jueves, 11 de abril de 2024

La luna creciente.

 



El despliegue del desayuno, uno de sus rituales del día.
Hace tiempo se dio cuenta de que todos los pequeños gestos y situaciones cotidianas
podría convertirlos en rituales de atención, de presencia.
Como oportunidades que son, cómo desaprovecharlas.

Abrir los ojos por la mañana, ese tiempo lento de duermevela, de regreso al mundo,
la bienvenida, la gratitud, la contemplación:
la luz del sol que nace o antes de nacer,
el canto de la tórtola, el vuelo de las gaviotas...
Abandonar el futón, incorporarse, los pies en el suelo:
aún tengo estas piernas para levantarme,
para caminar montaña arriba, el aroma y el cuerpo de los árboles, la tierra, el romero
inundando los pulmones, la sangre y cada una de las células de este cuerpo.
El desayuno, esa ofrenda, del universo a ella:
las fresas en el plato, la tierra, el sol, la lluvia, 
"el trabajo duro y amoroso de muchos seres" (TNH).
Y la ofrenda de ella al universo: la gratitud.

Abandona el cuarto un momento y vuelve a regresar al aroma cálido del café.
Es curioso, piensa, cómo te recibe y te envuelve en aroma del café, por fuera y por dentro,
cuando abres la puerta y regresas a la mesa del desayuno,
pero una vez dentro ya no lo percibes, por inmersión.
Como cuando se pregunta qué es la felicidad, o Dios,
y quizás no es consciente de ello por inmersión.
Como el pez que se pregunta qué es el agua, de la que tanto ha oído hablar,
si realmente existe el agua en algún lugar.



En algunas tradiciones te postras ante la luna nueva.
Cuando alguien accede a una nueva visión, un nuevo punto de vista (pongamos el dharma)
y de repente tiene lugar una realización,
un impulso movilizador que hace que todo cambie.
Y nada volverá a ser igual en lo sucesivo.
La luna nueva.

Ella recuerda a aquella monja católica que le contaba que siempre le había interesado comprender de qué va esto de la vida, por eso había dedicado gran parte de su existencia a investigar en la psicología y la filosofía.
Hasta que, inesperadamente, tuvo una experiencia personal reveladora.
Se sintió inundada de "Dios".
Toda la energía que conformaba su cuerpo
(en forma de músculos, huesos, sangre, espacio...),
todos sus cuerpos, los más etéreos también, la energía que proyectaba,
era puro Amor.
Ella era el Dios mismo que tanto buscaba en todas partes.
Y "todas partes" era también el Dios mismo, 
emanado en los seres humanos con los que se cruzaba, los animales, vegetales y minerales,
el aire que respiraba, el suelo que pisaba, la casa que habitaba,
las montañas, los ríos, el mar...
No era una teoría conceptual que había leído en algún lugar, explicaba, 
era una vivencia personal muy profunda.
Entonces decidió que, en adelante, solo iba a dedicar su vida a profundizar,
a seguir investigando en esa vivencia.

A veces te postras ante la luna nueva.
Y, a veces, te postras ante la luna llena.
La luna llena creciente.




lunes, 1 de abril de 2024

Todo el mundo tiene acceso al despertar.

 



Todo el mundo tiene acceso a experiencias de amor
(amor-Amor, no esas relaciones de control y exigencias que a veces llaman amor).
Todo el mundo tiene acceso a experiencias de deleite profundo,
que a veces surgen de la nada, inesperadamente.
Todo el mundo sabe lo que es eso.
El problema es que muchas personas lo olvidamos, o ni siquiera lo percibimos,
o bien no le damos importancia, quizás porque pensamos que no es productiva,
no sirve para nada. No te paga el alquiler ni la hipoteca.
No te aporta prestigio social ni estabilidad material.
De hecho, no te aporta estabilidad de ningún tipo, tampoco emocional.
Vives la plenitud y luego se va.
Y, en cualquier caso, no sirve para nada, cuando la vives o cuando no.
Así que pasa como agua entre los dedos y ponemos nuestra atención en otra cosa,
generalmente en lo que nos duele, en los problemas por resolver.
En lo que podemos hacer para estar "mejor", incrementando así un karma de insatisfacción.

