jueves, 21 de agosto de 2014
Apreciar lo importante.
Bei Gong zi dijo
a Xi Men zi:
Aunque tú y yo somos de la misma edad, es a ti a quien favorecen los hombres;
aunque somos del mismo linaje, es a ti a quien respetan;
tenemos el mismo aspecto pero es a ti a quien aman;
son semejantes nuestras palabras pero las personas actúan conforme a lo que tú dices;
tu conducta y la mía son idénticas pero la gente confía en ti;
tenemos el mismo rango y es a ti a quien honran;
trabajamos igual la tierra y es a ti a quien enriquecen;
tenemos los mismos negocios y eres tú el que obtiene beneficios.
En cuanto a mí, mi ropa es de burda tela, me alimento de pan negro, habito una choza y viajo a pie.
Tú, en cambio, vistes elegante seda, comes arroz y carne, vives en una amplia mansión y viajas en un carruaje tirado por cuatro caballos.
En familia, me ignoras en tu alegría; en la corte, muestras una actitud arrogante hacia mí.
Nunca nos visitamos ni viajamos juntos desde hace años.
Verdaderamente tu virtud es superior a la mía?
Xi Men zi le respondió:
Realmente no lo sé. Tú trabajas sin conseguir nada; yo trabajo y lo consigo. Eso prueba que se trata de dos naturalezas diferentes: una poderosa y otra débil. Sólo tu falta de perspicacia explica que te consideres igual a mí en todo.
Bei Gong zi no supo qué responder y regresó, confuso, a su casa.
En el camino se encontró con el maestro Dong Guo. Éste le preguntó:
De dónde vienes con ese aire tan preocupado y compungido?
Bei Gong zi se lo contó.
El maestro Dong Guo le dijo:
Voy a lavar la afrenta que te han hecho. Volvamos juntos.
Llegados a casa de Xi Men zi, le preguntó a éste:
Por qué has ofendido de esa manera a Bei Gong zi? Dilo sin ambages.
Xi Men zi le explicó:
Bei Gong zi dice que es mi igual en edad, en linaje, en aspecto, así como en hechos y palabras, y que no obstante yo le aventajo en honores y riquezas. Y yo le he respondido que eso prueba que se trata de dos naturalezas diferentes, una poderosa y otra débil, y que sólo su falta de perspicacia explica que se considere igual a mí.
El maestro Dong Guo le rebatió:
Cuando tú hablas del poder y debilidad de vuestras naturalezas, te refieres a riqueza y pobreza de talentos y virtudes. En cambio, yo entiendo de manera muy distinta ese poder y debilidad. Bei Gong zi es rico en virtud pero su sino es pobre; tu sino es rico, pero eres pobre en virtud. Tus éxitos no son resultado de tu inteligencia, igual que los fracasos de Bei Gong no se deben a su necedad. Cuando tú te jactas de la riqueza de tu destino y cuando Bei Gong se avergüenza de la pobreza del suyo, tanto uno como otro sólo demostráis vuestra ignorancia de las leyes de la naturaleza.
Xi Men zi dijo: Basta maestro! No volveré a hablar así.
De regreso a casa, cuando Bei Gong zi
se ponía su ropa de tela burda, le parecía tan confortable como si fuera de piel de zorro o de tejón;
cuando comía sus pobres verduras y legumbres, se le hacían tan exquisitas como el más fino de los arroces;
se sentía ahora en su cabaña como en un inmenso palacio;
su carreta le parecía tan elegante como cualquier carroza.
El resto de sus años vivió feliz, sin preocuparse ya de si el honor o el oprobio eran su parte o la del otro.
Cuando el maestro Dong Guo se enteró, dijo:
Después de tanto tiempo dormido, unas simples palabras han conseguido despertar a
Bei Gong zi y cambiarle de forma definitiva.
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Excelente reflexión dentro de tanto materialismo y depredación. Saludos desde Bogotá.
ResponderEliminarGracias por tu apreciación.
ResponderEliminarLo cierto es que a menudo construimos y habitamos mundos en los que invertimos demasiada energía en objetivos que no importan tanto (aunque convencionalmente valorados) y "no tenemos tiempo" para desarrollar recursos realmente valiosos, o simplemente apreciar lo que tenemos.
Si me encuentro un diamante o una joya carísima en la calle, al lado de un hueso y un cubo de agua, quizás me vaya a por la joya y me sienta afortunada en mi riqueza. Pero un perro ni vería la joya (ni se come ni se bebe ni le sirve para nada) y se iría directamente a por el hueso. Y si esto ocurre en el cuerno de África, cualquier niña elegiría el agua.
Puede parecer una perogrullada pero, según como se mire, contemplar esto podría ser una buena aproximación a la vacuidad.
Las cosas no suelen ser lo que parecen.
Y lo que me parece tan importante, desde otro enfoque podría no serlo tanto.
Está bien plantearnos de vez en cuando si aquello por lo que luchamos tanto realmente enriquece nuestras vidas.