jueves, 30 de junio de 2011

Nadie dijo que fuera fácil.









Las primeras meditaciones del lamrim
no siempre son fáciles.

De hecho,
nadie dijo que fuera fácil
el camino espiritual.
http://kmcbarcelona.blogspot.com/2011/04/retiro-de-lamrim-en-el-kmc-mahakaruna-2.html


En cualquier caso, si algo se incomoda y altera dentro de ti,
está bien que así sea.
Porque los esquemas se están moviendo.
Y nuestros esquemas se tienen que mover
si quieres que algo cambie.


Meditar en la muerte.

Tras la meditación en la muerte, no todas las caras salen muy alegres y gozosas de las clases del PG.
"A mí no me preocupa tanto el hecho de irme de aquí
-comentó una recién llegada en el turno de preguntas-,
ya cuento con ello,
lo veo cada día;
el problema es cómo la voy a afrontar con mi alma llena de perturbaciones,
o peor:
cómo voy a afrontar lo que venga luego,
con mi alma
llena de perturbaciones.
Así que lo que más me importa ahora
es purificar".

Qué fácil resultaba cuando pensábamos que se acaba todo con la muerte.
La vida, a veces, resulta tan cansada, verdad?
Hay que hacer tanto esfuerzo para que las cosas funcionen.
Por otra parte, hacer cualquier cosa con la vida, lo que sea, importa poco,
si todo se acaba con la muerte.











Pero ,
¿y si no es así?

Si la mente que ya estaba en el nacimiento
y en la concepción
era el resultado de una mente anterior,
y la mente del sueño es el resultado de la mente de la vigilia,
y la mente que surge en las adversidades
(cuando hay que afrontar lo que no nos gusta
o renunciar a lo que nos gusta,
en las pérdidas, en los duelos,
en las enfermedades
o en la muerte),
si esa mente que afronta las dificultades,
mejor o peor,
es el resultado de la mente del momento anterior
y de la mente que producimos en los momentos de calma;
si el estado mental en el momento de la muerte depende del estado mental
que practicamos en la vida
y de ello depende la mente de después
y la de después;
si esto no se acaba
(como esperábamos),
entonces
qué dura tarea.

Meditar en la muerte puede ser un agobio más
que añadir
a la vida.


O no.









Restablecer las prioridades.

Yo creo que meditar en la muerte pone algunas cosas en su sitio,
restablece las prioridades.
Para qué perder el tiempo -como dice el bolero.
Tanto tiempo dedicado a tantos objetivos importantísimos que,
con la muerte en los talones,
no lo son tanto.

¿Y qué cosas si lo son?

Yo creo que en esta formación, en esta carrera universitaria de la vida,
en esta escuela,
lo que es importante es invertir (tiempo, energía, la vida en sí)
en fortalecer la mente con sabiduría,
hacerla más libre,
asumir el control de nuestras experiencias.
Y, por qué no, vivirlas con intensidad.



Dedicar
al menos una parte significativa del tiempo
a fortalecer
y asumir el control
de la mente,
que es lo único que trajimos
al llegar a esta experiencia humana
y lo único que nos llevaremos.

La mente,
que es lo que determina la experiencia de mi vida
(la manera en que afronto
y experimento
cada circunstancia de esta vida)
y de mi muerte
(que en realidad no es más que un capítulo más de la vida, como el nacimiento)
y del sueño de después de la muerte
y del sueño de después del sueño de después de esta muerte.

Meditar en la muerte me ayuda a recordar
que mi auténtico seguro de vida
es fortalecer
y controlar mi mente
y que las herramientas son
el amor
(eso que convierte mi vida en una fiesta)
y la sabiduría
(que establece la fiesta como experiencia definitiva).

Controlar mi mente supone la libertad de vivir
(lo que sea que aparezca)
y morir.
La única libertad auténtica.
La que decide cómo experimentar los acontecimientos, cualquesquiera que sean.


En qué consiste triunfar?

En cierta ocasión, dos estudiantes llegaron al centro de Déu i Mata a recopilar información sobre el budismo para un trabajo de curso.
En un momento dado, el chico, adolescente, me preguntó:
¿Y no lo consideráis un fracaso, cuando uno no consigue lo que desea?
Le dije que, desde el punto de vista budista, el fracaso consiste en sufrir.
Porque lo que deseas, en última instancia, es ser feliz.
Lo demás son objetivos secundarios para cumplir el objetivo de ser feliz.
Da igual que te sientas un "triunfador" porque supuestamente consigues todas tus metas,
si no eres feliz.
Ése sería el fracaso.

