domingo, 24 de febrero de 2013

Quizás el despertar sea sólo darse cuenta de que ya estás despiert@.










Fuera sale el sol y dentro hace frío.
Un frío que pela.




Un frío que congela la sangre en los pies, en las manos, en el corazón.
No importa que sigas subiendo los grados de la calefacción (externa), nunca es suficiente. Eso no funciona.
Visto lo visto, la única solución es activarse, mover el cuerpo físico
y la mente creadora,
generar energía
interna.

P. dijo: no nos dejan avanzar.








P. se quejaba de las clases que insisten en el enfado, en las perturbaciones mentales, en el karma destructivo acumulado durante eones, los sufrimientos futuros, los infiernos...
Trago saliva y sigo tragando.
Siento que me estanco. A veces me desanimo, me deprimo.
Háblame del amor, marinero,
del amor que ahoga todos los miedos.
De la vacuidad, de la libertad.
Háblame de la libertad, maestr@.


Conozco a una madre que veía que su hijo de 15 años pasaba demasiado tiempo en casa de unos compañeros de estudios, junto a instituto. Muchas veces él llamaba a casa cuando ya era tarde, para avisar de que se quedaba a dormir en ese piso de estudiantes. Allí compartían proyectos de futuro, el amor por el arte, la misma afición. En lugar de enfadarse con el hijo, la madre le dijo un día: por qué no te llevas tu cepillo de dientes y pagas una habitación y te acomodas?
En un par de años, según sus planes, el hijo se iría a estudiar a un país extranjero, así que la madre pensó que esta oportunidad podría ser un buen ensayo de convivencia, en modo fácil, la familia cerca y accesible para los contratiempos de aprendizaje que pudieran surgir.

Conozco una madre que afrontaba duros problemas con su hija adolescente. Ella sospechaba que toda esa hostilidad surgía de una fuerte simbiosis previa, en la infancia, y aún entonces. La situación no parecía mejorar con el paso del tiempo sino todo lo contrario y llegó a pensar que su hija no tenía la menor oportunidad de crecer a su lado. Y se lo dijo: creo que necesitas salir del nido y empezar a vivir con iguales para poder desarrollar consideración, compromiso, organización, gestión de rscursos y todo eso tan necesario para madurar.

Cuando una madre te ama de verdad, te empuja a que despliegues las alas llegado el momento.




Nadie dice que lo que sigue a continuación sea fácil.


 (Pero tampoco lo sería de quedarte en terreno conocido).








Conozco maestr@s que insisten en que "el mito sobre la rareza y la dificultad del despertar puede ser en realidad un obstáculo".

Despertar, liberarse de la mirada dormida y sufriente,
no es cosa de yoguis sobrehumanos de otras épocas
y lugares.
Adyashanti (El final de tu mundo. Comentarios sobre la naturaleza de la iluminación) explica que cada vez más personas en todo el mundo despiertan y tienen auténticos vislumbres de la realidad; es decir, despiertan del sentido de identidad propia y del mundo que les es conocido, salen de él.
El sentido del yo desaparece.


No sienten ninguna separación entre ellos y el resto de la existencia.
Se da un cambio de percepción.
Y cualquier cosa con la que nuestros sentidos entran en contacto la experimentamos como yo mismo.
Despertamos del yo. Lo soltamos.
Dejamos de identificarnos con él, con el yo reducido de antes.

Puede ser una experiencia pasajera, de un instante fugaz
o quizás pueda quedarse para siempre. Pero para el caso es lo mismo, según Adya.
La experiencia es la misma.
"En lo más profundo de ti no olvidas nunca. Aunque sólo hayas vislumbrado la realidad un momento, algo dentro de ti ha cambiado para siempre".

Pero aunque hayas despertado como el Uno -continúa explicando- aún está presente toda tu estructura humana: tu cuerpo, tu mente y tu personalidad. Y a menudo el despertar puede resultar muy desorientador para tu estructura humana.

Una vez que se produce el despertar, seguimos caminando en este mundo, sólo ha cambiado la mirada, la experiencia interna; ahora sabemos que no estamos limitados a un cuerpo o personalidad particular y que en realidad no nos hallamos separados del mundo que nos rodea.




