (últimamente la veo muy seria), dijo: despertar.
Como si se estuviera tomando muy en serio el deseo de abandonar todas las concepciones erróneas, todas.

No sé, pero me conmueve mucho cuando veo a personas que dejan que el dharma entre en su vida de esta manera y lo ponga todo patas arriba, aunque lo pasen un poco mal al principio (¿cómo salir de todo este montaje equivocado que tengo en mi cabeza?).
Y se lo toman tan en serio, tan valientemente, tan de verdad.

Hay muchas personas que quieren, muy sinceramente, mejorar su vida, sufrir menos y ser más útiles, y ayudar mejor (en este mundo que conocemos; en qué otro, si no?).
Pero a veces, aun habiendo llegado con esta intención, de repente
sólo quieren "despertar", liberarse de todas las concepciones erróneas.
Aunque esto signifique desmontar el mundo conocido.
(Y ya les da igual si, en el camino, lo pasan mal
o no).

Como P, recién llegada como quien dice a la meditación y ahí está, queriendo comprender eso tan difícil de la renuncia.
Esperando comprender un poco más en cada clase, en cada oportunidad, de qué va esto de la renuncia.

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domingo, 20 de noviembre de 2011

La manera de vivir en la vida cotidiana para aplicar concentración en la meditación.

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Querido amigo:

He recibido tus noticias desde Khartoum.
Como ya sabía, lo vuestro no es la pereza,
y ya contaba
con vuestra "mucha, mucha ilusión por el
trabajo (bastante grande) que se avecina y por echar una manita para intentar mejorar las cosas".
Incluso samsara está lleno de bodisatvas, movidos por la mejor motivación.
Me preguntas "cómo va la permanencia apacible".
Pues te diré que, por aquí, a la permanencia apacible aún no hemos llegado. Al menos yo. Demasiadas distracciones.
A ver si estudiar la teoría me ayuda -y de paso me sirve para el examen, que será de aquí a nada.
Así que tu pregunta me empuja a las páginas de "El camino gozoso de buena fortuna" y a la manera de adiestrar la mente en la permanencia apacible, la esencia de la concentración.


Cómo vivir en la vida diaria
o las preparaciones para la
meditación.

Dice Atisha en su texto La lámpara del camino hacia la iluminación:
"Quien descuide las ramas de la permanencia apacible
nunca desarrollará la concentración,
aunque medite con mucho esfuerzo durante un millar de años".

Quizás tú no lo sabes, pero las seis ramas o condiciones necesarias para prepararse en la vida diaria (o meditación informal)
para alcanzar la permanencia apacible en la meditación formal
son:
1. Encontrar un lugar adecuado para hacer el retiro.
2. Tener pocos deseos.
3. Permanecer satisfech@s.
4. Evitar actividades que causen distracciones.
5. Mantener una disciplina moral pura.
6. Evitar pensamientos que causen distracciones.

Y tu pregunta me lleva a recordar que, si no introduzco cambios importantes en mi mente (al menos unos pocos, pero importantes),
nunca acabaré de dejar la línea de salida

y nunca
desarrollaré la concentración,
aunque medite con mucho esfuerzo durante un millar de años.










Los beneficios de la permanencia apacible.









¿Y por qué ese interés en la permanencia apacible?
Porque ese estado que, por definición, ha apaciguado las distracciones y permanece concentrado de manera convergente en un objeto, dicen quienes lo saben que está dotado de los gozos especiales de la flexibilidad física y mental.
Porque es un estado de gran refinamiento y serenidad.
Porque desde esta mente apacible, ya no sentirás ninguna molestia física ni mental;
no importa las circunstancias, la mente permanecerá serena y serás capaz de tener en todo momento pensamientos y sentimientos positivos y beneficiosos,
y de crear las causas para mantenerlos
en el futuro.
Porque es una realización que da lugar a otros logros,
como los cinco tipos de clarividencia.
Porque desde la permanencia apacible, la mente ya deja de alterarse por las perturbaciones mentales tales como el apego o los celos,
y todas las demás.
Porque el cuerpo se vuelve sano y flexible y te sientes liger@ como el algodón y parece que puedas atravesar las paredes.
Porque te sientes con fuerzas y energía para efectuar cualquier acción beneficiosa
y eliminas la pereza
y la mente está libre de tensiones
y puedes soportar circunstancias difíciles e infortunios con facilidad.
Y un largo etcétera.

