lunes, 2 de abril de 2018
La ola medita en la muerte.
La práctica de la meditación en la muerte va cambiando conforme tú misma vas transformándote.
Al principio, el planteamiento surge de la experiencia de la hipnosis en la que me encuentro.
Contemplo la muerte propia, como si algún día fuera a dejar de existir,
como si hoy mismo existiera.
Medito desde la ola con la que me identifico, no desde el océano que soy.
Esta ola que nace, se alza (brusca o suavemente, clara o turbia),
realiza su trayectoria y acaba muriendo suavemente en alta mar,
rompiéndose contra las rocas o acariciando la orilla.
Fin.
Desde la ola separada que te sientes, tal vez contemplas el final con tristeza, miedo, angustia o algo peor.
Déjala entonces. Puede que no sea el momento para esta meditación.
En ese caso, podrías elegir meditar en el amor, igualarte, la compasión, dar o tomar.
Son meditaciones que con el tiempo y la práctica van reduciendo la sensación de separación y te van haciendo más consciente de la interconexión.
Que ser (o vivir) no es ser aisladamente, sino "interser".
Que nada puede ser separado de las causas y condiciones.
Que la ola sólo puede aparecer y mantenerse por la fuerza de otras olas,
el viento, las corrientes marinas
y, sobre todo, por su esencia misma de agua, de mar.
Compartes la misma naturaleza que todas las demás olas.
Surges del agua y te disuelves en el agua.
La ola puede nacer y morir un millón de veces
pero nunca deja de ser el agua que es.
La meditación en la muerte va transformándose con la práctica.
Ella recuerda que la primera vez que anunciaron que harían la meditación en la muerte, se sintió ilusionada como si la fueran a llevar al viaje más alucinante.
Iba a practicar el soltar absolutamente,
soltar todos los lastres (psicológicos, emocionales, físicos),
iba a transcender los límites de esta realidad conocida,
aunque sólo fuera por unos minutos, en meditación.
También podría ser que sientas vértigo y mucho miedo a lo desconocido,
al vacío, al no-ser.
En cualquier caso, lo estamos viviendo desde la ola.
Desde el yo separado que se identifica con este pack cuerpo-mente.
No importa.
Lo que importa es si esta meditación nos transforma,
si cambia nuestro orden de prioridades.
Tener la muerte presente en tu vida quizás te induzca a cambiar tu agenda,
a dejar de hacer cosas innecesarias que te hacen sufrir,
o simplemente se llevan tu tiempo y tu energía, que desearías emplear en otra cosa.
Puede que incluso se aligere un poco tu agenda,
y el "aburrimiento" ya no te asuste.
Puede que se reduzca tu estrés, que pierda importancia la aprobación ajena,
que dejes de buscar el amor por ahí fuera, porque has encontrado una "cocina mágica" en tu interior que no deja de cocinar los platos de amor más exquisitos, día y noche,
y en esa abundancia ya no necesitas venderte por unas migajas.
La meditación en la muerte puede ser liberadora aún desde la ola,
desde el yo separado que cree que va a morir.
Si con el tiempo dejas de designar "yo" en este pack cuerpo-mente
con el que ahora te identificas,
si "yo" pasa a ser el agua que aparece en múltiples formas,
en ese caso y gradualmente,
la experiencia de la meditación en la muerte irá cambiando también.
Y lo mismo le ocurrirá a la forma en que afrontas tu "preciosa experiencia humana".
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