lunes, 2 de julio de 2018

De viaje.








Los viajes de la vida a menudo nos cogen por sorpresa.
Compras unos billetes para unas cortas vacaciones de retiro en quietud y silencio
y pueden convertirse en una vorágine burocrática y emocional
reveladora, de larga duración.
Eso es lo que ha pasado, C.

C me escribe en privado para saludarme, dado el prolongado silencio en este compartir.
Y es que estaba entretenida en uno de esos viajes (literal y metafóricamente),
una de esas películas de derribos
y lazos gastados por cortar.
Uno de esos "pilgrimages" que tanto le gustan.





Al principio (del viaje que programaba ser un retiro apacible, de quietud y silencio)
aparecieron señales inquietantes.
Como la cría de un pájaro arrancada de su nido por el viento, moribunda.
Alguien la trajo a casa y con el paso de las horas parecía reanimarse y hasta dar saltitos y hacer amagos de volar.
El perro de la familia era una amenaza de rápidos reflejos, que a menudo a ella le sobresaltaba el corazón y el estómago.
Cuando el pequeño gorrión parecía ganarle la partida a todas las adversidades,
dejó de respirar.
Ella no entendía por qué le resultaba tan doloroso este duelo en silencio.

Por esas fechas, había tenido un sueño muy vívido
en el que había sido condenada a muerte.
Ella no sabía por qué.
Sabía que iban a quitarle la vida y se preguntaba cómo sería.
Ahorcamiento, le dijeron.
Bueno, pensó, será solo un pequeño rato de dolor.
Entonces se despertaba en la cama y respiraba con alivio,
y algo de sorpresa
porque en el sueño no experimentaba ninguna ansiedad.
Pero cuando de nuevo caía dormida retornaba al mismo sueño, tan vívido,
condenada a muerte sin saber el motivo del castigo.
Si buscas, siempre puedes encontrar un motivo, pensaba.
Confortada con el pensamiento de que sólo sería un corto momento de dolor.





Al principio, aparecían señales de inquietud,
la primera, su propia inquietud interna.
Y luego apareció la tempestad externa.
Y ella observaba la vorágine de la película, su mundo patas arriba.
El móvil también había dejado de funcionar y, lejos de casa, la reparación era complicada,
así que se compró otro en el que había que organizar un nuevo mundo,
con un montón de piezas esparcidas, en desorden,
puertas cerradas, contratiempos, no entiendo nada...
Lo observaba, ahora ya sin inquietud.
El mundo virtual del móvil como su mundo de vigilia,
patas arriba.

Sabía que su única responsabilidad era la toma de decisiones, cuando aparecían, en cadena.
Decidir, soltar, y parar.
Preparada para la próxima prueba.
Contemplando la tempestad en movimiento, amenazadora en apariencia.






Pensó en su amiga de la sangha, de retiro en Plum Village.
Háblame sobre las enseñanzas, le pidió.
Me siento un poco débil y creo que necesito la energía de la sangha.

Su amiga le envió una foto de una caligrafía de Thay, inspiradora,
y luego un texto,
y la frase del día,
y luego más
y más.

Y cada envío de la amiga era como un manjar para alimentar su meditación.
Un objeto de meditación profundo y sanador.
Como un preciado salvavidas mágico.

Primero se sintió calmada en la tempestad,
sin miedo ni impaciencia,
sin buscar techo ni paraguas.
La atravesó feliz,
consciente de la lluvia fresca
y los aromas que se desprendían a su paso.
Atravesó la tempestad,
y luego la tempestad se debilitó
hasta desaparecer.
Y apareció el sol
y nubes protectoras
y frescas.
Y una luna luminosa y creciente.

La luz poderosa de la luna llena la acompañó en su largo viaje por carretera
de regreso
al hogar.





2 comentarios:

  1. ¿ qué decia la frase de Thay? El texto y la frase del día? Te he seguido por años. Gracias por compartir tus reflexiones.

    ResponderEliminar
  2. :)
    Pensaba compartirlas.
    Gracias por tu interés.

    ResponderEliminar