Esto no quiere decir que a partir de ahora nos hacemos inmunes a la percepción errónea
porque ciertas fijaciones y condicionamientos permanecerán.





El camino de después del despertar es un camino de disolver las fijaciones que nos quedan -nuestras neurosis, podríamos decir.
De modo que no es tan distinto del camino anterior, el camino hacia el despertar, que también es el camino para deshacer ciertas ilusiones y tendencias a limitarnos y contraernos.
Es el mismo camino.

La diferencia reside en que antes del despertar sentimos que la estructura de nuestra personalidad es mucho más pesada, mucho más densa, porque toda nuestra identidad (el yo con el que nos identificamos) está envuelta e impregnada de nuestros condicionamientos.
Y después del despertar sabemos que el condicionamiento de nuestro sistema
cuerpo-mente no es personal; sabemos que no nos define -que no es real.
Ya no nos identificamos con él.
Ya hemos dejado de designar "yo" en ese sistema cuerpo-mente.





Este conocimiento, esta experiencia, hace que nos resulte mucho más fácil y mucho menos amenazador desenmarañar nuestras ilusiones, desenmascararlas y disolverlas.







Así que cuando P. le dijo: parece que no nos dejen avanzar,
ella le miró a los ojos y le respondió:
una vez que has llegado a vislumbrar la vacuidad,
la mirada que ve la vida como un sueño y experimenta los acontecimientos como alucinaciones kármicas,
deja que esa mirada lo impregne todo, aun cuando meditas en las instrucciones más duras, aun cuando afrontas las situaciones más difíciles, incluido tu desánimo.
Todo está aquí, ni siquiera el despertar existe.
(La P. despierta está aquí tanto como la que aún no lo sabe).



Quizás el despertar sea sólo darse cuenta, dijo P.
Eso es.
Eso es...












miércoles, 20 de febrero de 2013

Hoy cumplo 15.000 millones de años.








HOY CUMPLO 15.000 MILLONES
DE 
AÑOS.



I. YO, EL UNIVERSO.



1. El nacimiento del Cosmos.

No soy nada y lo soy todo.
Mi corazón es una especie de HUEVO CÓSMICO, caliente y de densidad infinita.
Soy el vacío.
Qué aburrimiento!

Bostezo
y es una explosión que llamarán
el
BIG BANG.

Mi energía sale disparada en todas direcciones.

Así nací,
hace 15.000 millones
de años.






2. ¡Qué frío!


Con el paso del tiempo (millones de años)
me voy enfriando
(3.000 grados centígrados)
y me convierto en átomos, que se atraen
y forman nubes de gas,
que darán lugar a las
GALAXIAS.






3. Qué mareo, ser tantas a la vez!


En el universo hay más de 10.000 millones de galaxias
y en cada galaxia más de 10.000 millones de estrellas.
Y yo estoy en todas partes.




4. El Sistema Solar es sólo un lunar de la Vía Láctea.


Una de esas galaxias es (soy) la VÍA LÁCTEA,
que es como un gran caracol.

En un punto perdido de la Vía Láctea está el Sol,
la estrella más cercana a la Tierra (pero no la más grande
ni la más importante).

El sol, y los planetas que lo orbitan, y los satélites y lunas que orbitan sus planetas,
forman el SISTEMA SOLAR.

Esos planetas son (soy):

Mercurio
                        Venus
              Tierra
Marte
        Júpiter
                 Saturno
                                  Urano
                       Neptuno
                                                  Plutón.






 II. YO, LA TIERRA.


























1. Sin oxígeno no hay vida.

Soy redonda y achatada por los polos,
el tercero de los planetas más cercanos al sol.

Al principio (hace 4.600 millones de años)
sólo había océanos, continentes y atmósfera,
pero no oxígeno.
Y por lo tanto, no había Vida.

Sólo relámpagos atmosféricos.

Pero en el mar hay moléculas simples formadas por átomos de
oxígeno,
           hidrógeno,
                          carbono
                                  y nitrógeno.

Es como un vientre gigante que ya guarda el origen de la vida.




