sábado, 26 de abril de 2014

Rabietas.





Querida amiga:

Se está llenando
el interior de la cafetería.
Demasiado viento fuera.



Sobre la meditación de ayer, bien, pero no veo que muchas personas estén por la labor de "el cielo en la tierra", la carta que leí de Thay. Percibo intensa adicción al sufrimiento.
Aferramiento al yo que sufre (ansiedad, enfado, insatisfacción, rabietas...). Rabietas.
Con qué pasión nos aferramos a este yo descontento, que nunca tiene bastante.
Un niño (o niña) caprichos@ que cree que siempre está la alegría en el otro autobús.
Peor aún cuando diseñamos un plan, y lo deseamos obcecadamente, contra las disposiciones de la vida.
Y nos pasamos la vida presas de la rabieta, cegad@s por la ira, porque no se cumplen los deseos.
Cegad@s, sin poder ver el gran abanico de posibilidades que se despliega en la propuesta que ya tenemos delante. Qué desperdicio.




En su viaje, el principito se encuentra con alguien que dice ser el rey del universo y que todas las criaturas del cosmos obedecen sus órdenes. Para retarle, el principito le dice: Pide que se ponga el sol -cuando es la primera hora de la mañana. Y el rey le mira como si el visitante no entendiera: Me obedecen porque les pido lo que es posible, cuando se dan las condiciones -le explica.




Cómo nos obcecamos en desear lo que no toca, mientras ignoramos la abundancia de frutos que ya están madurando. Qué tozudez. Qué desperdicio.

Hay gente que piensa que carezco de ambiciones. Otras podrían pensar que soy la persona más ambiciosa del mundo, empeñada en experimentar todo lo que aparece
en este preciso instante, allá donde pongo los pies. No conozco una ambición mayor que la atención plena.

Qué obsesión con identificarnos con el yo insatisfecho que no deja de sufrir, mientras ignoramos al yo completo que ya somos, el yo que está en casa, que ya ha llegado (nos llenamos la boca de repetir las palabras de Thay en la meditación pero qué tozudez en no creer lo que decimos). Y seguimos ignorando al yo completo en la Tierra Pura.




Al final de la meditación, alguien pidió que le dejemos respirar, de vez en cuando, al yo completo que ya somos, y al ser completo que hay dentro de cada persona, animal o cosa con los que nos cruzamos.
Que dejemos respirar (para no ahogarlo más) al ser completo que ya somos
en la Tierra Pura que ya es.
Aquí.
Ahora.



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