jueves, 18 de septiembre de 2014

El ego espiritual.






Cuánta razón tienes!
El ego es como el sistema -capaz de asimilar cualquier movimiento antisistema y hacerlo propio y convertirlo en un producto para el consumo y sacarle beneficios.  ;)

El ego observa la práctica espiritual que supuestamente te liberará del ego y se adapta a ella y se convierte en un gigantesco ego espiritual.
Una de las grandes trampas en el camino espiritual.

Cómo detectarlo? Con la vigilancia continua.
Dos de las características fundamentales del ego (o llámale simplemente el "yo" separado con el que me identifico):
1. Cree que existe.
2. Cree que es más importante que lo demás (que los demás "yos", lo otro).
En el fundamento de las dos está el sentimiento, la ilusión (alucinación) de segregación, la separación, que es la causa de todos mis miedos y sufrimiento (miedo a la muerte, a la soledad, a perder, al fracaso, etc.)

Cómo detecto, pues, el autoengaño en el camino espiritual, que no me estoy liberando como podría creer?
Por las señales en la vida cotidiana.




En mi experiencia personal, tal y como yo lo veo, no se trata sólo
de inventar Tierras Puras e instalarse en ellas;
retirarse a la meditación formal y realizar profundas prácticas tántricas donde te sientes un gran Buda rodeada de Budas, héroes y heroínas.
Todo eso está muy bien.
Pero la prueba de fuego es la vida cotidiana.





Recuerda aquella película (era Samsara?)
El protagonista ha pasado años en una cueva tapiada, meditando.
Cuando la abren encuentran su cuerpo entumecido y rígido y a él supuestamente iluminado.
Un santo, un Buda entre los mortales.
Pero cuando se integra en la vida cotidiana, con una mujer, una familia, un hijo,
no puede soportar las molestias.
Los juegos del niño, el quehacer diario, todo es como un infierno para él.
Así que decide volver a la cueva a seguir meditando.
Su mujer, que nunca se ha metido en una cueva a meditar, sin embargo, conoce bien la práctica de la paciencia, el amor y la compasión, la generosidad y la entrega.

Hay que saber detectar cuando la cueva, la meditación formal, no es más que una forma de escapismo.






Lo importante es saber mirar las señales en la vida cotidiana. Aquí y ahora, allá donde estés.

Si ya no te enfadas, o te enfadas menos.
Si no te molestan las situaciones externas (las dificultades, las personas, el ruido...)
Si empatizas fácilmente con los seres que te encuentras y sientes espontáneamente la compasión, el deseo de que sean felices y libres.
Si te adaptas fácilmente a las situaciones (kármicas) que aparecen en tu vida y comprendes fácil y espontáneamente su significado, como en un sueño lúcido.
Si ya no deseas sacar beneficio mundano (económico, material) de los demás, bajo ningún concepto; si sus intereses (no precisamente mundanos) son los tuyos.
Si no te sientes segregad@, separad@ del resto.
Si realizas tus responsabilidades y compromisos kármicos con las personas más allegadas (familia, amistades, vecin@s y compañer@s de trabajo), sin desentenderte de ellos, y al mismo tiempo sin apego, con la ecuanimidad que se sabe parte del todo.
Si le estás perdiendo el miedo a la muerte y a la vejez y a la enfermedad y al dolor físico y emocional.


Las señales de tu vida cotidiana son las que te dicen si tu práctica está funcionando o no.
Porque si tu supuesta "liberación" no funciona en tu vida cotidiana, aquí y ahora, es que no funciona en ningún lugar.




Recuerdo una entrevista a un famoso guru internacional, con ashrams en la India, Estados Unidos, Europa, etc.
Allá donde se movía era seguido por un amplio séquito de personas muy inteligentes, muy interesantes en su trayectoria personal y profesional. Algo debía tener este maestro al que tanta gente consideraba iluminado.
En la entrevista detecté cierto menosprecio por el público al que iba dirigida esta entrevista, personas mundanas que no arriesgan, que no lo dejan todo para afrontar un camino duro.
No les vamos a ayudar dándoles simplemente parches.
Entendía perfectamente lo que me decía.
Y sin embargo...