Karma no significa castigo. El karma se refiere a la ley de causa y efecto.
Es como decir que eres lo que practicas.
En el entrenamiento físico está muy claro que desarrollas los músculos que trabajas,
y los que no trabajas se debilitan o incluso se atrofian, en un grado u otro.
Así que si practicas insatisfacción, es decir,
la mirada que considera que no cuentas con lo necesario para estar bien, 
que necesitas algo que está ahí fuera para ser feliz,
si practicas la insatisfacción no te extrañes de que se convierta en un hábito
que pase a ser una manera de vivir,
una manera de ser.

Si practicas contentamiento, experiencia de plenitud
(tu vida está completa, tú estás completa, no hay nada que te falte
para vivir en profundidad esta experiencia humana),
apreciación, gratitud, disolución, experiencia de unidad
(sin conceptos de separación o discriminación),
si practicas la celebración de la plenitud acabará convirtiéndose en una forma de vida,
una forma de ser.

Y todo el mundo ha tenido acceso alguna vez a experiencias de disfrute,
amor profundo hasta la disolución personal
(cuando quizás aparece la voz del ego, tan "pragmático", para avisarte del peligro).
Experiencias profundas de libertad que están pidiendo a gritos que las dejes respirar,
que las veas, que las cuides, que las mimes al menos tanto como mimas
la adicción al sufrimiento.




lunes, 25 de marzo de 2024

Todo está aquí.

 


El aroma del café al entrar en el cuarto
la devuelve a algunos de sus buenos momentos de compartir, en esta casa virtual.
Evocar es volver a vivir, esta vez desde otro yo, quizás.
Compartir los momentos de inspiración/contemplación los hace aún más intensos,
en cierta forma los salva del olvido.
No se disuelven del todo en la memoria.

Cuando empezó a escribir para sí misma, a los 11 años,
no sabía que iba a convertirse en una gran aliada, una amiga fiel
el resto de su vida, la escritura.
Acababa de morir alguien que amaba mucho, su principal referente por aquel tiempo,
su mundo se resquebrajó, sin suelo bajo sus pies.
El luto riguroso, el silencio, prohibido reír.
Entonces miraba la vida en la calle por detrás de la ventana. Y escribía.
Por qué? Más bien para qué.
Para ordenar sus emociones, para comprender,
para vislumbrar un centro al que asirse,
incluso una compañía.
Una herramienta muy válida entonces
y siempre, en cualquier situación.
Ya se quedó con ella, para su uso diario.




Pasado el tiempo, sientes que cualquier día de éstos te vas, ya no estás aquí,
y dejas una casa para vaciar, llena de basura.
Mira las libretas amontonadas en el armario y piensa: tengo que volver a hacer limpieza.
Y en medio de esa limpieza aparece, sin ocupar espacio en el armario ni en ningún otro hueco material,
aparecen esos textos de Reflexiones, virtuales, como en una nube.
Una colección de momentos de inspiración profunda,
de rituales, preguntas, a veces respuestas, realizaciones,
amor, dolor como un parto, como una muerte,
plenitud y deleite como una muerte, como un parto.

Regresa al cuarto donde permanece la cafetera, una vez recogido el desayuno,
y la recibe el calor aromatizado del café,
y es una evocación, un viaje en el tiempo,
tanto como un instante presente.
El tictac de la luna blanca en la pared, la lluvia en los cristales de la galería y en los balcones,
cabalgar la bicicleta en dirección al mar,
una evocación de instantes ya vividos, de regreso.
Todo está aquí.

Hoy es un día para evocar, como un puente con otro tiempo.
La lluvia sobre el techo de cristal de la galería.
Pedalear sin miedo por el puerto rumbo al baño en el mar.
La inmersión, la disolución.

Revisa los viejos textos de Reflexiones y, una década después,
aquellos días vuelven a aparecer en el día de hoy.
La presencia aún más intensa, como una luna llena creciente.

El tiempo no existe más que como un concepto, como una mirada.
Hay otras.
Otra mirada es que todo está aquí. Todos los fotogramas
presentes aquí, ahora.
Aquella mujer en bicicleta bajo la lluvia suave también está aquí,
este mismo día gris de mar tranquilo y gaviotas en la orilla.
La inmersión en el un mar sereno, la disolución.
Una tórtola canta.
Los mirlos hoy hacen su retiro de silencio.




domingo, 24 de marzo de 2024

A solas.