2. Mi primera cuna: el mar.

Como te decía,
en el mar, y bajo los efectos de las radiaciones solares y los relámpagos,
surge el origen de la vida, hace unos 4.000 millones de años.

Las moléculas se descomponen y los átomos que las forman se reagrupan
dando lugar a nuevas combinaciones,
y así durante millones de años.

Como resultado de esta evolución
se forman las CÉLULAS,
que crecen y se adaptan a su entorno.







Antes o después acabarán agrupándose, combinándose y volviéndose a combinar.
De esta manera
van apareciendo
las PLANTAS
                PLURICELULARES.

La regeneración es ya 
una carrera acelerada.

Pero el gran paso de gigante ocurre cuando se empiezan a unir
                                                                    diferentes tipos de semillas,
                                                                 FEMENINAS Y MASCULINAS,
                                                                    hace 2.000 millones de años.

                                                                Es la REPRODUCCIÓN SEXUAL.


La evolución se acelera aún más
y con el paso del tiempo
aparecen unas plantas complejas
que son
mitad animales,
como las esponjas,
las estrellas de mar,
las caracolas,
una especie de arañas marinas,
etcétera.


En cuestión de unos pocos millones de años,
                                                      aparecerán los PECES.


¡ESTO ES CADA VEZ MÁS DIVERTIDO!






3. Viaje a la superficie de la Tierra.

El resto de la historia transcurre muy rápido.

Prácticamente ayer (hace 400 millones de años),
las plantas marinas empiezan a asomarse por las costas,
se adaptan al nuevo ambiente y se hacen amigas de llanos y montañas.

Algunas partes del planeta son ahora tan coloridas y llenas de VIDA
que los insectos marinos desarrollan alas para volar en el océano de aire.

Sí, son los primeros PÁJAROS.

Y sí, con la llegada de estos primeros pájaros la reproducción sexual de las plantas se intensifica
y esto es cada vez más parecido a un Edén, un paraíso lleno de vida vegetal.

Pero no son sólo las plantas las que se ven atraídas por la tierra.

Algunos peces cercanos a la costa también sienten la atracción de este mundo
lleno de alimentos por todas partes.

Salen y entran del mar, entran y salen,
y acaban convirtiéndose en

                                   ANFIBIOS

                         (que pueden respirar y vivir
                                 tanto en el mar
                                como en la tierra)














Algunos de ellos prefieren quedarse en tierra firme para siempre
y se transforman en
                                  REPTILES.


De su evolución surgen los DINOSAURIOS
(hace 150 millones de años)
que acabaron extinguiéndose,
como tantas otras especies
antes que ella
y después de ella.

Pero antes de extinguirse, unos pocos habían evolucionado hasta convertirse en

                        MAMÍFEROS,

algunos de los cuales volvieron
al mar
(ballenas, delfines...)
y otros se quedaron en la tierra,
como los
                                                PRIMATES.
Monos, gorilas, orangutanes...

De la evolución de los
                                 primates
surge
           la
                
                  ESPECIE HUMANA.



III. YO, LA ESPECIE HUMANA.




1. Una infancia feliz.

¡Feliz cumpleaños!
Hoy cumplo (cumples) 1.800.000 años.
Apenas un bebé
en la historia del Cosmos,
la historia de la Vida.
Mi historia.
Tu historia.

(¿Aún no te has dado cuenta de que yo soy tú,
                                                             que lo eres todo?)

Tuvimos una infancia feliz.
Recolectábamos los frutos de la naturaleza y a veces cazábamos, pero poco,
para alimentarnos.
Vivíamos sanos y felices,
conscientes de la generosidad de la tierra-madre,
de formar parte de una gran familia
más acá del cielo, en la Tierra,
y más allá.
¿Cuántos universos hay en este universo?

Seres sagrados entre hermanas y hermanos sagrados:
                                                                                hermano árbol,
                                                                                      hermana tierra,
                                                                                             hermana nube,
                                                                                                    hermano río,
                                                                                                         hermana mar...










Y nadie se preguntaba por el sentido de la vida.
La vida, tan llena de sentido,
tan intensa y sagrada,
                                     tal como es...