Acabada la entrevista, le pregunté:
De qué nos sirven los profundos estados místicos y transcendentes en la meditación si no se manifiestan en la vida cotidiana?
Me miró directamente a los ojos y me dijo:
Yo, al amor todavía no he llegado. Tú sí?
Sonreí, mientras acababa de guardar mis cosas para irme:
En ello estoy.



















miércoles, 17 de septiembre de 2014

Ama y haz lo que quieras.




Cogió el libro de texto de Historia de las religiones, de su hija,
y leyó que
el ser humano creaba a su Dios o dios@s
de acuerdo a sus necesidades.


Las sociedades nómadas patriarcales (el pueblo de Israel, los árabes, entre otros), que en sus desplazamientos miraban la posición de las estrellas para ubicarse, el cielo protector lleno de señales críticas para la supervivencia, estas sociedades nómadas patriarcales crearon un Dios Padre que habitaba los Cielos. Eran las religiones monoteístas con un Dios masculino, a imagen y semejanza de quienes ejercían el poder en estas sociedades terrenales. El cristianismo, el judaísmo, el islam.

Las sociedades sedentarias, agrícolas, dependían de la tierra, la lluvia, el sol, la naturaleza en su conjunto. Así, desarrollaron el culto a la fertilidad, lo femenino, la Madre Naturaleza. Hermana lluvia, hermano sol, hermano río, hermanas montañas, árboles, aire, mar... Respetaban y veneraban a la Madre Tierra.

Las sociedades cazadoras, por su parte, creaban dioses y diosas mitad animales y mitad humanos.




En general, respetaban, temían, veneraban y pedían la protección de Aquello de lo que dependían, pedían sus favores (rezaban, oraban) y su protección.

Los seres humanos han creado los dioses, en gran parte, para su propio beneficio y protección. Para sentirse protegidos. Para sentir que cuentan con los favores del "jefe" o "jefa", aquello de lo que dependen en mayor medida.




Fue impactante y revelador para ella, leer eso, siendo adulta. Y le fascinaba que su hija pudiera reflexionar sobre ello en la infancia.
Cuando ella era niña y sólo conocía su propia religión, la consideraba tan real y única como el mundo material en el que se movía.
Sabía que había otras creencias en el mundo, pero eran pueblos no civilizados, sin evolucionar.





Querida amiga:

Da igual cuál sea tu religión o tu creencia.
El Dalai Lama repite hasta la saciedad: No necesitas cambiar de religión para pasar a otra que esté de moda. Basta con que llegues al corazón de la tuya propia.
Thich Nhat Hanh insiste en la necesidad de reconciliarnos con nuestros ancestros, familiares, culturales, espirituales. Sanar las posibles heridas que podamos arrastrar en cualquier aspecto de nuestras raíces.
Y San Agustín dice:
Ama y haz lo que quieras.

En casi todas las religiones hay una búsqueda sincera
y también en casi todas puedes encontrar contaminación, corrupción, la mundanización de lo sagrado y transcendente.
Y eso ocurre en las religiones cristianas, musulmanas, hebreas, etc., incluidas las budistas.
Cuando los intereses de la institución y la importancia personal de lo mío (de mi religión, de mi dharma, de mi sangha, de mis budas) prima sobre "lo otro", sobre todo lo demás, incluidas las personas y los seres que nos rodean.
Cuando los seres en nuestro camino dejan de ser tan importantes como "mi religión" (incluida la institución a la que me he entregado, incluidas "las tres joyas" que venero);
cuando lo abstracto pasa a ser más importante (y merecedor de más atención) que lo concreto y cotidiano, entonces nuestro camino y nuestra experiencia espiritual se han desvirtuado.
Y esto puede ocurrir en cualquier religión.

(Sólo hay que recordar cómo Jesús expulsaba a los mercaderes del templo.
Quién no ha visto templos de cualquier creencia convertidos en auténticos mercados?
Por no hablar del supermercado espiritual, el consumo de libros, objetos sagrados, viajes, peregrinaciones, iniciaciones...)





Dicho esto, es cierto que todas las religiones con dioses externos (monoteístas o politeístas) tienden a la veneración, la devoción, el culto y los rituales.
También el budismo, en muchas de sus tradiciones, practica la imaginería, el culto a las imágenes de budas, estupas y demás.
Para muchas personas, este tipo de cultos les resulta un buen camino, una práctica eficaz de humildad, concentración, reducción del ego, conexión con lo divino, etc.
Pero también pueden acabar convirtiéndose en una serie de actividades que te mantienen ocupad@ indefinidamente y te distraen de lo esencial.