 


Con quién estás cuando estás a solas?
¿Te gusta tu propia compañía? ¿Es amable, inspiradora?
¿Es la amiga que desearías a tu lado, con quien te sientes segura
y en plena confianza?
¿Confías plenamente en ella, en su amor, en su libertad,
en su independencia y honestidad?
¿Le importa más el amor que lo que pienses de ella?
Quién ese ese yo que te acompaña día y noche, también en el sueño nocturno,
hasta el final de tus días?
Si aún es una niña caprichosa, quizás podrías educarla un poco más,
y aún te toca ser la madre.
Amarla un poco mejor.
Quizás aún te toca ser una madre amorosa, que no sufre cuando no se cumplen sus deseos, 
que no responde a sus chantajes y caprichos (la sobreprotección del miedo)
y sólo desea su libertad, esa felicidad profunda sin dependencias. Porque sí.
Por amor.
Cuando ya ha dejado de ser tu hija para ser simplemente Amor.
¿Es ella la que te acompaña cuando estás a solas?
(¿Es tu amiga el Amor o tu amiga el Miedo?)
¿O aún no?
¿O no siempre?
Presta atención.

En otro momento investigaremos quién te acompaña cuando estás acompañada,
ocupada y en interacción, esa otra compañía.




miércoles, 20 de marzo de 2024

Por qué sufro?




Por qué sufrimos?
Por ignorancia -respondió él.
Sí, ésa es la respuesta sencilla y profunda.
Pero más acá, por qué el ego se aferra a un dolor concreto, cualquiera que sea,
como la preocupación, la culpa, el resentimiento, etc.
En todo caso, es porque encuentra algún beneficio, desde el yo que se aferra al yo.
Por ejemplo, ante un contratiempo, una adversidad, puedes hacer algo por resolverla
o bien, simplemente, preocuparte. Y sufrir.
No haces nada pero te preocupas mucho, y preocupas a tu entorno,
exhibes tu preocupación, lo mucho que sufres.
Lo proyectas para que se haga grande.
Es como un mecanismo compensatorio del ego,
para descargar la culpa y, supuestamente, dignificar la propia imagen.

Sufrir sin resolver o resolver sin sufrir -si es que hubiera algo que resolver.

Y lo mismo con el resentimiento, los traumas de la infancia,
la niña o el niño herido que se resiste a sanar.
Siempre hay algún beneficio que cree encontrar el yo, ese personaje,
en aferrarse a su sufrimiento.

Personalmente, cuando encuentro un tipo de sufrimiento que se alarga
y parece estabilizarse y cronificarse, me gusta indagar si hay algún "beneficio" oculto
que me mantiene instalada en ese supuesto mal menor.
Porque en esa búsqueda podría ser que encuentre otro dolor, inconfesable,
y ciertos beneficios al seguir instalada en la zona de confort del sufrimiento conocido.
Una construcción mental o la otra, al final resultan tan agotadoras,
tan disparatadas (el disparate se ve con más claridad cuando la mirada es fresca y nueva),
que al final ocurre como un milagro el soltar
y contemplar
cómo los fantasmas de la mente se disuelven
por sí solos.





sábado, 2 de marzo de 2024

La aspiración correcta.

 


Sol y algo de aire, como un abanico verde
en las copas de los árboles de la montaña urbana.
Hoy las gaviotas la han acompañado en el desayuno.
Ellas sobre las cabezas de las chimeneas, en el terrado.
Ella junto a la baranda, respirando el mismo aire.
Las tres en silencio y contemplación.
Absortas en el concierto de aves y otros sonidos del silencio.
Las golondrinas de visita, los mirlos.
Últimamente el canto del mirlo es el que pone banda sonora a su despertar,
al amanecer, aún en duermevela.
Junto a la perseverante tórtola.
La primavera asoma su rostro, aún jugando al escondite.

Ayer, de camino por la montaña, entró en esa iglesia, ya tan familiar, tan disponible.
Se sumergió en el silencio,
sin comprender tanto, ahora, el despliegue de imágenes
que la inspiraban en otro tiempo.
Pero daba igual, el silencio se le regalaba igual,
sin importar si era de aquí o de allá, 
si era "una de los nuestros" o no.

