jueves, 29 de septiembre de 2011

Qué escuchas tú cuando vas por la calle?

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Cuentan que Milarepa decía que, para él, la vida es un libro de dharma.

Después de una vida de abusos y crímenes, parece ser que se encontró con alguien que hizo que se cuestionara las cosas y así fue como entró en el camino de Buda.
Pero entre las muchas instrucciones, él se preguntaba cuál sería la práctica que le llevaría de forma rápida y directa a la liberación permanente del sufrimiento y a la iluminación.
Atisha, por el contrario, desde el principio tuvo una vida virtuosa,
pero al igual que Milarepa buscaba
la forma más efectiva y rápida para despertar
de tanto dolor mundano.
Y entonces se cruzó con dos mujeres por la calle (camino del mercado, con sus bolsas de la compra, me las imagino yo),
que charlaban:
Cuál crees tú que es el camino más rápido a la iluminación? -preguntaba una de ellas.
La bodichita -respondió contundente la otra.
Y así fue como él entendió que ésa era la práctica a la que tenía que dedicar el resto de su vida. Y empezó a viajar de un sitio a otro tras las huellas de maestros que le ayudaban a profundizar en ella.














Yo también creo que la vida es un libro de dharma.
Y también me cruzo con personas que dicen cosas extravagantes.
El otro día escuché:
Aquí, hasta que no se ilumine el último ser no se ha iluminado nadie.


Mientras no se haya iluminado el último ser,
no se ha iluminado nadie.













Considera que todos los fenómenos son como sueños, dice Gueshe Chekhaua.

La mujer anónima camino del mercado, Gheshe Chekhaua: la misma manifestación
en el sueño.
O diferentes manifestaciones
en el sueño,
como quieras.
La misma naturaleza.
Pero, aquí, en este sueño,
mientras no se haya iluminado el último ser
no se ha iluminado nadie.

Como si todos
los seres
fueran una parte de ti.
Y tú
una parte de
ellos,
lo mismo.

Mientras que en este sueño no se haya iluminado el último ser,
no se ha iluminado nadie.

Y de ahí nace quizás el motor mahayana de "liberar a todos los seres".


Qué oyes, por ahí?












Qué escuchas tú cuando vas por la calle?
¿Qué crees que conversan las mujeres camino del mercado?
¿Las mamás y papás a la puerta de la escuela?
¿Los niños y niñas en sus juegos?
¿Los hombres y mujeres de negocios en el trabajo?
De qué hablan?


Yo tenía una amiga entre las mamás de la escuela de mi hija,
una amiga muy especial y muy querida; su hijo y mi hija compartían curso y clase, actividades extraescolares, formas de vida, casi todo.
Y sin embargo, cuando ella hablaba de la escuela, hablaba
de una escuela completamente diferente a la mía. Y lo mismo con todos los demás escenarios que compartíamos.
Aficionadas al género epistolar (entre otras muchas aficiones comunes), nos escribíamos larguísimos emails cada día, en los ratos libres, a menudo a altas horas de la noche.
"En qué ciudad vives? -me dijo un día. No conozco esa Barcelona.
Me hablas de una Barcelona que desconozco por completo".

Curioso, verdad?


La vida, como un espejo.

Presta atención a lo que tus oídos oyen, lo que tus ojos ven
(y, por supuesto, a las conclusiones que sacas)
porque todo eso no define tanto a las personas con las que te cruzas o a los espacios por los que te mueves,
como a la mente que proyecta;
el mundo en el que vives
es el mundo que creas
para vivir.

Observa cada percepción, cada sensación, cada emoción
como una imagen en el espejo
que te está mostrando cosas de ti.

Y si no te gusta, si te empieza a aburrir, ya sabes lo que puedes hacer:
empezar
a transformarlo.


Porque la vida es un libro de dharma.

Y el dharma te ofrece el loyong
para transformar las adversidades en oportunidades de conocimiento
y liberación.
Y el tantra
para transformar los disfrutes (los apegos)
en oportunidades de conocimiento
y liberación.
Así que no hay escapatoria.

El loyong y el tantra, para despertar
de una vez por todas.

