viernes, 24 de noviembre de 2023

El camino espiritual y la pareja.

 


F preguntó:
¿No os ha pasado que cuando os iniciasteis en el camino espiritual entrasteis en crisis
y vuestra pareja se fue a pique?
S respondió: Yo no tenía pareja, nada se fue a pique.
C: Creo que coincidió con que ya no estábamos muy bien,
por eso me metí en un camino espiritual, diferente al suyo.
Eso empeoró el conflicto, en un principio,
pero eso era porque entonces cualquier cosa era un conflicto.
Sin embargo, supimos resolverlo.
M: Yo no recuerdo "un" momento en el que iniciara el camino espiritual,
Creo que siempre he tenido tendencias, aunque me considerara atea.
Pero vivía experiencias espirituales (sin darle ese nombre)
en instantes de soledad y contemplación,  a veces con la música
o el arte, puntualmente.
Dicho esto, cuando las circunstancias me llevaron a un denominado "camino espiritual",
lejos de meterme en crisis
mis relaciones se hicieron más fáciles,
quizás porque yo pasé a ser más "fácil".
Cambió mi mirada, se hizo más comprensiva y amorosa,
se disolvieron muchos conflictos.
De hecho, en aquella época estaba separada y volvimos a reconciliarnos.
Fue una época muy intensa y muy bonita, que deja una huella muy profunda.
Las personas de mi entorno se sorprendían un poco de que una "atea" como yo,
una persona sensata y racional, se estuviera involucrando con un grupo religioso,
quién sabe si una secta.
Pero consideraban que me sentaba bien,
me veían más libre, alegre y feliz,
y con mucho más sentido del humor.
Así que no había problema.

Ya, dijo F, pero cuando entras en un camino espiritual
y por fin encuentras respuestas
que tu pareja no ve...

Ella, que escuchaba con atención el compartir, pensó que quizás ahí estaba la diferencia.
Vivir el camino espiritual desde la cabeza:
"Ahora tengo respuestas, ahora tengo la Verdad.
Yo lo veo y la gente no lo ve".
Ese sentimiento de superioridad.
O bien vivirlo desde el corazón,
cuando se transforma la mirada,
impregnada de la comprensión y el amor,
que puede ver la luz en los demás seres.
También la oscuridad, la inseguridad, el miedo.
Pero que tire la primera piedra quien esté libre de eso.
La bondad y los cuidados nos sostienen, a pesar de todo el dolor que transitamos.
Desde ese punto de vista, las realizaciones espirituales, esa comprensión,
activa el amor y la empatía,
facilita e intensifica las relaciones.
Incluidas las separaciones, cuando desde la mirada lúcida y amable
resultan convenientes.

Así que si el camino espiritual te lleva a vivir alguna crisis de superioridad conceptual,
quizás es más bien una terapia, de camino impreciso.

"Mi religión es el amor", dice el Dalai Lama
y personalmente se lo escuché decir muchas veces a Thich Nhat Hanh.
Ahí es donde se encuentran todos los caminos espirituales.

Y el amor no provoca crisis, más bien las disuelve.




viernes, 17 de noviembre de 2023

La vida, tal como la conocemos, no es la vida.

 


Las nubes se pintan de rosa pastel,
sobre un cielo que ha comenzado a aclarar.
La luz se despliega sobre un nuevo día.
La noche se retira a dormir, y ya la echa de menos.
Anoche la luna la acompañaba en el trayecto desde el hayedo a casa,
una línea incipiente y luminosa,
de la nueva luna creciente.
La vio hacerse naranja al acostarse sobre el horizonte
y desaparecer.
La tarde en el hayedo de otoño era como un sueño mágico.
Ahora nace un nuevo día sobre el mar
y las tórtolas vuelan.



Meditar en la vacuidad de existencia inherente.
Reconocer el aferramiento ciego.
Las cosas, las personas, las situaciones, el yo,
no son como parecen.
También la vida misma.
"La vida, tal como la conocemos, no es la vida" (Dokusho Villalba).