Entonces apareció aquella palabra: Aspiración.
Se preguntó cuál era su aspiración,
como ser en tránsito por esta vida humana.
La plenitud, se respondió.
El no-miedo, la entrega,
la contemplación ecuánime,
el amor, la alegría hasta las lágrimas.
La experiencia estable de plenitud.
Comprender de una vez por todas de qué va esto, y no olvidarlo.
Dejar de ser una presa fácil de la hipnosis del karma.
Algunas tradiciones lo llaman el despertar.
Cuando ya no usas más la palabra "comprender",
que tanto aparece ahora en su continuo mental.
Así que su aspiración es el estado definitivo de la plenitud.

Sintió que el resto del viaje que le quedaba por transitar
era una aventura apasionante.
Se acercaba a puerto. Estaba en sus manos elegir
cómo vivir el último tramo del viaje.
La bandera de su aspiración última le daba confianza y fortaleza
y valentía, cuando las necesitaba.
A veces ya no necesitaba nada de eso
(ni confianza ni fortaleza ni valentía, cuando todo era claro,
espontáneo y natural),
en sus momentos más apacibles y serenos,
de entrega y disolución.

El resto del viaje aún estaba por cartografiar
pero le parecía que era una celebración en sí mismo.




viernes, 23 de febrero de 2024

La preciosa existencia humana.

 


El cielo cubierto nos ofrece otro día ligeramente tamizado por un velo gris.
El grito de la tórtola al vuelo, antes de aterrizar,
seguido de su canto pertinaz en la contemplación.
El sonido del tictac del reloj de pared, como una luna blanca, 
contribuye también para mantener la ilusión de que el tiempo no detiene su paso,
aunque lo parezca, en la aparente quietud.
Como la luna en su trayecto nocturno, y diurno.

Fue ayer mismo, que soltó la bicicleta y se descalzó para entrar en la arena,
camino de la orilla, y encontró a la luna creciente brillando alta en un cielo claro.
Aún no eran las 12 de la mañana.
¿Esta luna es la de anoche, que aún permanece en el cielo,
o es la de hoy, que ya ha salido esta mañana temprano?
Se dedicó a observarla en su tiempo de contemplación sentada en la arena,
en su baño en el mar, y más tarde mientras nadaba en la piscina.
Casi inadvertidamente, la luna seguía su trayecto ascendente,
más intensa su luz por momentos.
Todo el día estuvo presente, acompañándonos en nuestras actividades mundanas,
plenamente visible.
Al atardecer su brillo se hizo aún más poderoso, 
y más todavía al llegar la oscuridad de la noche.
La luna de día, la luna de noche.

Regresa al cuarto del desayuno y la recibe el intenso aroma del café recién hecho
flotando en el ambiente
y el calor de la cafetera proyectado en el aire.



Últimamente evoca a menudo la meditación en la preciosa existencia humana.
Qué es eso de la "existencia humana"?, le preguntó una amiga en el grupo de estudio.
Podríamos estar viviendo una existencia vegetal, o mineral,
pero aquí estamos, en esta existencia humana.
La pregunta es: ¿la vivo como una preciosa, valiosa, existencia humana, o no?
Sólo hay dos respuestas, en última instancia: sí o no.
Y sus matices, claro.

Un amigo le contó una vez sobre la portera del piso donde vivía,
que cada vez que él salía de casa, o entraba, y se cruzaba con ella,
la saludaba: Qué tal?
A lo que ella respondía invariablemente:
"Pues ya ves, hijo, esperando a que sean las 9 de la noche, para irme a casa".
Ella se pregunta a veces si está pasando por esta vida simplemente esperando
a que den las 9 de la noche (o la hora que sea) para dejar este cuerpo y irse (de aquí).
¿Estoy meramente entreteniendo el tiempo, "matando" el tiempo,
ocupándolo con distracciones, hasta que se acabe?
¿O lo vivo como una preciosa existencia humana, una valiosa oportunidad de vida?
No se trata tanto de si haces muchas cosas o pocas
sino del cómo.
Si estoy presente o no, si vivo en el deleite y el asombro, o no.
Si paso por aquí como el ser sagrado que soy
o bien como una simple mortal, egocéntrica, sufriente y perecedera.

