domingo, 11 de octubre de 2020

Sobre el yo y el no-yo





Nuestro problema surge de que el poder del pensamiento nos permite construir símbolos de cosas, separados de las cosas mismas.
Así, podemos hacer un símbolo, una idea de nosotros mismos aparte de nosotros mismos.
Como la idea es mucho más comprensible que la realidad, y el símbolo más estable que el hecho en sí,
aprendemos a identificarnos con nuestra idea de nosotros mismos (la idea del yo).
De aquí nace el sentimiento subjetivo de un yo que "tiene" una mente,
generándose un conflicto entre la idea de nosotros mismos (el yo biográfico, el relato que nos contamos)
y la experiencia inmediata de nosotros mismos (yo experiencial).

(Vacuidad y no-dualidad. Meditaciones para deconstruir el yo.
Javier García Campayo)


Al principio, realizamos la vacuidad con una mente conceptual, basándonos en razones correctas que hemos comprendido previamente con firmeza.
Cuando realizamos la vacuidad de este modo, tenemos la sensación de que nuestra mente está separada de ella. Parece que nuestra mente está en un lugar y su objeto, la vacuidad, en otro, sin llegar a unirse.
Para alcanzar una realización directa de la vacuidad, hemos de suprimir de manera gradual la distancia entre ésta y nuestra mente, eliminando la apariencia dual.
Éste es el camino de la visión.

(Corazón de sabiduría.
Gueshe Kelsang Gyatso)






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