Porque con el estado mental de la permanencia apacible, la vida es otra cosa,
otra experiencia.


¿Perderlo todo por meros apegos que nunca te darán la felicidad
y ni siquiera existen?










Pero "quien descuide las ramas
nunca desarrollará la concentración,
aunque medite con mucho esfuerzo durante un millar de años".

Y, empecemos por el principio:
¿voy a dejar que mis deseos egoístas, o mis apegos (o mi apego,
en singular),
secuestren mi mente llenándola de distracciones
y saboteando mi práctica de la concentración?

¿Voy a dejar que una alucinación, una mera creación de mi mente, sin consistencia real,
me mantenga dando vueltas compulsivamente, en la línea de salida, sin permitirme arrancar?

Es obvio que me juego demasiado
a cambio de nada.

Shantideva lo dice en su Guía de las obras del bodisatva:
"Primero, has de buscar la permanencia apacible
(si deseas experimentar la visión directa de la vacuidad o las etapas de generación y de consumación del mantra secreto),
la cual se puede encontrar a través del gozo que se deriva
de carecer de apego
por los objetos mundanos".






No hay otra manera.















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La tierra pura de después.

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A veces, primo (le dije como en un susurro, en medio del trabajo de recogida de la sala, ahora que nadie nos oye), sales de la meditación en grupo, o de las oraciones, donde has estado allá, o acá, en esa tierra pura, donde han pasado tantas cosas
sagradas,
sales y sigues estando allí, aquí, aún sigues en esta tierra sagrada,
y entonces suenan las palabras, tan prosaicas, tan mundanas,
y te preguntas, ¿es que no ha pasado nada?
Él dijo: Claro que ha pasado, que abras los ojos y vuelvas a ver apariencias ordinarias sólo es cosa de tu mirada ordinaria;
hay quien sólo ve dakas y dakinis,
pero ya sabes de lo que se trata: "mantente natural".
Ya, pero es que a fuerza de mantenerte "natural", tu mirada, aunque sólo vea dakas y dakinis, acaba volviéndose "natural".

Yo, primo, abro los ojos y aún no veo dakas y dakinis,
pero veo seres humanos tiernos, compañeros de viaje vulnerables y fuertes (al mismo tiempo, porque sin fortaleza no se pasa por aquí),
héroes y heroínas,
auténticos héroes y heroínas
(porque es una auténtica heroicidad este viaje;
tanto amor, tantos cuidados prodigados a pesar de la dureza
de esta experiencia
humana).
Y, ¿sabes, primo?,
sobran las palabras.
Cuando salgo de la meditación o de las oraciones, sobran las palabras.
Me puedo poner ante ti cuando nos cruzamos y frotar tus mejillas de amor, como una niña pequeña;
despedirme de C. con un abrazo largo, como si penetrara sus quarks para quedarme;
masajear los hombros de A. y abrazarla por sorpresa por la espalda
o darles calor a sus pies fríos;
tocaros y reír,
puedo reírme mucho
y tocaros
mucho
(esta M. tan sobona)
pero
las palabras
(si han de ser tan prosaicas, tan "mantente natural")
sobran.

Y, cuando hablo, no me creáis.

Créeme solo cuando me río
o cuando te abrazo

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sábado, 19 de noviembre de 2011

El karma incrementa; el dharma purifica.

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Dicen que el karma "incrementa".
Esto quiere decir que ahora siembras una causa, quizás pequeñita, y, con el paso del tiempo, los frutos que recoges se hacen más y más grandes.
¿Y qué tipos de semillas tendemos a sembrar?
Desde la mente egocéntrica que llevamos puesta casi todo el tiempo, es fácil hacer daño a cualquiera que se cruce por nuestro camino.
Y, así, sembramos semillas perjudiciales, que darán lugar a frutos tóxicos, envenenados.
Desde el "yo primero", aun inconsciente, es fácil hacer daño;
a los demás y,
ni nos damos cuenta,
sobre todo a un@ mism@.

Dicen que el karma "incrementa" con el paso del tiempo,
excepto si cuentas con el dharma -dharma significa "protección", recuerdas?