En budismo la existencia humana se considera especialmente "preciosa"
porque cuenta con todas las condiciones para despertar.
Tenemos multitud de oportunidades de situaciones adversas (para el ego sobrealimentado)
que pueden ayudarnos a comprender la verdad profunda. A despertar.
Y también contamos con multitud de oportunidades de disfrute,
que podemos aprovechar para conectarnos con el deleite sagrado (el gran gozo de la vacuidad),
si sabemos no generar apego.

Desde este punto de vista, para el budismo la existencia humana es especialmente preciosa.
En cualquier caso, no entraré en comparaciones con otras existencias, qué sé yo.
Pero sí tiendo a plantearme a menudo la pregunta, como un recordatorio:
¿Estoy viviendo esta experiencia humana como algo precioso, valioso,
o por el contrario, la estoy atravesando como un mero trámite,
a la espera de que se acabe?

Lo importante no es tanto lo que hago, sino cómo lo hago -repitió la amiga.

Podría ser.
Podría ser...




domingo, 11 de febrero de 2024

Las emociones como camino.



Yo creo que las turbulencias internas son también meras experiencias
que atravesar, en el camino,
al igual que las dificultades externas.
Así como cuando escuchamos sobre cómo utilizar las condiciones externas
para el camino espiritual, y nos resulta tan claro,
eso nos vale también para las emociones, 
incluidas las denominadas "perturbaciones mentales".
Lo mismo que las dificultades externas no son "enemigas" sino oportunidades de práctica,
las consideradas "perturbaciones mentales" tampoco son enemigas
sino perfectas oportunidades de práctica.
Así que, de la misma manera que aspiramos a afrontar las dificultades en el camino,
las situaciones de crisis (la pérdida de trabajo, una enfermedad, la muerte de un ser querido, etc.)
desde un estado de paz, desde nuestra isla interior de paz,
de la misma manera, cuando aparece el enfado, el apego,
el sentimiento de pérdida, el duelo, los celos, la tristeza,
la frustración, el dolor de haber sido herida, etc,
podemos aspirar a atravesar la experiencia emocional desde la contemplación,
la comprensión, la compasión y la paciencia.
Yo no soy mi "perturbación mental", no soy mi emoción ni mi pensamiento.
Esas experiencias internas aparecen igual que las experiencias externas
y no necesito castigarme por ello
(en especial lo hacemos con las emociones no deseadas)
ni sentirme lejos del Ser que soy.
El Ser que soy lo experimenta todo, también el miedo, el dolor y la ira,
tanto como el deleite, la compasión universal y la plenitud.

Las perturbaciones mentales también son sagradas.
También son el nirmanakaya, el cuerpo de Buda manifestado,
el cuerpo de Dios.

Así que cuando se despierta con un nudo en el estómago,
de tristeza o de miedo, de amenaza o de pérdida,
ve al Ser también en ese nudo.
Y lo contempla diluirse seguidamente, el nudo,
para pasar a ser el espacio de paz de donde surgió
y donde fue a disolverse,
o acabará disolviéndose.

Otra vez Dios, o Buda, jugando al escondite.




viernes, 9 de febrero de 2024

Cambiar para que todo cambie.

 



El tictac del reloj que no se detiene,
la banda sonora en la sobremesa del desayuno como una canción de cuna.
Quiere salir con tiempo para disfrutar un rato de la brisa del sol en la orilla.
La brisa del sol. Sonríe ante el lapsus lingüístico.
El sol suave en la piel, esa caricia,
la caricia de la brisa del mar abanicando el aire, su cuerpo de aire.
Pero se está tan bien aquí, en este momento mágico,
en el aire el calor aromatizado del café recién hecho
y en el paladar el sabor de la fruta fresca.
La visita de la primavera esta vez es maravillosamente larga.
Regresará el invierno pero hoy aún es primavera cálida.

Hoy aún es primavera cálida -se lo repite,
esta vez con otro significado.
Este cuerpo de primavera aún funciona.
Aún le sirve para transitar esta experiencia humana.
Cómo la usa es otra cosa (esta experiencia humana, este cuerpo).
En el último debate en el grupo de estudio volvió a salir el tema
de la responsabilidad del "cambio".
Cambiar la mente que crea el mundo y el "yo".
Ya mismo, ahora, 
para que quizás se manifieste en el mundo en los siglos venideros, tal vez milenios,
da igual el tiempo que tenga que transcurrir en este espejismo.
Cuando la primera noble verdad compartida sea "la vida es nirvana".
Empezar a vivir ya en el nirvana, en la alegría compasiva,
en la fortaleza del "yo grande".
Aun siendo presa de los miedos que puedan surgir todavía, en este ensayo,
dejar que emerja la fortaleza de la confianza, de la Misión
(si aún no es la certeza de ser quien cree Ser).
La misión, la función, el sentido de esta experiencia humana:
cambiar para que todo cambie.
Vivir en otra dirección, como lo haría el Ser amoroso y compasivo.
Ser la Hija de Dios, reconocer la Hija de la Diosa que es
y vivir en ella.
En el Alto Yoga Tantra se describe como dar espacio dentro de ti a tu yídam
hasta que lo ocupe todo.
Quitarse de en medio y dejar de estorbar.
Soltar el espacio que el yo hipnotizado ha ido haciendo suyo.
Y ver qué pasa.
Cómo se manifiesta esto en la vida cotidiana?
Tiene que vivirlo otra vez.
Prestar atención y, tal vez, contarlo.
Visibilizarlo.
Contárselo
y diluirse en el asombro.





sábado, 3 de febrero de 2024

El autoconocimiento.

 



Te buscas para desaparecer.
A primera vista, puede parecer que es una obsesión egoica, esa autoindagación.
Pero en realidad también puede ser un intento desesperado de desaprender,
deconstruir, liberarse de tantas capas
de un yo que no existe.
Desenmascarar la ilusión, deshacer la hipnosis.
Haces inmersión en tu experiencia, la que sea,
de dolor o gozo profundo, da igual,
con el único objetivo de morir.
Y, quizás, nacer nueva.
Identificar al fin el ser que eres.
Ese encuentro.





miércoles, 31 de enero de 2024

El encuentro.

 


La casa de citas puede ir variando a lo largo del trayecto.
Para algunas personas puede ser la iglesia.
Para otras, los monasterios, o alguno en particular.
En un momento dado, puede ser tu casa, 
desde que introduces la llave en la cerradura y ya sientes la presencia de Tara,
Vajrayoguini y Prajnaparamita
flotando en el aire de tu santuario personal, el templo.
A veces es cualquier manifestación de la naturaleza,
el aire fresco cargado de vida, el abanico de tonalidades verdes,
la voz del viento en las hojas de los árboles
o en el paso del río.
O el canto de los pájaros al amanecer,
cuando aún descansas bajo el edredón, en duermevela.
El sonido del tren al pasar, la acuarela de tonos naranjas y violetas en el cielo.
La luna, la luna siempre, el baño de luz de luna.
La bola de fuego emergiendo del mar, o acostándose, plateada,
en el horizonte de montañas. O disolviéndose en el cielo claro.
La luna siempre, de día y de noche.
El mar siempre, de día o de noche.
La voz del mar en la orilla, la brisa del mar en la piel,
la caricia suave del sol, o del aire.
El velo gris sobre el paisaje, como una cortina onírica.
Cada lugar, cada situación puede ser tu casa de citas habitual,
o bien solo por un instante.
Pero al final, en lo más profundo,
la casa de citas es sobre todo un estado, una experiencia interna,
de apertura, encuentro y disolución.
Porque, como cantaba Leonard Cohen,
"in love we desappear".




viernes, 19 de enero de 2024

El guru yoga son las raíces.



Había vuelto a la ciudad donde nació.
Donde transcurrió su infancia.
Y su adolescencia.
Y sus sueños de futuro.
Sus sueños.
Allí estaba, con las amigas de la tribu original.
Una comida en una terraza de Cabo de Gata.
Y entonces apareció aquel dolor como una espada cortante en el abdomen.
El vómito, el desmayo.
Vamos a urgencias. 
Vamos.
Entonces, en el camino, sin abandonar el paseo de mar,
ella vio aquel despliegue de luces y colores en el cielo. Envolvente
Sin fuerzas, se estiró en un banco del paseo, con vistas al cielo.
Qué haces?, dijeron las amigas, urgentes en la urgencia, camino del coche.
Qué haces ahí tumbada? No te estás muriendo?
Y dónde mejor que aquí?, pensó ella, sin energía para el resuello.
Dónde mejor que aquí?, el cielo en un despliegue mágico de colores, las gaviotas al vuelo.
Aquí estoy bien, si me tengo que marchar.


