La ve atravesar el día con escaso interés, o al menos escasa participación,
sentada al borde del camino, como Gloria Fuertes.
La película del día a veces le produce vértigo, a veces fascinación.
No una fascinación para entrar en ella, a tomar parte de ella,
sino la fascinación de lo que no se comprende, ese misterio.
La fascinación de observar a los seres navegando las nuevas mareas,
desarrollando nuevas técnicas y habilidades de surfeo
en este océano cambiante.
Se le va el día en la contemplación y el asombro,
sentada en la orilla.
Pero al llegar la noche es diferente.
Cuando se supone que es el tiempo del descanso y la reparación
(la contemplación también puede ser agotadora y movilizadora
de emociones y moléculas de emoción),
entonces ella siente la llamada.
La llamada de la luna en su paseo nocturno, tan poderosa,
de una luz casi llena, cada noche más llena.
La llamada del canto de las gaviotas, a veces en su nido,
a veces en su corto vuelo nocturno.
La llamada de Dios en la noche, que ella elige vivir consciente, presente.
No es la incomodidad del insomnio, es la alegría del amor,
del encuentro con el Amado,
de la llamada de Dios.
Y ella elige quedarse aquí y estar presente.
Hasta que Dios se introduce en su sueño
y se disuelve la separación.
Como agua vertida en agua.
Una versión actualizada del yoga del dormir
y el yoga de la vigilia.
'El encuentro con el Amado'. Que Dios me ayuda a atravesar la angustia del ego que me separa de Él🙏
ResponderEliminarAmén
Carolina
/\
ResponderEliminar