La sobremesa del desayuno temprano y el frío fuera.
No tanto dentro.
El balcón abierto, aireando la habitación
de los sueños de la noche.
Mientras tanto, acude al refugio cálido del otro lado de la casa.
El día por delante, largo domingo,
y descubre que puede sentirse donde quiera,
de todos los espacios recorridos.
Solo hay que evocarlos.
O bien puede abrir la puerta del balcón de su mente
y airear la estancia
de todos los sueños de pasado
y de futuro.
Es aquí donde está la salida, en este preciso instante.
"The way out is in".
La salida está dentro.
Camino adentro, cuando ya no hay dentro
ni fuera.
Un día estalló de improviso una revelación, completamente inesperada,
no perseguida, no buscada,
no sospechada.
Como si jugáramos al escondite sin yo saberlo,
ella me encontró y apareció ante mí,
como si una venda invisible se hubiera desprendido de mis ojos.
Y rompí a reír ante la sorpresa,
como si alguien me hubiera gastado una broma fantástica.
Y entonces lo supe:
La iluminación tiene que ser una gigantesca carcajada.
Thich Nhat Hanh dice:
"Pero no es la risa de alguien que de repente ha ganado una gran fortuna en la lotería
ni de una persona que siente que ha logrado una gran victoria.
Es más bien la risa de alguien que,
tras haberse esforzado mucho, y sufrido mucho, buscando algo muy querido
durante largo tiempo,
de repente un día se da cuenta de que lo llevaba en el bolsillo".
Y Ramana Maharshi:
"Tenemos que entender que el verdadero estado está siempre aquí, en todo momento.
Descartamos y menospreciamos lo que está aquí
y anhelamos lo que no está,
y por eso sufrimos tanto".
El cielo cubierto.
Escribe en la sobremesa del desayuno
y de repente se hace luz sobre la mesa.
Es el sol abriéndose paso entre las nubes.
Hoy va a ser un día frío en los termómetros
y muy cálido,
muy cálido también.
Hoy puede ser otro gran día.
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