lunes, 27 de febrero de 2023

El grupo de estudio.

 


Las reuniones del grupo de estudio a veces son una especie de heartstorming,
una tormenta de experiencias personales para compartir desde el corazón,
explorar y comprender mejor, si se diera el caso.
En esta ocasión, alguien propuso:
¿Os habéis preguntado alguna vez qué sabemos de este personaje psicofísico
que nos ha tocado habitar en esta experiencia humana?
Contemplando nuestra trayectoria vital, qué parece que nos ha movilizado,
qué creencias o llamadas subterráneas dirigen nuestra vida,
ya sea de una forma creativa o bien limitadora, saboteadora?

Hubo un instante de silencio. Seguidamente, alguien dijo:
Creo que yo me he movido bajo la bandera de la libertad.
La necesidad de mantener mi vida y mi tiempo disponibles, en la medida de lo posible.
Y eso ha marcado mis decisiones en áreas como el trabajo, las relaciones, etc.
La libertad, la independencia, la disponibilidad.
Para bien y para mal,
porque en la práctica se estrechaba considerablemente mi abanico de opciones a considerar.
Probablemente era uno de los aprendizajes pendientes,
incapaz todavía de sentir la libertad en cualquier circunstancia.

Otra persona compartió:
A mí me parece que en algún momento de alguna vida previa
hice una especie de "voto de pobreza".
Y creo que también tiene que ver con la llamada de la libertad.
Si te sientes bien en la pobreza de recursos materiales,
no necesitas hipotecar tu vida por dinero,
con actividades que no te interesan o te distraen de lo importante.
"Si supiéramos ser pobres seríamos más felices",
escuché decir el otro día a un pastor poeta, un poeta pastor.
Por otra parte, acumular posesiones generalmente requiere tener que dedicar tiempo y dinero al mantenimiento de las cosas que te poseen
(un coche, la moto, un barco, el dinero ahorrado, etc.)
Así que quizás en algún momento hice una especie de "voto de pobreza"
que está saboteando el éxito financiero.

¿Sientes que vives en la pobreza?, preguntó alguien.
En absoluto, respondió.
Más bien en la abundancia.
Espero que no en el derroche, aunque a veces siento que también.
¿Y el concepto de "sabotear el éxito financiero", que has mencionado? -insistió en su pregunta.
Ah, es esa voz.
Es la voz del yo escéptico, que lo cuestiona todo.
A veces utiliza los argumentos más mundanos, el mismo lenguaje.
Pero no la reconozco como mía.
O al menos no le otorgo mucha credibilidad.
Simplemente es otra voz.
Una de mis tendencias naturales,
a cuestionarlo casi todo.

Hablando de sabotajes, a mi personaje lo marca el complejo de impostor,
por llamarlo de alguna manera.
Insiste en "no ir de lo que no eres".
Aún no sabe bien quién es, pero si hay algo que no quiere ser
es un farsante.
De ahí cuántas veces me he autosaboteado en los actos en público,
y mi tendencia a evitarlos.

Y de ahí también, que cuando digo o escucho los relatos teóricos
(propios o de cualquiera),
tiendo a mirar la acción, los hechos,
para tener una visión un poco más completa
del escenario.
Y si no veo coherencia, ignoro el relato.
Quiero decir que presto más atención a los hechos, a la vida misma
que a la teoría que despliego,
en mi propia experiencia personal.
Y lo mismo si se trata de otra persona:
me creo más lo que veo que lo que oigo.
Si la vida y la teoría están alineadas, les doy cierta credibilidad,
aunque sea provisionalmente,
si los hechos se adaptan sin esfuerzo a la teoría.

De ahí también esa falta de pudor en mostrarme, este personaje,
tal como soy en un momento dado.
Esa autoexposicición excesiva.
Como para enseñar todas las cartas.
Esa preocupación por no caer en el fraude.



En este tipo de compartir desde el corazón no importa tanto la claridad
como la investigación
sincera.
A veces las palabras no parecen muy precisas, no importa,
lo que importa es que se vaya aclarando la visión,
la comprensión.
Hasta la realización;
también transitoria, a menudo.
No siempre libre de impermanencia.