En la práctica del guru yoga aprendió que para ese último viaje lo mejor es soltar el cuerpo, ese yo, y designar "yo" en el guru, tu yídam personal, el yo-Buda.
Allí se dio cuenta de que su mejor guru yoga eran las raíces.
El origen.
Ese mar, esa música que acunó su infancia y adolescencia,
esas luces y colores, esa puesta de sol interminable y envolvente,
ese acento en el habla.
Ese humor gris que tanto la hacía reír, ese ingenio tan poco blandengue. Esa forma de amor.
Su guru yoga eran las raíces.
Pensó que podría irse de este mundo feliz
si escuchaba a Lole y Manuel, o Triana.
O "Pasa la vida" en la versión original de Romero Sanjuán.
O bien aquello que la despedía en los conciertos nocturnos de la Alcazaba,
la noche de la despedida antes de coger el avión de vuelta a la universidad.
Esa guitarra: "Algo se muere en el alma cuando una amiga se va".
Y a ella se le saltaban las lágrimas.

Será tan bonito, irse de este mundo con una sonrisa en los labios y lágrimas de amor en los ojos.
Algo se muere en el alma
cuando una amiga se va.





jueves, 4 de enero de 2024

Sobre la fe y la mente científica.

 


Querida amiga:

He empezado a responderte en los comentarios de una entrada anterior pero se me ha hecho demasiado largo y he preferido darme el espacio necesario en un nuevo post.
Y aquí va mi respuesta.

Es curioso. Yo creo que habría que redefinir conceptos como la "fe" o la "mente científica".

Personalmente, yo solía considerarme más emocional y muy poco científica, dado que me interesaban las letras y las humanidades (la literatura, las emociones producidas por la música, la sociología, la mente y el comportamiento humano, etc.)

Actualmente me asombra cuando me sueltan datos supuestamente científicos con una enorme credulidad. Entonces suelo responder que no tengo una mente de fe, no soy muy crédula sino más bien escéptica.
Me asombra la enorme credulidad de algunas personas que a veces rozan la hostilidad contra ciertas tendencias o experiencias espirituales sin ser conscientes de su propia religión, que denominan "laica" o "científica", su profunda fe que les hace tan manipulables.

Una de las cosas que me gustan del budismo es cuando dicen:
"No creas lo que te digo sólo porque te lo digo.
Pásalo por el laboratorio de tu experiencia".

Yo creo que una mente realmente científica debe ser muy escéptica, dado que la mayoría de las cosas son verdad sólo provisionalmente, especialmente en el campo científico.

Resumiendo, podría decir que no tengo una mente de fe, por eso no me creo fácilmente ciertas cosas que la ciencia defiende hoy y mañana descartará.
Ni me creo fácilmente las interpretaciones de los hechos que las noticias divulgan, o los fenómenos sociales que promueven.
Por eso es tan importante para mí lo que llaman la "soberanía" (sanitaria, alimentaria, de responsabilidad individual),
la autonomía de pensamiento, decisiones y vida personal.

Pero por el laboratorio de mi experiencia sí pasa "la luna de miel con Dios",
el deleite y celebración de la experiencia de disolución (del yo separado)
y la fusión amorosa con la Energía Madre.
Sentir la presencia de Dios (la experiencia de Amor)
o su ausencia.
Y la profunda certeza de que en cualquier caso
(sienta su presencia o su ausencia),
manifestada o no esa experiencia de Amor, siempre está ahí.
Como la luna siempre está ahí, completa,
aunque yo la vea solo en parte, decreciente o creciente,
o no la vea.
Ella siempre está ahí, la vea o no.
Y "Dios" (por ponerle un nombre)
siempre está presente de igual modo.
Lo sienta o no.
La Vida siempre está presente,
a veces
jugando al juego del escondite.




martes, 2 de enero de 2024

Los baños de bosque.

