sábado, 14 de abril de 2018

El silencio atronador.






Llueve.
Gris, y las gotas de lluvia repiquetean sobre el techo de cristal de la galería.
Los sonidos del silencio hoy son la lluvia y el tictac del reloj,
y el crujir a veces de la mesa o las hojas de la libreta donde escribe.
Y quizás la presencia de este organismo presente, la sangre en las venas,
la respiración,
esta red de autopistas con paradas abastecedoras
que mantienen en funcionamiento este cuerpo.

A veces, el canto de una tórtola, desde su cobijo.


La sinfonía del silencio.
Thich Nhat Hanh lo llama "el silencio atronador"
-escribe esto y la lluvia se hace fuerte, poderosa, amenazante incluso, atronadora.






Piensa que la expresión "silencio atronador" se refiere quizás a que está lleno de significado y comprensión,
rebosante de contenido,
lo que podría parecer a priori que es mero espacio vacío.

El silencio como una puerta al infinito, el infinito mismo.

Consuelo Martín dice que la contemplación te permite salir de la zona de confort de lo conocido,
del mundo limitado de la percepción kármica personal y colectiva,
para conectar con lo desconocido,
con la plenitud definitiva.

Como morir.

Ella sospecha que es entonces cuando descubres eso que ha oído tantas veces sobre que "la muerte es una ilusión".

Que la contemplación te permite salir del mundo limitado de los sentidos,
de esta percepción e interpretación kármica,
para dar el salto a lo desconocido.
Como morir.
Cuando descubres que la muerte no existe.




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