Y para ver cómo se despierta
hasta el último ser
de este sueño.





























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domingo, 18 de septiembre de 2011

Es para reírse.

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Qué magnífico día para nadar bajo los nubarrones grises y blancos.
Ni las gaviotas ni yo le tenemos miedo a la tormenta
que se va
ni a la tormenta que se avecina.

"Quin luxe", me dice el vigilante de la piscina.
Solo yo en una treintena de carriles, largos van
y largos vienen.
Quién lo iba a decir ayer mismo, de muchedumbre bajo el sol de verano.
Al otro lado de la verja, ya no hay vigilantes de la playa, ni bañistas
-a excepción de mi amiga N.,
que cabalga olas como nadie, sin tabla.
Sólo mi amiga N. y los surfistas.


¿Te has reído ya hoy?











¿Sabes cómo reconozco a un amigo o a una amiga espiritual?,
le dije a mi amiga
espiritual.
Por las risas que me echo con él, o con ella.
Dijo, ¿sí? Y en su mirada inquisitiva decía:
qué tiene que ver una cosa
con la otra?

Todo.


Fíate de quien sepa reír.

De repente te cruzas con una persona y estalla tu yo más ligero.
¿Te has preguntado alguna vez por qué?
Yo he aprendido a ver ahí mi conexión menos conceptual,
más transcendente.

No se trata de la risa boba ante el payaso golpeado, la caída o el insulto.
Pero tampoco caes en la seriedad boba
de la vida como un drama. Tan real.


Hay personas
con las que
te ríes
hasta de tu sombra.






Cuando mi padre murió yo tenía 11 años .
Él era todo mi mundo así que sentí que el planeta se resquebrajaba bajo mis pies.
Me desperté en una casa que no era la mía y exclamé: qué pesadilla tan horrible he tenido.
Y me encontré con que la pesadilla continuaba en la vigilia.

En la vigilia, mis amigas del instituto acudieron al velatorio, y Delfina dijo algo y yo me eché a reír
y me reí más
y más.
No paraba de reírme.
Muy propio de Delfina.
Y muy propio de mí.


Hay personas con las que te ríes hasta cuando lloran.
Les duele la vida, como a cualquiera, y lloran
pero en su llanto dicen algo
lúcido
y yo rompo a reír.


Demasiada seriedad es peligrosa.


No te fíes de quien no se ría nunca.
Ámale igual, pero
anda
con cuidado.


Pon un poco más de atención en esas relaciones en las que no te ríes
mucho.
Especialmente si son importantes.
No te digo que las dejes, pero transfórmalas.
Eso sí puedes
hacerlo.














Demasiada seriedad
es
peligrosa.





Ya lo he dicho otras veces en este blog:
sospecho que la iluminación
será
una
gran
carcajada.


Ahora lo entiendo todo.

En el último retiro de verano, de Alto Yoga Tantra,
tocó retiro de silencio.
Los retiros de silencio son
profundos,
a veces
catárticos.

En algunas de las sesiones de meditación había turnos de preguntas.
Seguíamos instrucciones sobre la vacuidad
y sobre el aferramiento propio que te hace creer que el juego que juegas
es tan real.















Yo
levanté
la mano:


Lo que pasa es que a mí, a veces, me da risa -dije,
y la risa empezó a quebrar mi voz y a ahogarla
y las lágrimas rompían en mis ojos
y apenas podía seguir
hablando:
Esto es de locos -proseguí, como pude.
Cada cual en su locura.
Ahí fuera con sus historias de dramas y naufragios y dolores y duelos
y yo con la mía de armaduras de heroínas
y vallados férreos
que protegen el gozo
grande
y la sabiduría.
Cada cual con su locura,
lo contemplo
y a mí me da la risa.

Una voz al fondo dijo: ahora lo entiendo todo.
Y es que en medio del retiro de silencio
a veces
yo estallaba en risas
inoportunas.
Y no era la única.


Rabjor dijo: no pasa nada,
está bien
que te rías.
Es para reírse.


Romper egos
y realidades
como pompas
de jabón.






