Abre los ojos antes de que las gaviotas comiencen a surcar el aire,
aún en la noche, antes de que se despliegue la luz.
Escucha el gorjeo de una paloma madrugadora.
Otras empiezan a responderle, todavía tímidamente.
Seguidamente, la gaviota que planea al otro lado del marco de su balcón
aporta su canto, aislado.
Pronto es un concierto polifónico.
Las pertinaces tórtolas intervienen desde los diferentes puntos cardinales.
El cielo empieza a vestirse con un traje de acuarela, de pinceladas rojas, naranjas, rosas y violetas,
anticipando la salida del sol, como un disco de fuego que emerge de las entrañas del mar.
Sus reflejos bañan la ciudad y las montañas que la rodean
de una luz intensamente dorada, primero,
luego se hace plata y finalmente es una luz incolora envolvente,
que lo inunda todo, sin sombras.
- A eso lo llaman el método Gökotta -dice su amigo.
- Qué?
- El método Gökotta, el sistema sueco para la felicidad:
despertarse temprano para escuchar el canto de los pájaros.
Creo que ahora se está poniendo de moda también por aquí
y hay terapeutas que organizan salidas a la montaña antes del amanecer,
para escuchar el canto de los pájaros.
El otro día un conocido le hablaba de sus baños de bosque.
Serán los baños de bosque del bosque, pensó ella.
El conocido contaba cómo, en un encuentro de grupo,
alguien hablaba de los beneficios (físicos y mentales, emocionales y espirituales)
de los paseos en la naturaleza, la inmersión.
El conocido consideró que le estaba haciendo publicidad gratuita, a él.
En su imaginación, él era los baños de bosque,
la empresa que había creado en las redes sociales.
Los baños de bosque los regala el bosque gratuitamente -comentó ella.
Sí, pero la gente no sabe -respondió él-,
se meten en el bosque y ni siquiera lo respetan.
Hay quien se cree que un baño de bosque consiste en desnudarse
o abrazar a un árbol, y eso no es -siguió explicando el experto.
En cierta ocasión ella se encontraba sentada en contemplación
en la orilla de la playa urbana que frecuenta casi a diario, en cualquier estación del año,
desde hace algo más de 40 años, en su barrio.
Se sienta en la orilla, junto al mar, en contemplación y silencio,
y pasado un rato se desnuda y camina sin prisa hacia ese cuerpo de mar,
sumergiéndose en sus entrañas.
Se disuelve como agua vertida en agua
y siente cómo todas las telarañas mentales y conceptuales se diluyen en el océano
y emerge del mar limpia y renovada, nueva.
Ese día, a principios del verano, se acercó un joven, irrumpiendo en su ritual
solitario de contemplación.
Se presentó como el guardián de la playa, de esa zona de la playa;
él la protege porque no todo el mundo viene con buenas intenciones -explicó.
Se había autoproclamado el guardián de la playa,
pero no reclamaba peaje por sus servicios -aclaró.
Ella le escuchó atentamente; era la primera vez que le veía
pero se convertiría en una figura familiar, durante un tiempo.
Finalmente desapareció con el fin del verano.
Ella siempre ha vivido cerca del mar, allá donde haya habitado.
Conoce bien sus efectos "terapéuticos".
Imagina que un día se dirige a su encuentro de intimidad con el agua
y alguien la aborda en la orilla y le vende sus "baños de mar".
La gente no sabe cómo hacerlo, le dice,
los baños de mar no consisten en desnudarse en el agua o abrazar las olas.
Yo te vendo mis auténticos baños de mar, si me los pagas.
A su parecer, escuchar el canto de los pájaros
es una experiencia que surge entre el canto de los pájaros y ella.
Los baños de bosque es algo entre el bosque y yo.
La espiritualidad es mi experiencia de Dios,
es algo entre Dios y yo.
El camino de Santiago (o cualquier otro camino) es un peregrinaje personal,
un viaje de autoconocimiento,
es algo entre el camino y yo.
El baño de bosque, o de mar, o el canto de los pájaros
es una indagación personal e intransferible.
No necesita de injerencias externas.
Es tan cierto, como hermoso lo que dices y es verdad que a veces los humanos somos tan absolutamente bobos que necesitamos que alguien nos señale el cielo, el mar o un bosque para verlo y disfrutarlo cuando siempre han estado ahí para nosotros, de hecho somos tan parte de ellos, como ellos nuestros.. es como cuando alguien busca desesperadamente algo que siempre ha estado delante de sus narices... a veces, incluso en nuestro interior. No hay nada más que hacer que cerrar los ojos y escuchar.. al amanecer, en el crepúsculo, a solas y en compañía. Mil gracias, un beso grande y muy feliz nuevo año... lleno , llenísimo de alas, cielos y pájaros ; )
ResponderEliminarGracias, María.
ResponderEliminarFeliz año para ti también.
Un abrazo!
Asi empezaron los intermediarios entre Dios y el hombre. Asi comenzaron las castas sacerdotales y las religiones oficiales, que luego acabaron definiendo lo que era y lo que no era una relacion ortodoxa con Dios. Asi acabaron quemadas muchas personas por seguir sus propias inclinaciones
ResponderEliminarPues sí.
ResponderEliminarTal como yo lo veo, es importante proteger la soberanía personal, la autonomía. La confianza en que la propia experiencia personal es tan buena como otra cualquiera. De hecho, es quizás la única que cuenta, la que nos toca transitar.