Yo creo que las turbulencias internas son también meras experiencias
que atravesar, en el camino,
al igual que las dificultades externas.
Así como cuando escuchamos sobre cómo utilizar las condiciones externas
para el camino espiritual, y nos resulta tan claro,
eso nos vale también para las emociones,
incluidas las denominadas "perturbaciones mentales".
Lo mismo que las dificultades externas no son "enemigas" sino oportunidades de práctica,
las consideradas "perturbaciones mentales" tampoco son enemigas
sino perfectas oportunidades de práctica.
Así que, de la misma manera que aspiramos a afrontar las dificultades en el camino,
las situaciones de crisis (la pérdida de trabajo, una enfermedad, la muerte de un ser querido, etc.)
desde un estado de paz, desde nuestra isla interior de paz,
de la misma manera, cuando aparece el enfado, el apego,
el sentimiento de pérdida, el duelo, los celos, la tristeza,
la frustración, el dolor de haber sido herida, etc,
podemos aspirar a atravesar la experiencia emocional desde la contemplación,
la comprensión, la compasión y la paciencia.
Yo no soy mi "perturbación mental", no soy mi emoción ni mi pensamiento.
Esas experiencias internas aparecen igual que las experiencias externas
y no necesito castigarme por ello
(en especial lo hacemos con las emociones no deseadas)
ni sentirme lejos del Ser que soy.
El Ser que soy lo experimenta todo, también el miedo, el dolor y la ira,
tanto como el deleite, la compasión universal y la plenitud.
Las perturbaciones mentales también son sagradas.
También son el nirmanakaya, el cuerpo de Buda manifestado,
el cuerpo de Dios.
Así que cuando se despierta con un nudo en el estómago,
de tristeza o de miedo, de amenaza o de pérdida,
ve al Ser también en ese nudo.
Y lo contempla diluirse seguidamente, el nudo,
para pasar a ser el espacio de paz de donde surgió
y donde fue a disolverse,
o acabará disolviéndose.
Otra vez Dios, o Buda, jugando al escondite.
Gracias
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