domingo, 18 de septiembre de 2011

Una perfecta combinación de soledad y buena compañía.













Querida amiga,

Escucho las canciones de amor
y aún me conmueven, esa enfermedad.

Hubo un tiempo en que la luna era el poder
y las luces de tus ojos la inmensidad
y los besos de tu boca el atardecer,
con la fuerza del hechizo, la eternidad.

La semilla de aquel sueño que se apagó...

(Ya te he explicado que Carlos Cano tiene la capacidad de romper mi corazón de agua.
Y no es el único).






Pienso cómo el ser humano ha realizado su búsqueda espiritual en el amor. El ser humano descreído también. El ser humano segregado, separado, ha tenido que recurrir al amor para conectarse, para transcenderse. Pero el ser humano transcendente no aguanta mucho y aparece de nuevo el otro, el segregado, para corromperlo,
para corromper el amor con el que ha conectado. Y lo destruye. Y entonces es cuando empieza a sufrir.
Pero míralo bien, compañera, investígalo bien (con “sabiduría”)
y verás que el amor humano, el amor romántico incluido, no es más que una forma de búsqueda de transcendencia.
Lástima que no sepamos quedarnos en ella
-cuando entra por la puerta el “yo primero”
y empezamos a sufrir.


Ama y suelta.










Querida amiga, hoy
es un día que promete. Domingo y agenda vacía.
Me despierto triste, lo confieso
(la tormenta de la noche, quizás, o mi trampa obsesiva, donde una parte de mí se ha encallado), pero sé que lo transformaré
y siento que éste promete ser un gran día, como en la canción de Serrat.
Gris y viento, el otoño se mete por las rendijas de esta vigilia.
Éste promete ser un gran día, vacío, de silencio. Silencio en el teléfono, silencio de sms, silencio en el email. La agenda vacía.
Hoy, por fin, podré ponerme a trabajar,
las entrevistas pendientes.
Rita Carter y los múltiples yos; Esmeralda Berbel y su libro de diarios y su libro de cartas epistolares.
Los diarios, las cartas, la meditación, soñar. La mejor combinación de soledad y buena compañía.

Hay tantos yos que integrar (el transcendente, el segregado...)
Qué liberación contemplar la pluralidad que existe en la singularidad,
una de las antesalas de la experiencia directa de la vacuidad.
Rita Carter me devuelve una vez más a la pluralidad que hay en mí, y en ti (quienquiera que seas tú, vosotros)
y en mis emociones.
Esmeralda Berbel, a la pasión por los diarios,
por la correspondencia epistolar,
esa afición que compartimos,
esa perfecta combinación de soledad
y buena compañía.

2 comentarios:

  1. ¡Ay, Marié! Qué entrada tan bella e íntima. ¡Cómo envidio esa agenda vacía! ¡Cómo aprecio siempre tu compañía ... (que no me deja nunca)!

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  2. Y a mí me gusta estar ahí.

    Gracias por hacer posible
    que se haga posible el don de la ubicuidad.

    Por saber percibir esa réplica (mi presencia) en tu casa,
    como yo percibo la tuya.

    Un abrazo, hermana.

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