A veces recibo emails preciosos, sencillos, inesperados.
Como éste:
Me gusta mucho tu blog. Antes de dormir leo una o dos de tus reflexiones.
Tengo 15 años y voy empezando en el estilo de vida budista.
Saludos.
Sent from my iPhone.
15 años y abriéndose al dharma, qué hermosa aventura para compartir, en la parte que me toque.
Querido amigo D:
Muchísimas gracias por hacérmelo saber y muchísima suerte en tu camino -virtual, ya sabes,
porque ya debes haberme oído decir en más de una ocasión que sospecho que el "camino" no existe.
porque ya debes haberme oído decir en más de una ocasión que sospecho que el "camino" no existe.
Dicho esto, y como ya debes saber, aquí insistimos reiteradamente en que la vida es un libro de dharma.
Así que no es casualidad que, después de llegarme tu email, vuelvo al libro que me ocupa para mi próxima entrevista profesional ("¿Tienes 1 minuto al día para mejorar tu salud?", de Alejandro Lorente), abro una página al azar y me encuentro con una historia budista que desearía compartir contigo:
Cuenta la leyenda que un rey del norte de la India quería conocer a Buda, el iluminado, para lo cual le invitó a asistir, junto a sus discípulos, a una espléndida comida que ordenó preparar.
Es sabido que en aquellos tiempos nadie gozaba de más consideración social que los monjes ascetas recluidos en monasterios o bien aislados en el bosque.
Estos ascetas renunciaban a todas sus posesiones, familia y a todo aquello que tuviera relación con la vida mundana.
El premio de esta renuncia no era poca cosa:
la iluminación, el despertar absoluto de la conciencia.
Pues bien, volvamos al ágape.
El soberano se encontraba cada vez más impresionado ante la presencia de Buda, por lo que le planteó: Cuánto me gustaría ser como tú, pero me debo a mi reinado y a mis súbditos. ¿No habrá, admirado Buda, un camino, una vía rápida para conseguir la iluminación que tú has conseguido, que pueda estar a mi alcance?
El premio de esta renuncia no era poca cosa:
la iluminación, el despertar absoluto de la conciencia.
Pues bien, volvamos al ágape.
El soberano se encontraba cada vez más impresionado ante la presencia de Buda, por lo que le planteó: Cuánto me gustaría ser como tú, pero me debo a mi reinado y a mis súbditos. ¿No habrá, admirado Buda, un camino, una vía rápida para conseguir la iluminación que tú has conseguido, que pueda estar a mi alcance?
Buda se acercó al rey y le susurró al oído: Tú ya eres Buda.
Los ministros y todas las personas de la corte allí presentes, así como el servicio, irrumpieron al acto en una tremenda carcajada, tras lo cual también alcanzaron la iluminación.
No les pareció tan divertida la escena a los discípulos que habían acompañado a Buda. Terminado el banquete, se acercaron a él y le dijeron:
Cómo es posible que nosotros, que hemos renunciado a todas nuestras pertenencias y placeres mundanos y llevamos años sufriendo los rigores del ascetismo y las instrucciones del Dharma, no hayamos alcanzado la iluminación, mientras que un rey
y sus ministros, dados a una vida de disfrutes diarios, incluso el ignorante personal del servicio de la corte, hayan salido de la sala en un estado de iluminación, por el mero hecho de invitar a Buda a un banquete?
Entonces, Buda les explicó que ellos también habrían podido alcanzar la iluminación hace tiempo pero que la tradición (el método) pesaba demasiado en sus cabezas y no le habrían creído.
El rey y los demás asistentes de la corte, sin embargo, habían abierto su corazón a las palabras de Buda, y así es como descubrieron que ya estaban despiertos. Y siempre lo habían estado.
Te deseo lo mejor, D., -ya sabes, la vida de un superhéroe bodisatva, liberado y feliz.
Buen verano y feliz aventura.
No les pareció tan divertida la escena a los discípulos que habían acompañado a Buda. Terminado el banquete, se acercaron a él y le dijeron:
Cómo es posible que nosotros, que hemos renunciado a todas nuestras pertenencias y placeres mundanos y llevamos años sufriendo los rigores del ascetismo y las instrucciones del Dharma, no hayamos alcanzado la iluminación, mientras que un rey
y sus ministros, dados a una vida de disfrutes diarios, incluso el ignorante personal del servicio de la corte, hayan salido de la sala en un estado de iluminación, por el mero hecho de invitar a Buda a un banquete?
Entonces, Buda les explicó que ellos también habrían podido alcanzar la iluminación hace tiempo pero que la tradición (el método) pesaba demasiado en sus cabezas y no le habrían creído.
El rey y los demás asistentes de la corte, sin embargo, habían abierto su corazón a las palabras de Buda, y así es como descubrieron que ya estaban despiertos. Y siempre lo habían estado.
Te deseo lo mejor, D., -ya sabes, la vida de un superhéroe bodisatva, liberado y feliz.
Buen verano y feliz aventura.
PD: Que el Dharma no te aleje del dharma.
Que las instrucciones espirituales
no te alejen de la experiencia
espiritual.
Hola, Marié. Este es un cuento de la Nueva Era. Pero cuento y todo, tiene su verdad.
ResponderEliminarPero antes, dejemos esto en claro: si, como en el cuento, Buddha te dice que en realidad ya estás iluminado, te lo puedes creer, porque se supone que él te está iluminando en ese mismo momento a través de la maduración del karma virtuoso que tú has acumulado en el pasado (se sigue que Buddha te está iluminando ahora, en ese mismo momento, porque si ya hubieses estado iluminado antes, poseyendo sabiduría omnisciente, tú ya lo sabrías). Bueno, lo que digo es que si Buddha dice que estás iluminado, te lo puedes creer. Pero si un escritor de la Nueva Era, con todo el debido respeto, te dice que ya estás iluminado, y tú te lo crees, estás listo. No me digas que no.
