viernes, 7 de noviembre de 2014

Divina locura.






Como si la vida tuviera su propio guión, su propia inteligencia.
Parece que alguien toma decisiones por ti pero ese alguien también es una marioneta, como tú mism@. Como una red entretejida, como las múltiples implicaciones universales del aleteo de una mariposa.





Entonces, su maestro le dijo: me han pedido un blog budista en español y he pensado en ti. Y ella asintió.
Escuchó a su yo decir: qué sabes tú para hacer un blog, negada en informática y en las redes sociales y en las nuevas tecnologías. No digamos sobre el budismo.
Observó el conocido miedo al compromiso y al fracaso del yo pero pudo más el no-yo de la obediencia y oyó al otro como quien oye llover.
Cuando llegó a casa se sentó ante el ordenador, siguió ciertas instrucciones que aparecían en la pantalla y se puso a escribir. Y ahí estaba.
Lo vas a supervisar?, le preguntó al maestro.
No, dijo él.
Y qué sabía ella de esta tradición?, oyó otra vez al yo. Ella no era una erudita, sólo una practicante. Ni eso (no era una "practicante pura", tal como dictan los cánones, al menos los cánones de esa tradición), pongamos que una simple estudiante. Así no se arriesgaba a confundir a nadie. Quizás no una practicante pura (tan irreverente) pero sí una practicante sincera, solían decirle.

En cualquier caso, ella nunca  tuvo vocación de maestra (ni aún cuando le pedían impartir clases y cursos y conferencias y meditaciones, y obedecía). Ni mucho menos de bloguera.
Observaba la silenciosa resistencia orgullosa de su yo, pero la ignoraba y obedecía.
Nadie la vio titubear, simplemente obedecía.
Y para su sorpresa, "salía solo".
Y, para su sorpresa, las mismas actividades que realizaba por simple obediencia
con el tiempo se convertirían en las causas de su liberación (del maestro, de la obediencia, de la tradición), cuando ella sola quizás nunca habría tomado la decisión de liberarse.
A menudo parece que alguien toma decisiones por ti pero ese alguien es otra simple marioneta de la vida, como tú mism@.





El blog nunca llegó a ser el portavoz oficial de ninguna tradición sino un simple compartir de la práctica cotidiana, como un diario sin días.
Pasaron los años y ahí estaba, compartiendo desde detrás de la pantalla experiencias personales difícilmente confesables.



Como le dijera una vez, en el transcurso de una entrevista, el Lama Lobsang, con su mirada pilluela y su sonrisa cómplice:
"Los budistas por fuera somos gente normal pero por dentro estamos locos".
Bendita locura.



Este blog no nació por vocación ni por iniciativa personal
sino por dictado de la vida. Como casi todo lo demás.
Una vez vivo, empezó a mantenerse por amor,
y ahí sigue,
hasta que le toque desvanecerse.
Como todo lo demás.





2 comentarios:

  1. El "yo" me invita a creer que este blog no se desvanecerá..y Yo contradiciendo las enseñanzas de la estudiante budista, quiero por esta vez creerle al "yo"..infinitas gracias!!!

    ResponderEliminar
  2. A ti por tu presencia, Vaina. :)

    El objetivo de este post es responder a la pregunta sobre "qué hay de culto al yo en la decisión de hacer un blog, aunque sea budista".
    Quería explicar que este blog no nació de un deseo personal, por iniciativa o necesidad personal, sino por una petición y como un acto de obediencia.
    Una vez que nació, ya tiene vida propia.
    Aquí sigue mientras se den las condiciones y dejará de estar cuando estas condiciones desaparezcan.

    Un abrazo y buen fin de semana.

    ResponderEliminar