Y a primera vista puede sonar a fanatismo religioso:
primero, superstición (con el tiempo, crecen sus efectos),
y luego fanatismo mágico (sólo el dharma te protege, ya, y qué más?...)

Y sin embargo, si lo piensas con detenimiento, es perfectamente lógico.
En el dharma (la comprensión y adiestramiento de la mente)
todo se basa en la experiencia.


La fuerza del hábito.










Pongamos por caso que realizo una acción egoísta -robar, matar insectos, herir con la palabra por celos...
Si lo hago,
es porque me dejo llevar por esa emoción concreta (esa perturbación mental, ese engaño),
dejo que me controle (el impulso de robar, matar, los celos...).
Y si dejo que me controle ahora, sigo profundizando en el surco, la inercia, la tendencia para que me controle mañana
y pasado
y el otro.
Y, con el paso del tiempo, "incrementa" mi impulso egoísta
y con él, el dolor del futuro.
Y cuando maduren las condiciones para recoger los frutos de la semilla que sembré,
con el paso del tiempo esa semilla se habrá hecho más y más grande
y mi sufrimiento crecerá.

Es perfectamente lógico
y obvio.
Sólo hay que mirar en la experiencia
propia.


Conocer tu mente te protege.

Pero qué pasa si cuentas con el dharma (protección),
que es
una manera de pensar, de integrar,
que reduce la importancia personal,
el apego al "yo primero",
hasta la eliminación completa?

Que se reducen los efectos (la experiencia)
de las causas que sembraste
hasta la eliminación completa.

Cómo ocurre esto?

Porque cuando tu yo egoísta se reduce, el dolor se reduce.
Y cuando tu yo egoísta ya no está,
ya no hay nadie para sufrir.
Y todas las causas que sembraste en el pasado se han purificado.

Pruébalo. Investiga.
Sólo tienes que mirar en tu propia vida.

A veces maduran situaciones (apariencias) "dramáticas":
pierdes el trabajo, en tu familia se complican las relaciones, tal vez se muere tu madre
o tu padre
o tu mejor amiga enferma de un cáncer difícil,
o quizás tú mism@.
Y ahí estás, aguantando los golpes de la vida
humildemente, con aceptación,
con paciencia
y, sorprendentemente, sin apenas dolor.
Contemplas la situación y permaneces firme ante el temporal
hasta que pase.
Siempre pasa, de una manera u otra.
El temporal
o el mar en calma y los días de sol, da igual, siempre acaban pasando.

Y apenas duele.


Cuando te ahogas en un vaso de agua,
es que tu "yo primero" ha emergido.


Y sin embargo, otras veces, una simple mirada (o no mirada) de indiferencia, una pequeña pérdida,
te sume en el desánimo, la tristeza, el enfado o la depresión,
o te amarga el día.
La diferencia es que ahora sí está presente la mente del "yo primero",
la importancia personal.
Ausente la mirada del dharma.

Es pura matemática.
Directamente proporcional:
a más importancia personal
más sufrimiento.
Y viceversa:
cuanto mayor y más intensa es la experiencia del dharma,
mayor protección
y libertad
e independencia
de todas las circunstancias externas,
las que sean.


No es el dharma lo que falla,
es que no te has esforzado bastante
por reducir
tu importancia
personal.


Y cuando te parece
que el dharma no funciona,
después de tantos años,
y sigues sufriendo
(por celos, envidia, apego o autovictimismo)
no es que no funcione
el dharma
es,
meramente,
que no lo estás poniendo en práctica
y sigues dejando que surja el "yo primero".

Es, quizás,
que todavía no ves a los demás.
Sus derechos,
sus deseos.

Es,
con toda seguridad,
que todavía no has comprendido
la vacuidad
de todas las cosas.

La vacuidad
de todos los fenómenos.


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viernes, 11 de noviembre de 2011

Todo el mundo reza. Qué pides tú?

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Por qué solemos entrar en el budismo?
Muchas veces, porque estamos atravesando problemas que nos superan. Ansiedad, celos, enfado crónico, duelos... cualquier tipo de sufrimiento.
Y las psicoterapias parece que no acaban de funcionar. Ni la homeopatía, ni la acupuntura, ni las flores de bach...
A ver la meditación,
que dicen que relaja...