 
2. La explosión de la individualidad.

Una larga infancia feliz.

Ayer mismo, sin embargo, las cosas se complicaron.
Un estremecimiento.
6.000 años atrás. Anoche mismo.

Las imprevisibles leyes del Caos, que gobiernan junto al Orden,
estremecen el escenario con un cambio climático
que arrasa el vientre de la tierra-madre.

La vida se hace más dura
y hay que pensar
y pensar
e inventar formas de forzar el fruto de la tierra
y apropiarse de la tierra
y luchar por la tierra
y por otras cosas.








El triunfo de la individualidad
y la razón.
El cerebro se desarrolla y me convierto en un ser nuevo
en un mundo nuevo.
                                                                     
Con el tiempo le llamarían “la explosión del ego”.

La construcción de mi ego me separa del mundo
Y la separación y control del mundo construyen mi ego.

Siento que soy más fuerte y poderoso.

Pero también más aislado, fragmentado y solo.
                                                                                   Y menos feliz.


 

Y a menudo me pregunto 
por el sentido 
de la vida.





  








 3. La desmemoriada especie humana.






A la especie humana a veces se le olvida su origen.









Como tengo “inteligencia”,
me pregunto
quién soy,
a dónde voy,
qué hago aquí...










A veces me aburro,
me pongo triste,
o me enfado
y organizo guerras
y destrozo el planeta.


 



Eso ocurre porque me olvido de que el planeta soy yo,
y en lugar de eso
me creo aislada y superior,
y soy capaz de matar por cosas que llaman
poder”
o
dinero”.

QUÉ DISPARATE!

Con toda mi larga experiencia,
cómo puedo olvidarme de que “poder” y “dinero” no son más que
ilusiones,
alucinaciones
que pasan
y duran menos 
que un
           re
                 lám
                         pa
                           go.

                                                                             
SI
HAY
ALGO
QUE
NO
SOY
ES
PRECISAMENTE
ESO

(la alucinación
del poder
y
el dinero).


Un efímero sueño de 6.000 años y he llegado a creerme que soy eso,

                                                                            un ego
                                                                                separado
                                                                                      y controlador. 

                                                                           Triste, insatisfecho, demandante
                                                                                                           y solitario.





























3. Despertar de la pesadillla.








Y a veces recuerdo que tú y yo
(persona, árbol, piedra, aire, océano...)
somos la misma cosa.









Lo he llegado a olvidar en esta corta pesadilla, como un estornudo,
de 6.000 años.

La efímera pesadilla, como un relámpago, como un estornudo fatal
de la explosión del ego,
que me condenaba a la separación,
a la fragmentación,
a la insatisfacción permanente.



Qué absurda locura!

        Qué 
       insensatez!

                                                                    


4. No necesito TENER porque lo SOY todo.

Pero al fin despierto.

Y entonces siento una paz tan grande
un amor tan grande
que lo abraza todo.

Y ya no necesito nada más


porque


                 LO

                               SOY

                                                    TODO.




























Miami, 1 de junio del 2.001





sábado, 16 de febrero de 2013

Si me dijeran pide un deseo...










Preparó su ritual para el desayuno. El café, las rodajas de pan de centeno al calor de la tostadora, la aceitera (oliva virgen) y el azúcar como cristales morenos.
Lo hizo todo en silencio y a paso lento.
A paso lento llevó la bandeja hasta su mandala particular.
Era la hora en que sus antigu@s herman@s de sangha se reunían en el templo,
en un ritual iniciador.
Pero todo está aquí. También el templo
y el ritual iniciador.
Aquí, despojado de las prisas, el trabajo contra reloj, el despertar provocado, el desayuno rápido, el cuerpo maltratado.
Aquí todo tenía su propio ritmo, plácido, amoroso como un abrazo.
Se dirigió al equipo de música, pero en vez de poner una sadhana tibetana hizo que apareciera la voz de Silvio Rodríguez.
Se conmovió hasta las lágrimas.
Dios mío, tanto tiempo alejada de la voz de los seres sintientes, a los que tanto decía amar.
De su voz, de su canto, de su grito.
Quién dijo que la cultura y el arte son pérdidas de tiempo?
¿No ves la voz, el alma, el grito de desespero?
Se sintió más hermanada que nunca con la especie humana a la que pertenecía.

