Había vuelto a la ciudad donde nació.
Donde transcurrió su infancia.
Y su adolescencia.
Y sus sueños de futuro.
Sus sueños.
Allí estaba, con las amigas de la tribu
original.
Una comida en una terraza de Cabo de Gata.
Y entonces apareció aquel dolor como una espada
cortante en el abdomen.
El vómito, el desmayo.
Vamos a urgencias.
Vamos.
Entonces, en el camino, sin abandonar el paseo
de mar,
ella vio aquel despliegue de luces y colores en el cielo.
Envolvente
Sin fuerzas, se estiró en un banco del paseo,
con vistas al cielo.
Qué haces?, dijeron las amigas, urgentes en la
urgencia, camino del coche.
Qué haces ahí tumbada? No te estás muriendo?
Y dónde mejor que aquí?, pensó ella, sin
energía para el resuello.
Dónde mejor que aquí?, el cielo en un
despliegue mágico de colores, las gaviotas al vuelo.
Aquí estoy bien, si me tengo que marchar.
En la práctica del guru yoga aprendió que para
ese último viaje lo mejor es soltar el cuerpo, ese yo, y designar
"yo" en el guru, tu yídam personal, el yo-Buda.
Allí se dio cuenta de que su mejor guru yoga
eran las raíces.
El origen.
Ese mar, esa música que acunó su infancia y
adolescencia,
esas luces y colores, esa puesta de sol interminable
y envolvente,
ese acento en el habla.
Ese humor gris que tanto la
hacía reír, ese ingenio tan poco blandengue. Esa forma de amor.
Su guru yoga eran las raíces.
Pensó que podría irse de este mundo feliz
si
escuchaba a Lole y Manuel, o Triana.
O "Pasa la vida" en
la versión original de Romero Sanjuán.
O bien aquello que la
despedía en los conciertos nocturnos de la Alcazaba,
la noche de
la despedida antes de coger el avión de vuelta a la universidad.
Esa
guitarra: "Algo se muere en el alma cuando una amiga se va".
Y a ella se le saltaban las lágrimas.
Será tan bonito, irse de este mundo con una
sonrisa en los labios y lágrimas de amor en los ojos.
Algo se muere en el alma
cuando una amiga se va.
Que suerte tenemos los practicantes tántricos, aún siendo unos principiantes y malos practicantes, cuando se acerca el gran viaje lo miramos de frente, para nosotros es la gran oportunidad. Aquí estamos Pitxin y yo acariciados por ella, día tras día, espero que se lleve antes a Pitxin para poder acompañarlo hasta su último aliento. Después lo que venga.
ResponderEliminarPues sí, Juan, así lo veo yo también.
ResponderEliminarMe ha encantado recibir tu llamada.
Estamos en contacto.
Un fuerte abrazo.