El invierno de visita.
Una visita previsiblemente breve,
impregnada de evocaciones de paz
e intensidad contemplativa.
La hizo pensar que el invierno recorrido no había sido tan duro,
si deja estas estelas de bienestar profundo.
Aun en los episodios de dolor y reclusión,
o quizás gracias a ellos.
Amanece un día gris y relativamente frío,
perfecto para la contemplación desde su refugio,
esta atalaya de amplias perspectivas.
Meditaba en la "bodichita del pastor", o la pastora.
Esa tendencia a "liberar" a los demás seres antes que a una misma,
desde la propia imperfección.
Sin haber llegado al final del camino, donde la "bodichita del rey".
De niña, antes de conocer el budismo, lo llamaba "el linaje del Capitán Trueno",
o del Jabato
(los personajes de los tebeos que leían su padre y su abuelo,
también del mismo linaje, a su entender),
o Robin Hood.
O el Che Guevara.
Esos personajes exiliados de este mundo, en las márgenes,
que se dedican a ayudar a los más vulnerables.
Suficientemente fuertes y austeros como para necesitar muy poco,
su energía está al servicio de quienes más la necesitan.
Probablemente hay una cierta arrogancia en sentirse parte de ese linaje
pero la energía de la juventud a veces te otorga esa fortaleza,
o esa ilusión de fortaleza,
esa relativa libertad.
Salvando las distancias, en el budismo se habla de la bodichita del pastor,
una de las tres manifestaciones de la bodichita.
Meditaba sobre ello.
Por qué alguien decide compartir experiencias o situaciones que siente inspiradoras?
Podría ser una mera manifestación natural, sin motivo ni objetivos,
sin por qués ni para qué.
Y a menudo lo es. Un simple movimiento natural.
Pero a veces también puede haber algo de sentimiento de insuficiencia.
Como cuando una madre vive la crianza de su hija o su hijo con la intención de ser el suelo desde donde el hijo despega,
no el techo que le impida volar.
En qué sentido esa "insuficiencia"?
Quizás consideras que pasan por tu vida valiosas experiencia o realizaciones
que aún no eres capaz de estabilizar,
que pasan por tu vida y no siempre se quedan.
Al menos cuentas con la capacidad de verlas, de darte cuenta,
pero quizás no siempre de retenerlas, integrarlas definitivamente
en el adn de tu experiencia humana.
Quizás otras personas con la misma vivencia puedan volar mucho más alto que tú,
sean capaces de comprender más profundamente,
conectar con el Ser que son.
En la bodichita del pastor, o la pastora,
hay algo de la "bodichita del barquero",
en la que cruzas a la otra orilla en compañía.
Un cierto toque sanamente egoísta en el compartir,
porque si tú creces yo crezco.
Si yo soy incapaz desde mis limitaciones
pero tú llegas más allá,
a través de ti yo también llego más allá.
Como cuando una madre le dice a su hijo:
"Donde tú no llegues yo llego". Estoy a tu lado. Cuenta conmigo.
En la bodichita de la pastora, de alguna manera,
una puede sentir que donde yo no llego
tú puedes llegar.
Cuento contigo.
Tú eres mi inspiración.
Quizá tengas razón, quizá solo podamos aspirar a trasladar a los que queremos la idea de hasta donde se puede llegar sin ser capaces nosotros de ello, pero solo eso... solo sembrar esa posibilidad asuminedo nuestra insignificancia e incapacidad, pero aun así, ya es el principio de algo mejor y que esa semilla germine, el hecho de plantarla es algo más que nisiquiera intentar eso.
ResponderEliminarMe gusta mucho tu sencilla manera abordar lo imposible, eres como esa pastorcilla que en pequeñito hace, lo que en grande muchos no son capaces y además siembras... seguro que recogerás. Te lo agradezco mucho!
Un abrazo muy fuerte!
Preciosa mirada, María. Muy generosa.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
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