En este tipo de heartstorming
lo que importa es la investigación,
honesta y valiente, si puede ser.
Al fin y al cabo, el grupo de estudio es un espacio seguro.
Hasta que podamos sentir esa misma seguridad en la vida misma,
en cualquier situación
y en toda su inmensidad.




sábado, 25 de febrero de 2023

Sobre el amor.

 



Lo llamamos "amor" porque alguna palabra hay que usar.
Como le llamamos "Dios", por ponerle un nombre,
a lo que no tiene nombre.

A veces se manifiesta por un estímulo externo:
aparece una persona o una situación
y de repente prende la llama de fuego que guardamos en el pecho
o en el vientre,
y lo invade todo,
como una onda expansiva.
El estímulo externo como una condición,
no la causa.

Y a veces es algo más sereno y natural.
También le podemos llamar "comprensión", "consideración"
o simplemente "ver".
No se trata del amor concreto hacia un objeto.
Es simplemente un movimiento natural del alma (otra palabra),
la función natural de esta energía vital que somos,
y que también la llaman Ser, o Conciencia.

Así que cuando decimos que "el amor es sanador"
en este contexto el amor se refiere a la mera comprensión
(que cada cual hace lo que puede con lo que tiene en un momento dado, por ejemplo),
cuando el "otro" deja de ser invisible.
Cuando dejamos de considerarlo un personaje secundario
(en mi vida, en mi historia)
para ver el personaje principal que es también
en la suya.
Navegando este mar, el mismo mar,
el mismo "océano del samsara".

Lo llamamos amor
cuando se trata del movimiento natural
(de consideración, visibilidad, empatía)
cuando tienes en cuenta el derecho a existir
de todos los personajes.
Algo tan obvio
y sin embargo no siempre presente.

Lo llamamos amor,
cuando existe esa conexión de iguales
que nos convierte en uno solo.

Algo tan obvio.
Y natural.

Así que cuando hablamos de amor
no se trata de un milagro
o una heroicidad,
sino que es el movimiento natural del Ser que somos.
Si le dejamos ser.




martes, 21 de febrero de 2023

El amor es sanador.

 


El amor es sanador.
Quizás no hay nada más que resulte definitivamente sanador
y, si parece que lo hay, es porque contiene el ingrediente imprescindible
del amor.

Tal vez llevas años de terapia para poder superar ese dolor profundo,
el odio, todos esos resentimientos que te quitan la paz
(por aquello que dijo o hizo tu madre, pongamos por caso, una vez
o bien por lo que no hizo).
Piensas que haces todo lo que puedes, años de "trabajo personal",
y aun así ahí está, el niño o la niña herida
saboteando tu vida presente, una y otra vez.
Te enfadas mucho, especialmente con esos pequeños tics de otras personas 
que "no se trabajan" a sí mismas,
como tu madre, tu padre, tu hermano, tu pareja
o cualquier otra con quien mantienes el conflicto.
Como si pudiéramos saber lo que hace o no hace la otra persona,
dónde pone su atención.

Yo sospecho que para liberarse de la "niña herida",
todos sus traumas y resentimientos,
sólo hace falta el amor.
Porque el amor siempre vence la mirada del egocentrismo,
el auténtico motor de tanto dolor.

Solo hace falta el amor.
Porque si no hay amor no es posible comprender.
Sin amor no es posible ver a la otra persona
y a la situación
en toda su complejidad.
Sin amor, en el mejor de los casos,
dices que "puedes perdonar pero no olvidar".
Desde el amor tampoco olvidas, pero la situación se ha transformado,
es diferente
porque ves muchas más cosas.
Desde el amor, la situación, que no olvidas, deja de doler,
porque es otra.
Con amor comprendes que no hay nada que perdonar.

Lo contrario del amor, en este contexto, es el egocentrismo.
Porque el amor es expansivo
y el centro es mucho más grande que el pequeño ego confuso.
Y lo acoge todo, también al villano o la villana
que insistes en que te destrozó la vida.



Dices que cuando amaste a alguien te lo inventaste,
que idealizaste y creaste a alguien que no existía.
Y es cierto.
Y cuando lo demonizaste también,
también creaste a un monstruo que no existía.
En ambos casos hay ausencia del amor
que te permite ver cómo son las cosas, tal como son,
sin querer cambiarlas a tu favor
(para sostener tu amor/ilusión
o para sostener tu odio).