La guitarra era como un amante, una amiga sincera, el corazón abierto.
El alma que toca tu alma.
El Ser que reconoces
como propio,
el mismo Ser.


La guitarra no es nada sin la mano que la mueve y la hace hablar, sin el alma que mueve la mano.
De la misma manera que el cuerpo,
la mente y el yo
no son nada sin "eso" que les mueve
y su plan.



Por un instante,
paró la música
para sentirla mejor,
para explorar esta conmoción interna.
Y movida por esta conmoción interna, surfeando el silencio, fundida con él, convertida en silencio, se acercó a su yídam, tomó del néctar sagrado, en el botecito junto a ella, introdujo en el líquido el dedo anular de la mano izquierda y luego dibujó con él un triángulo en la palma de la mano derecha, y en el centro dejó caer tres gotas, una detrás de la otra (el néctar de la salud que apacigua la enfermedad; de la vida, que vence sobre la muerte, y de la sabiduría, que destruye la ignorancia). Llevó la palma a su boca y lo absorbió todo.
OM OM OM SARVA BUDDHA DAKINIYE VAJRA VARNANIYE VAJRA VAIROCHANIYE HUM HUM HUM PHAT PHAT PHAT SOHA




Si me dijeran pide un deseo...
Está rimando un día feliz...
Fuera, el día era gris claro, después de la luvia, claro y limpio.
Miró el altar dentro
y el altar fuera.
Los libros sobre el tatami; cada uno de ellos, un cofre mágico lleno de aventuras del alma. Los guantes y calcetines como nubes de algodón, aún en el futón, suaves, esponjosos, perfumados de aloe en su interior. En el suelo, el precioso recipiente de la vela que había llegado a su fin y sobre el que había depositado una preciosa vela gigante, de bordes derretidos durante la noche anterior. Aun apagada esta mañana, la vela resultaba una inspiración.
Cuántos regalos de la vida, para quién?
Fuera, el mar gris y calmado como un espejo. Como un imán. Esperando, entregado siempre. Imperturbable a las tormentas y mareas, lluvia o sol o viento; paseantes o bañistas o contempladores; la muchedumbre o la soledad. Imperturbable.
Sale el sol como un esbozo y el mar ni se inmuta.

Surge el piano y se le une el chelo
y la voz de Silvio. Te amaré.
Te amaré en lo profundo.
Te amaré como pueda.
Te amaré cuando acabe de amar.
Si estoy muerto,
el día siguiente.
Hasta el fin de los tiempos.
Te amaré junto al viento,
como único ser,
Te amaré
y después
te amaré.









En su última carta a su amiga y maestra,
le hablaba de "su familia espiritual durante tanto tiempo, a quienes había abrazado tanto y amado tanto y todavía, porque el amor es el final del camino; sospecho que el amor es la excepción que confirma la regla de la impermanencia
porque en el amor no hay marcha atrás, no en mi experiencia ..."

Fue su última carta,
no recibió respuesta.





Constató una vez más que no le dolía
y se regocijó de haber aprendido a amar y soltar
y seguir amando,
como Silvio.


viernes, 15 de febrero de 2013

El dolor también soy yo mism@.











A veces hacía "retiros" de entreno duro, sólo para cinturones negros, durante un puente largo o una semana. Se levantaban temprano, corrían por la montaña (no importa que lloviera o brillara el sol), hacían katas y combates (en realidad le llamaban "kumite reflejos", sin opción al contacto físico)
y meditaban en cuevas, en las ruinas de algún antiguo monasterio o junto al mar. Luego, muchas veces, entraban en el mar, con kimono o sin él. El agua era fría de invierno y el maestro les
animaba con gritos, de "adelante", "sin pensarlo", "rápido", etc.
Sin embargo, ella entraba lenta y decidida, sin titubear pero sin prisa.
Un día que el maestro animaba al impacto rápido, ella le dijo:
A mí me gusta entrar así, lentamente, por qué?
Él le respondió:
Porque usted acepta.