A menudo reconozco a un amigo,
a una amiga
espiritual
porque el sentido del humor se agudiza
y rompe "realidades"
y egos
como pompas de jabón.
Y las risas
desmontan
todos
los miedos.

Reconozco a un amigo, a una amiga
espiritual
cuando el miedo
brilla por su ausencia.
Y todo es tan ligero.

Igual duele
cuando duele.
Pero es dulce
el dolor
que sabe reírse
de uno mismo.

























Una perfecta combinación de soledad y buena compañía.













Querida amiga,

Escucho las canciones de amor
y aún me conmueven, esa enfermedad.

Hubo un tiempo en que la luna era el poder
y las luces de tus ojos la inmensidad
y los besos de tu boca el atardecer,
con la fuerza del hechizo, la eternidad.

La semilla de aquel sueño que se apagó...

(Ya te he explicado que Carlos Cano tiene la capacidad de romper mi corazón de agua.
Y no es el único).






Pienso cómo el ser humano ha realizado su búsqueda espiritual en el amor. El ser humano descreído también. El ser humano segregado, separado, ha tenido que recurrir al amor para conectarse, para transcenderse. Pero el ser humano transcendente no aguanta mucho y aparece de nuevo el otro, el segregado, para corromperlo,
para corromper el amor con el que ha conectado. Y lo destruye. Y entonces es cuando empieza a sufrir.
Pero míralo bien, compañera, investígalo bien (con “sabiduría”)
y verás que el amor humano, el amor romántico incluido, no es más que una forma de búsqueda de transcendencia.
Lástima que no sepamos quedarnos en ella
-cuando entra por la puerta el “yo primero”
y empezamos a sufrir.


Ama y suelta.










Querida amiga, hoy
es un día que promete. Domingo y agenda vacía.
Me despierto triste, lo confieso
(la tormenta de la noche, quizás, o mi trampa obsesiva, donde una parte de mí se ha encallado), pero sé que lo transformaré
y siento que éste promete ser un gran día, como en la canción de Serrat.
Gris y viento, el otoño se mete por las rendijas de esta vigilia.
Éste promete ser un gran día, vacío, de silencio. Silencio en el teléfono, silencio de sms, silencio en el email. La agenda vacía.
Hoy, por fin, podré ponerme a trabajar,
las entrevistas pendientes.
Rita Carter y los múltiples yos; Esmeralda Berbel y su libro de diarios y su libro de cartas epistolares.
Los diarios, las cartas, la meditación, soñar. La mejor combinación de soledad y buena compañía.

Hay tantos yos que integrar (el transcendente, el segregado...)
Qué liberación contemplar la pluralidad que existe en la singularidad,
una de las antesalas de la experiencia directa de la vacuidad.
Rita Carter me devuelve una vez más a la pluralidad que hay en mí, y en ti (quienquiera que seas tú, vosotros)
y en mis emociones.
Esmeralda Berbel, a la pasión por los diarios,
por la correspondencia epistolar,
esa afición que compartimos,
esa perfecta combinación de soledad
y buena compañía.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Si me quedo aquí, yo voy a aprender a hacer esto.

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Cada clase del dharma es una nueva puerta que se abre.
A veces parece que no es posible.
Sientes que tienes tantas herramientas
definitivas
que ya no puede haber más.
Y hay.

Y a estas alturas
ya no te sorprende que, en cada nuevo capítulo,
surja la herramienta que necesitas, justo ésa que funciona
para la avería del momento,
el desajuste,
el bloqueo
que desestabiliza
tu paz interior.


La permanencia apacible.

Este fin de semana nos abrieron la puerta a la permanencia apacible,
ese tema dejado en "stand by" tantas veces;
tan técnico, tan inalcanzable,
tan de otro tipo de mentes
-de superhéroes y superheroínas.

























Así lo confesé en la primera clase, introductoria:
¿Y todo esto se supone que es para animarnos?
(conocer los beneficios, las características de esta mente,
de esta experiencia de permanencia
apacible
que apacigua todas las distracciones).
Este tipo de control mental es inalcanzable,
al menos para mí,
al menos en esta vida;
esto es un tema de superhéroes
y superheroínas.