Ayuda comprender la función que realiza en nuestra vida
cada uno de los traumas que construimos.
Qué beneficios nos aportan,
qué miedos enmascaran,
para mantener tanto dolor.

El amor es sanador.
Y cambia todos los relatos victimistas
que sostienen los dramas
que queremos en nuestra vida.






viernes, 10 de febrero de 2023

La reencarnación.

 


El tiempo, el vértigo.
El tiempo
que no existe y al mismo tiempo existe.
El amigo sale de casa en la mañana y pregunta:
Qué planes tienes para hoy?
Contemplar el tiempo desde esta atalaya -piensa
y no dice nada.
Contemplar las olas bravas en el mar,
el viento en el toldo,
el sonido del tren que pasa.
El paisaje de nubarrones y claros
en el cielo.

Se ha dado un espacio para el retiro,
un plazo con fecha de vencimiento.
La semana que viene ya estaré entretenida -alega
ante sí misma, pero no dice nada-,
hoy aún puede contemplar el tiempo,
lo que sea que signifique.

El tiempo detenido
en un paisaje que no puede detenerse.
Cómo detener las nubes en el cielo,
el soplido del viento,
el tren que pasa,
el empuje invisible tras el crujido de puertas y ventanas.
Las olas que vienen a romper a la orilla.
Lo que sea que esté sucediendo en este organismo que considera su cuerpo
y en esta energía que considera su mente.

Cuando al final del día le pregunten "Qué tal el día? Qué has hecho?"
no sabrá qué responder.
Seguir aquella ola gigante y blanca, entre rizos menores de color gris,
ese cuerpo de espuma salvaje
que viene a romper a  la orilla;
mencionar esa energía desatada
casi de catarsis,
no es una respuesta.
En lugar de eso, comentarán la película de la noche,
algo que compartir en compañía.
Algo "concreto".
Para lo demás no hay palabras.
No para otros oídos
que no sean los propios.

Se pregunta qué se respondería a sí misma,
sobre el día que transcurre.

Fuera de la contemplación, no tiene nada que decir.
La contemplación del tiempo,
ese personaje en la obra
que no existe fuera de ella.
La contemplación del movimiento
(ahí fuera, aparentemente, en el escenario),
fluido a veces, catártico otras.
La contemplación de la impermanencia.

Como una hoja caída del árbol, no dejará nada tras de sí,
nada que perdure después de la perecedera energía
de la memoria de otras personas.
Todos sus supuestos errores se disolverán,
al igual que sus hipotéticos aciertos.



Y sin embargo, aquí y ahora, todavía,
esta experiencia profunda de plenitud,
de inundarlo todo,
cada imagen, cada sonido, cada aroma.
Esta experiencia vívida de nacer
en el surgimiento de cada emoción,
en cada pensamiento incluso,
en el aire en la piel,
en el aroma estimulante del café que corre por sus pulmones
y el río de sus venas.
De existir en cada apariencia, en cada fenómeno.
Nacer en cada percepción,
en cada "darse cuenta".

Ah! -reconoce- Era esto,
lo que llaman reencarnación.
Era esto...





martes, 7 de febrero de 2023

La sangha.

 


El viento fuera.
El fuerte soplido entre pasillos de aire.
El baile enérgico en las copas de los árboles y en los toldos.
El crujido de la madera en las puertas y ventanas.
El mar rizado se viste de volantes blancos a lo lejos,
bajo un cielo de nubarrones grises y blancos.
Los rayos del sol en descenso se cuelan entre los claros blancos,
en haces de luz sonrosada.
El tren de paso.
La libreta empezó y acabó con la historia de este retiro de convalecencia,
el relato de un bardo entre bardos.
Como si no pasara nada, en esta vida detenida.
Qué lejos de la realidad!



Abre los ojos cuando aún es oscuro al otro lado de la ventana.
Le gusta preparar su primera ofrenda al día en el silencio,
sentarse a desayunar en la penumbra de la noche
y contemplar el bostezo del nuevo día en el horizonte de mar
cuando la luz se despliega en el paisaje de cielo y tierra,
a veces vestida de colores, a veces no.