Ser feliz al margen de que se cumplan o no tus deseos
(que, por otra parte, siempre están cambiando),
ése es el auténtico "triunfo".
Conseguir la sabiduría
de la paz interior.
En eso consiste triunfar.

Y meditar en la muerte te ayuda a hacer el camino
del auténtico triunfo.

.

jueves, 23 de junio de 2011

Todo está aquí.










Otra cosa que me tiene pillada últimamente, amigo mío, es 
mi sensación de que todo está aquí.
¿Te acuerdas de lo que decíamos? El Caribe está aquí (en el mar transparente en el que me sumerjo en la Barceloneta); la India está aquí; "el mejor lugar del mundo es aquí mismo" -como reza en mi vaso lleno de bolígrafos y rotuladores junto al ordenador. 

Pero es más (y aquí parecía que no estabamos tan de acuerdo tú y yo?):
el pasado rememorado está aquí, y el futuro. Lo que es posible o probable (todo). Todo está aquí. Acabo de bajar del terrado de tomar un helado (con mi ex y m
i gato), después de las tapas en el Argentino recién descubierto. Y yo miraba la luna y veía que todo está aquí. Mi muerte está aquí, mi próxima vida. El tiempo no existe, amigo mío. Cuando me decías "nos hablamos en dos semanas", yo lo veía como una hipnosis, la alucinación de un puente en el tiempo (mientras aparentemente pasan otras cosas); de repente estamos comiendo juntos. Y es lo mismo, el mismo instante. Mi muerte está aquí, la niña, la anciana, tocarte o no; meditar con C. o no; reír con D. o no, mirarnos a los ojos y reír. Morir. Nacer. Soñar... Todo está aquí.


Confidencias epistolares que me hacen contemplar como en una meditación.


¿Secuencia o no?

Una carta puede ser una meditación. Leerla, escribirla.
Degustar el desayuno como el yoga de experimentar néctar,
como "absorta en la contemplación de los innumerables aspectos de los fenómenos",
como el Ser Bienaventurado en la montaña Banda de Buitres.











Los acontecimientos tienen lugar en tu vida en una secuencia aparente.
Como si todo siguiera un guión.
La niña, la adolescente, la madre, la buscadora, la alegría, el amor,
el corazón seco / la tierra estéril
y la mirada compasiva que lo contempla.
Al menos ahora hay una mirada para contemplar
con compasión
y paciencia
cuando aparece la tierra estéril en tu corazón.

Parece
que se sucedieran
los acontecimientos
externos
(como las estaciones, tras la primavera el verano,
el frío y el calor,
la unión y la separación,
la pareja que viene
y se va,
l@s hij@s que se hacen mayores,
los proyectos de trabajo,
tras el verano, de nuevo el otoño,
tras la juventud, la vejez
y la muerte...)
e internos
(el amor, la fiesta
y luego el desierto,
la alegría, el dolor...)
y sin embargo,
quizás,
todo está aquí.

Esta hipnosis,
como una alucinación;
tantas certezas,
tanto dolor
de rechazos
y apegos.

Esta convicción
de que el momento presente
existe
-inherentemente, por su propio lado.
Y quizás
no existe más
que cualquier otra proyección
de la mente
-pasada, futura, posible,
probable o improbable.

Ni la mente experimentada
(la experiencia de dolor o alegría)
ni la mente que experimenta
ni la mente
que proyecta.

Como una hipnosis
personal
o colectiva.

viernes, 10 de junio de 2011

Cuidado con los objetivos que eliges en tu vida.


















A las clases del PG acude todo tipo de personas.
"Seniors" con muchos años de práctica
y recién llegad@s a la meditación que empiezan a descubrir que aquí hay mucho más que una mera sesión de relajación.
Cuando toca meditar en "la preciosa existencia humana", a veces algunas caras expresan cierta sorpresa y hasta contrariedad.
Especialmente cuando Rabjor dice (con la risa y el humor que le caracteriza pero con esa contundencia, también)
que ningún objetivo mundano te va a dar la felicidad que persigues
ni el sentido a tu vida,
sólo el control de la mente
y la sabiduría
que te libera del sufrimiento para siempre
y te da el poder de liberar a los demás;
sólo esto
le da auténtico sentido a tu vida
y hace que la vida humana sea valiosa.