"Si fuéramos capaces de comprender que la vida y la muerte no son, por naturaleza,
más que Nirvana, no necesitaríamos
intentar escapar de la vida
y de la muerte,
o buscar con tanta energía el Nirvana.
No cometáis el error de creer que la vida y la muerte son diferentes por naturaleza.
La vida no es más que una posición entre otras, con un antes y un después.
De la misma manera, la muerte no es más que una posición en el tiempo,
con un antes y un después.
La muerte, pues, no es la muerte".

(Shobogenzo. Dogen)

 

La muerte no es el fin.
Y la vida, tal como la conocemos, no es la vida.

Otra creencia que explorar, investigar y, quizás, desaprender.
Esta "vida" que empieza y acaba,
fuente de esfuerzo, lucha y sufrimiento.
La "vida", como el "yo", construcciones imaginadas,
tal como los conocemos,
no existen.
Otra ilusión.
Otro espejismo.
Otro aferramiento insistente.
Otro fantasma que deconstruir.




jueves, 9 de noviembre de 2023

Sobre el aferramiento propio.

 


Amigo mío, hablas de transcender el yo,
el ego, esas cosas mundanas que no son espirituales.
A qué yo te refieres, te pregunto.
Al único, el yo que eres desde que llegaste a este mundo, con el que te identificas.
Cuál de ellos, insisto.
Tú dices que uno
y yo siento que han pasado muchos por esta cadena de reencarnaciones,
en esta vida que más o menos puedo recordar.
Tú dices que en el budismo se habla de tres venenos mentales principales:
el apego, el odio y la indiferencia.
Yo considero que el tercero se refiere más bien a la ignorancia (apego, odio e ignorancia),
la ignorancia del aferramiento propio.
Por ejemplo, te diría, ese aferramiento al yo único que defiendes.

Este yo que transito hoy
sonríe con ternura porque le aburren las especulaciones intelectuales,
conceptuales, teóricas.
Pero sí te digo que cuando reconoces la diversidad de personajes que has transitado
te resulta más difícil aferrarte a un yo único de existencia inherente.
El yo que hoy se manifiesta es el resultado de una serie de condiciones que hoy se dan
y que ya mismo están en transición
y desapareciendo,
y conforme van desapareciendo estas condiciones y surgen otras
este yo morirá para dar lugar a otro.

El yo de los 6 años que se sentía nadar en la abundancia
no es el mismo yo de 11 años, en el silencio del luto negro
y el castillo de naipes donde creía vivir derribado por el suelo,
las piezas disolviéndose en la nada.
En unas condiciones nuevas nació un nuevo personaje.
Y la madre joven, segura, aventurera, generadora de adrenalina
incluso en las meditaciones de altos vuelos
no es la misma que hoy contempla la denominada "espiritualidad" en los acontecimientos diarios
de la vida cotidiana, mundana.
Un alto vuelo no está mal, la "transcendencia" es perfecta,
un buen rato que deja huella, sin duda,
pero la prueba del algodón está en la vida diaria.

Los personajes que han ido apareciendo en esta vida cambian.
Tú dices que es el mismo yo y no vamos a discutir sobre puntos de vista.
Tú ves a ese yo único como una "perturbación mental"
y yo a todos ellos como manifestaciones sagradas,
la Energía manifestada conforme a las condiciones del momento cambiante,
el Cuerpo de Dios.
Todos ellos el Cuerpo de Dios, aun sin saberlo.

Tú insistes en que hay que transcenderlo
y yo los miro con amabilidad y ternura.
Y entiendo que no hay "razón" en un lado o en el otro.
Sólo puntos de vista
que crean diferentes mundos en diferentes personajes.
Hay muchos mundos en este mundo, tal como decía el anuncio.

Filosofías aparte, tú y yo nos encontramos en
el mismo regocijo
en la paz, la libertad y la plenitud
que nunca dejamos de ser,
aun cuando no lo veamos.