Se ha metido un smartphone en
su vida. No ha sido premeditado, simplemente el viejo móvil se empezó a caer en pedazos, literalmente (la chapa de atrás no ajustaba, la batería se había inflado y la nueva se aflojaba, la conexión se interrumpía y había que reprogramar una y otra vez, las llamadas se cortaban). Y ya que había que sustituirlo por uno nuevo, pensó que iba siendo hora de dejarse llevar por esa corriente.
Luego notó cierta resistencia, como un fastidio cada vez que tenía que dedicar
unos minutos de su tiempo a conocer un poquito más esta pantalla misteriosa, bajar aplicaciones, etc. Siempre detectaba el fastidio, el malhumor, como una resistencia,
cada vez que tenía que prestar atención para conocer un poco mejor el nuevo juguete.
Bajó una aplicación de youtube y cuando fue a probarla le apareció un vídeo de Mooji. ¿Y esto qué es?, pensó. Por qué se cuela esto en mi casa si yo no lo he buscado?
No tenía ni idea de quién era ese peculiar personaje. Por lo visto google es a veces como la vida, que sabe más de ti que tú misma, que te pone delante cosas que no has buscado ni conoces. Y le oyó decir cosas como: Deja que la vida ocurra; no necesitas ser amad@; la dualidad no es un error; vive lo que aparece, disfrútalo, pero no quieras retener lo que es pasajero.
Y decía cosas así:
Puede que estés esperando una conmoción en tu vida, y a veces es así, como una conmoción, pero otras veces no. Es simplemente una manera de estar, una mirada, una experiencia serena de contemplación. Si estás buscando conmociones o grandes poderes mágicos (como el don de la ubicuidad, la telepatía o la adivinación del futuro;
la omnipotencia, la onmisciencia y la omnipresencia) estás perdiendo el tiempo porque todo eso es secundario, meras anécdotas. Incluso las grandes experiencias místicas de transcendencia probablemente pasarán.
Pero no vayas detrás de grandes conmociones. Míralo como lo que es, ese deseo: una tendencia más de tu ego, la adicción a la intensidad o la euforia o la ebriedad. Una tendencia más de tu ego que se ha colado en el camino espiritual.
No esperes grandes conmociones.
Si llegan, bienvenidas sean, pero no las busques porque, mientras tanto, puede ser que no puedas ver que ya estás ahí.
Le gustaban los mensajes sencillos. Los que no te venden nada. Ningún viaje a lugares sagrados; ningún dios o budas o rituales iniciáticos. Ninguna otra zanahoria detrás de la que correr. Ningún autobús al otro lado lleno de gente feliz -mientras que en tuyo sólo hay tristeza y drama y aburrimiento.
Allí, en esa pequeña pantalla como una ventana al mundo, Mooji evocaba una cita del Corán: el ser humano es como un espejismo en el desierto; cuando te acercas a él ves que no hay un ser humano y en lugar de eso te encuentras a Dios.
O algo así.
O algo así.
Así que su smartphone se había convertido en otra ventana a la tierra pura, otro
"libro de dharma".
"libro de dharma".
Otra apariencia más, como el ser humano, como un espejismo en el desierto: cuando
te acercas a él, el smartphone desaparece y encuentras a Dios.
te acercas a él, el smartphone desaparece y encuentras a Dios.
En realidad, pensó, el ser humano, el smartphone, la cafetería donde desayunaba cada mañana, el diario sobre la mesa, el agua fría del mar, todo es como un espejismo en el desierto: cuando te acercas a ello desaparece y en su lugar encuentras a Dios.
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