martes, 17 de octubre de 2023

Mantras.



Caminaba en dirección a la gompa de meditación para las enseñanzas de la mañana
cuando alguien la adelantó bruscamente, casi empujándola.
"¡Quítate de en medio!", le soltó.
Miró a la persona que le hablaba, ahora ya por delante de ella,
un hábito naranja de monje,
volvía la cabeza para mirarla con una sonrisa de complicidad.
"¡Quítate de en medio!"
Ella también sonrió.
Se convirtió en uno de sus mantras personales.

Dices: Qué difícil es conectar con el amor, cuando lo que sientes es odio
y resentimiento.
Y qué difícil es amar a la persona que te odia.
Quítate de en medio.
(Ese yo tan egocéntrico, incapaz de ver y comprender la situación global).
Quítate de en medio y verás que no es tan difícil.
Y surge de manera natural.



Ella estaba preocupada porque no le cuadraban las cuentas,
en el centro budista en el que colaboraba como voluntaria.
Le sobraban 80 euros.
Se obsesionó con el tema.
El director de cuentas le dijo que no se preocupara tanto.
Ella pronto encontró la pieza que les faltaba.
Cómo se nos ha podido pasar?, le comentó,
todavía enfadada con su propia "mala gestión".
"Claro -respondió él, como somos tan infalibles..."
Lo miró como una realización.

Cada vez que se machaca por algún error, aparece esa voz, como un mantra.
Cada vez que se fustiga con un "cómo puede haberme pasado a mí, un fallo como éste".
Siempre surge esa otra voz:
"Claro, como soy tan infalible..."



Su trayectoria vital había sido algo dura,
como todas las trayectorias vitales.
De vez en cuando y cuando menos te lo esperas, la vida zarandea tu mundo
y las piezas se desmontan como un rompecabezas inestable.
Y hay que volver a construir sobre otros cimientos.
Le parecía que el sentido de todo era aprender, en cualquier circunstancia.
Solía decir:
Lo importante no es la felicidad,
sino la sabiduría.
Y así lo sentía.
La dureza de la vida no la asustaba. Formaba parte de la aventura.

Y entonces escuchó aquella canción de Héctor Lavoe.
Aun en la vorágine del baile y la muchedumbre, lo pudo escuchar:
"Si tú no tienes felicidad, de sabio no tienes na".
Y fue como una luz.
Ahí está la prueba del algodón de toda tu "sabiduría",
en la medida de tu contentamiento y tu alegría.
Si la experiencia por la que has pasado deja una estela de miedo (temor, preocupación)
o bien de liberación, fortaleza y alegría.
"Si tú no tienes felicidad, de sabia no tienes na".
Se convirtió en otro mantra. Otro toque de atención.
Otro recordatorio para la revisión
de cómo van las cosas en tu vida.




2 comentarios: