Sol y algo de aire, como un abanico verde
en las copas de los árboles de la montaña urbana.
Hoy las gaviotas la han acompañado en el desayuno.
Ellas sobre las cabezas de las chimeneas, en el terrado.
Ella junto a la baranda, respirando el mismo aire.
Las tres en silencio y contemplación.
Absortas en el concierto de aves y otros sonidos del silencio.
Las golondrinas de visita, los mirlos.
Últimamente el canto del mirlo es el que pone banda sonora a su despertar,
al amanecer, aún en duermevela.
Junto a la perseverante tórtola.
La primavera asoma su rostro, aún jugando al escondite.
Ayer, de camino por la montaña, entró en esa iglesia, ya tan familiar, tan disponible.
Se sumergió en el silencio,
sin comprender tanto, ahora, el despliegue de imágenes
que la inspiraban en otro tiempo.
Pero daba igual, el silencio se le regalaba igual,
sin importar si era de aquí o de allá,
si era "una de los nuestros" o no.
Entonces apareció aquella palabra: Aspiración.
Se preguntó cuál era su aspiración,
como ser en tránsito por esta vida humana.
La plenitud, se respondió.
El no-miedo, la entrega,
la contemplación ecuánime,
el amor, la alegría hasta las lágrimas.
La experiencia estable de plenitud.
Comprender de una vez por todas de qué va esto, y no olvidarlo.
Dejar de ser una presa fácil de la hipnosis del karma.
Algunas tradiciones lo llaman el despertar.
Cuando ya no usas más la palabra "comprender",
que tanto aparece ahora en su continuo mental.
Así que su aspiración es el estado definitivo de la plenitud.
Sintió que el resto del viaje que le quedaba por transitar
era una aventura apasionante.
Se acercaba a puerto. Estaba en sus manos elegir
cómo vivir el último tramo del viaje.
La bandera de su aspiración última le daba confianza y fortaleza
y valentía, cuando las necesitaba.
A veces ya no necesitaba nada de eso
(ni confianza ni fortaleza ni valentía, cuando todo era claro,
espontáneo y natural),
en sus momentos más apacibles y serenos,
de entrega y disolución.
El resto del viaje aún estaba por cartografiar
pero le parecía que era una celebración en sí mismo.
Así es, plenitud es la palabra, alcanzar nuestra total expresión, libre de obstrucciones. La felicidad se me queda corta, es sólo un estado emocional, pero si no es el resultado de la plenitud, será transitoria e impermanente. Abrazo fuerte.
ResponderEliminarAbrazo fuerte, Juan.
ResponderEliminarY mis mejores deseos para ti también. Ya sabes. 🙏