Así es, dijo Rabjor, no te equivocas:
es cosa de héroes
y heroínas.
Y se echó a reír.

Y oído en su voz, otra vez (héroes y heroínas),
sonaba más cercano,
más accesible.
Héroes y heroínas, como tú
y como yo.
Quién no lleva un héroe
y una heroína
dentro?

(Especialmente si has pasado por las meditaciones del tantra
y ya has empezado a verle la cara)



Una conquista de héroes
y heroínas.


La permananencia apacible,
esa experiencia de concentración profunda,
que induce gozo
y flexibilidad física
y mental,
estabilidad emocional
y sabiduría.
Felicidad estable,
compasión estable,
felicidad
de sabiduría
estable.
Ese tipo de concentración,
de estabilización mental,
es cosa de héroes
y de heroínas.
Como tú
y como yo.

En la segunda clase entendí que, como todo,
es cosa de ponerse a ello.


Cuántas habilidades complicadísimas hemos aprendido a dominar.

Recuerdo veinte años atrás, el L.A, California, lejos de mi maestro de kárate de Barcelona y ese enfoque suyo tan especial de las artes marciales; buscaba, y en mi búsqueda encontré aquellas clases de aikido, los agarres, los cuerpos dando volteretas en el aire. Cuerpos de todas las edades lo hacían. Y yo miraba fascinada. Si me quedo aquí, yo voy a aprender a hacer esto.

Si me quedo aquí, yo voy a aprender a hacer esto.

Y lo hice.

Me llevó su tiempo, caídas equivocadas, noches de sueño difícil con las clavículas dañadas.
Pero lo hice.

Cuántas habilidades complicadísimas hemos aprendido a dominar.
Nuestra vida está llena de conquistas que parecían inalcanzables:
hemos llegado a este mundo a través de un conducto estrecho y a todas luces imposible (si hubiéramos aplicado el "sentido común", ni lo habríamos intentado),
y debió ser difícil.
Aprendimos a respirar, a pesar del dolor de quemazón en las vías respiratorias;
aprendimos a comer y a digerir
(ahora te parece fácil, pero haz un intento por volver atrás, a entonces);
a caminar, a pesar de los golpes
(cuántas veces volviste a ponerte en pie, tras una caída y otra?);
a hablar; a relacionarnos (difícil, dolorosa negociación);
la carrera que hayas elegido; el oficio
al que te dediques;
criar, educar, salvarle la vida a una criatura
varias veces al día,
esa heroicidad.
Y un largo etcétera. Cada cual el suyo.
Nunca, nada, resultó fácil.
Y sin embargo, dimos un paso
tras otro.



Y lo conseguimos.
















Crea las condiciones.

En la segunda clase sobre la permanancia apacible
lo supe:
Si me quedo aquí, yo voy a aprender a hacer esto.
Sin golpes ni caídas, sin noches de insomnio.
Simples incursiones en el terreno inexplorado de la concentración
donde sólo hallarás gozo
y gozo más profundo.
Y mayor
y mejor
control mental.

Si me quedo aquí, yo voy a aprender a hacer esto.

Y "aquí" no es tanto un lugar físico como un estado mental que cumpla con las condiciones necesarias, que se dice que son seis:

1. Encontrar (o crear) un lugar adecuado para tu meditación.
2. Tener pocos deseos.
3. Permanecer satisfecha.
4. Evitar actividades que causen distracciones.
5. Mantener una disciplina moral pura.
6. Evitar pensamientos que causen distracciones.


Cómo reducir los apegos.

Cada uno de estos puntos te daría materia para meditar
largo y tendido,
pero, como siempre,
el tema que acabó imponiéndose en el debate fue
cómo reducir los deseos.
El enemigo más difícil de subyugar sigue siendo el de siempre:
el apego.
El deseo obsesivo
de que se cumpla mi deseo.
El dolor
del deseo no cumplido.
Ese pensamiento recurrente,
ese dolor obsesivo
que se infiltra
una y otra vez
donde no le llaman,
donde no toca,
saboteando tu concentración
y tu paz interior.

