viernes, 12 de febrero de 2021

La vida contemplativa.



Abre los ojos cuando aún es oscuro por detrás del balcón.
Una gaviota al vuelo, su canto suave todavía,
casi como un susurro, para no despertar.

El regalo de abrir los ojos en medio de la noche
y contemplar la noche.

Regresa al sueño, tan amado.
Cuando vuelve a abrir los ojos hay una luz tenue y gris al otro lado.
Un escenario apacible y silencioso.

Abre los ojos como en el último retiro,
como en cualquier retiro, sin prisa.
Mira el día por delante, como en un retiro.
Levantarse como en un ritual,
abrir el balcón, respirar la luz del día,
escuchar el canto de la tórtola.
En el baño, humedece las manos antes de acariciar el jabón de caléndula
que se despliega en un aroma que llena el espacio,
lo absorbe y aquí está ya, nutriendo sus células.

Hoy será otro día de retiro.
El aroma del café recién molido;
el tazón de avena y frutos secos,
trocear la manzana y espolvorear canela;
el cuenco de papaya y mandarina;
la cúrcuma y la miel disolviéndose en la leche de almendras.
Un arcoiris de colores en la bandeja.
Una gaviota en la baranda.

Hoy será otro día de retiro.
Pedalear la bicicleta por el puerto
hasta llegar al mar abierto,
gris y calmado,
como un espejo.
La contemplación en la orilla, sin prisa.
El abrazo de agua.
Disolverse en el agua.
Pero no.
Camina por la arena y de nuevo ocupa este cuerpo, tan pesado.
Y a la vez tan útil,
tan abundante.
Un día más navegando el mundo de los sentidos.
Quizás hay otros mundos por descubrir pero éste es el que se despliega ante ella.
La aventura que le toca vivir. Aquí y ahora.




Suena el móvil y ve el nombre de su amigo en la pantalla.
Tan lleno, tan cargado de historias que contar.
El nuevo proyecto, la nueva casa, la nueva pareja.
Ella se deja llevar de la mano como en una montaña rusa.
El hijo, la escuela, el barco, la venta del viejo local
que salvará la construcción de una nueva aventura inmobiliaria.
Qué vértigo!, dice al fin.
Qué? -él ya se está riendo.
Me encanta la aventura de tu vida, tan llena, tan viva,
pero me estoy quedando exhausta.
Él se ríe, tengo que dejarte, voy a hacerle la cena al niño.
Ella ni siquiera cena desde hace meses, una tarea menos.
Poco a poco, se va quedando sin tareas.
Y sigue ganando espacio la contemplación.
Y parece que no hay nada que ella pueda hacer.
Ni a favor
ni en contra.