miércoles, 3 de abril de 2019

Dios entre los pucheros.






Entre los pucheros.
Entre los fogones,
cocinando energía, preparando ofrendas,
ahí está.
En la ofrenda misma, en la entrega,
ahí.
En el ser que se presta a recibir.
En los aromas que se desprenden
y bañan el santuario.
En el olfato que los inhala,
en el cuerpo inundado
(ese mapa de ríos y caminos
y valles y huertos
y bosques y montañas),
ahí está.
En el alma inspirada.

Dios está entre los pucheros,
y el mocho y el cubo de fregar
y el trapo del polvo.
No necesitas coger el avión para ir a ver a Manjusri.






No necesitas coger el avión para ver a Manjusri.
Si no lo ves allá donde estás, no lo encontrarás en ningún sitio.

Otra cosa es que propongas una cita especial
para un encuentro especial.
El ritual de la cita soñada,
la anticipación, la peregrinación
y el abrazo.
Esos juegos de la vida.
El juego del escondite,
el juego del despertar.
El juego del camino, como una peregrinación.
El juego del encuentro amoroso secreto.
Todo está permitido.
Quién dijo que el amor eterno era aburrido?






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