domingo, 14 de octubre de 2018

Samsara en Nirvana; Nirvana en Samsara.







Apareció el bosque de otoño.
A través del marco de su ventana, una extensa gama de franjas de luces y colores
la despertó, anticipando la llegada del sol
y, más tarde, un cielo cubierto, poblado de nubes.
Como masas de algodón, a veces redondeadas, a veces estiradas.

Amaneció el día fresco y gris,
los árboles más verdes y aromáticos.

Al principio, le sorprendía que en este bosque, denso de árboles, en esta zona de retiro,
apenas se escucha la presencia de los pájaros,
tan manifiestos en su propio hogar urbano.
Allí, las gaviotas y las tórtolas mantienen largas y ruidosas conversaciones,
tan presentes a lo largo de todo el día.
Aquí, los pájaros son más discretos,
como si respetaran el silencio,
contagiados por el recogimiento.
Alguno pía como en un susurro, y luego calla.
Pero ella sabe que están porque a veces los ve volar, de árbol en árbol.

A ratos sale el sol, entre nubes, pero hoy ya no lo rehuye.
ni le da la espalda,
ni busca las sombras.





Ayer comprendió, como una realización, que su miedo al sufrimiento del futuro
(la muerte, el vértigo, la soledad, los ámbitos desconocidos),
en realidad, traslada todo lo temido al presente.
Lo trae, lo manifiesta
aquí, ahora.
Así que su oportunidad es ahora, para resolverlo
y disolverlo.

El infierno temido ya está aquí,
mientras lo temes.

De repente sintió la urgencia de resolver odios, resentimientos,
sanar heridas.
No hay tiempo para la pereza
ni la procrastinación.





En medio de su retiro, apacible, completo,
como una manifestación embriagadora de la plenitud,
se le había colado un mensaje del mundo que había dejado atrás.
Una imagen virtual,
como una sombra que esperaba su vuelta
al otro lado.
Y fue como abrir una fisura por donde se coló
uno de sus fantasmas (samsara).
Lo vio hacerse grande (el fantasma),
robarle la paz,
arrebatarle su oportunidad de retiro en la Tierra Pura.
Hasta que escuchó su propia voz:
Samsara, Nirvana, la misma hipnosis.

Su supuesta plenitud era como un castillo de naipes
si de regreso a su rutina cotidiana
tendría que afrontar los mismos fantasmas en el mismo lugar donde los dejó.

No tiene sentido delegar un poder fuera que nadie tiene.
Sólo depende de mí desmontar mis propias creaciones -recordó.
Desenmascararlas, descomponerlas, disolverlas.
Es ahora o nunca.

Aún no sabía cómo sucedería
pero sabía que tenía que suceder.
Ahora o nunca.


No pasarían unos minutos antes de darse cuenta de que ya
estaba
sucediendo.






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