¿Cuál es la verdad del cuento? Si leemos con atención, el cuento dice que el Rey y los demás asistentes habían abierto su corazón a las palabras de Buddha, y que "así" descubrieron que estaban despiertos. Haber abierto el corazón a las palabras de Buddha, significa haber escuchado sus palabras, es decir, implica haber escuchado enseñanzas (quizás en vidas anteriores, quizás en la vida actual), y haber abierto el corazón implica haber seguido instrucciones. Dice que "así" fue como descubrieron que ya estaban despiertos, indicando que ésta fue la causa real de su iluminación. No debemos pensar que la causa de la iluminación sea no recibir enseñanzas y no seguir instrucciones. De no hacer nada, no van a salir patatas.
Al final, un abrazo cariñoso.
:)
ResponderEliminarQué alegría leerte, Jaume!
Completamente de acuerdo. De no hacer nada, no van a salir patatas.
Al margen de esto, para mí el mensaje (uno de los mensajes) es que no nos quedemos en las palabras. Que el Dharma real es la experiencia de las instrucciones.
Lo precioso del budismo, es que insistentemente te invita a "probarlo" (como dicen que dijo Buda: No me creas sólo porque lo digo, pruébalo), a experimentarlo.
El budismo no es una mera filosofia o una teoría intelectual -las enseñanzas resultan tan lógicas, tan racionales, tan convincentes, que corren el peligro de quedarse en ese nivel ("Ah, ya lo entiendo"). Pero "entender" no sirve de nada si no lo integras y transforma tu vida y experimentas el efecto de liberación. Y eso es inmediato -en mi experiencia; de ahí mi recurrente "broma" sobre que "creo en los milagros".
Y siguiendo con el cuentecito hindú (puedes considerarlo de la nueva era o de la tradición milenaria, da igual), yo creo que Buda te está diciendo, a ti, a mí, como al rey: tú ya estás iluminado.
Puedes creerte a Buda o no.
Yo me lo creo, Jaume: que estás iluminado.
Otra cosa es que tú no veas a ése que está iluminado. Pero está ahí. Y siempre lo ha estado.
Y si tú, o yo, decidimos designar "yo" en un saco de "perturbaciones mentales", identificarnos con un ser enfermo, temeroso y peligroso (dañino para uno mismo y para los demás), ésa es nuestra opción y nuestra experiencia.
Pero Buda está ahí dentro. Sólo hay que dejarle respirar.
Quitarse de en medio y dejarle actuar.
Yo me lo creo, Jaume.
Un abrazo muy fuerte.
Hola, Marié. Después de haber practicado autogeneración, después de haber recibido una iniciación Tántrica, creer que somos un Buddha es una práctica espiritual. Mientras que declarar que somos un Buddha puede ser fácilmente una mentira (por decirlo en una sola palabra). Hay una diferencia entre lo que se ha de practicar y lo que se ha decir. Son dos cosas diferentes.
ResponderEliminarIgual que son dos cosas muy diferentes, una, tener la potencialidad o linaje de Buddha, y dos, ser un Buddha. Buddha nunca ha enseñado que ya somos un Buddha, sino que tenemos el linaje de Buddha, es decir, la potencialidad de convertirnos en un Buddha. Son dos muy cosas diferentes. Si decimos a los demás que tienen la potencialidad de la iluminación, que pueden convertirse en un Buddha, les estamos ayudando. Pero si les decimos que ya están iluminados, les estamos perjudicando. Les estamos engañando y creando confusión, porque un ser ordinario no es un Buddha, aunque puede convertirse en un Buddha, y un Buddha no es un ser ordinario.
La visión de un mundo puro y seres puros pertenece a la práctica Tántrica, que nos aconseja de manera expresa practicar esto personalmente, discretamente, y nos advierte en contra de hablar externamente, para evitar crear obstáculos y malentendidos, y meternos en terrenos resbaladizos.
Así por lo menos, dependiendo de las enseñanzas recibidas, lo veo yo. --- Un abrazo.
En una palabra, lo que quiero significar es: si te ves a tí o me ves a mí como un Buddha, y *crees* que soy o eres un Buddha y que ya estamos iluminados, encuentro esto perfecto. En cambio, en el momento en que *dices* y declaras que yo soy un Buddha iluminado, o tú, esto se complica bastante. Aquí no voy estar de acuerdo. Espero dar a entender con esto la diferencia que hay para mí, y de acuerdo con las enseñanzas, entre *creer* y *decir*.
ResponderEliminarGracias por compartir tu experiencia, Jaume.
ResponderEliminarUn abrazo.
:)
Marié, gracias a tí por la oportunidad de debatir amistosamente y aclarar mis ideas.
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ResponderEliminar:)
Como el dedo que señala la luna: que mirar el dedo no te impida ver la luna, sentir la luz de la luna.
ResponderEliminar(No te quedes mirando el dedo porque la luna no está en el dedo).
Hola, Anónimo. En otras ocasiones ya he comentado (quizás con poca paciencia) sobre la analogía del dedo y la luna (ver aquí). Ahora pensaba contestar sólo brevemente, pero debido a que la contestación no ha salido tan breve como pensaba, he decidido incluirla en mi blog. Si te interesa, que espero que sí, puedes verla aquí.
ResponderEliminarOtra vez, gracias por compartir, Jaume.
ResponderEliminarun abrazo.
Nada, Marié. Gracias a tí por permitirlo.
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