Y ya sabes ese dicho budista de que "las tareas mundanas no se acaban nunca".
Aunque las llamemos "espirituales" -ritos, ofrendas, oraciones, viajes, peregrinaciones, etc.
No dejan de ser mundanas. Mundanizadas.

Es cierto que en el budismo no existe un Buda o Dios externo,
sino que la imagen de Buda te recuerda que cada persona, cada ser guarda en su interior la semilla de la budeidad, el Buda potencial.
O incluso el Ser despierto que ya eres sin saberlo.
El budismo es una práctica para ayudarte a despertar, a que te des cuenta de que ya eres Buda (el ser despierto y libre), aunque insistamos en identificarnos con un ego sufriente.

Y sin embargo, el budismo, como cualquier otra religión o práctica espiritual, cuenta con un montón de trampas en el camino.
Entre ellas, confundir el dedo que señala la luna con la luna misma.

Hay un viejo proverbio chino que dice que
cuando el sabio señala la luna
el necio mira el dedo.



Una persona sabia (un maestro o maestra, un buda, las instrucciones del dharma) puede señalarte la luna, la experiencia del despertar,
pero ni las escrituras sagradas, ni los gurus, ni siquiera Buda, son la luna misma.
Sólo son el dedo que te señalan el camino para despertar, cómo es la vida despierta.

Si los confundes con la luna, los acabas convirtiendo en un lastre, una distracción más que te dificulta el despertar.













La luna es tu propia experiencia de liberación y de iluminación.
El despertar mismo.











martes, 16 de septiembre de 2014

El sueño lúcido.





Le llegó un mensaje:
Siempre la leo pero casi nunca 
la entiendo... bueno, quizás algún día.

Lo primero que observó fue un pequeño dolor en su ego de escritora.
Como periodista, había empezado tratando temas sociales, quizás un tanto vanguardistas, en medios minoritarios, hasta que sintió que no tenía ningún sentido dirigirse exclusivamente a las personas que ya pensaban como ella. Entonces se introdujo en una prensa más amplia. Se dio cuenta de que incluso en cierta prensa denominada "del corazón" podía tratar los mismos temas sociales que trataba en la otra, más exclusiva. Sólo cambiaba la forma. Y entonces sí que tenía una función de utilidad práctica.
En su vocación de "ser útil", le interesaba la prensa divulgativa, como una escuela de adult@s.
Había hecho suyo ese lema, que dicen que dijo Einstein, sobre que "si no eres capaz de explicárselo a tu abuelita, es que no lo has comprendido".

Como comunicadora, estaba convencida de que cualquier tema podía ser transmitido, a cualquier persona, y como periodista, ésa sentía que era su función.






Sin embargo,
los textos del blog eran otra cosa.
Nada que ver con su faceta profesional.
O casi nada.
Ahí no se trataba de informar sino de compartir.
Compartir experiencias (espirituales, de meditación, contemplación,
ponle nombre)
y si a alguien le resonaba, estaba bien.
Y si no, también estaba bien.
Porque todas las experiencias son personales.
En este contexto no había ningún dogma que transmitir, ninguna verdad.

Aún así, recibió aquel mensaje
(Siempre la leo pero casi nunca la entiendo... bueno, quizás algún día),
y sintió la necesidad de explicarse.
Porque si alguien sigue leyendo, aun sin entender, por algo será.
Y, como mínimo, merece el esfuerzo de una discreta explicación.  :)







Querid@ amig@:

Desde el punto de vista budista, el sufrimiento existe (primera de las 4 Nobles Verdades) y la causa del sufrimiento es la ignorancia (segunda de las 4NV).
En este contexto, a menudo se contraponen conceptos como la ignorancia y la sabiduría,
y sobre la sabiduría, se incide en la sabiduría del karma y la sabiduría de la vacuidad.
La sabiduría del karma consiste en la comprensión de la ley de causa y efecto.
Cualquier acción (de obra, palabra o simple pensamiento), e incluso "no acción", suele ser la causa que da fruto a un efecto.