Define el significado de tu vida.

Algunas caras se muestran contrariadas:
Todo es compatible;
disfrutar con l@s amig@s, buscarse una pareja, un buen trabajo, etc.,
es perfectamente compatible con el crecimiento personal y espiritual.
Este monje budista es un extremista,
un radical.
Un fanático.








Por supuesto, todo es compatible
si hay coherencia.
Si aprovechas los objetivos mundanos para practicar.
Si están en consonancia con tu objetivo último
(la paz interior, la sabiduría
y el gozo
definitivo).
Si no entorpecen tu camino.
Si no lo distraen
o lo complican
o te alejan
de él.

No es compatible
si los objetivos mundanos que eliges
desarrollan
maneras de pensar y ser
que te alejan de la paz interior, la compasión y la sabiduría.
Que te engañan.
Te confunden.
Te pierden.
Y te sumen en la frustración y la insatisfacción permanentes.


Cuidado con los objetivos que eliges en tu vida.

Hay un refrán que viene a decir:
Cuidado con los sueños que sueñas
porque se pueden cumplir.

Pero el peligro no es sólo que se cumplan
(los sueños equivocados, los que te alejan de la paz interior).
Ni siquiera
todo el tiempo, energía, esfuerzo, dinero
invertidos
en un camino equivocado
(Sí: equivocado;
no todo vale,
no todo es igual
desde la experiencia humana,
mientras permaneces
en esta experiencia humana).





El problema
son los hábitos de pensamiento,
palabra
y obra
que vas instalando en tu vida.
El ser que estás construyendo
y las consecuencias
(las apariencias kármicas)
que ese ser tendrá que afrontar
en el futuro.


No todo vale.

No todo es igual
desde nuestra experiencia humana.

Algún día serás un buda y contemplarás samsara
y nirvana
como una manifestación de su vacuidad,
la misma naturaleza;
el dolor y la alegría,
todo
surgiendo de la misma naturaleza
vacía;
la misma naturaleza de gozo
grande.
(Porque, no te engañes:
la budeidad no consiste en un estado
de apatía
o indiferencia
letal).

Algún día.
Pero hoy, todavía,
el dolor del samsara
y la paz del nirvana
siguen siendo experiencias muy
muy
diferentes,

aun siendo las dos caras
de la misma moneda.










Así que
pon
mucha atención
en los objetivos que eliges
en tu vida.

.

jueves, 9 de junio de 2011

El amor te cambia.

















El amor te cambia.
La compasión
te cambia.
La compasión no te hace sufrir
Decididamente es así. Créeme.

Al principio, a menudo nos parece que sentir el sufrimiento ajeno duele.
Bastante tengo con mi dolor para abrirme a la empatía de sentir el de los demás.
No voy a poder con tanto.
Que se lo queden ellos.

Recuerdo que Rabjor me decía: te equivocas, la compasión no duele.
Es el egoísmo lo que duele.
La compasión
(el fuerte deseo de liberar a otro ser que sufre)
no duele.

Y es así:
ese fuerte deseo, profundo, de ser útil, de liberarle de su dolor,
no te deja perder el tiempo sufriendo por tu dolor
(que no se cumpla tu deseo de que sea feliz).
Lo sientes con tanta fuerza, con tanta urgencia
que no admite otra opción.
Ves que le vas a ayudar,
que ya le estás ayudando.
Has cambiado.
Ahora sientes que empiezas
a tener ese poder.




Rabjor tenía razón:
la compasión
te cambia.

Y si sigues sufriendo
"por su sufrimiento"
es que no has cambiado.










Qué hacer entonces?
Seguir amando
más,
mucho más.

.

jueves, 2 de junio de 2011

Aprende a interpretar el sueño de tu vigilia.

.







Cuanto más abres tu percepción
más te parece que la vida
(de vigilia)
es como un sueño
(onírico).

Yo era adolescente cuando leía a Freud y descubría que los sueños no aparecen de manera caótica o azarosa en tu vida onírica.
Cada apariencia en el sueño tiene un sentido, como un efecto que madura de causas anteriores, situaciones, pensamientos o acciones realizadas previamente, a menudo en el tiempo de vigilia.
Cada apariencia llena de significado simbólico, a veces,
a veces meras consecuencias.
Igualmente llenas de significado
simbólico.


El sueño de vigilia.

Yo siento que la vida de vigilia es exactamente igual.


