A veces, perder es como un regalo del cielo.
Quizás siempre lo es, pero
a veces lo ves.
A veces el dolor duele hasta lo más profundo
y entonces sientes que es como una espina clavada,
al sacarla.
Te habías habituado tanto a ella, al dolor de la espina clavada en la carne,
que cuando vas a sacarla (tienes que sacarla, lo sabes)
te resistes
de miedo,
del doloroso miedo imaginado
al dolor.
Y cuando la sacas es liberador y es, sorpresa,
gozoso como un orgasmo.
El placer de sacar la espina enterrada en la carne,
lentamente, conscientemente
presente.
A veces duele
(parece que le duele al yo que crees ser)
el desprecio de alguien, la culpa, las facturas del hijo herido, la vergüenza del pasado o el miedo al futuro,
la pérdida,
la separación, el asalto, la enfermedad o la muerte,
la pérdida,
la separación, el asalto, la enfermedad o la muerte,
parece que duele, que va a doler mucho, muchísimo,
hasta perder el sentido.
Y lo pierdes.
Pierdes el sentido, como un lastre,
como te deshaces de un lastre para volar más ligera.
Pierdes el sentido
y despiertas
con un sentido nuevo.
y despiertas
con un sentido nuevo.
A veces el dolor resulta liberador
si le dejas que te abra la puerta,
si puedes mirar por detrás de él.
PD: "La verdadera dicha se encuentra detrás de lo que denominamos depresión
y de lo que denominamos euforia".
Detrás de lo que denominamos dificultad o mala suerte
y detrás de lo que denominamos buena suerte.
("La vida tal como es". Charlotte Joko Beck).
PPD: De qué va esto de la renuncia? De descubrir, quizás, que, en la renuncia,
tras la renuncia, sólo hay, en realidad, un proceso liberador. Y gozoso.
Ayer mismo viví lo que aquí expresas con tanta poesía. Me he despertado con resaca pero siento que dejé que el dolor me penetrara y eso me hace sentir liberada de alguna manera. Sentí que moría en mi la Sonia que ha privilegiado toda la vida a la relación de pareja como objetivo y único medio para alcanzar la felicidad. Ya estoy experimentando la felicidad en soledad pero me resistía a dejar ir esa parte de mi. La verdad me cayó como un ladrillazo, sin esperarlo, como dice Rumi, "..una nueva consciencia".
ResponderEliminarAfortunadamente me alegro de haber vivido hasta ahora muchas formas de amor del intenso, del dependiente, el que arrolla y te obsesiona, ese de la montaña rusa..ja, ja..me entregué a tope!
Gracias por ponerle palabras bellas a los procesos dolorosos porque en verdad, con perspectiva, lo son.
Buen domingo!
Así que ayer mismo...
ResponderEliminarSignificativa esta conexión, no te parece?
abrazo y buen domingo.
Hace tiempo que me lo parece Marié :) !!!! me encanta !!!
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ResponderEliminar:)
Asi es efectivamente, lo que explicas aqui es una gran Verdad y describes muy buen el proceso, necesitamos miras detras de las cosas y a menudo solo el sufrimiento o el miedo nos pueden obligar a miras detras...
ResponderEliminarSí, Cecile.
ResponderEliminarY cuando aprendamos a mirar detrás de las situaciones de sufrimiento o de miedo, con la práctica, quizás aprenderemos a mirar detrás de todas las situaciones que nos plantea la vida, también las de apego y las de indiferencia, la alegría de que se cumpla un deseo puntual, etc.
Saber mirar detrás de cualquier situación que aparezca en nuestra vida.
Eso sí que será liberador.
Abrazo y gracias por compartir.
Hace muy poco me planteaba el significado de la "renuncia". Todo el mundo quiere renunciar al sufrimiento, pero sin renunciar a la "alegría" o como bien dices a la euforia, tampoco se puede renunciar al sufrimiento. Por lo tanto a lo que hay que renunciar es a la adicción a estas emociones ya que no disfrutan de realidad intrínseca sino que no son mas que una conceptualización. Lo malo no es la experiencia, sino la falsa realidad que le atribuimos y con ello la adicción. La esperanza y la decepción son dos caras de la misma moneda, si no queremos decepción debemos renunciar a la moneda.
ResponderEliminarMuy interesante, Felipe.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartirlo.
abrazo.