Silencio.
Sacando la vida guardada en la maleta.
Le llegó un texto en el que decía que a veces viajamos por la vida
como si lleváramos otra vida en la maleta.
Se detuvo un momento en el camino y abrió la maleta.
Ya no le quedaba otra vida guardada en el bolsillo (viajaba sin bolsillos)
así que le tocaba vivir ésta.
Miró a su alrededor y contempló con ojos nuevos.
No es que esta vez el otoño haya pasado sin hacerse notar
sino que este otoño es otro.
No es el del año pasado, por ejemplo.
Se viste de otros colores, de otras formas,
de otras temperaturas.
Pero aquí está.
Son sus expectativas, aguardando un diseño conocido,
las que le impiden ver un nuevo otoño.
Y lo cierto es que el otoño llegó cargado de regalos.
Algunos le gustaron más, otros menos.
Pero al fin y al cabo las preferencias personales son bastante irrelevantes.
Miró el otoño que quedaba atrás como una tierra fértil, cargada de frutos.
Era solo un sueño, sí,
bajo los efectos de la hipnosis de esta maga que es la mente.
O quizás simplemente el juego de la Vida,
el juego de Dios, divirtiéndose.
Y la Vida decía: Ahora otoño, ahora invierno.
No por mera diversión, seguramente, sino para que no olvidemos
nuestra mortalidad.
Se pasa los días rezando, casi suplicando, como un mantra:
"Que no me olvide".
Y sin embargo, el recordatorio está siempre presente.
La Vida ya hace su trabajo, sin que le reces.
La Vida te pone las condiciones para que no olvides que estás en el sueño;
el huracán de Samsara (la hipnosis) secuestra al personaje,
que siente que todo es muy real,
lleno de amenazas,
y se llena de miedos.
Como la vieja lucha entre ángeles y demonios que le enseñaron en la infancia.
Así que decide hacer una alianza con los dos.
Qué otra cosa podría hacer?
Acoger los miedos tanto como las celebraciones.
Y ver cómo se disuelven sin resistencia.
Ambas.
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