jueves, 9 de octubre de 2014

Tushita.







Precioso día gris y apacible.
El sol sale a ratos y dibuja en el suelo de la plaza tímidas imágenes de árboles y toldos cerrados.
La superficie del mar plana como el horizonte.
Una gama de grises, verdes y marrones, y blancos.



En su otra gompa, al atardecer, una gama de azules y violetas y grises y anaranjados, y rojo fuego.
A dónde ir, por qué buscar otra fiesta cuando una fiesta de luces se despliega así,
cuando el cosmos se entrega para compartir confidencias
y este ágape abundante.
Llámame perezosa, pero no necesito ir a Tushita si Tushita está aquí.





A veces abre los ojos, inhala las fragancias del día o de la noche, del mar o la montaña urbana, de su habitación sagrada; inhala los olores y los colores, las formas;
las bebe, las degusta, las ingiere.
Y luego se disuelve en el océano de apariencias que la envuelve.
El cosmos contemplando el cosmos, fundiéndose en el cosmos.

Y a veces cierra los ojos y aparecen universos paralelos.
Todos los viajes están aquí. Todos los lugares.
La experiencia vacía de experiencias
también.






2 comentarios:

  1. Es un poema, ¿Verdad?

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    1. :)

      Como casi todas las demás, es una experiencia de meditación/contemplación para compartir.

      Yo le llamo "presencia
      en verso libre".

      :)

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