jueves, 13 de febrero de 2014
No puedes renunciar a lo que no te pertenece.
Le hablaron de la renuncia.
Ella recuerda el profundo gozo de la renuncia.
La libertad infinita.
No se trataba de "liberación" alguna sino la mera conciencia de que no hay nada a lo que encadenarse.
Y se estaba tan bien ahí.
El único problema era el "disgusto", a veces, al retornar; la pereza al afrontar los asuntos mundanos, las preocupaciones mundanas (las propias y las de los demás),
si "yo ya me he ido".
Por otra parte, el desinterés hacia los asuntos mundanos no era considerado como un problema (no para su familia espiritual) sino como una señal de sabiduría.
Ha pasado el tiempo y suena una canción como una puerta abierta al mundo de su infancia, y se conmueve. Las pisadas de las gaviotas en la arena, el piar de un pájaro solitario
al amanecer,
la gama de luces del crepúsculo...
Cómo puedes renunciar a todo eso que no te pertenece?
Pasado el tiempo, ya no se sienta de espaldas al mundo para meditar.
No se coloca de cara a la pared ni tampoco mirando a los budas.
Ha vuelto a los orígenes, cuando ni siquiera había oído la palabra "meditación"
y se sentaba a la orilla del mar, o en el parque, en la montaña, o de pie en el trayecto del metro, y la película de su vida se disolvía para ser el aire que respiraba o la ola que rompía en la arena, el viento en los árboles, la voz del viento en el espacio, la mirada de complicidad entre la madre y el hijo en el parque o en el metro.
Pasado el tiempo, siente que no necesita tapar sus ojos, sus oídos y su boca para "guardar las puertas de los sentidos". La confianza le permite abrir de par en par todas las puertas de los sentidos.
Cuando el amor te protege, ya no hay necesidad de guardar ninguna puerta para huir de apegos y aversiones.
Así que abre todas las puertas y lo que percibe aparece como un regalo inmenso de la vida para inflarle el corazón de dicha profunda, y ahí se queda, regalándose a los demás cuando ella se ha ido.
Sólo puedes llevarte la experiencia profunda de amor por los objetos (seres, escenarios, situaciones) que se cruzan en tu camino.
Cómo puedes renunciar a ello si nada te pertenece?
Y más aún: Por qué perdértelo?
La vida se despliega ante ti como una primavera llena de flores y frutos; como un otoño de hojas secas y viento; como un invierno de silencio, la lluvia en los cristales; como un verano borracho de abundancia.
Cómo renunciar, si nada te pertenece?
Y sin embargo, ese despliegue de abundancia, esa lluvia de regalos, la mirada de un gato, la caricia de un perro, el graznar de las gaviotas, el abrazo de un amigo. El alma en carne viva en una canción, en una película, en las pinturas de Peca.
En cada obra de arte, en cada expresión la voz de un ser que pide ser escuchado.
El ser que se manifiesta.
Cómo renunciar?
Por qué?
Para qué?
Sería como decirle que no al amor de una madre, al abrazo de una madre, a sus cuidados:
Gracias pero no.
Desengáñate: no hay nada a lo que renunciar porque nada te pertenece.
Pero no le digas que no a la vida porque es una batalla perdida.
Mientras estás viv@, la vida vence.
Quieras o no, vas a vivir.
Sólo está en nuestras manos el cómo.
Y ella decide no cerrar más sus ojos, no tapar sus oídos, no cerrar su boca ni cubrir su piel, porque sería como decirle que no a los regalos de su madre generosa.
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Linda reflexion. Verdad. Que le hace un pelo al gato, un animal como ejemplo.
ResponderEliminarSi me pertenece, mi territorio, yo meo en el, tiene mi olor. Yo cuido mi pelo.
Hn.
Desapegaos de los esquemas mentales ;).
Buen finde, Hn.
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