La ley del karma es la que hace que aparezca en nuestra vida lo que aparece, tanto en cuanto a las situaciones mismas como a nuestros estados emocionales -el odio, miedo, celos, etc, que aparecen como efecto de anteriores experiencias de odio, miedo, celos, etc, como por la misma fuerza de la inercia, la solidez y profundidad que produce la repetición.
Sólo puede reducirse la fuerza de esta tendencia si dejamos de repetir la misma conducta.







En los últimos textos, sin embargo,
Los viajes de la droga kármica Entre viajes
la protagonista reconoce las experiencias del karma (de la vida) como una mera ilusión,
una alucinación, producto de "la droga del karma".
La ignorancia
que experimenta las situaciones kármicas y el karma mismo como "reales".

Bajo los efectos de las situaciones kármicas (las situaciones que aparecen en nuestra vida, por los efectos del karma, de la ley de causa y efecto), podemos sufrir o alegrarnos, pero es una mera alucinación, un viaje alucinógeno de lo que denomina "la droga del karma".

Y entre viajes alucinatorios (cuando aparecen situaciones que consideras reales y te hacen sufrir o alegrarte), sólo entre viajes (fuera de la alucinación), es donde encuentra la libertad.
Sólo cuando está libre de la ignorancia que cree que el karma y sus proyecciones son reales.

En definitiva, el karma es otra alucinación
y forma parte de la ignorancia,
desde el punto de vista de la sabiduría de la vacuidad.


Y esto no sólo nos lo ha mostrado Buda.
Si te resulta difícil comprender el sentido de la vacuidad budista,
quizás te resulte más fácil la lectura del soliloquio de Segismundo en La vida es sueño, de Calderón.
O la teoría de la interpretación de los sueños de Sigmund Freud.




Antes de Freud, parece ser que la opinión general era que los sueños no tenían ningún significado; aparecían en el sueño aleatoria y caóticamente.
La vida de vigilia, por el contrario, era real, "como todo el mundo sabe",
porque la vemos, la olemos, la oímos y tocamos. Y la experimentamos.
Con el psicoanálisis de Freud sabemos que los sueños oníricos aparecen como resultado de experiencias previas (en la vida de vigilia, por ejemplo).
Los sueños de la noche son situaciones y experiencias que aparecen como efecto de situaciones (causas) anteriores.
Pero mientras aparecen en el sueño, las experimentamos como reales; las vemos, tocamos, olemos y oímos. Y si le preguntas a la persona que está a tu lado en el sueño, está de acuerdo contigo en que lo que está ocurriendo es real. Hasta que te despiertas y ves que el mundo que aparecía en el sueño no es "real" sino una mera proyección de la mente. Como una película proyectada por el proyector de la mente.
Freud nos demostró que los sueños no "existen" inherentemente, independientemente, fuera de la mente, pero sí tienen significado. Y aparecen en el sueño por causas previas.

El budismo nos enseña algo parecido respecto a la vigilia.
Que es como un sueño que no existe inherentemente, fuera del proyector de la mente, pero todas las apariencias, situaciones y experiencias tienen significado y son el efecto de causas previas. Tal como lo explica la ley del karma.

La ley del karma de la vigilia y la interpretación de los sueños de Freud tienen muchos lugares comunes.




Las dos son meras apariencias que nos parecen reales cuando estamos abducid@s por ellas, no existen inherentemente, independientemente, fuera del proyector de la mente, y responden a la ley de causa y efecto.

Cuando, en una pesadilla, puedes vivir el sueño lúcido (consciente de que es un sueño), te liberas de gran parte del sufrimiento.
De igual manera, cuando en la vida de vigilia reconoces lo ilusorio de las apariencias kármicas (las situaciones que aparecen en la vida), también te liberas de gran parte del sufrimiento.








Querid@ amig@:
Nadie dijo que fuera fácil comprenderlo, ni explicarlo.
Pero ahí queda el intento.

Abrazo fuerte y te deseo lo mejor:
Que puedas vivir el sueño lúcido
en la vida onírica
y en la vida de vigilia.

Un abrazo muy fuerte.






lunes, 15 de septiembre de 2014

Entre viajes.




Sólo entonces
se sentía valiente.
En esos espacios entre viajes.
Cuando los efectos de la droga se reducían hasta casi desaparecer
y sentía su organismo (físico y mental) limpio, por unos instantes,
antes de aparecer el mono, el síndrome de abstinencia que la llevaría sin darse cuenta
a un nuevo viaje,
una nueva dosis de la droga kármica, de la ignorancia.

