jueves, 14 de agosto de 2014
Meditar en la muerte.
Querida amiga:
Me preguntas sobre la meditación en la muerte. Qué propuesta tengo para ti. Qué experiencia puedo compartir contigo que a mí me haya resultado inspiradora y útil.
En un principio me quedo sin palabras porque ya sabes lo arriesgado que es dar consejos personales.
Una cosa es compartir abiertamente una experiencia personal, y a quien le resuene o le inspire, que la use -y a quien le suene como palabras sin sentido, o incluso despropósitos, que lo deje pasar. Y otra es caer en el orgullo de creer que vas a acertar a ayudar a alguien en concreto. Porque quién sabe el momento (emocional, espiritual) en que se encuentra la otra persona, receptiva a qué, abierta a qué.
Me preguntas por la meditación en la muerte que a mí me haya resultado inspiradora y útil, pero la que haya funcionado de esta manera para mí puede resultar vacía, depresiva o incluso contraproducente para otra persona.
Sin embargo, si yo no sé, sí sé que la vida (el karma, si quieres) sabe, y ella se encargará de poner las meditaciones y contemplaciones adecuadas para ti en el momento preciso.
Dicho esto (pido disculpas por el preámbulo tan largo), paso a compartir parte de mi experiencia. Y si me siento inclinada a hablarte de ésta (parte) y no de otra, por algo será. La vida sabe.
1. Traer la muerte al momento presente.
Vivir la propia muerte, aquí y ahora.
(Meditación en
la muerte)
A mí me ha servido y me sirve traer la muerte (de este cuerpo) al momento presente. Imaginarla como real. No es una mera probabilidad, es algo cierto que va a ocurrir antes o después. Así que viajo a ese momento para sentir (vivir, soñar) el instante en que me voy. Cuando lo abandono todo.
Vivir mi propia muerte como algo real, aquí y ahora. Abandonarlo todo.
Quizás al principio pueda aparecer el miedo o el dolor o la resistencia o lo que sea. Pero conforme te familiarizas con la situación, pasa a ser menos duro. Familiarizarse con la situación, de la muerte o de lo que sea (conocer, comprender) debilita el dolor y el miedo.
Con la práctica, podría llegar a resultar incluso una experiencia de liberación, fusión, disolución, amor... casi mística. O qué sé yo qué más. Sólo tú puedes llegar a saber a dónde te puede llevar tu experiencia personal de la muerte.
2. Quién se muere?
(Meditación en
la vacuidad del yo)
Paralelamente a la meditación en tu propia muerte (de este cuerpo y esta mente), prueba a hacer la meditación en el yo: Quién soy yo?
Busca si el yo (tu yo) está en este cuerpo (¿Soy las células que mueren y caen cada día o las que nacen? El pelo y las uñas que me corto o las que se quedan? El cuerpo de cuando era niña o el de hoy o el de la anciana que seré? Si me cortan una mano, ¿yo soy esa mano o soy el resto de cuerpo, o paso a ser dos yos?).
Y busca si está en esta mente (¿Soy este pensamiento, este sentimiento de tristeza de hoy o la alegría de ayer? ¿Soy la nieta, la hija, la amiga? ¿La buena persona y generosa o la que a veces resulta cruel?). Búscate en el cuerpo y en la mente. Medita en el yo, busca el yo.
Quizás descubras que estás designando "yo" en una construcción cuerpo-mente que es meramente conceptual. Que no existe.
Te estás confundiendo con algo que no eres tú. Y ese "algo" es el que vas a ver morir.
Pero si has descubierto que tú no eres eso (esa construcción cuerpo-mente), quizás no te resulte tan doloroso.
Ni la pérdida de la propia construcción mental mente-cuerpo (yo) ni la de los demás. Meras construcciones mentales.
(Ramana Maharshi le tenía tanto miedo a la muerte cuando era niño -en especial tras la muerte de su padre- que decidió experimentar su propia muerte. "Quién soy yo? Qué es lo que muere? Si es este cuerpo el que tiene que morir, que muera". A partir de esa experiencia surgió su conocida autoindagación o indagación del ser. Proceso que podemos encontrar detallado en el libro "La indagación del ser. El camino de Ramana Maharshi").
3. Contemplar las pequeñas pérdidas y duelos cotidianos.
(Meditación en
la impermanencia)
Por último, volvemos a la práctica cotidiana.
Si la primera contemplación consiste en imaginar la propia muerte (de este cuerpo y mente) como algo real, aquí y ahora, esta práctica consiste en ser consciente de las pequeñas muertes reales y cotidianas de la vida diaria.
Tu vida diaria está llena de pérdidas y de duelos, algunos vividos de forma inconsciente y otros mal vividos (mal interpretados, vividos con dolor, rabia, resistencia, sentimiento de injusticia, etc.)
Ahora te propongo ser consciente de cada pequeña muerte o pérdida cotidiana, ya sea más evidente (algún dinero, un robo, un olvido, el trabajo, la pareja, la salud...) o sutil (un día en el calendario, una arruga en proceso, la impermanencia en cada objeto, relación, situación...) Y vivir atentamente su duelo.
Familiarizarte con la experiencia de soltar. Ver aparecer y ver desaparecer las cosas en tu vida. Y ver el duelo (cómo reaccionamos en cada caso) y comprender el duelo.
Con el tiempo, podrá ser que empieces a ver aparecer y desaparecer las cosas en tu vida sin oponer resistencia.
Oponer resistencia no tiene sentido; las cosas son como son.
Y si algún día llegas a confiar en la vida, sentirás que está bien como es.
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Muchas gracias Marie, tengo que tener cuidado con la meditación en la muerte, ya que siempre el suicidio me ha parecido una vía de escape, acabar con el sufrimiento de esta vida. Lo que me da pánico es vivir,bueno más bien el sufrimiento de la vida, y creo que esto está más relacionado con el YO gigante que construye el miedo, voy a practicar desmontar el yo y las pequeñas pérdidas diarias vivir ese duelo con consciencia.
ResponderEliminarUn millón de gracias! Un abrazo muy fuerte
Veo que sigues los pasos del famoso Ramana Maharshi. :)
ResponderEliminar(Esto me ha hecho completar un poco más el segundo punto en el texto).
Ramana Maharshi tenía tanto miedo a morir que decidió iniciar una indagación sobre "quién se muere". Su vida y legado se centró en la autoindagación o indagación del ser -como explico más arriba.
"La indagación del ser. El camino de Ramana Maharshi", de Sri Sadhu Om, es un libro fácil de encontrar.
Yo lo leí hace muchos años -y no me enteré de casi nada.
Pero algo me hizo guardarlo en el montón de los libros importantes.
Con el tiempo, volví a leerlo/meditarlo y empecé a entender por qué me lo había quedado.
Abrazo fuerte y feliz viaje. :)