El tema estrella acabó siendo, pues, una vez más, qué hacer
para reducir los apegos.
Y hubo ideas para todos los gustos,
un despliegue de un amplio abanico
de posibilidades.

Pero éste es tema de otra entrada -tal vez la siguiente.

Para mí,
de momento,
me vale
saber
que ningún apego me apartará de mi camino en la conquista de
la permanencia
apacible.

Porque no existe objeto
(creado por mi mente de samsara)
que pueda competir con la intensa experiencia de amor
y alegría
y paz envolvente
que me ofrece

mi vida despierta.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Un simple combinado de sutra y tantra.









Querido amigo:

Hace un día gris precioso,
de nubes que anuncian una lluvia de bendiciones. El otoño se va metiendo por las rendijas de esta proyección.
Y mi mar se va acercando pasito a paso, mi mar frío de invierno, rompedor, como un consorte experimentado que rompe puertas, que rompe jaulas, egos de barro, apariencias, espejismos de entramados, que rompe...

Querido amigo,
quería contarte que anoche disfrutamos de una cena muy inspiradora en el mandala de S. En ese escenario bucólico, ya sabes, una mesa bien atendida en medio de la montaña. Un rincón especial para los comensales del dharma.

Inevitable que surja el tema, una y otra vez, de cómo vivir esta existencia humana en dos dimensiones a la vez, al menos en dos dimensiones.
Ya sabes, amigo, el tema recurrente en nuestros ágapes particulares.

Cómo vivir en dos dimensiones a la vez y no estar loco.

A saber:

1. Como ser humano. Moverse en medio de las apariencias de esta experiencia kármica, caminar los escenarios que surgen en esta proyección, afrontar las situaciones, jugar el juego que cada personaje o circunstancia presente. Cómo podríamos aprender todas las lecciones que tenemos pendientes de aprender sin este sueño? Cómo comprender la renuncia sin el sufrimiento? Cómo aprender a esperar, la paciencia, hacerse fuerte sin dureza, tierno y flexible a la vez, sin este juego de obstáculos? Cómo comprender la compasión? Cómo aprender a amar sin ti, sin la oportunidad de cada ser con el que me cruzo?
Esta experiencia kármica, esta preciosa existencia humana es una oportunidad valiosa en cada instante del día. Así que no puedo dejar de vivirla, profundamente, en todo su significado, en cada fotograma de la proyección
de esta hipnosis reveladora.

2. Pero tampoco puedo dejar de vivir como el ser que soy. No olvidar ni por un instante (o al menos, todo lo que pueda) el ser potencial que soy. El ser que ya llevo dentro. El ser que transciende esta emanación humana. El ser que contempla el sueño y al personaje.

Ese gran aliado.

¿No te sientes cansado a menudo, compañero? ¿No te sientes agotado
y a veces confuso?
En esas ocasiones, especialmente en esas ocasiones,
a mí me gusta retirarme y delegar.
Dejar que él (ella) tome las riendas.
Quitarme de en medio.
Qué reconfortante resulta delegar en quien sabes que tiene todas las claves.
Creo que le llaman el "Guru yoga".
(Deja que entre tu yídam en tu corazón y luego no te resistas
a que se haga espacio hasta ocupar la casa que por derecho le corresponde).

Y, cuando estés en esa dimensión, todo lo que hagas (cualquier acción que realices, digas o pienses),
realízalo como una ofrenda
de objetos
puros.
A tu yídam en tu corazón.
(Ese ser que ya eres).
Y permítete experimentar el gran gozo que ello supone.


Cómo saber que se trata del GG.

Cómo saber que eso que experimentas se trata, efectivamente,
del gran gozo y no de un mero placer
con trampa
-otra vez el apego que siempre acaba pasando factura.

Lo reconocerás por sus dos características especiales:

1. Calma tempestades, equilibra tu energía física y mental, produce serenidad amorosa (se dice que reúne todos los aires de energía de tu cuerpo en el canal central, en el chakra del corazón).

Y 2. Elimina las apariencias y las concepciones erróneas.


El GG (incluido el disfrute con tu consorte, compañero, sobre todo ése) se caracteriza porque disuelve las apariencias, elimina los engaños, te abre las puertas
de la realidad.