 


Abre los ojos antes de que las gaviotas comiencen a surcar el aire,
aún en la noche, antes de que se despliegue la luz.
Escucha el gorjeo de una paloma madrugadora.
Otras empiezan a responderle, todavía tímidamente.
Seguidamente, la gaviota que planea al otro lado del marco de su balcón
aporta su canto, aislado.
Pronto es un concierto polifónico.
Las pertinaces tórtolas intervienen desde los diferentes puntos cardinales.
El cielo empieza a vestirse con un traje de acuarela, de pinceladas rojas, naranjas, rosas y violetas,
anticipando la salida del sol, como un disco de fuego que emerge de las entrañas del mar.
Sus reflejos bañan la ciudad y las montañas que la rodean
de una luz intensamente dorada, primero,
luego se hace plata y finalmente es una luz incolora envolvente,
que lo inunda todo, sin sombras.

- A eso lo llaman el método Gökotta -dice su amigo.
- Qué?
- El método Gökotta, el sistema sueco para la felicidad:
despertarse temprano para escuchar el canto de los pájaros.
Creo que ahora se está poniendo de moda también por aquí
y hay terapeutas que organizan salidas a la montaña antes del amanecer, 
para escuchar el canto de los pájaros.



El otro día un conocido le hablaba de sus baños de bosque.
Serán los baños de bosque del bosque, pensó ella.
El conocido contaba cómo, en un encuentro de grupo,
alguien hablaba de los beneficios (físicos y mentales, emocionales y espirituales)
de los paseos en la naturaleza, la inmersión.
El conocido consideró que le estaba haciendo publicidad gratuita, a él.
En su imaginación, él era los baños de bosque,
la empresa que había creado en las redes sociales.
Los baños de bosque los regala el bosque gratuitamente -comentó ella.
Sí, pero la gente no sabe -respondió él-,
se meten en el bosque y ni siquiera lo respetan.
Hay quien se cree que un baño de bosque consiste en desnudarse
o abrazar a un árbol, y eso no es -siguió explicando el experto.


En cierta ocasión ella se encontraba sentada en contemplación 
en la orilla de la playa urbana que frecuenta casi a diario, en cualquier estación del año,
desde hace algo más de 40 años, en su barrio.
Se sienta en la orilla, junto al mar, en contemplación y silencio,
y pasado un rato se desnuda y camina sin prisa hacia ese cuerpo de mar,
sumergiéndose en sus entrañas.
Se disuelve como agua vertida en agua
y siente cómo todas las telarañas mentales y conceptuales se diluyen en el océano
y emerge del mar limpia y renovada, nueva.
Ese día, a principios del verano, se acercó un joven, irrumpiendo en su ritual
solitario de contemplación.
Se presentó como el guardián de la playa, de esa zona de la playa;
él la protege porque no todo el mundo viene con buenas intenciones -explicó.
Se había autoproclamado el guardián de la playa, 
pero no reclamaba peaje por sus servicios -aclaró.
Ella le escuchó atentamente; era la primera vez que le veía
pero se convertiría en una figura familiar, durante un tiempo.
Finalmente desapareció con el fin del verano.

Ella siempre ha vivido cerca del mar, allá donde haya habitado.
Conoce bien sus efectos "terapéuticos".
Imagina que un día se dirige a su encuentro de intimidad con el agua
y alguien la aborda en la orilla y le vende sus "baños de mar".
La gente no sabe cómo hacerlo, le dice,
los baños de mar no consisten en desnudarse en el agua o abrazar las olas.
Yo te vendo mis auténticos baños de mar, si me los pagas.


A su parecer, escuchar el canto de los pájaros
es una experiencia que surge entre el canto de los pájaros y ella.
Los baños de bosque es algo entre el bosque y yo.
La espiritualidad es mi experiencia de Dios,
es algo entre Dios y yo.
El camino de Santiago (o cualquier otro camino) es un peregrinaje personal,
un viaje de autoconocimiento,
es algo entre el camino y yo.
El baño de bosque, o de mar, o el canto de los pájaros
es una indagación personal e intransferible.
No necesita de injerencias externas.