martes, 14 de octubre de 2014
La iluminación es divertida.
Para eso estoy yo, velando
-le dijo a su hijo, en silencio. Nadie la oyó.
Ella siempre tuvo vocación de Buda. O de madre.
O de superheroína de los tebeos.
Cuando era pequeña leía los tebeos que le gustaban a su padre, del Jabato y el Capitán Trueno.
Por algún motivo, eran personas fuera del sistema,
de la vida cotidiana normal,
de la normalidad (en especial el primero, al que seguía tanto). Y ya que estaban fuera, se dedicaban a ayudar a los más débiles, a los oprimidos.
A impartir un poco de justicia, aunque fuera
fuera de la ley.
(O quizás estaban fuera precisamente por eso, para cumplir mejor su función).
"Yo ya me he ido", le decía a su amiga depresiva cuando amenazaba con el suicidio.
Aburrida de sufrir, amenazaba con abandonar este mundo.
"Yo ya me he ido", decía ella.
No siempre, no para siempre, pero a veces puede resultar un descanso
irse, como de vacaciones. Por un tiempo.
Pongamos que este mundo no te importa mucho, que no merece la pena tanto sufrimiento.
Por qué ser la causa de más sufrimiento, haciendo daño a las personas que nos aman, con un suicidio?
Si no te gusta este mundo, déjalo. Pero nadie tiene que saberlo.
Que se quede aquí tu cuerpo (la profesional, la amiga, la madre, la hija)
haciendo sus funciones.
Y quizás las harás mucho mejor, una vez que te has quitado de en medio.
Sin tus intereses egocéntricos de por medio.
Una vez que ya te has ido.
Por qué suicidarte y añadir más sufrimiento a las personas que amas?
Si de verdad no tienes interés en esto, quítate de en medio y tira p' alante.
Los superhéroes de su infancia podían ayudar tanto a los demás porque estaban fuera, ya se habían ido.
Como Robin Hood. Como el Che Guevara. Como el Jabato.
A veces revolucionarios, a veces proscritos, guerrilleros o bandoleros.
Y a veces parecía que se quedaban, como Teresa de Calcuta. Pero también tenían que sufrir algunos exilios.
Una vez escuchó decir a una periodista (una de las primeras profesionales en España, que había tenido que abandonar su pueblo y a su familia para perseguir su sueño) que "una mujer tiene que perder la reputación para empezar a ser libre".
Tomó nota.
Ella siempre tuvo vocación de superheroína, aunque para ello tuviera que moverse fuera de la ley (fuera de sistemas de vida establecidos). O mejor: en el límite; dentro y fuera.
Como cuando estás a caballo entre este mundo y el tuyo propio.
(Una vez, en una entrevista, el Lama Lobsang le dijo que
"l@s budistas por fuera son gente normal pero por dentro están loc@s".
Lo dijo riendo cómplice, como orgulloso de su locura).
Tenía vocación de madre coraje. De Buda.
Cuando su hija empezó a ir a la guardería, imaginaba (como tantas otras madres) que, en vez de irse a casa o al trabajo, se quedaba fuera de la puerta y miraba por el ojo de la cerradura. Y podría protegerla, llegado el caso.
Cuando su hijo se fue a vivir lejos, pensó que quizás morirse no estaba tan mal, si le daba la oportunidad de estar presente, invisible, transmitiéndole las decisiones correctas, inspirándole el soplo de la comprensión y el amor que le protegería como la mejor armadura.
Y ya que no podría hacerlo ella personalmente, le regaló "El libro tibetano de la vida y de la muerte", para que le acompañara, como un alter ego.
Ella era de ese ejército de personas con vocación de Buda, ese superhéroe capaz de multiplicarse en emanaciones invisibles para ser lo que necesitas en esos instantes cruciales de tu vida.
Una vez oyó decir a un maestro en el púlpito:
Quizás tú eres de esas personas que creen que la iluminación es aburrida. Sin grandes alegrías, sin esa montaña rusa emocional. Pero imagina que tu madre está enferma y puedes emanar como el mejor enfermero que la cuida, como la mejor medicina que la cura, como el agua que calma su sed y reduce su fiebre. Puedes emanar como quieras, para ayudar.
¿No te parece divertido?
Desengáñate: la iluminación no es aburrida.
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Hoy es día de Santa Teresa. Uno de sus poemas:
ResponderEliminarVivo sin vivir en mí
Vivo sin vivir en mí
y tan alta vida espero
que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor,
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
puso en mí este letrero:
«Que muero porque no muero».