Es curioso cómo, en este sueño, la "creatividad" era considerada como una forma de inteligencia.

De forma que, sin saber cómo, antes o después volvía a la creación de otro viaje alucinógeno.
Otro secuestro mental y emocional.
Otra abducción.
De nuevo el miedo, la ansiedad, el amor a la vida (ese culto), el miedo a la muerte.




Hasta que volvían a disolverse los efectos del karma, esa droga, y recuperaba la cordura por unos instantes.
Unos instantes de libertad antes del nuevo "chute", del nuevo viaje.

Pero durante esos instantes de cordura (entre abducciones kármicas) no había nada que temer.

Aunque pasara una anciana en la silla de ruedas, empujada por su hija; o las noticias del lobby farmacéutico intoxicando hasta la muerte a la población de los países más pobres, o la industria armamentística produciendo guerras que masacraban civiles de todas las edades.
Ya podía aparecer ante sus ojos un desfile de infiernos.
Pero en esos instantes de cordura, no había nada que pudiera hacer tambalear su contemplación apacible y libre de miedo.
Ninguna alucinación.





jueves, 11 de septiembre de 2014

Los viajes de la droga kármica.




Le llegó un mensaje con una cita de Shinoda Bolen.

"El bosque, el laberinto, el otro mundo, el mundo subterráneo, el mar y las profundidades marinas, son descripciones poéticas y simbólicas de la forma en que percibimos el reino del inconsciente.
Es el lugar donde estamos cuando nos perdemos
y el lugar a donde necesitamos ir para encontrarnos a nosotr@s mism@s."

"La individualización, la necesidad de vivir plenamente en armonía con nuestro interior, es un viaje que conduce al ego hasta el bosque".
(O el mar, o lo que cada cual elija, si no he entendido mal, pensó ella).

Así que si mi referente es el mar en calma, el mar como un espejo, el océano infinito y apacible,
quizás es así como percibo el reino de mi inconsciente,
mi esencia, el Ser que soy.

El lugar donde estoy en realidad cuando creo que me he perdido.
Y el lugar donde tengo que regresar.
(En un viaje ilusorio, virtual, puesto que ese lugar nunca deja de estar donde estoy).

Y ése es el único viaje con sentido.

O bien hacer ese viaje (virtual, ilusorio).
O bien despertar.
darte cuenta de que nunca has dejado de estar ahí,
Que ya no hace falta más viajes.

Sólo el efecto de la droga kármica te hace creer que estás en otro lugar.
La droga kármica creando alucinaciones.

Pero cada instante nace una nueva oportunidad,
y siempre está en mi mano abandonar la droga y dejar de alucinar.
Abandonar, liberarme de una vez por todas
de todas las causas y efectos del sueño del karma.

Ni tú ni yo necesitamos esa droga.
Ni ninguna otra.





lunes, 8 de septiembre de 2014

Levanta la mano.






Últimamente había recuperado sus desayunos domésticos.
A solas en la casa. Los sonidos del silencio.
El tic tac del reloj,
la vida tranquila que ascendía por el patio de luces.
El café y las tostadas, el silencio interior,
la contemplación.
Sin colas ante la caja de la cafetería
de la playa
ni la tensión de si aún quedaría algún cruasán de almendras.
Se sentaba ante el café a contemplar la quietud y el silencio de su hogar
y a la vez presenciaba la quietud y el silencio del océano gris, la arena gris, el aire gris,
la película muda de la Plaza del Mar.
Tod@s poseemos el don de la ubicuidad.

Al final del desayuno, en el epílogo, repasaba mentalmente su agenda.
Meditación frente al mar y baño.
Charla con el jardinero del barrio
(sentado a la puerta de la tienda con su cigarrillo eterno entre los dedos),
sobre la posible causa de las mordidas de las plantas de su amiga, que se había encargado de cuidar en su ausencia.
Comida familiar en un restaurante significativo.
La sesión de artes marciales a la noche.

Levanta la mano cuando conectes con eso que le da sentido al día.
En el instante que toques la eternidad.
Si has dado un espacio en tu día a estas situaciones, por algo será.




El desayuno, como una inmersión en el océano de la vida. ¿Estoy conectando ahora?

Cada instante es una oportunidad
para conectar
con la eternidad.