En su época universitaria, en algún momento su organismo se desequilibró y los médicos sospechaban algún tipo de úlcera. Había que hacer una radiografía y tomar antes una especie de jarabe amargo. Ella lo bebía sorbo a sorbo, con determinación pero sin prisa.
El médico le dijo: ¿Es que te gusta?
Ella no supo que contestar; eso que llaman delicioso, precisamente, no era.
Parece que estés degustando un manjar, bromeó el médico. Tómatelo de una vez y así evitas el mal trago.
Bueno, malo, qué más da -pensó ella. Es lo que es. Para qué perdérselo.








Cuentan que a Ramana Maharshi le apareció un tumor que hubo de operar en varias ocasiones, al final con cirugía mayor, y él seguía negándose a ser cloroformado. Cuando un devoto le preguntó si
no sentía el dolor, él le respondió:
Ni siquiera el dolor es algo ajeno a nosotros.
Incluso la enfermedad que devasta mi cuerpo no es algo ajeno a mí mismo, el Ser.
El dolor también soy yo mismo, cómo rechazarlo? Aunque quisiera, no podría.


A otro discípulo que se lamentaba al ver que su maestro se moría, le dijo:
Sufres como si tu maestro se estuviera yendo, pero cómo podría irse, a dónde?
El cuerpo puede ir y venir pero el ser no sabe de eso porque él no experimenta la impermanencia.


Finalmente, comprendí que la muerte no existe.
Y me relajé.

A mí me gusta mucho meditar a menudo, cada día, en las palabras del yogui:

"Primero, debido al miedo a la muerte, corrí hacia el dharma.
Luego me adiestré en el estado de la inmortalidad.
Finalmente, comprendí que la muerte no existe.
Y me relajé".






Es en ese preciso instante
cuando el buscador muere
y deja paso
al Ser.




En budismo le llaman el continuo que no cesa.


Ella me miró a los ojos y me lo dijo:
Al igual que el yogui, deja de identificarte con el yo al que te aferras;
empieza a designar "yo" en el continuo que no cesa (el Ser, la mente muy sutil, llámalo como quieras)
y habrás vencido a la muerte.




miércoles, 13 de febrero de 2013

Levanta la mano.







Me contaron que una maestra de meditación daba clase a niñas y niños.
Un día repartió chocolatinas entre tod@s ell@s al principio de la clase,
de forma que las criaturas pedían comerse la chocolatina antes de meditar.
De acuerdo, dijo ella, pero con una condición:
Quiero que estéis muy atent@s a lo que sentís
y en el preciso momento en que experimentéis esa felicidad
que esperáis encontrar en el chocolate,
en ese preciso instante, cuando la encontréis, levantáis la mano.

Cuentan que las criaturas, todas, abrieron el envoltorio de la chocolatina aceleradamente y con mucha ilusión y todas se dispusieron a comerla
pero nadie levantó la mano
en  ningún momento.

Lo cierto es que a mí me cuesta creerlo, porque yo soy de las que empiezan a degustar cualquier comida, la que sea, y suele exclamar, con fruición:
Dios, qué bueno!
Lo cual viene a ser algo así como levantar la mano.









Sea como sea, el hecho es que yo me contemplo, a mí misma, casi todas las horas del día
(me gusta contemplar esas cosas que hace ésta que habito),
del ordenador a la bici, de la bici al mar, a la piscina, a la comida con la amiga o amigo de turno...
y le recuerdo, a ella:
en el preciso momento en que aparezca
esa felicidad que buscas,
levanta la mano.



Pero el ordenador embota la cabeza y el asiento entumece el cuerpo;
el esfuerzo de pedalear la bici cansa;
el agua del mar está demasiado fría y corres a la arena;
y en la arena el aire está demasiado frío y corres a la piscina climatizada;






y el agua de la piscina
-ahí sí, ese vientre de agua cálida te absorbe para quedarte, te invita a quedarte,
pero la ausencia de branquias en este cuerpo, que no es de agua, te lanza fuera como un parto prematuro.
Y el esfuerzo de nadar
y el ritual de la ducha
y otra vez pedalear
y...



