Su vida se llena de rituales de una forma involuntaria y no premeditada; sin proponérselo, ahí ha aparecido uno más. Ella sospecha que tiene que ver con su tendencia a las celebraciones. Sale el sol cálido en otoño, y es un acontecimiento para celebrar. Amanece gris, apacible, sereno, y lo celebra. Llueve mientras nada en la piscina, y lo celebra con su rostro entregado al agua que el cielo le regala. Habita una ciudad con mar, y lo celebra cada día sumergiéndose en su vientre de agua. Y una vez en la inmersión, abre los ojos para que el agua de mar los limpie y los sane; abre los labios para que el océano purifique su boca y luego emerge a la superficie y la suelta como una ballena (otro mamífero marino sin branquias). Una parte del agua salada desciende por su esófago al estómago y siente cómo limpia el intestino delgado y el intestino grueso. Y lo celebra.
Ahora, en su camino diario a la playa, ha descubierto esa terraza frente al mar, el mejor santuario para la primera ofrenda de la mañana (o la segunda, o la tercera, ya ha perdido la cuenta). Toma asiento en esa terraza como un altar y suelta la mirada
(le suelta la correa, como un perro retenido en la corta distancia)
suelta la mirada por un horizonte de agua y el mosaico humano y urbano en la plaza que la acoge. Es tiempo para la ofrenda, la celebración, la contemplación, la meditación, la lectura inspiradora y escribir, compartir.
La dimensión histórica versus la dimensión última.
En esta ocasión, Thich Nhat Hanh le hablaba sobre la dimensión histórica y la dimensión última en la vida humana.
"La dimensión histórica es la dimensión del llegar y del partir, del nacimiento y la muerte. Cuando empezamos a percibir la dimensión histórica solemos tener miedo. Y tenemos miedo porque aún no hemos comprendido que el nacimiento y la muerte no son reales. (Si los contemplamos con la mirada de la dimensión última).
El miedo siempre está
en nuestro interior:
el miedo a enfermar, a envejecer, a morir,
el miedo a ser abandonados por el ser amado. Tener miedo y preocuparse por él es algo muy humano.
Pero cada vez que invitas a tu miedo a aflorar a la conciencia, cada vez que le reconoces y le sonríes y le das la mano al miedo,
tu miedo pierde fuerza."
Llegad@s a este punto, TNH nos propone una meditación en la muerte -la enfermedad,
la vejez y los sufrimientos humanos.
Abro los brazos a todo cuanto me tenga que llegar, sin oponer resistencia, y decido emplear el tiempo que me queda (esa hipnosis de tiempo lineal) en contemplar el momento presente y celebrarlo hasta fundirme con él; amar a aquéllos que me rodean
(el universo en su conjunto, todos los universos) y aliviar su sufrimiento, como si cada ser formara parte de mi cuerpo, de un sólo cuerpo, liberada de la hipnosis de separación.
Y esta entrega del personaje que me creo, en mi dimensión histórica, esta entrega
es la que me acerca
al ser que soy
en la dimensión última.
Donde ya no existe el miedo
ni la enfermedad,
ni la vejez
ni la muerte.
Muy lindo texto Marie.
ResponderEliminarAyuda, y eso es muy importante. Conseguir el amor es todo un arte.
Celebra, disfruta, cuidate.
Heronan Tapia.
Gracias, HT.
ResponderEliminarLo mismo para ti.
Practica, celebra, disfruta y cuida el arte del amor.
Dicen que es así como comprendemos que "la vida es una fiesta".
abrazo.