Esta divina unión,
y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre mi corazón;
y causa en mí tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
Acaba ya de dejarme,
vida, no me seas molesta;
porque muriendo, ¿qué resta,
sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
muerte, que ansí te requiero:
que muero porque no muero.
Precioso.
ResponderEliminarPreciosa lectura para ir a dormir.
Muchísimas gracias por compartirlo aquí.
Marie, genial el post y el poema de anónimo, pero me queda una pregunta de todo esto ¿Cómo no confundir la visión budista con el nihilismo?
ResponderEliminarBuena pregunta.
EliminarCreo que los últimos posts van un poco sobre esto.
Te concreto un poco más en la próxima entrada.
Un abrazo fuerte y gracias por compartir aquí tus comentarios, dudas y preguntas.
Por qué morirte de cáncer, o de un infarto, y añadir más sufrimiento a las personas que amas?
ResponderEliminarCreo que frivolizar el suicidio, que es el final de una enfermedad del cerebro, llámala depresión, ansiedad, adicción, neurosis, da igual.
Pensar que el suicidio es una opción es pensar que morirse de cáncer es una opción.
Y sobre todo añadirle más culpa, vergüenza y sufrimiento a la enfermedad mental.
Supongo que si te mueres de cáncer de mama por lo menos mueres con prestigio y sin culpa.
Rezo por los avances en la medicina para todas las personas que sufrimos una enfermedad en nuestro cerebro podamos curarnos.
Rezo por todas las personas que piensan que el suicidio es una opción.
Un abrazo Marie
Carolina
Disculpa el retraso, Carolina, acabo de ver el comentario justo cuando salgo de casa -gracias a un toque de atención que me ha dado Luis. :)
EliminarY disculpa también el desafortunado sentido del humor y la (aparente) frivolización de la depresión.
Lejos de mi intención añadir más culpa, vergüenza y sufrimiento a la enfermedad mental.
Cojo el testigo que me lanzas y te respondo con más espacio y tiempo en un nuevo post.
He conocido muy de cerca, desde mi infancia, la depresión, y creo que sólo puedo intuir lo que es la experiencia de vivir una dolorosa situación sin salida.
Para otros casos, sin embargo, vivir desde la posición de "yo ya me he ido" puede ser una interesante, reveladora experiencia.
Un abrazo muy fuerte y seguimos en contacto.
Carolina, por qué nos ayudas a comprender si nos explicas cómo te sientes, y por qué crees que no puede funcionarte a ti el "quitarse de en medio" o el "yo ya me he ido". Hasta qué punto te resulta de ayuda el dharma y en qué medida no puede.
EliminarTe agradecería mucho que compartieras tu experiencia y que nos (me) ayudaras a comprender mejor.
Sobre la depresión, yo nunca lo he considerado un handicap -no creo que exista un problema físico o eléctrico o químico u hormonal o "del cerebro" que dificulte el "despertar", más que cualquier otro problema de otra índole. Es posible que me equivoque, dada mi falta de experiencia personal sobre de estos temas.
EliminarSin embargo, se cuentan de tantos casos como Eckhard Tolle, Pema Chodron, Jeff Foster y tant@s otr@s que aseguran que gracias a caer en una gran depresión pudieron dar el salto al vacío.
Jeff Foster cuenta que gracias a la depresión y a la grave enfermedad física por la que pasó pudo finalmente "suicidar" o "asesinar" al viejo Jeff y a su depresión. A la historia que daba vida al viejo Jeff y a la historia que daba vida a su depresión.
Personalmente, no creo que sea necesario pasar por los infiernos para "dar el salto al vacío", ni siquiera para aprender algo. Creo que la compasión y la empatía nos permiten aprender también del sufrimiento de los demás, como si fuera propio, o casi.
Pero tampoco creo que las dificultades físicas o mentales supongan una minusvalía que nos impida la posibilidad de una vida apacible y en armonía.
Quiero decir que en sí mismo no lo veo como una gran suerte u oportunidad ni como una gran desgracia que imposibilite la experiencia apacible de la conexión, el amor y la unidad.
Una vez más, depende de lo que hagamos con ello.
Tú cómo lo ves, desde tu experiencia?
Una muy buena amiga me contó una vez cómo la ayudó a aceptar, afrontar, utilizar y finalmente superar (soltar) su depresión la lectura de "Cuando todo se derrumba", de Pema Chodron.
EliminarQue tuviera ese efecto sobre ella no quiere decir que lo tenga igualmente sobre cualquier otra persona.
Simplemente quería compartirlo contigo.
Abrazo fuerte.