Si estás consciente
lo ves, entiendes el significado, igual que en el sueño.

Pero si llevas el piloto automático puesto, atrapad@ en el sentido de "realidad",
sin ojos para ver ni oídos para oír
lo esencial,
sin memoria,
todas las experiencias se acaban escapando entre los dedos como arena en una mano abierta.



Y te pasas la vida
repitiendo pautas
de sufrimiento.



Mantén la conciencia despierta
y comprenderás por qué aparece
lo que aparece
en tu vida
diaria.


Cada imagen, cada situación,
una ilustración de tu propia experiencia personal.

A veces, comienzo la clase de meditación preguntando: por qué estás aquí?
Por qué has venido? Qué esperas de esta meditación?
Es una pregunta que no tienes que contestar necesariamente en voz alta,
sólo hacértela
interiormente,
para conectar con tu conciencia, para evitar
el piloto automático que habitualmente mueve nuestras acciones.
(Porque es la hora, porque es lo que hago todos los lunes,
o todos los miércoles,
porque no tenía nada mejor que hacer,
qué sé yo...)
A veces, las personas que asisten a la meditación responden en voz alta y comparten su motivación personal.
La semana pasada alguien dijo: para parar mis pensamientos negativos;
estoy desbordado de pensamientos negativos que me llenan de quejas
y frustración
y me alteran con sentimientos de enfado, desánimo, soledad, decepción...
No me gusta lo que veo - dijo-, la gente no respeta nada,
malcrían a sus hijos, maltratan el entorno...
Al venir aquí he visto cómo una persona tiraba el agua sucia con detergente, de fregar el suelo, a las raíces de un árbol. Le he dicho: ¿Tú te beberías ese agua?...

De repente se quedó en silencio
para romperlo expresando algo que probablemente muchas personas en la clase ya habíamos advertido:



Quizás yo estoy haciendo lo mismo sin darme cuenta -dijo.
Quizás yo le estoy echando agua sucia y tóxica al árbol de mi vida.
Quizás mis pensamientos negativos son el agua sucia que está contaminando mi bienestar.












No es casualidad.

El hecho (tal como yo lo veo) es que J. no había hablado en voz alta sobre sus "pensamientos negativos que le alteran" por azar.
Ni era casual que hubiera sacado esa anécdota del agua sucia sobre las raíces del árbol.
Ni tampoco era casual que hubiera aparecido esa situación a su paso.
Todo estaba ahí para ilustrarle
una lección que se resistía a aprender.

La vida es así,
te presenta la lección una y otra vez,
desde todos los ángulos y enfoques,
en las formas más diversas
(conceptual o simbólica, extremadamente burda o poética),
en todos los idiomas,
convocando a un sentido u otro...
hasta que la pillas.

Y así,
la vida cotidiana está llena de imágenes, situaciones, personas, etc.
que ilustran
algo que tenemos que aprender.

Como en un escenario teatral, no hay nada que sobre,
hasta lo más imperceptible
está en ese sitio preciso por algún motivo.


La permanencia
que confirma la regla de la impermanencia.

Todo aparece
y desaparece,
pero si tú has aprendido algo importante,
si has integrado algo nuevo,
importante
-esa realización-
ya no hay marcha atrás.
Es la permanencia
(el objeto que cesa y surge exactamente igual
una vez
y ya para siempre),
la excepción que confirma la regla
de la impermanencia.

En eso consiste la realización.
O el milagro.


La unión de las dos verdades.

Yo creo que siempre es así.

Todo en nuestra vida es una relación de causas y efectos
y yo diría que todo tiene un sentido.
El problema es que vivimos la vida como si nada de lo que nos pasa
o aparece en nuestro camino tuviera significado
alguno.
Miramos sin ver.
Oímos sin escuchar.
Pensamos (consignas egocéntricas reiterativas)
sin pensar.
Vivimos en un mundo distorsionado.
Y así nos va.

En la última clase del PF hemos empezado a investigar cómo vivir
la vida con la unión de las dos verdades
-la convencional y la última.
Y decidimos que en la práctica subsiguiente
(en la vida diaria)
contemplaríamos las apariencias
como la manifestación
de su vacuidad
(la ausencia
de esa "realidad" equívoca que les otorgamos).
Que haríamos el esfuerzo de mirar
más allá de ellas.
Que le seguiríamos la pista a su significado
hasta ver
su naturaleza última.


Como diría Regina,
otro tema de máster.

.