viernes, 15 de agosto de 2014
Despedidas elegantes.
(De "Despedidas elegantes.
Relatos de la muerte de maestros zen, tibetanos e hindúes").
Eisai: Morir sencillo.
En 1215, Eisai, uno de los fundadores del zen japonés, supo que su muerte se acercaba.
Viajó a Tokyo para "enseñar a la gente cómo morir".
A su llegada, primero predicó en público, luego se sentó totalmente erguido en postura zen y murió.
Sin embargo, cuando sus seguidores se quejaron de que su muerte había sido demasiado súbita, revivió.
Pasaron cinco días y, finalmente, murió del mismo modo.
Nogami Senryo: Morir de pie.
Nogami Senryo dedicó casi toda su vida al cuidado amoroso del templo de monjas de Seikanji, en Japón.
Puso especial énfasis en que sus discípulas y ella misma vivieran de acuerdo al dicho zen: "Zadatsu Ryubo. Muere sentada. Muere de pie. Ése es el camino de la monja y el monje".
Dogen utilizó este mantra para recalcar que la práctica significa llevar a cabo todas las actividades prestando una serena atención a la realidad del momento presente.
En cada actividad cotidiana (al fregar el suelo de madera, limpiar su cuenco de arroz con un trozo de rábano o cuando arrancaba las briznas de hierba en el jardín de piedras blancas), ella lo repetía como un mantra: "Zadatsu Ryubo. Muere sentada. Muere de pie").
Su cuerpo había comprendido que la iluminación significaba no tolerar otra cosa que la realización perfecta de cada actividad.
Un frío atardecer de noviembre de 1980, la nítida voz de Nogami rompió el silencio: "Ha llegado el momento de Zadatsu Ryubo!"
Se puso a caminar lentamente hasta la estatua de bronce del Buda.
Su discípula Kuriki llegó justo a tiempo para ver a la monja de 97 años, con sus sencillos hábitos negros, pararse de pie ante el Buda, dio un paso final para perfeccionar su postura y se quedó inmóvil.
Entonces Kuriki gritó, gozosa:
"Felicidades, maestra!",
mientras Nogami moría de pie.
Takuan: Morir como un sueño.
Cuando el maestro Takuan estaba muriendo, sus discípulos le pidieron que escribiera un verso de despedida, su último verso, según era la tradición.
En un principio se mostró reacio y dijo "no tengo últimas palabras". Pero como sus discípulos insistían, tomó un pincel, escribió el carácter kanji para "sueño" y murió.
Yamaoka Tesshu: No te preocupes ni por la comida ni por la ropa.
Cuando le llegó el momento de morir, el 19 de julio de 1888, Yamaoka Tesshu se bañó y se puso un impecable quimono blanco. Siguiendo las convenciones, los discípulos le pidieron un poema de muerte. Y Tesshu entonó de inmediato este haiku:
Apretando mi abdomen
contra el dolor;
el graznido de un cuervo matutino.
Puesto que sus discípulos nunca habían oído un poema de muerte que contuviera la palabra "dolor" (creían que paz, luz o una cosa parecida sería algo más apropiado para un maestro zen), dudaban en hacerlo público.
Con inquietud, mostraron el poema al abad Gasan, cuando éste lo solicitó.
Qué magnífico poema de muerte!, exclamó.
Cuando pasó el cuervo y graznó, Tesshu estaba teniendo una hemorragia: su cáncer le carcomía el estómago. Los dos acontecimientos llenaron el cosmos.
Teshu se sentó en postura formal de zazen, se despidió de sus familiares y amigos
("No te preocupes ni por la comida ni por la ropa", dijo a su hijo)
y cerró los ojos. Inspiró profundamente y entró en la meditación eterna. Tenía 53 años.
P'u-hua: Se estiró en el ataúd y murió.
Cuando el maestro P'u-hua sintió que su fin estaba próximo, anunció a la gente de la aldea que al día siguiente iría a la Puerta del Este y moriría allí.
Toda la comunidad le siguió en procesión y se reunió fuera de los muros de la ciudad para presentarle sus respetos.
P'u-hua anunció entonces: Llevar a cabo un funeral hoy no estaría de acuerdo con el Cuervo Azul (un ave mitológica). Moriré mañana en la Puerta del Sur.
Al día siguiente la gente volvió a seguirle, pero entonces él anunció: Será más favorable morir mañana en la Puerta del Oeste.
Al tercer día acudió menos gente y él decidió cambiar al día siguiente a la Puerta del Norte.
Al cuarto día, él mismo acarreó su ataúd hasta la Puerta del Norte. Tañendo su campana, se estiró en el ataúd y murió.
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Mi Maestro Kyabje Lati Rinpoche nos dejó el 12 de abril del 2010 a sus 88 bien llevados años. Su residencia habitual era el monasterio de Ganden Shartse en Mundgod, Sur de la India, pero pasaba varias semanas al año en Dahramsala, particularmente en fechas anteriores y posteriores al Losar, Año Nuevo Tibetano. Aquel día se levantó temprano como siempre pero cambió su rutina. Después de bañarse fue a circunvalar la residencia del Dalai Lama, volvió a su residencia y comentó a su secretario senior: "Ya es hora de irme". Éste pensó que se refería a que ya era hora de volver a su monasterio en Mundgod y se puso a hacer las maletas. Rinpoche entró a su habitación, se sentó a meditar y así encontraron su cuerpo apenas una hora después. Elegante como fue en vida, así se fue.
ResponderEliminarPreciosa, inspiradora, la despedida de tu maestro.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirla aquí, Juan.
Abrazo fuerte.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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