¿Aún no has levantado la mano?
Puede que no.
O puede que sí.

La clave está en el mero hecho de plantearlo:
cuando estés bien (cuando estés, cuando conectes con el momento presente),
levanta la mano.
Y si en ese preciso momento en que te planteas la cuestión estás pedaleando, es ahí cuando conectas con la experiencia, o con el yo que la transciende, y todo se detiene,
y levantas la mano.
Da igual el momento o lo que hagas,
la clave está en el mero hecho de plantearlo. En ese preciso instante.
Si la has alcanzado, levanta la mano.
Si estás donde quieres estar, levanta la mano.
Si estás presente y transciendes los tres tiempos, levanta la mano.





Porque ya has llegado
y estás donde quieres
estar.










Y da igual lo que hagas.
Cualquier momento, del día o de la noche,
cualquier situación,
cualquier experiencia es buena,
si conectas con el intante
y con el yo que lo transciende
y reconoces que estás
donde quieres estar.

Cualquier momento es bueno para levantar la mano y reconocer que sí,
que ya estás donde siempre has querido
estar.

























lunes, 11 de febrero de 2013

Ritmo lento.














Parar el tiempo
para contemplarlo.

Parece que te mueves pero sólo contemplas desde otro ángulo de lo mismo, lo mismo.

Parece que resuelves
pero esos nudos que deshaces están vacíos;
son como nubes, que las tocas y no están.
Hace frío o calor -cómo me he metido en esta hipnosis?
Como una fiesta de carnaval, la proyección se llena de celebraciones que no se celebran
sino que se dejan pasar como trámites, a menudo molestos,
aliviad@s de pasar página.
El cumpleaños de mi hijo, el de su hijo, el de mi hermano, el de mi amigo...
Como trámites molestos, miran hacia otro sitio: es un día como otro cualquiera.









Si acaso, el niño rompe el papel de regalo con ansiedad, o simple curiosidad -ya tiene tanto de casi todo...
Pero nunca es suficiente.
Nunca encuentras dentro del papel de regalo
lo suficiente para ser feliz
y quedarte en esa ciudad de la alegría
de manera definitiva
y estable.
(Todo está aquí).


Celebraciones que no se celebran, abrumad@s por el inmenso caudal de la agenda llena.
Como si nacer a esta vida humana no fuera motivo de celebración.
Año nuevo, el día del amor,
los resultados de los análisis médicos que no amenazan dolorosa cuesta abajo,
todavía no,
esta vez tampoco.
Como si cada milagro que llena esta vida, la tuya, mi vida,
no fuera un motivo de celebración.
Celebrar sin apego.
Celebrar y soltar.
Y seguir celebrando
esta magnífica oportunidad.

Aprender a vivir -como diría mi maestra.
Para aprender a morir. Esa apariencia.
Más de lo mismo.
La misma experiencia.
Ese instante, suma y sigue, del continuo que no cesa.


Como ese esquimal loco (el chamán más anciano de Groenlandia, le llaman),
a mí también me gusta parar
para contemplar
y celebrar.























http://crecejoven.com/antropologia--angaangaq


domingo, 10 de febrero de 2013

Todo está conectado.











Domingo luminoso.
Sol de domingo por la mañana, y a veces una cortina suave de nubes, relajante, para que la luz no nos ciegue. Suavemente nublado, a veces, se ve mejor. Se ve mejor
el continuo que no cesa, la experiencia que transciende al tiempo.

Suave y acogedor en mi mandala.
Mi mandala es como la mente, que está en todas partes, ya lo sé, pero en algún sitio hay que ubicarla para concentrarse en ella -la mente, en el corazón; mi mandala, en
el corazón del mandala.
Apacible la contemplación del futón que me invita a meditar;
las imágenes de mi yídam en tres o dos dimensiones sobre la estantería convertida en altar; los libros esparcidos sobre el tatami:
La indagación del ser, el camino de Ramana Maharshi;
La guía de las obras del bodisatva de Shantideva;
Yo, mi, me, contigo -las risas de Safier después de Maldito Karma;
Furari, la contemplación en cómic de Jiro Taniguchi -mi niño sí que sabe...









