Precioso día gris y apacible.
El sol sale a ratos y dibuja en el suelo de la plaza tímidas imágenes de árboles y toldos cerrados.
La superficie del mar plana como el horizonte.
Una gama de grises, verdes y marrones, y blancos.
En su otra gompa, al atardecer, una gama de azules y violetas y grises y anaranjados, y rojo fuego.
A dónde ir, por qué buscar otra fiesta cuando una fiesta de luces se despliega así,
cuando el cosmos se entrega para compartir confidencias
y este ágape abundante.
Llámame perezosa, pero no necesito ir a Tushita si Tushita está aquí.
A veces abre los ojos, inhala las fragancias del día o de la noche, del mar o la montaña urbana, de su habitación sagrada; inhala los olores y los colores, las formas;
las bebe, las degusta, las ingiere.
Y luego se disuelve en el océano de apariencias que la envuelve.
El cosmos contemplando el cosmos, fundiéndose en el cosmos.
Y a veces cierra los ojos y aparecen universos paralelos.
Todos los viajes están aquí. Todos los lugares.
La experiencia vacía de experiencias
también.
Es un poema, ¿Verdad?
ResponderEliminar:)
EliminarComo casi todas las demás, es una experiencia de meditación/contemplación para compartir.
Yo le llamo "presencia
en verso libre".
:)