El GG, lo reconocerás
por tu serenidad, por la felicidad apacible y profunda
-lejos de la ansiedad de la excitación insatisfecha,
insatisfecha antes
e insatisfecha después.
Y por la liberación
que experimentas
cuando las apariencias se disuelven
en la vacuidad.
Junto con tu pensamiento conceptual
y todas las concepciones
duales
que te separan
de la experiencia de unidad
que ya eres.

Cuando vuelves a ser el ser que eres
y comprendes
que tu naturaleza
es la misma naturaleza de todas las cosas.


P.D.

Extraña conversación, quizás, para el vecindario más próximo tras las ventanas encendidas sobre nosotros, que no veíamos.
Bajemos la voz, que es tarde -dijo S. en un momento dado.
Y si oyen voces, molestamos, pero si, además, escuchan lo que decimos, podrían bajar a preguntarnos: qué es eso
que habéis tomado? Yo también quiero un poco -bromeó R.

Ningún intoxicante peligroso, un simple combinado de sutra y tantra.


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viernes, 2 de septiembre de 2011

Sin amor, esto no es vida.

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(De la serie  
"Confidencias
epistolares")









Querida
amiga:

No soy el único que no consigue lo que quiere.
De hecho, parece ser lo más habitual en la condición humana.
El secreto está en saber elegir lo que uno quiere, como el rey de
el principito.
El rey siempre es obedecido porque sus deseos son “cumplibles”.
Desde que estoy en esta experiencia humana he olvidado amar. Y eso lo complica todo. A veces surgen pequeños brotes de ternura, como si mi ego se disolviera, y es tan gratificante, tan gozoso, tan liberador. Y entonces quiero retener esta experiencia, pero no me es posible por mucho tiempo. Siempre acaba desapareciendo. Y vuelvo al desierto. A la tierra árida y seca. El desierto me gusta pero este tipo de desierto es diferente.
Por qué el ser humano parece tener esta incapacidad natural para amar, no lo sé.
Quizás es por su hipnosis de separación, que ve una amenaza en todo lo que le rodea, que le hace competir con todo lo que le rodea. Quizás es eso.

Pero sin amor esto no es vida.




Esto no es vida.












En qué consiste un retiro?







En qué consiste un retiro?
Hablemos de un retiro de meditación.
Hablemos de un retiro de meditación kadampa.

Yo diría que es como una cita
a solas,
con la propia mente.
(Creo que ya os conté qué me atrapó a mí del budismo,
como si nunca hubiera encontrado una mejor y más profunda
y afilada
ciencia
de comprensión de la mente).

Una cita a solas, cara a cara, con esa parte del yo
que tiene tanto mando.

Parémoslo todo y
conozcámonos.


Vigilancia mental.

En palabras de Rabjor, se trata de dedicar este tiempo a la vigilancia y a la retentiva mental.
Especialmente cuando me siento mal.
A quién le echo la culpa cada vez que me siento mal?
(¿A los demás?)
Quién tiene la culpa
de mi malestar
y de mi bienestar?

En medio de la meditación encuentro la respuesta
(y cuando digo "encuentro" digo "experimento", "realizo";
no se trata de una mera idea conceptual aprendida en la teoría):
la causa de mi sufrimiento reside en mi propia vida contaminada por una mente de ignorancia
que estimula una exagerada obsesión por mí misma, por mi bienestar.
Si de verdad me interesara mi bienestar, si de verdad tuviera un ápice de sabiduría,
soltaría tanto yo-mí-me-conmigo para empezar a conectar con los demás.
Esto es lo que de verdad sienta bien.
Sienta tan bien.
Y es sólo el principio
de un bienestar que se hace grande.

El principio del bienestar auténtico
(no pasajero, que va a más)
es empezar a estimar a los demás.

No os calentéis la cabeza, no hay que hacer larguísimas carreras universitarias, másters o postgrados, para saber de qué va esto de la felicidad
estable.







Ya lo dijo Gueshe-la:
alcanzar la iluminación no es tan difícil;
sólo hay que empezar a cambiar el objeto de estima.

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