En mi caso fue diferente. Las artes marciales me hacían sentir un poco más superwoman, con algo más de "control" y "autocontrol" y "poder interior", (además de que me resultaba muy muy divertido,
en especial el combate o el kumite reflejos), y la meditación le sacaba mucho más partido a mi práctica de las artes marciales, agudizando la concentración, la atención, la intuición, la rapidez de reflejos...
Y de ahí un paso a lo que yo llamaba "experiencias de expansión de la conciencia".
El "chute" más barato y natural, la puerta abierta a experiencias de transcendencia.
Y cuando conforme vas adentrándote en experiencias de expansión de la conciencia, ya la "pequeña" conciencia no tiene tanta fuerza, no te la crees tanto (limitada como es), no te afecta tanto.
No sufres tanto.
Te haces más
fuerte.
















Entonces empecé a ir a meditar con una monja budista, fuerte y disciplinada (por ahí conectaba con mis tendencias marciales), y al mismo tiempo con un gran sentido del humor, extraño, inteligente; que metía rituales exóticos y oraciones en las meditaciones, y no se sentía ofendida por mis irreverencias ni tampoco se hinchaba cuando le decía lo"profunda" que me había parecido su clase. Como si no tuviera ego alguno y mis palabras, impresiones personales u opiniones (positivas o negativas, daba igual) sólo tuvieran utilidad para mí misma.
Nunca había conocido a una persona tan libre.
Por su libertad (su ausencia de "importancia personal") se ganó mi respeto y mi admiración.

Pero más allá de eso
(y ya aquello en sí mismo, su actitud, su profunda libertad, me hacía pensar que sus creencias "funcionaban"),
lo que descubrí en sus clases fue la mejor y más acertada ciencia de comprensión de la mente que había conocido nunca, después de haber explorado en un amplio abanico de ofertas de la psicología y la filosofía.

Ella se llamaba Kelsang Kunsang y lo que enseñaba era el budismo kadampa.


Conocer y adiestrar la mente.

En estas meditaciones pasé a vivir algo más que experiencias de expansión de la conciencia.
Con Kunsang, en sus meditaciones, empecé a conocer mi mente mucho mejor. Y eso "funcionaba" dentro de la meditación y también fuera de ella. Muy especialmente fuera de ella.
En sus clases y meditaciones podía reconocer algunos pensamientos que me incordiaban, rompiendo mi equilibrio y mi serenidad
y empecé a utilizar herramientas (otros pensamientos) para desenmascararlos (como fantasmas sin consistencia que son), debilitarlos y eliminarlos,
y más herramientas para reemplazarlos por otros (pensamientos) de mayor y mejor eficacia.
En resumen, pude empezar a conocer
y adiestrar
mi mente.
Y algo profundo empezó a cambiar.

Porque cuando aprendes a conocer y adiestrar tu mente, todo cambia
y la pequeña conciencia anterior
te afecta mucho menos todavía,
y sufres muchas menos rabietas por tan poca cosa.
Porque empiezas a ver el sufrimiento, muchas veces, como meras rabietas ("pobre de mí").


Mucha gente entra y se queda en el budismo porque ha descubierto la mejor ciencia de comprensión de la mente y ésta es una carrera de utilidad práctica diaria, una formación en la que ya te quedas para el resto de tu vida. Porque es de uso cotidiano y siempre la vas a necesitar.

Eso respecto a las instrucciones. Otra cosa son las oraciones, verdad?


Esto de las oraciones, ni me convencen ni me van a convencer.

Para muchas personas, las oraciones son como un muro infranqueable. Hasta aquí hemos llegado. Con la iglesia hemos topado.
Eso me pasó a mí al principio. Esto de las oraciones, ni me convencen ni me van a convencer.
Y sin embargo, no me iba.
Y no me iba porque me sentía bien.
Como cuando escuchaba cantos gregorianos, se está tan bien...
Me quedo, admitía, pero esto de las oraciones, ni me convencen ni me van a convencer,
y yo a lo mío.
"Yo a lo mío" significaba que, mientras sonaban las oraciones, "yo sigo meditando en lo mío". A mí las oraciones no me van a comer el coco.
Y me cerraba.

