jueves, 20 de agosto de 2015
Aún el verano.
El otoño le resultaba un tiempo inspirador.
Como la antesala de la muerte, una etapa más de la vida.
Y de vuelta la gestación (la primavera) y la vida (el verano).
Para ella, no era la vida (de vigilia, mundana, humana, a veces tan plomiza), necesariamente, la etapa más plena de las estaciones de la vida.
Llega el otoño y algunos animales se retiran a sus guaridas para la hibernación.
Y los seres humanos vuelven a sus trabajos. A sus actividades, como una cueva donde dormir/morir hasta la próxima primavera, el nuevo verano.
A ella le gustaba desperezarse en otoño, deshacerse de las telarañas de la vida mundana, abrir los ojos al invierno, abrir los brazos, entregarse.
Entregarse desnuda al frío mar, pedalear la bicicleta bajo a lluvia.
Degustar los sabores infinitos de la vejez y la muerte, esas etapas de la vida tan poco celebradas.
Pensó que ésa sería una de sus misiones, en este presente continuo que se despliega ante sus pies.
Celebrar la vejez y la muerte.
Contemplarlas, degustarlas, investigarlas, comprenderlas, amarlas.
Y era consciente de que tendría que protegerse de las voces agoreras del miedo
("Porque tú no sabes lo que es el dolor y la enfermedad y la soledad y la agonía; tú no sabes lo que son, de verdad, la vejez y la muerte"), de las creencias tan profundamente arraigadas en la mente individual y colectiva que le había tocado experimentar, de la que formaba parte.
Tendría que protegerse de las voces agoreras del miedo.
Y abrir el corazón a las voces desprendidas y entregadas del amor.
Y la confianza.
Le gustaba el otoño, de eso no había duda.
Y esta vez iba a conseguir no tenerle miedo al invierno.
Se iba a entregar por completo al invierno, no iba a huir de él.
Iba a explorarlo minuciosamente, para comprenderlo mejor, para amarlo mejor.
Y mientras tanto, aún paladearía cada segundo de este verano explosivo,
tan lleno de luz,
tan cegador a veces.
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Qué detalle más preciso de la angustiada mente: "Porque tú no sabes lo que es el dolor y la enfermedad y la soledad y la agonía; tú no sabes lo que son, de verdad, la vejez y la muerte". Excelente entrada Marié. Feliz semana.
ResponderEliminarSaludos, Diego
Feliz semana también para ti, Diego. :)
ResponderEliminarEn la vejez bajan las pasiones y se facilita la santidad
ResponderEliminarUn abrazo, Luis
Qué lindo, Luis!
ResponderEliminarInspirador, para recordar.
Gracias.