De repente, desde que dejé la escuela, mi biblioteca vuelve a ampliarse
y ahora escucho la voz, más a menudo, de otr@s maestr@s.
Cada ser es un maestro.
Ya lo decía aquél (no recuerdo el nombre, pero sea quien sea, seguro que no se pelearía por los derechos de autor):
la vida es un libro de dharma.

Mi hijo me invita al estreno de una obra de teatro, y en cada guión, en cada historia, veo la misma búsqueda -espiritual, por qué no, mera designación,
no nos vamos a pelear por un mero nombre.
Mi hermano me invita a un concierto y en cada creación musical, en cada tecla presionada en el piano o vibración en la guitarra o el violín, en cada nota que surge del saxo tenor,
en cada grito o susurro, al cantar,
encuentro la misma búsqueda.

Cada gesto de un ser humano, cada acción, cada palabra
es como un vínculo, una mano tendida, una oración, un paso en el mismo camino.













Cada mirada de un gato (el de mi amiga en casa o los que habitan en el parque del Montjuic),
cada  ladrido de un perro,
el mismo vínculo (mírame), la misma oración.
El mismo camino.

Todo está conectado.
Y todo es lo mismo.
Diferentes manifestaciones de lo mismo.
Tú y yo, lo mismo; compartiendo el mismo viaje
en el mismo barco.

Mi amigo me dijo: "siempre estamos solos".
Pero yo no lo veo así.
No lo siento así.

Yo sospecho que tú formas parte de mi cuerpo
tanto como yo del tuyo.























jueves, 7 de febrero de 2013

Que mi vida sea como una oración.













Al principio, le molestaban las oraciones.
Le resultaban unas "preparaciones" para la meditación demasiado largas. Así que, al principio, las atravesaba como un hilo musical de fondo que la ayudaba a relajarse, a soltar distracciones. Luego se enteró que a eso le llamaban "bendiciones" (la influencia que apacigua y transforma).
Entonces su maestro le explicó que las oraciones son un "ritual transformador".
Como casarse, que entras en el ritual siendo una persona soltera y sales siendo una persona casada.
Como una ceremonia de graduación, en la que entras siendo una estudiante universitaria y sales siendo una médica o abogada o lo que sea.










Últimamente sus despertares eran largos, muy largos. No había prisa para salir de la cama.

Salía del yoga del dormir y se adentraba en el yoga del despertar sin prisa.
Intentaba introducir en ese estado la primera meditación de la mañana, cuando la mente es más sutil.
Meditar en el amor, en el desfile de apariencias que transcurriría a lo largo del día, personas y situaciones. Contemplarlas con amor, abrirse a ellas con amor.
Abrir el grifo del amor como una fuente abundante.
Meditar en el amor y en la vacuidad. Y en la muerte.
Se veía morir, como aquella amiga de Ch, que se iba y le dijo:
"Cómo me arrepiento de no haber realizado la vacuidad!"
(Le resultaba tan difícil, dolía tanto...)




Así que ella meditaba en la muerte como meditaba en su entrada en este mundo, como una apariencia más, y se iba contenta y sonreía y decía: Cómo me alegro de haber aprovechado mi tiempo y realizado la vacuidad!




Aún tendida en la cama, en duermevela, meditaba en el amor, en la muerte y en la vacuidad.
Luego se incorporaba en la penumbra de las persianas bajadas, se acomodaba entre los cojines, sentada sobre el mismo futón, y meditaba en el amor, en la vacuidad y en la muerte.
Y, antes de levantarse, siempre tomaba una determinación para el día que tenía por delante.
Esta vez decidió: que mi vida sea como una oración, como una ofrenda; que cada cosa que haga a lo largo del día de hoy sea como un ritual transformador.
Lo que haga,
lo que diga
y lo que piense.
























Y se levantó a prepararse el desayuno,
como una ofrenda
a su yídam
en su corazón.
Como una ofrenda al ser ocupado en esta experiencia
humana.
Como una ofrenda a ésta
y a todas las demás apariencias
que aparecerían
a lo largo del día
y de la noche.






Y se adentró en la proyección
de la vigilia.