Hasta que de repente, sin hacer nada para ello, se filtraban unas palabras:

"... aceptad por favor, los objetos de mi apego, odio e ignorancia,
mi amigo, enemigo y desconocido,
así como mi cuerpo y posesiones,
que sin sentimiento de pérdida os ofrezco..."

Y saltaba un click en mi mente
o en mi corazón,
o en la piel o en el estómago...
(En budismo le llaman "bendiciones").

Y no está tan mal
esta poesía,
pensaba.
Cuando la entiendes, no está tan mal...

Y así, de vez en cuando, cerrada como estaba, y quería estar, durante las oraciones,
de vez en cuando volvían a colarse algunas palabras:

"Comprendo que esta enfermedad crónica de quererme a mí misma
es la causa que produce el sufrimiento que no deseo..."

Y
"No hay diferencia entre yo y los demás
porque nadie desea el menor de los sufrimientos ni nadie se contenta con la felicidad que posee;
comprendiendo esto, ruego tus bendiciones
para hacer felices, con alegría, a los demás".

Y
"libérame de la esclavitud de los prejuicios..."

Y
"... que el sufrimiento y las apariencias erróneas sean pacificados..."

Y
"En resumen, ya sean las condiciones favorables o desfavorables,
ruego tus bendiciones para transformarlas en el camino...
y pueda mantener así una mente feliz".


Todo el mundo reza. Qué pides tú?

Y entonces aparece Rabjor en una clase y explica "que todo el mundo reza":
que me salga este trabajo,
que apruebe los exámenes,
que consiga la pareja que quiero,
que me deje la pareja (que quería y ya no quiero),
que el Barça (o el Madrid, o el Betis) meta un gol...

Todo el mundo reza
porque todo el mundo desea con intensidad algo en algún momento de su vida.
Pero en estas oraciones alguien (algún meditador avanzado, un ser crecido, un ser sagrado, quizás un buda) ha escrito por ti el intenso deseo
de ser feliz,
estable y permanentemente
y de hacer felices,
con alegría,
a los demás.
Un deseo
que no es "ordinario".
Un deseo extraordinario.

Y entonces, podría ser
que empieces a pensar que no están tan mal, los deseos extraordinarios
de las oraciones.
Si las escuchas con atención, si las entiendes, si las haces tuyas,
estas palabras,
no están tan mal.
De hecho, producen una experiencia profunda
de paz
y alegría,
de confianza
en que sí que puedes,
tú tambien vas a poder
llegar
a ser libre.

Y esa profunda experiencia de confianza,
de fortaleza,
de paz,
sí que es una experiencia de expansión de la conciencia.


Y mira por donde, resulta
que esto de las oraciones
no está tan mal...













P.D: Hace tiempo, en una entrevista, Mariana Caplán me decía que "por lo general, la gente entra en el budismo por razones equivocadas, pero no importa porque el camino en sí es inteligente y acaba mostrándose, antes o después".
http://crecejoven.com/espiritualidad--mariana_caplan

Enlace
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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Tayatha Om Gate Gate Paragate Parasamgate Bodhi Soha.



Homenaje a la perfección
de la sabiduría,

la Madre bienaventurada.



La forma es vacía, la vacuidad es forma.
Asímismo, la sensación,
el discernimiento...
y la consciencia son vacíos.

En la vacuidad
no hay sufrimiento
ni origen ni cesación
ni camino
ni percepción excelsa
ni realización
ni tampoco no realización.

Por lo tanto, porque no hay realización, los bodisatvas confían y permanecen en la perfección de la sabiduría; sus mentes no tienen obstrucciones ni miedo.

De la misma manera, todos los budas que residen perfectamente en los tres tiempos, confiando en la perfección de la sabiduría, llegaron a ser budas manifiestos y completos
en el estado de la insuperable,
perfecta
y completa
iluminación.


(Del Sutra del Corazón
o Sutra del Diamante)





Tayatha Om Gate Gate Paragate Parasamgate Bodhi Soha.











8-11 de diciembre

Celebración del Dharma 2011
Iniciación de bendiciones de la Gran Madre Prajnaparamita y enseñanzas de la vacuidad.

Con guen Kelsang Chokga
Directora espiritual nacional de la NKT en España.

Centro de Meditación Kadampa de España, con sede en
Alhaurín el Grande (Málaga).


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