Amigo mío, hablas de transcender el yo,
el ego, esas cosas mundanas que no son espirituales.
A qué yo te refieres, te pregunto.
Al único, el yo que eres desde que llegaste a este mundo, con el que te identificas.
Cuál de ellos, insisto.
Tú dices que uno
y yo siento que han pasado muchos por esta cadena de reencarnaciones,
en esta vida que más o menos puedo recordar.
Tú dices que en el budismo se habla de tres venenos mentales principales:
el apego, el odio y la indiferencia.
Yo considero que el tercero se refiere más bien a la ignorancia (apego, odio e ignorancia),
la ignorancia del aferramiento propio.
Por ejemplo, te diría, ese aferramiento al yo único que defiendes.
Este yo que transito hoy
sonríe con ternura porque le aburren las especulaciones intelectuales,
conceptuales, teóricas.
Pero sí te digo que cuando reconoces la diversidad de personajes que has transitado
te resulta más difícil aferrarte a un yo único de existencia inherente.
El yo que hoy se manifiesta es el resultado de una serie de condiciones que hoy se dan
y que ya mismo están en transición
y desapareciendo,
y conforme van desapareciendo estas condiciones y surgen otras
este yo morirá para dar lugar a otro.
El yo de los 6 años que se sentía nadar en la abundancia
no es el mismo yo de 11 años, en el silencio del luto negro
y el castillo de naipes donde creía vivir derribado por el suelo,
las piezas disolviéndose en la nada.
En unas condiciones nuevas nació un nuevo personaje.
Y la madre joven, segura, aventurera, generadora de adrenalina
incluso en las meditaciones de altos vuelos
no es la misma que hoy contempla la denominada "espiritualidad" en los acontecimientos diarios
de la vida cotidiana, mundana.
Un alto vuelo no está mal, la "transcendencia" es perfecta,
un buen rato que deja huella, sin duda,
pero la prueba del algodón está en la vida diaria.
Los personajes que han ido apareciendo en esta vida cambian.
Tú dices que es el mismo yo y no vamos a discutir sobre puntos de vista.
Tú ves a ese yo único como una "perturbación mental"
y yo a todos ellos como manifestaciones sagradas,
la Energía manifestada conforme a las condiciones del momento cambiante,
el Cuerpo de Dios.
Todos ellos el Cuerpo de Dios, aun sin saberlo.
Tú insistes en que hay que transcenderlo
y yo los miro con amabilidad y ternura.
Y entiendo que no hay "razón" en un lado o en el otro.
Sólo puntos de vista
que crean diferentes mundos en diferentes personajes.
Hay muchos mundos en este mundo, tal como decía el anuncio.
Filosofías aparte, tú y yo nos encontramos en
el mismo regocijo
en la paz, la libertad y la plenitud
que nunca dejamos de ser,
aun cuando no lo veamos.
Comparto tu punto de vista. Esa obsesión por el desapego a ultranza del yo( ego, o como se le quiera llamar) a parte de conseguirse, si caso, puntualmente en momentos de sumo misticismo, al alcance de muy poco –entre los que desde luego no me encuentro- supone una batalla perdida en el día a día, porque efectivamente somos y dejamos de ser ese yo en el instante en el que las circunstancias a nuestro alrededor cambian. Efectivamente hay una parte nociva en ese yo, que es el que nos parapeta, nos hace sentirnos agredidos, colocarnos a la defensiva e incluso aislarnos en nuestro propio endiosamiento frente a los demás, ese hay que aprender a gestionarlo para que no se nos desmande, pero somos muchos yos y todos esos yos, nos hacen ser en realidad quienes somos…aunque en esencia seamos algo que desprovisto de todos esos yos, posiblemente sea esa luz esencial de la que todos formamos parte, en esta vida no podemos transitar levitando por las esquinas desnudos de todo lo que nos hace ser. Somos el conjunto de todos esos yos, instante a instante, mutando en el tipo de persona que vamos siendo a medida que somos y creo que si mimamos a todos ellos, que son quienes nos hacen ser lo que somos, nuestra relación con el mundo será más confortable al sentimos agusto con nuestros yos a cuestas… jaja Me ha quedado en modo trabalenguas absolutamente, siento no saberme explicar mejor. Aunque no sea capaz, creo que te he comprendido.
ResponderEliminarMil gracias, buen finde y un abrazo!
Gracias por compartir, María.
EliminarUn abrazo.
Tengo un yo tan grande que se ha comido todos los demás;) Y hablando del tema, estando con Lochen Rinpoche en el Himalaya, se subió sobre un pedrusco balanceante al borde de un precipicio, de esos en los que te da tiempo de escribir tu testamento antes de tocar fondo y me dijo: Eso que tiene miedo es el ego. Con esto no invito a nadie se ponga al borde de un precipicio para saber si tiene miedo, lo pueden observar en cualquier situación cotidiana, miedo a qué pensarán de mi?llegaré tarde?, podré pagar la hipoteca? .....
ResponderEliminarMe suena esta historia, Juan.
ResponderEliminarMuy ilustrativa.
Gracias por compartirla. 🙏