Le gusta contemplar el día por delante,
este día gris hoy, de cielo cubierto.
Silencio.
Quietud.
La agenda vacía (anulada alguna cita innecesaria).
El viento en los volantes del toldo recogido.
Y entonces se da cuenta:

Ahí está, en el corazón de una sesión del grupo de estudio
consigo misma (a falta de grupo).
Abriendo el ritual con la meditación contemplativa.
Soltar
y regresar.
¿Algo que compartir?
Quizás un texto sagrado (cualquier texto inspirador)
o una situación recientemente vivida.
La investigación,
larga y profunda, sin tiempo.
Y de nuevo la meditación para cerrar el encuentro.
El grupo de estudio habitual, su pequeña sangha de amigas y amigos espirituales,
virtualmente presente.
Posteriormente prepararán la mesa para la ofrenda,
la autoofrenda, el ágape.
El acto de amor con el planeta, con el cosmos.
El despliegue del interser.



viernes, 3 de febrero de 2023

La ignorancia y la sabiduría del Dharmadhatu.

 


Lo interesante de los arquetipos en general, y de las familias de Budas en particular,
es que encuentras una tendencia dolorosa, o bien reconfortante,
cualquier hábito o predisposición personal,
y te conduce a ver automáticamente toda una gama de luces y sombras
que habitan el mismo camino.
Una sombra siempre implica que la luz coexiste,
al mismo tiempo y en el mismo lugar.
De hecho, nacen al mismo tiempo.
Lo llaman coemergencia.

Pongamos por caso que sientes una ligera tendencia a "no-hacer".
Por detrás encuentras, o lo atribuyes, quizás,
a la falta de interés, la indiferencia,
la ausencia de sentido de las cosas. La desidia.
En algún momento podrías llegar a considerar incluso un leve síntoma de depresión.
Es una manera de verlo.



Pero podría ser también que en un momento dado te sientas bendecida
por la llamada a la contemplación
(la otra cara del "no-hacer")
y la experiencia de plenitud
que, sin esfuerzo y sin buscarlo, invade tu ser.
Contemplas las apariencias como un sueño,
como un océano generoso
en el que se manifiesta naturalmente el cuerpo de Dios.
Tú misma también parte de ese Cuerpo
en el que te diluyes de manera natural, sin elección alguna.

Lo que en un instante puedes considerar como indiferencia,
pérdida de la pasión, de la ilusión,
en otro momento aparece como la ecuanimidad que todo lo abraza.
El amor inclusivo, la plenitud.
La realización
definitiva (o no)
de la vacuidad.

El arquetipo es el mismo.
En este caso lo llaman "la ignorancia
y la sabiduría del Dharmadhatu".
De la familia de Buda. Representado en Vairochana. 

El arquetipo es el mismo,
en el que la ignorancia/indiferencia sería la expresión neurótica
y la sabiduría del Dharmadhatu/vacuidad es la manifestación iluminada.
Dos caras de lo mismo.



El camino es el mismo, habitado de un paisaje de luces y sombras.
A veces cobra fuerza la hipnosis de separación
y el sentimiento de amenaza que supone "lo otro".
Y el miedo.
Y suena esa voz mundana que dice que no eres nadie,
no haces nada, nada que aportar
en una vida mediocre,
no eres importante, 
desaprovechas la vida,
como un cadáver ambulante.
Puedes ser tan dura como te lo permitas.
En budismo se considera la manifestación neurótica del arquetipo,
la ignorancia de la indiferencia,
la desidia, la falta de interés.
Pero ésa es solo la sombra de la luz.

Generalmente no se da un arquetipo al cien por cien
y ninguna persona es un cuadro de blancos y negros.
Más bien se manifiesta una gama de grises en las sombras
y también un abanico de variadas luminosidades.

En ocasiones sientes que andas dando tumbos 
(entre luces y sombras,
del automenosprecio al orgullo divino
de la disolución).
Pero al final da igual.
Porque cualquier manifestación forma parte de lo mismo.

Y lo mismo con el resto de los arquetipos.